𝑫𝒂𝒊 𝑯𝒂𝒚𝒂𝒔𝒉𝒊 (𝒇𝒊𝒄𝒉𝒂)
❝ 𝐇𝐚𝐲𝐚𝐬𝐡𝐢 𝐃𝐚𝐢 (林大) ❞
• Edad: 15 años
• Fecha de nacimiento: 07 de diciembre de 1990.
• Signo zodiacal: sagitario
• MBTI: ENFJ
• Tipo de sangre: B
• Color Favorito: azul claro.
• Le gusta: cocinar, cuidar a las personas que ama.
• Le disgustan: los pandilleros, que no la dejen tomar el mando, correcciones, el hospital.
• Habilidad especial: manejar el cuchillo en la cocina a gran velocidad sin provocarse ningún corte, aprender rápido.
• Personas que respeta o admira: Su padre, su madre, Kazutora, Baji, Nana Osaki (personaje)
• Personas que no le agradan: el profesor de matemática, su primo Ryohei, su madre.
• Su sueño: casarse y poner un gran restaurante en el que sea ella la chef principal.
• Mayor miedo: convertirse en madre.
• Historia heroica: derrotó a su madre en una partida de Majong y su padre mencionó que los estofados de Dai eran menos salados que los que su madre preparaba.
• Historia de fracaso: Perder ante su madre segundos después de haber ganado. Tener un promedio inferior a diez, perdiendo contra Ima.
• Lugar favorito: azotea de la plaza comercial.
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Historia:
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Sus padres se conocieron poco después de haber terminado la preparatoria por una fiesta de cumpleaños del hermano mayor del padre de Dai. Kazuma estaba ansioso por entrar a la academia de policía y ser uno de esos hombres fuertes que había admirado desde niño cuando uno de ellos detuvo a un tipo que entró a robar a su hogar. Mai Ishikawa, la madre de Dai, era una mujer de carácter extremadamente fuerte y ambiciosa; Kazuma solía decirle en su juventud que el coyote que su nombre llevaba por significado le sentaba como un anillo a medida. Mai ansiaba convertirse en una reconocida doctora en Japón, tomando especialidad como Cirujana cardiotorácica, y todo iba por buen camino.
Durante la fiesta en la que se conocieron, Kazuma intentó hablar con ella sabiendo que probablemente no iba a obtener nada como resultado, después de todo ella estaba por encima de todas las chicas que su hermano había invitado esa noche y deslumbraba el sitio con el largo cabello rubio deslizándosele por la espalda. Pero a Mai le encantaba el nerviosismo y la elocuencia del entonces joven hijo menor de los Hayashi. Comenzaron a salir, formalizaron y estuvieron juntos por seis años. Se casaron poco tiempo después de que Mai se recibiera como médica y mientras Kazuma ya ganaba un pequeño sueldo de guardia de seguridad, Mai sabía que tenían lo suficiente para vivir mientras ella continuaba su especialidad y Kazuma escalaba como oficial.
Así lo pareció hasta que una mañana de primavera la fantasía de los recién casados cayó en picada en conjunto con dos líneas rojas bien marcadas en una de esas pruebas de embarazo caseras. Temieron por un momento pero sabían que al ser una pareja de casados el apoyo por parte de sus familias no iba a ser negado, y así fue.
Un siete de diciembre, Mai dio a luz a una niña pequeña, los pocos cabellos que habían alcanzado a crecerle en el vientre eran del mismo color que el suyo, y los médicos notaron en la bebé un pequeño defecto genético que afirmaban no provocaría ningún daño.
Dai fue una bebé llenada de amor por sus padres y sus familias. Kazuma se derretía cada vez que el frágil cuerpecito de la nena era dejado sobre sus brazos y Mai se sentía corriendo por las nubes. Había problemas con las cuentas y las facturas cada tanto, pero ni los números negativos les robarían el sueño tanto como la sonrisita de la niña.
Todo transcurrió con normalidad hasta de Dai comenzó a crecer, buscando mejorar sus ingresos y su carrera, Kazuma dejó de pasar tanto tiempo por casa, y era Mai quien tenía que vivir con el hecho de ser madre y cursar una especialidad tan pesada como la suya, sumado a la presión de tener que permanecer en casa y no poder trabajar de aquello que sonó por tanto tiempo la hacían sentirse sumamente enclaustrada en sus propias frustraciones, se esforzaba por no expresar esto, pero todo lo que sentía terminó acumulándose en ella como una olla a presión.
El primer golpe cayó cuando Dai tenía tres años, aun no controlaba bien el asunto del baño y una noche Mai la encontró llorando en la entrada y sintió como si hubiese explotado algo dentro de su cabeza. Le dio un golpe en la parte baja de la espalda, uno considerado común para los infantes, y prometió no volverlo a hacer jamás.
