ꜱᴇɢᴜɴᴅᴀ: ❝ɪʀᴀ❞

Febrero había llegado con paso firme, llevándose entre sus manos los restos de la nieve y atrapando en el cielo los copos blanquecinos que no serían capaces de volver a tocar el suelo hasta dentro de un par de meses más. La frialdad en el ambiente ahora se mezclaba con el calor, como un par de sabores agridulces al que el paladar necesita tiempo para acostumbrarse y comenzar a disfrutar. Las vacaciones habían cesado, las personas volvían a la rutina, pero la correccional era siempre un asunto distinto.

Conocían el paso de los días gracias a los calendarios, pero de no ser por ellos, aquel sitio sería una gigantesca habitación en la que el paso del tiempo no terminaba por contarse. Aun cuando las uñas y el cabello les crecían, las bolsas ennegrecidas alrededor de sus ojos aumentaban o disminuían, sus alturas aumentaban o sus ánimos decaían por la temporada, todos parecían haberse quedado estancados ahí, incapaces de salir.

Había pasado alrededor de un mes sin recibir respuesta alguna de parte de ella, y hubiese mentido si dijera que no dolía rogar cada día porque le entregaran un sobre, aun cuando en el dicho lo terminara por desterrar de su vida, de una vez por todas. Pero no había nada, al menos hasta ese día.

Kazutora y Rakki, quienes habían comenzado a hablar con mayor confianza no solo durante las horas de gimnasio sino en su misma celda, se encontraban tumbados en sus propias camas, charlando respecto a una de las revistas que la madre del primero solía llevarle, las cuales ahora le pasaba a su compañero, quien parecía no recibir nada de parte de nadie. Al menos si leían sobre las mismas cosas, eso les ayudaría a tener algún tema sobre el cual hablar, o eso fue su primer pensamiento, hasta que se dio cuenta de que no hacían falta papeles de por medio para que ambos terminaran soltando las lenguas sobre sus vidas, detalles tan tristes guardados con recelo bajo llave dentro de sus mentes. Familias rotas, padres desgraciados, y demasiada tristeza de por medio. Rakki le recordaba a sí mismo más de lo que le gustaría, pero aun no estaba seguro de si dicho parecido tenía que impulsarlo a cambiar o a aprender a vivir consigo mismo. Quizá era un poco de ambas.

— Once cero siete — una mano se asomó entre los barrotes, sosteniendo un solitario sobre de papel.

Kazutora salto de la cama y arrebató el objeto al guardia, quien lo miró de mala manera antes de partir. Rakki se asomó con cierta curiosidad mientras miraba a su compañero quedarse estático mientras volvía a tomar asiento.

— ¿Qué? ¿es de la hija del detective? — No hubo respuesta.

Un par de lágrimas resbalaron por las mejillas de Kazutora mientras con cierto miedo comenzaba a abrir el sobre, releyendo una y otra vez la dirección, así como el remitente. Su pecho se aceleró, no sabía precisamente que debía esperar, ¿lo odiaría? ¿le desearía la muerte? ¿alguna amenaza? ¿insultos? Sus manos temblaban mientras con torpeza sacaba del sobre el trozo de papel blanco, una caligrafía que no había visto antes más que en notas cortas cuando solía visitar aquella casa.

Kazutora:

Supongo que me recuerdas. Después de todo solías pasar muchas tardes y noches junto a mí y a mi hijo tiempo atrás.

Aun recuerdo cuando Keisuke llegó a casa contigo por primera vez, estabas golpeado, y pude haberme preocupado mucho más de no ser porque él mismo admitió haberlo hecho, recuerdo que incluso aceptaste que Kei perforara tu oreja para ponerte ese pendiente tuyo, confiaste en él con una facilidad impresionante, como la de cualquier niño, en ese momento parecían ser los mejores amigos, y vaya predicción más acertada, porque al final terminaron convirtiéndose en eso... no puedo evitar recordarte como ese niño avergonzado, sumamente asustado, te apenaba causar molestias estando de visita en un hogar que no fuera el tuyo, ahí supe que era probable que nunca hubieras visitado la casa de un amigo antes de eso, y tú me lo confirmaste años después, pero tampoco puedo olvidar que tenías modales ejemplares, me gustaba fastidiar un poco a Keisuke con que debería comportarse un poco más como tú y ser educado. Creía que tu familia sería una de esas como las que puedes ver en la televisión, pero terminé tragando mis propias palabras la primera noche que curé tus moretones y raspones, pensé que te habías causado esas heridas en una pelea callejera como en las que se metían a diario, pero no fue así... creo que es mejor para ti olvidar poco a poco esas cosas, y no es justo que yo intente recordártelas ahora.

