Díα 14O. 2O17: ᴇʟ ᴘᴀꜱᴏ ᴅᴇʟ ᴄᴀʟᴇɴᴅᴀʀɪᴏ.
Todo lo externo comenzaba a dejar de sentirse ajeno.
Desde el momento que puso pie fuera de aquel recinto, el exterior parecía haber consumido lo que alguna vez fueron los lugares que recorrió en el pasado. Incluso las personas habían cambiado por sobremanera, pero el pequeño grupo que alguna vez habían sido seguía estando ahí, aguardando por él.
La tarde en la que fue liberado de la correccional, momentos antes de salir, se había despedido de Ichiro prometiéndole que no pasaría mucho tiempo y estaría visitándolo, enviándole cartas y obsequios que pudiesen serle útiles ahora que estaría solo en el sitio. Quizá su amigo sería lo único que extrañaría de ahí, las tardes huyendo a la biblioteca vacía a no hacer nada, solamente cuidar el sueño del otro mientras conversaban de charlatanerías con la mujer que trabajaba ahí dentro, los momentos en donde compartían con él otro las cosas que soñaban hacer una vez pudieran pisar el exterior, los entrenamientos con el saco de boxeo sucio y viejo... esperaba que, de ser posible, Ichiro pudiera estar fuera más pronto de lo que su sentencia había dictado. Sin duda tenerlo a su lado fuera hubiese sido grato.
Después de haberle entregado sus viejas ropas con las que alguna vez ingresó, y un último chequeo, su madre había ido a recogerlo fuera. Era la primera vez en años que podía corresponderle uno de los abrazos que usualmente ella le brindaba y que no era capaz de recibir por completo debido a sus manos atadas. Ella parecía sumamente emocionada por volver a su hogar, no el departamento que alguna vez había sido un infierno para ambos, sino una casa que había comprado con sus propios esfuerzos; sin embargo, él quería hacer una parada antes.
Aun sabiendo el desvío que conllevaba, su madre accedió a llevarlo y dejarlo estar solo por unos momentos, no sin antes indicarle la ruta que debía tomar para dar a su destino. Siguió sus palabras una vez que arribaron al lugar, y tras unos minutos de andar se encontró con su lugar de descanso.
Era una lápida tradicional que conmemoraba a su familia, con un pequeño jarrón encima que contenía flores. Respiró y se sentó frente a ella. Hablar con Baji después de tanto tiempo sin duda le había sentado bien; había terminado contándole de sus desventuras en la correccional, sobre la señora de la biblioteca, sobre Ichiro y lo mucho que le hubiese gustado que ambos se conocieran, creía que hubiesen sido un equipo excelente. También, como era de esperar, le habló de ella y el desenlace que habían tenido años atrás. Dejó que algunas lágrimas se le escaparan, y tras soltar todo lo que quería, volvió al auto de su madre.
Al final, cuando bajó y la mujer se puso delante suyo para abrir la puerta con la excusa de mostrarle la nueva casa, escuchó unas voces por detrás de las paredes.
"¡Pah chin, ya llegaron, estás siendo ruidoso, ¡cállate!"
El cerrojo se abrió a la par que él comenzaba a reír, y por detrás de los sofás se asomaban cinco personas que gritaban al unísono "¡Bienvenido!". Habían decorado la casa con globos, una manta donde habían escrito "bienvenido a casa", algunas bebidas y un pastel. Draken, Mitsuya, Pah, Peh y Chifuyu estaban ahí dentro. La presencia de este último era la que seguramente le dejaba más sorprendido, pero no quería hacer mayor alusión o arruinar el clima festivo de la tarde.
Estuvieron bebiendo, charlando, contándole a Kazutora sobre sitios en los que podría conseguir un empleo, e incluso haciendo planes para reunirse durante el fin de semana a recuperar algo del tiempo que habían perdido. Poco después de que oscureciera, los chicos comenzaron a marcharse, y mientras se despedía, fue interceptado por Chifuyu, quien le pedía hablar a solas.
Ambos salieron al patio y caminaron al lado del otro unos metros hasta que se encontró con algo que lo hizo abrir los ojos de par en par.
— ¿Es la...?
— ¿La moto de Baji? — bajó la mirada — sí... es un obsequio. De su madre. Dijo que quizá a él le hubiese gustado que yo la conservara.
— Bueno... no puedo ir en contra de eso. Sin duda te la mereces — Kazutora esbozó una sonrisa triste — ¿qué era lo que querías decirme?
