𝟏𝟑/𝐎𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞/𝟐𝟎𝟎𝟓
Recomendación: reproducir la canción de multimedia o playlist (My tears ricochet - Taylor Swift)
Kazutora era un impuntual con todas las letras de la palabra.
Ese día el muchacho no había asistido a la escuela, aun cuando el día anterior el acuerdo era el mismo que otros días: verse ahí y devolverse a casa de ella para poder seguir con el trabajo. Pero cuando ya eran cerca de las diez y él no aparecía Dai lo llamó para preguntarle donde estaba; fue tajante con la respuesta, pero prometió estar en su casa a las 4:00.
Y ya eran las 5:15...
Estuvo a punto de llamarle para gritarle y echarle en cara que el tiempo no les iba a rendir tanto como el día anterior, hasta que escuchó el motor de la motocicleta colándose por la ranura inferior de la puerta. Se levantó del sofá y corrió hacia el umbral, con los pulmones llenos de aire para comenzar a gritarle, pero la furia se le esfumó al ver la imagen frente a ella.
Kazutora estaba ahí sentado en la motocicleta, tenía sangre en la cara que se acompañaban de cardenales y raspones a lo largo del rostro. Dai se asustó y corrió hacia él para auxiliar en bajar. Se veía bastante más pálido, su mirada estaba perdida y su cuerpo se tambaleaba, no era capaz ni de sostenerse a sí mismo, parecía agonizante.
— ¡Kazutora, baja, anda! Vamos adentro, tengo algunas cosas para curarte, ¿cómo condujiste hasta acá? Debiste haberme llamado si estabas en problemas, pude llamar a mi papá para ayudarte...
A la par que hablaba, Dai colocaba el brazo de Kazutora alrededor de su hombro para que este se apoyase. Al ser bastante delgaducha y pequeña en cuanto a altura, el cuerpo medio inconsciente de Kazutora se sentía bastante pesado. Poco a poco consiguió que bajara y lo guio lentamente hasta dentro de la casa, llevándolo hacia el salón y dejándolo tumbado sobre el sofá. Los ojos se le cerraban y algunas de las heridas de su rostro aún no habían dejado de brotar sangre.
Dai corrió hacia el baño y sacó el botiquín, para después ir hacia la cocina y tomar unos cuantos hielos del frigorífico, volviendo al salón principal a prisa.
— Kazutora, ¿me escuchas? Voy a curarte los golpes de la cara, no vayas a quedarte dormido ¿tienes algún otro golpe en el cuerpo que te duela mucho?
— En el costado — habló el muchacho con un hilo de voz
— Voy a hacer esto a un lado, ¿sí? — el muchacho asintió con dificultad.
Dai tomó el borde de la camiseta y levantó la prenda con delicadeza, descubriéndole únicamente una parte de su torso en donde se asomaba un hematoma enorme, que se acompañaba también de algunas otras marcas de golpes en la poca piel que podía ver. La muchacha se sorprendió y tomó del botiquín un ungüento que recordaba era el que usaba su madre cuando le curaba las heridas. Tomó un poco entre sus dedos y comenzó a esparcirlo; en cuanto las yemas de sus dedos tocaron la zona amoratada él emitió un quejido prolongado, normal que le doliera, era un moretón enorme, abarcaba una buena parte de su lateral y llegaba casi hasta las costillas.
Cuando terminó con eso, tomó los hielos y los envolvió en un trapo que tomó de la cocina, para apoyarlos sobre el golpe con el fin de disminuir la hinchazón. Kazutora parecía más despierto que antes, quizá el dolor le había disminuido, así que Dai se atrevió a hablarle.
— ¿Cómo te hiciste esto? ¿Te caíste de la motocicleta?
Él negó con la cabeza — Me dieron una paliza.
La muchacha abrió los ojos con sorpresa.
— ¿Quién?
— Mi papá.
La respuesta le provocó a Dai un recuerdo amargo y sintió un escalofrío recorrerle la columna, el día anterior habían hablado de su padre, ¿cómo es que las cosas habían escalado de esa forma? Se suponía que su padre tenía prohibido estar cerca de ellos, no podía hacerle daño. Evadió la conversación unos momentos mientras tomaba otro poco del ungüento y comenzaba a aplicarlo sobre su cara.
— Yo... no lo entiendo, ¿cómo pasó? ¿estaba en tu casa? — Kazutora volvió a quejarse mientras Dai le tocaba la cara.
— Sí... No sabía que iba a aparecerse por mi casa de la nada, se supone que tiene prohibido acercarse a mi madre, pero aprovechó que ella estaba en el trabajo, pude haberle pateado el trasero, pero...