Después de todo, recuerdo que hablar sobre tu familia fue algo que nunca fue de tu agrado, y cuando Kei llegaba cargándote sobre su espalda estando medio inconsciente, él me llevaba a la cocina a escondidas de ti para contarme que era lo que había pasado. Sabía que no te gustaba tocar el tema, y planeo respetarlo.

Aun así, hablé con tu madre hace unas semanas. La encontré en el cementerio dejando flores en la tumba de Kei y se disculpó conmigo por todo lo sucedido, estuvo llorando, pero me dijo que las cosas entre ella y tú habían mejorado, que te visita en el reformatorio siempre que puede y que yo también puedo hacerlo algún día si me siento lista.

Mentiría si dijera que no quería tener nada que ver contigo y con tu familia, tengo que admitirlo, incluso cuando vi a tu madre de frente a mí tuve que hacer de tripas corazón para evitar gritarle. No quería saber nada de las personas que habían hecho a mi niño irse de mi lado, pero he estado pensando sobre esto demasiado tiempo, y es por eso por lo que hoy me atreví a escribir y enviar esta carta.

Estoy segura de que mi Kei realmente te amo de la misma manera en la que yo lo amo, aun cuando ya no está más conmigo. Seguir guardándote rencor me parecería una tontería, algo por lo que él no querría verme pasar, y por lo que él no me perdonaría. Había noches enteras en las que terminaba quedándose dormido con algunas lágrimas secas sobre el rostro, pensando soluciones para que tú y los demás volviesen a estar juntos como lo estaban en un inicio, y eso me hace pensar que lo que él buscó para ti desde que entraste al correccional por primera vez fue justamente eso que creo que al fin estoy lista para entregarte.

Perdón.

Sé que podría ir a la prisión y decirte todo esto en persona, pero aun necesito tiempo para eso. Así que espero que el día en que salgas podamos encontrarnos para saber con exactitud que fue lo que pasó ese día, y si todo lo que hizo mi Keisuke realmente valió la pena.

Hay muchas cosas que no quedan claras en mí, pero prefiero saberlas de ti antes de otras bocas.

Ante todo y después de todo, eras el mejor amigo de mi hijo, y puedo decirte que siempre serás para mí un miembro de la familia Baji.

Te deseo todo lo mejor, Kazutora. Que tengas una recuperación adecuada y que sigas amando y recordando a Baji como él a ti cuando eran niños y jugueteaban en su habitación.

Atte. Miyu Baji.

— ¿Eh? ¿Qué te pasa? — Rakki bajó de su litera al escuchar los sollozos de Kazutora, quien abrazaba sus rodillas y sostenía con fuerza el trozo de papel, acercándolo a su pecho.

El chico tenía la cara enrojecida e hinchada, hipeaba y las lágrimas parecían consumir su respiración, entrecortándola mientras sus mejillas se empapaban de tristeza y melancolía que era emanada de sus ojos. Su largo cabello alcanzaba a cubrir una parte de su rostro, quizá la que se notaba más demacrada por el llanto que parecía no poder detener. Mirada que escocía mientras sentía la silueta del otro acomodarse a su lado con timidez.

Hizo el amago de hablar, pero las palabras parecían atorarse a la mitad de su garganta, detenidas por el nudo que se había formado ahí hacía rato. Balbuceó algo y calló de repente al sentir una mano posándose sobre su espalda, moviéndose de arriba abajo con cierta pena.

Rakki miraba hacia otro sitio mientras le daba un par de palmadas, indicándole que siguiera desahogándose. Kazutora no tuvo más remedio que obedecer, pues si no lo hacía terminaría explotando una vez más

...

Y así como febrero había llegado para deshacerse de cualquier mínimo rastro del invierno que hubiese quedado en Tokyo, marzo arribaba junto a las plantas, flores y el olor a primavera. El clima era más dulce, menos cruel para con su piel, sobre todo en las noches donde lo único que tenía para abrazar contra su piel era una delgada manta. Un par de tijeras le habían arrebatado ya los mechones amarillentos de su cabello, dejándole solamente cabello de un profundo negro azabache que ni siquiera alcanzaba a cubrir su rostro. Al menos le había ido un poco mejor que a su compañero de celda, que, después de retar a uno de los guardias, se había ido para regresar con la cabeza completamente rapada. No le quedaba del todo mal, pero ambos coincidían en que era una estupidez pensar que su rehabilitación sería inadecuada solo por los colores exóticos en sus melenas.

Pero no había nada más que pudiesen hacer. Los días pasaban con cotidianidad, hasta que llegaba la hora de la correspondencia. Aun cuando sus respuestas habían pasado de ser simplemente tardías a nulas, necesitaba saber el por qué, que la hacía atarse la lengua cuando se trataba de él, ¿de verdad dolía tanto responder una simple carta aun cuando fuera para pedirle que se alejara y la dejara en paz? Si al menos se dignara a pedirlo, lo haría sin problemas, pero no había nada. Y solamente quería una respuesta.