El menor respiró hondo, caminando hacia una de las alforjas a los costados de la motocicleta para sacar algo de estas.
Ocultó el objeto tras su espalda — Yo... no me agradabas, Kazutora. Creo que eso puede ser un punto de partida.
— Me lo imagino. Estás en tu derecho.
— Lo sé... también sé lo mucho que Baji significaba para ti. Era igual o mucho más de lo que él significaba para mí, fue la primer persona a la que realmente respeté, como un hermano mayor al que seguía siempre... cuando se marchó — carraspeó — quise culpar a todos, a mí mismo, y, bueno, a ti también. Pero he seguido adelante por él, por lo que alguna vez fue nuestra amistad. Sé que tú también lo has hecho, que has seguido viviendo y cambiando por Baji.
Dejó que lo que sostenían sus manos viera la luz de la noche. Una fotografía del sonriente Baji estaba siendo protegida por cristal y un marco de madera clara, en conjunto con un collar del cual colgaba un pendiente similar al que él solía llevar y ahora estaba guardado en las pertenencias que recién le habían entregado. Recordaba haber estado con él mientras encontraba aquel objeto, que parecía hacer juego con su accesorio tan característico.
— ¿De dónde...?
— Su madre quería que los tuvieras. Yo ya tengo algo de él. Tú también deberías tenerlo contigo — Chifuyu lo miró directamente a los ojos — No te guardo ningún rencor, Kazutora. Sé que él tuvo sus motivos... para todo. Sé que tu también tenías los tuyos, solo... sigue adelante. Por él.
Aceptó ambos objetos con una sonrisa en el rostro.
— Gracias, Chifuyu.
...
— ¡Ya estoy en casa!
— Bienvenido, la comida ya está... ¿qué te hiciste en el cabello?
Kazutora sonrió divertido mientras bajaba la mirada. Recién llegaba del trabajo, uno que había obtenido gracias a Mitsuya en una pequeña empresa de carga y descarga de mudanzas. No le pedían demasiados requisitos como para unirse a ellos, pero no llevaba una buena relación con su jefe desde que esté había descubierto los antecedentes penitenciarios que tenía. Sabía que iba a enfrentarse a más de una persona con los mismos prejuicios sobre él, pero no esperaba que tuviese que ser tan pronto. Y sabía que ahora que había teñido su cabello con ese par de mechones amarillentos que adornaban el contorno de su rostro, en conjunto con el tatuaje y el pendiente, las cosas con su jefe empeorarían.
— Ah... ¿te gusta? Es menos extremo de lo que solía usar antes, no me sentía yo sin el amarillo en el cabello
— Eres incorregible — sonrió — siéntate. Voy a servirte un plato.
La comida de su madre no era precisamente la mejor del mundo. A decir verdad solía ser bastante salada o carecer por completo de sal, nunca había un punto medio, pero no había duda en que era mucho mejor que lo que comían en la prisión. Pasaron un largo tiempo sobre la mesa, esperando a que el otro dejara el plato vacío, hasta que, en un determinado momento, Kazutora retomó la conversación.
— Quiero ir a la prisión en esta semana, probablemente el sábado... me gustaría visitar a Ichiro.
— Está bien — respondió sin poner demasiada importancia — ¿harás algo más en tu día libre?
— Eh... salir con los chicos, quizás.
— ¿A dónde?
— No lo sé aun...
— Kazutora, entiendo que quieras disfrutar de tus amigos y estar cerca de ellos, pero tienes responsabilidades aquí también. No puedes dejar que todo tu salario se esfume en un fin de semana, ni mucho menos puedes seguir llegando en el mismo estado en el que llegaste las dos últimas veces — su mirada había cambiado a una mucho más seria — ya no eres un muchacho. Tienes veinticinco.
— Ya lo sé... no lo haré, lo prometo.
Su madre le dedicó una mirada incrédula y volvió a su plato de comida, haciendo el esfuerzo por terminar.
...
Al final, sus descuidos terminaron provocando que perdiera el empleo. Después de una mañana en la que había llegado al sitio donde debía trabajar oliendo al alcohol que se había bebido la noche anterior. Su jefe, que no lo tragaba en lo absoluto, había encontrado la excusa idónea para por fin poder sacarlo de la nómina, no sin antes darle una pequeña suma de dinero que tenía que usar para pagarle a su madre los gastos de casa.