— ¿Pero?
— ... Me asustó. — soltó, con la voz ligeramente quebradiza — creí que ya había dejado de temerle, pero todo parece indicar que no.
Dai volvió a evadirlo, no sabía que decirle, ella misma era la que se mantenía presa y temerosa del recuerdo de una muerta, ¿cómo podía alentarlo a él? — Voy a ponerte algo de hielo en la cara para la hinchazón.
Kazutora la miró fijo, cerrando los ojos cuando sintió el contacto del paño helado sobre su piel. El hielo, aunque era lo suficientemente frío como para lastimarlo, no le permitía sentirse mal, le sanaba las heridas a la par que le molestaba la fricción. Aun con los párpados cerrados, se detuvo a pensar un momento, ¿cómo es que estando en su presencia había vuelto a caer al niño que se volvía hormiga? ¿Era acaso insuperable el recuerdo de las heridas que había mantenido repitiéndose en bucle una y otra vez? En el momento en el que sintió su mirada déspota sobre sí supo que no tendría escapatoria, cosa que le quedó confirmada con el primer puñetazo sobre la cara y los incesantes gritos donde una y otra vez le repetían que él no tenía ni nunca había tenido un padre, la vergüenza que significaba para todo el mundo. La voz de su padre le taladraba el pecho más que cualquier golpe, el hombre había desquitado todas sus furias y frustraciones sobre su cuerpo, lo había vuelto a usar como saco de boxeo y se sentía increíblemente inútil.
Y aun cuando se quedó tumbado en aquel departamento, hubiera deseado tener la inútil silueta de su madre a su lado para no sentirse tan solo y ultrajado como lo había hecho tantas otras veces.
Sabía que pudo llamar a Baji en esa u otra circunstancia, y que él estaría ahí, pero no pudo, pero él no lo entendería y hubiese sido más sencillo quedarse ahí hundido en su propia desesperación, pero sabía que no iba a ser capaz de aguantar más tiempo con la sensación de abandono sobre los hombros; si Baji no lo entendería, quizá alguien más podría hacerlo.
A duras penas bajó de su piso y caminó casi a rastras hacia su motocicleta. No supo como fue capaz de llegar, pero lo hizo. Llegó a casa de la única persona que quizás entendería lo que era estar solo y sentirse solo, y ahora estaba ahí tumbado en el sofá de su casa, viéndole el semblante de preocupación mientras le apoyaba el montón de hielos sobre la cara. No sabía que tan buena idea sería buscar una respuesta en ella, pero en su estado actual ya no perdería mucho más.
— Dai... ¿cómo lidias con esto?
— Ah, bueno, cuando era niña me caía muy seguido y mi mamá solía...
— No con curar las heridas — Interrumpió mientras intentaba acomodarse en el sillón, buscando su mirada — con estar sola.
La muchacha se sintió tomada por sorpresa, no sabía en que momento la charla se había vuelto así de personal, ¿por qué buscaba respuestas en ella?
Dai se encogió de hombros y desvió la mirada, sintiendo un escozor particular en los ojos que le indicaba el llanto que se asomaba por su mirada. Alejó de él el paño que en ese punto parecía ser más agua que hielo y lo dejó de lado a la par que suspiraba.
— No he aprendido... supongo que simplemente me quedé acostumbrada.
...
Por las circunstancias, Dai decidió no seguir con el proyecto por más que Kazutora le insistió. El muchacho pasó alrededor de tres horas en su casa mientras ella rogaba porque su padre no se apareciera de sorpresa y la encontrara por ahí con un muchacho herido recostado en su sofá. Le sirvió algo de comida para ayudarlo a recuperar fuerzas y se mantuvo cerca de él para ayudarle. Sabía que esa parte de sí misma que lo procuraba tanto al verlo como un pájaro herido lo veía como un espejo de su propia persona años atrás.
— Está molesto conmigo porque volví a entrar en una pandilla — Con el ambiente menos acelerado, Kazutora pudo darse el tiempo de explicarle a Dai lo que había pasado de verdad con su padre — nunca lo había visto así de enojado... y eso es mucho decir para él.
— ¿Estás metido en una pandilla?
Dai intentó guardar la calma al hablar, pero la mirada asustadiza la delató; estaba sentada en el suelo, Kazutora estaba tumbado en el sillón porque la rubia le obligó a no moverse, necesitaba reposo.
— Sí — los peculiares ojos de la muchacha parecían no poder abrirse más e incluso se movió un poco, alejándose de él unos pocos metros. Él se sonrió. — ¿Me tienes miedo ahora?