Sin embargo, siendo ella una mujer brillante le costaba asemejar la idea de que su hija no fuese capaz de serlo, por lo que cada vez que Dai se tropezaba mientras jugaba en los parques, o si olvidaba recoger sus juguetes después de comer, los gritos con mofas o insultos llegaban a sus oídos. Mai terminó dejando su especialidad y ejercía pocas veces como médica en una farmacia cercana en donde suplía al doctor que estaba de planta. Para su fortuna, Kazuma recibía los frutos de sus desvelos y sus posiciones mejoraban.
Todo empeoró al llegar la escuela; Dai no era un cerebrito o mucho menos, era una niña común sobre la cual se habían implantado un montón de expectativas que ella desconocía. Kazuma esperaba que su hija fuera feliz, Mai esperaba excelencia, y Dai solamente intentaba esforzarse lo más que podía por no decepcionar a sus padres.
Las fallas de la niña consecuencia de la presión de Mai y la ausencia de Kazuma provocaron que le aumentara la ansiedad y que comenzara a fallar más. Por cada nota baja, podía tener resultados que variaban entre cachetadas, golpes en la espalda o incluso en las piernas. Su madre parecía tener un abanico de opciones al tratarse de eso. Llegó un punto en el que la niña había dejado de llorar y solamente llegaba a casa con la mochila a rastras sabiendo lo que iba a recibir en consecuencia.
Al final la presión de Mai terminó aumentándole las notas y forjándole el carácter; era una alumna excelente pero parecía que había perdido la capacidad de socializar con normalidad con los otros. Usualmente se limitaba a resaltarle los comportamientos negativos a los otros niños y ellos la alejaban, se ganó el apodo de mandona a pulso. Pasaba los recesos solitaria y terminaba haciendo pareja con sus profesores para trabajar puesto que todos preferían estar lejos de ella hasta que Ima llegó.
A Ima la transfirieron de una escuela lejana por cuestiones de mudanza. Su primer contacto entre sí fue ser asignadas como pareja en un trabajo de equipo, notar los ojos de Dai y lo mucho que estos diferían el uno del otro. El detalle le pareció increíble y desde entonces se pegó a la rubia como un chicle. Dai se sentía intimidada por el carácter tranquilo de Ima, pero parecían trabajar bien. Al ninguna tener amigas parecía que ambas tomaron por decisión acompañarse entre sí en su propia soledad, y la amistad surgió, se volvieron inseparables.
Los años pasaron y cuando Dai tenía alrededor de diez años Mai encontró una vacante como médica en el mismo hospital en el que solía dar residencias, algunos contactos interinos la ayudaron a entrar y trabajar ahí, a la par que se decidió a volver a intentar cursar su especialidad. Dai ya era lo suficientemente mayor como para cuidarse sola, sabía mantener el hogar limpio y había descubierto lo mucho que le gustaba cocinar en el momento en el que vio a la su abuela cocinar un Takoyaki por primera vez y la mujer le dio permiso de ayudarla.
Solía pedirle las recetas a su madre y comenzó desde lo más básico hasta cosas más complejas, Mai no tenía ningún problema en dejarla rondar por la cocina, sabía que había instruido bien a la niña y aunque nunca la elogió, sabía de lo habilidosa que se había vuelto en la cocina.
Dai comenzó a pasar las tardes más cercana a su padre, quien se encargaba pasarse unas horas por día a casa, mimarla y darle todo el cariño que estaba en sus manos intentando compensar la ausencia que había tenido en sus primeros años, y la niña lo aceptaba con gusto. Solían ver la televisión juntos, charlar y jugar majong. Pasar más tiempo con él que con Mai era increíble, se sentía como el amor verdadero abrazándola por detrás y elevándola por los cielos.
Así hasta que de un momento a otro Mai tuvo que volver al hospital de forma distinta a la que solía hacerlo. Se había desmayado por la mañana y Kazuma pensó que podría tratarse de otro embarazo, pero el diagnóstico no podía ser más errado. La torpeza de Mai había ido aumentando de forma progresiva, y después de cientos de análisis fue diagnosticada con esclerosis múltiple. El constante estrés al que la mujer había estado sometida por tanto tiempo, sumado a su caída en el hoyo de impotencia provocaron el transcurso rápido de su enfermedad.
Dai tuvo que volver a los días en los que era su madre quien acompañaba por las tardes, muy a su pesar. Su padre ahora debía hacer más horas para pagar gastos de enfermedad, por lo que rara vez coincidían en casa. La compañía de Mai pasó de ser un tormento, a solamente hacerla sentir aun más sola. El deterioro de su cuerpo iba rápido y aunque odiaba ver a su madre sufrir por la enfermedad, al menos sabía que esto le garantizaba vivir tranquila, a sabiendas de que ella ya no podía tocarla más.
Al final, Mai se convirtió en el vacío cascarón de la mujer fuerte y determinada que fue alguna vez. Dejó que la tristeza y la enfermedad se alimentaran del poco espíritu que le quedaba, y se apagó un 14 de abril de 2002.