Volvía a estar como al inicio, sin dinero, sin empleo, sin nada. La libertad parecía ahora ser algo que lo sobrepasaba, mucho más de lo que se había imaginado. El mundo parecía estarlo devorándolo lentamente, mientras el solamente se hundía en el triste ciclo de sentirse abrumado, intentar olvidar sus penas con alguna distracción mundana, arruinar algo que no debía haber arruinado, y volver a comenzar. Un circulo vicioso que no tenía idea de como romper.
Estaba hecho un desastre.
Los días pasaban, no era capaz de encontrar trabajo, su madre parecía comenzar a hartarse de obsequiarle dinero sin él hacer nada más que ayudarle medianamente con los quehaceres de casa mientras ella estaba en el trabajo. Se lo había dicho un montón de veces, no quería una mucama, sino un hijo independiente, pero ninguno de los dos parecía ver el sol.
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Su madre se pasaba los días rogando porque el muchacho centrara cabeza, encontrara un sitio en el cual ganar algo de dinero, y él solamente podía esperar por los fines de semana para poder perderse en algún bar cercano a casa, solo o acompañado, todo con tal de que la bebida lo hiciera perder el recuerdo de las cosas que parecía destruir conforme a su paso. Sus amigos tenían obligaciones, no podían despilfarrar el dinero así como así en salidas todos los fines de semana, por lo que, después que algo de alcohol le entrara al sistema y lo desinhibiera un poco, terminaba encontrando compañías con las cuales pasar las noches.
Uñas largas o cortas que muchas veces se enterraban en su espalda, otras tantas solamente le propinaban caricias. Había respirado el perfume de tantos cuellos distintos, bebido de tantas botellas cuyo líquido le hacía arder la garganta y perder los estribos, pero lo ayudaba a buscar algo similar a lo que alguna vez sintió en otros cuerpos, otras pieles, cabelleras casi siempre rubias que se disfrazaban como el fantasma colgado en sus hombros.
Habitaciones pequeñas, nunca usando la cama; baños, autos, repisas de cocina, sofás, pero jamás quedándose más tiempo del necesario, la sola idea le aterraba, dejar su piel, sus cicatrices, los defectos de su cuerpo y su alma tan al descubierto no era una idea que le terminara de gustar.
El tacto de otras mujeres le agradaba, las sensación que le propinaban en conjunto con esas pequeñísimas descargas eléctricas que le recorrían todos los músculos del cuerpo era algo magnifico, lo desconocía por completo. Pero la idea del contacto humano que terminaba haciéndote intimar más de lo necesario lo atemorizaba. No quería que más personas se terminaran dando cuenta de la clase de persona que era, en la que se había convertido; más temprano que tarde terminaba colocándose la ropa y huyendo del lugar en donde fuese que estuviera.
No pasó demasiado tiempo con un ritmo de vida tan desastroso para que su madre terminara botándolo de casa, decía que podría volver cuando hubiese sentado cabeza, si es que aún deseaba hacerlo. Y la entendía, no es que hubiesen roto contacto por completo tal como años atrás, solamente quería que hiciera algo por su mismo, dejar de contemplar su ciclo de autodestrucción no era algo satisfactorio para ella ni para nadie que lo apreciase mínimamente.
Al final Kazutora siempre terminaba destruyendo algo, esta vez a él mismo.
Hizo maletas y sorpresivamente, terminó acudiendo al único sitio en donde su cabeza jamás imaginó encontrar refugio algún día. Después de vagar y buscar por un sitio con las personas que conocía, una de ellas lo aceptó sin rechistar, dándole un techo, un trabajo, y una compañía que fungiría como un recordatorio del motivo por el cual debía centrarse, madurar, y dejar de actuar como un chiquillo. Así como había terminado viviendo con Chifuyu; un desconocido de años atrás que ahora era como un hermano mayor aun con la diferencia de edades existiendo entre ellos.
Descubrió, más tarde que temprano, que por más que terminara arruinándose, siempre había maneras de componerse.
...
— ¿Quieres que guarde el alimento de los peces en la bodega? Acaban de dejarlo esta mañana — el muchacho se hacía un moño desenfadado en lo alto de la cabeza — fue antes de que llegaras con el almuerzo, pero firme a tu nombre, como me habías dicho.
Chifuyu sonrió con gracia — Vaya, que empleado tan eficiente — pasó por detrás suyo y le dio un par de palmadas en la espalda — no te preocupes, yo voy. Descansa un rato.