— No... — Kazutora arqueó una ceja — bueno, un poco. No me agradan las pandillas, son...
— ¿Somos?
— ... son peligrosos. Me asustan, mi papá dice que solo son personas sin quehacer que molestan en las calles.
El sonrió con un gesto burlón — Creí que yo te agradaba
— ¡Me agradas! Solo... bueno, no sabía que estabas en una pandilla — la confesión parecía moverle los esquemas
— No dejes que eso te nuble toda la perspectiva, Dai. Hay gente buena metida ahí, eso lo sé. — una idea se le cruzó por la cabeza y con pesar buscó en sus bolsillos un objeto, Dai lo miró atentamente hasta que él sacó el teléfono y comenzó a teclear — Te voy a presentar al mejor pandillero que conozco y también a la persona que me mostró los fideos que comimos ayer.
— Pero... mi papá no debe tardar en llegar
— Tranquila, le diré que venga a recogerme, no planeo volver a casa por hoy.
El muchacho llamó y cruzó algunas palabras con la persona al otro lado de la línea, pasaron alrededor de 30 minutos cuando una motocicleta comenzó a sonar fuera de su casa por unos segundos y después arrancó, poco después tocaron a la puerta. Dai ayudó a un ahora más fuerte Kazutora a levantarse, al menos ya era capaz de moverse por si mismo, aun cuando emitía algunos quejidos.
Al abrir, encontró la figura de un muchacho más alto que ella, iba con ropas de casa y con el largo cabello negro atado. En cuanto vio a Kazutora abrió la boca, dejando que sus incisivos afilados se asomaran. Como un reflejo, el desconocido lo tomó por el brazo al igual que ella lo había hecho antes.
— Estás hecho mierda, Kazutora, ¿qué pasó?
— Te lo contaré después... no puedo llegar a casa hoy.
El chico pareció entender con esas palabras y asintió. Con el silencio haciéndose presente, ambos miraron a Dai, quien estaba inmóvil y nerviosa.
— Ah, ¿recuerdas que te hablé de Dai? Bueno, es ella. Dai, él es mi mejor amigo, Baji.
Al hacer memoria de la absurda relación que Kazutora había hecho entre Mikey y la muchacha sonrió aguantando la carcajada.
— Hola — saludó Baji
— ¿Sabías que Dai no conocía los Peyong Yakisoba? Ayer al terminar el trabajo la lleve al sitio de siempre y le gustaron un montón
Dai aun estaba en silencio, observando como parecía que los ánimos de Kazutora se reiniciaban al estar presente el famoso Baji.
— Al menos te agradaron, ¿no es así? — la muchacha asintió
— Sí, bueno, estaban bastante bien.
— Dai cocina muy bien, me ha estado alimentando desde que empezamos a trabajar en el proyecto, es buenísima con esas cosas
"¿qué bicho le picó a este?" — pensaron a la par Baji y Dai. La chica no entendía de donde es que a Kazutora le salía el querer hacer cumplidos en ese preciso momento si nunca lo había hecho, mientras que él tampoco entendía sus repentinas ganas de hablar en el estado en el que estaba.
Con algo de pena, Dai tomó la manga de Kazutora para llamar su atención.
— No quiero ser grosera, pero mi papá...
— Ah, cierto. Lo olvidé — el muchacho se rascó la nuca para posteriormente soltarse de Baji y acercarse a ella, mirándola fijo con sus ojos color arena. — Gracias por dejarme estar aquí hoy, Dai.
Un color rojizo comenzó a subir a sus mejillas — No fue nada, tranquilo.
Al terminar la frase, Kazutora se aproximó a ella y la rodeó con los brazos, ella permaneció estática los primeros segundos, pero después correspondió el gesto. Algo parecía diferente en él en ese momento, y aunque no lograba descifrar qué era, sin duda era agradable. Al soltarse, Dai le sonrió con timidez y los dos muchachos se alejaron, subiendo a la motocicleta y haciendo un gesto de despedida con la mano, para después dejar que el sonido del motor se esfumara sobre la acera.
Por eso dije en la nota de autora que no iba a estar 100% apegado al manga/anime esto~
No planeaba poner esta escena pero cuando la visualicé por primera vez ya no pude dejarla de lado, sobre todo porque considero que esto va a ser un punto de inflexión en Dai y Kazutora. Luego verán pq. <3
Dejenme comentarios tmbn en este fic o lloro pq sí hay lecturas pero no hay comentarios </3 no olviden votar tampoco, btw. <3 Lxs tqm, nos vemos cuando ya tenga el one shot del Hanma.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top