— Es la séptima carta que le has enviado en lo que va del mes — Rakki rayaba la pared — ¿aun crees que va a responder? Si yo fuese tú me hubiera rendido ya

— Tú, yo no. Necesito respuestas.

— ¿No crees que podrías estar asustándola con tanta correspondencia?

Kazutora negó con la cabeza mientras un guardia abría su celda y entraba a ella, tomándolo por el brazo — te veo dentro de un rato.

Recomendación: escuchar la canción de multimedia (Porque te vas – Jeanette)

Dai:

¿Es cierto que esta es mi séptima carta del mes? Siento que marzo ha estado pasando con demasiada lentitud, pero se siente como un torbellino, he estado pensando demasiadas cosas a lo largo de los días, y todas siempre me hacen caer dentro de la misma idea miserable que no me gustaba sentir dando vueltas en mi cabeza a diario, pero que finalmente estoy comenzando a creer.

En fin... Rakki me dijo lo del número de cartas justo antes de venir hacia acá. Ya te he dicho quien es Rakki antes, es mi compañero de celda, entrenamos boxeo juntos, es con quien paso la mayor parte de tiempo, sé muchas cosas de su vida y él también sabe de la mía, incluso terminé contándole de ti, me dijo que quizá estoy asustándote con toda la correspondencia que estoy enviando... Aunque ahora es un poco más mi amigo que mi compañero de celda y ya, después de tantos meses pareciera ser así, creo que terminó cambiando desde la vez que tuvo que tolerarme llorando durante todo el día por la carta que me envió la madre de Baji. Es malísimo consolando personas, lo único que hacía era darme un par de palmadas en la espalda y decir "ya, ya, respira o vas a ahogarte", aunque sin dudas eso es mejor a haber pasado por eso solo.

Por cierto, estoy seguro de no haberte hablado sobre eso hasta ahora, ¿no? La madre de Baji me envió una carta en donde me dijo que me perdonaba, y que esperaba poder hablar conmigo una vez que saliera de aquí. Nunca creí que ella fuera capaz de perdonarme después de todo lo que hizo por mi alguna vez y lo que yo terminé haciéndole a ella. Pero lo hizo... aun pareciera ser irreal, pero no. Y es extraño, porque me siento feliz, pero igual de confuso que antes.

¿De verdad es tan difícil perdonarme, Dai? Ella pudo hacerlo, ¿de verdad tú no lo harías? Entiendo si dejaste de quererme, si quieres fingir que no existo, entiendo el daño que te hice, y que hice trizas toda tu vida, no es algo tan difícil de entender y he estado torturándome a diario mientras pienso en eso, pero no eres la única persona a la que terminé lastimando, y todas las demás parecieran haber dejado atrás todo lo que pasó, todo el mundo a excepción de la persona que creí que lo haría primero, la persona que más me importa.

¿Soy así de repulsivo para ti, Dai? ¿después de todo?

Alguna vez, cuando recién comenzábamos a hablar, justo después de aquella tarde en la que curaste mis heridas comencé a pensar si es que eras capaz de ver mi rostro de una manera distinta a la que yo lo veo: sin rastro de odio o de asco de por medio, y por un tiempo creí que serías capaz de hacerlo, de ver en mí una persona distinta a la que todos los demás veían. Las cosas parecen haber cambiado ahora, y las preguntas que me hice alguna vez parecen ya tener una respuesta con tu ausencia, Dai.

Lamento hacerte acarrear conmigo aun cuando debes odiarme, yo no podría hacerlo, no creo poder sentir alguna vez algo negativo hacia ti... o quizá lo hago ahora, pero solo intento disimularlo. No sé exactamente que es lo que siento ahora.

Sé que es la séptima carta del mes, pero esta es la primera en la que prometo no pedirte una respuesta a cambio. Creo que ya ha sido suficiente, después de todo los silencios también valen como respuesta, o al menos eso parece ser para ti.

Adiós.

Atentamente: Kazutora.

Holaaaaaaaaaaaa, la vdd me atrasé un poco con los caps de esta semana JSJSJSJS siempre procuro adelantar un poco pero las fechas y tener familia comerciante no ayudó mucho. En fin, ¿qué tal están?

Supongo que con el titulo y las cartas ya se van dando una idea de que va esta etapa de la historia, que espero que les siga gustando un poco aun cuando son actualizaciones más cortas a las que acostumbro.

Espero les siga gustando, no olviden comentar y votar que siempre se aprecia mucho, nos vemos el miércoles. uwu

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top