Asintió sin más y vio al pelinegro perderse en la bodega de la tienda. Se recargó en el mostrador jugueteando con uno de los mechones de cabello que se le habían soltado, dejando que su vista se perdiera un rato en las ventanas de fuera, hasta que recobró la conciencia después de escuchar la campanita de la entrada sonar. Se incorporó rápidamente, y antes de poder decir palabra, la figura que entro pareció dejarlo mudo.
Una chica de largo cabello rubio, más bajita que él, de piel pálida y con un perro al lado suyo. Parpadeó, incrédulo, hasta que se percato de la falta de aquel detalle familiar en su rostro. Una pizca de decepción pareció llenarle el pecho, pero terminó incorporándose cuando escuchó al perro ladrar.
— Hola, ¿qué necesitas?
La muchacha sonrió. Sin dudas era muy, muy guapa.
— Hola — le extendió un papel — el veterinario de la calle del frente me envió aquí, necesito unas pastillas para el perro.
Kazutora se agachó para quedar a la altura del canino y rascarle la cabeza, haciendo que el perro se removiese por la palma de su mano.
— ¿Estás enfermo, muchacho? — dijo despeinándole el pelaje
— Sí — la chica respondió — ha estado bastante decaído, no come nada, o suele vomitar lo poco que come.
Él tomó la receta dando un vistazo rápido — Aquí dice que es una infección estomacal, deberá pasársele pronto con esto — tomó un par de cajas de pastillas de una vitrina de medicina para después ir por un par de premios para perros a otro estante. Finalmente caminó hasta la caja registradora — mira, estos no están en la receta, pero después de que coma un plato completo puedes darle uno, le servirá como incentivo para seguir comiendo, solo no lo fuerces mucho.
— Gracias — la muchacha tomó las cosas y las guardó en su bolso a la par que sacaba su cartera mientras el Husky soltaba un ladrido — calmado, Ryu — regresó su mirada a Kazutora — ¿cuánto te debo?
— Mil yenes, los premios tómalos como un obsequio de parte mía — le mostro una sonrisa ladeada mientras apartaba algo de cabello de su propio rostro
— Eres muy amable... — cortó a medias como si estuviese buscando su nombre por alguna parte del delantal
— Kazutora. Es mi nombre.
— Perfecto — otra sonrisa que terminaba de reafirmar lo atractiva que le parecía la chica — eres muy amable, Kazutora — ella extendió la mano hacia él — yo soy Akiko. Es un gusto.
— Lo mismo digo — respondió al apretón de manos mientras escuchaba la puerta de la bodega abrirse — cuida de Ryu, y si necesitas algo más, pasa por aquí
— Tenlo por seguro. Nos vemos luego.
Se despidió con un saludo de mano mientras el miraba embobado la silueta de la chica, quien salía de la puerta en compañía de la mascota. Sintió una mano colocarse sobre su hombro.
— ¿Estabas coqueteando con una clienta?
Kazutora pegó un salto ante el susto
— No.
Su rostro comenzó a colorearse con todas las tonalidades de rojo existentes en el planeta, y Chifuyu no tuvo más remedio que echarse a reír.
Holaaaaaaaaaaa, hoy si terminé el cap tranquila y a tiempo uwu
Les cuento que el cap de hoy iba a ser más narración que nada pero creí que sería medio pesado, así que metí un par de diálogos. Los que están en cursiva, como intuirán, son el "pasado" (o sea, algo que pasó antes del día 140), los diálogos normales son los que pasan en ese día. Además, como verán, el "día x" significan los días que han pasado desde que Kazutora salió de la prisión, por eso los caps que cuentan su vida a futuro se llaman así uwu
Comunicado que me rompe el corazón </3: solo le quedan dos episodios a esta historia T-T por una parte estoy muy orgullosa, es la primer historia larga a la que le doy un cierre y no la dejo a medias, pero por otra pienso en la tristeza que me va a dar ya no escribir nada de mis bebitos u.u los voy a extrañar
Pero, a lo que iba. Con motivo del fin de la historia, el día que suba el final me gustaría subirles un extra de curiosidades sobre la historia, pero también me gustaría que si tienen alguna pregunta sobre los personajes, sobre cualquier cosa, me la dejaran aquí y puedo responderla en ese mismo especial! Me hace bastante ilusión esto así que si tienen algo que decir, con confianza uwu
En fin, eso es todo, no sé cuando vaya a subir el siguiente cap pero ahí lxs veo, gracias por seguirme leyendo!<3
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