Aun con el pesar que significaba tener a Mai y su cuerpo doliente en vida, Dai no pudo evitar volverse errática cuando escuchó la voz de su padre salir colgando en un hilo esforzándose por no romperse frente a ella mientras intentaba comunicarle que su mamá se había ido. No pudo decirle adiós, y salió huyendo del hospital en el que alguna vez se cosecharon los sueños de su madre, rumbo a una plaza cercana que solía visitar con ella cuando el dulce era el que colmaba la mayor parte de sus recuerdos. Ese día terminó en la azotea de aquel lugar, llorando y lamentando su propia soledad. Sabía que iba a extrañarla, sus manos, el tacto de su piel, las bolsas debajo de sus ojos y su voz habían desaparecido por siempre... y le mataba el hecho de saber que aun así agradecía que se había ido, no por la enfermedad que la mantenía agonizante, sino por la liberación que significaba no sentir sus pasos detrás de ella más. Se sentía libre, pero al mismo tiempo la abundaba la sensación de soledad y la culpa en el pecho.
Kazuma siguió trabajando y fue ascendido a detective poco después de la muerte de su esposa, en su trabajo le permitían tomarse algunas libertades siendo un padre soltero, pero aun así, Dai seguía pasando sola la mayor parte de sus días entre las paredes de su hogar.
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Tabla de relaciones.
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• Kazuma Hayashi (Padre): lo considera el significado más puro del amor, su compañía le alegra los días y cuando lo tiene cerca siente que vive en un cuento de hadas. A ambos les gustan las películas americanas de romance y él alienta muchísimo los sueños de Dai sobre ser chef. Es la persona que más admira, ama y respeta sobre la faz de la tierra. Siente que si llegara a perder a su padre, probablemente ella también moriría.
• Mai Hayashi (Madre): describe la relación entre ambas como tirar alcohol sobre una herida recién abierta. Cree que hizo lo mejor posible por ser buena madre, pero jamás va a perdonarle por completo las palizas y los constantes peyorativos que tiró sobre ella desde que era niña hasta que perdió las fuerzas como para seguir exigiéndole excelencia. Le agradece por haberla forjado como una ganadora, pero le cuesta admitir que no se liberó de ella como pensó en un principio, siente que su presencia la sigue como un fantasma atado a su espalda vigilando cada mínimo error que pueda cometer.
• Ima Misora (Mejor amiga): la considera como una hermana mayor, es más tranquila que ella aunque dependiendo de las personas suele ser un poco malhumorada. Cree que Ima es quien la mantiene atada a la tierra y Dai es quien impulsa a Ima a despegarse un poco. No confía en nadie como lo hace en Ima, y sabe que entre ellas siempre serán el paño de lagrimas mutuo que la otra necesite, así como los apoyos, regaños y consuelos.
• Kazutora Hanemiya: le asustó mucho en un primer momento, aunque al conocerlo más a fondo se dio cuenta de que no era lo que su apariencia pudo haber pintado cuando recién se conocieron. No puede evitar verse reflejada en las heridas de Kazutora al haber vivido en entornos familiares similares. Podría describirlo como un pájaro herido de un ala, y esto le da miedo porque no es buena con los animales, aun cuando se esfuerza. Le quiere más de lo que la pena le deja entrever.
• Baji Keisuke: también le temía en un primer momento, aunque al final terminó considerándolo una persona en extremo admirable y lo respeta tanto como pudiese respetar a su padre. Admira su capacidad de cargar con los problemas de las personas y piensa que le gustaría amar de forma tan intensa como él es capaz.
• Ryohei Hayashi (Peh Yan): Kazuma, el padre de Dai, es el hermano menor del padre de Peh Yan. Solían convivir más cuando eran niños, pero a medida que crecieron a Dai terminó dándole miedo que el muchacho se fascinara tanto por la delincuencia.
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Curiosidades:
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• Intentó fundar un club de cocina en su escuela, pero nadie quiso unirse. Ni siquiera Ima. Eso las hizo pelear por una semana.
• Le gustan los mangas de Ai Yazawa, su madre le recuerda a Takumi Ichinose y su padre a Nobu Terashima del manga "Nana".
• Compró vasos de fresas a propósito por lo anterior. Cree que el complemento de su vaso de fresas es su padre, y no suele prestarle el vaso a nadie que no considere cómo mínimo agradable.
• Le fascina la comida picante.
• Hace el almuerzo de Ima al menos dos veces por semana. También suele hacerle pie de manzana para verla feliz.
• Es alérgica a las cebollas, puede comerlas pero termina con erupciones rojas en el cuerpo.
• Sabe bailar bastante mejor de lo que pudiera aparentar.
• Colecciona fotografías.
• Tiene en su habitación un poster gigante de Britney Spears.
• Ella y su padre se saben la mayoría de diálogos de la película She's all that.
• Es muy torpe con las actividades manuales.
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