𝓬𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓸𝓬𝓮

FLASHBACK (Hace un año, día de una fiesta en la academia):

Había una fiesta alborotosa en la academia. Muchos estudiantes brincando en esta y festejando con sus padres pues acaban de realizar un recital. Un espectaculo tremendo que hicieron en el teatro de la academia para todos los invitados y padres de los estudiantes. Pero recién de la academia salían Zee con su papa. Él siendo más alto que su viejo. Ambos reían felizmente. —Es una pena que tu madre no pudiera estar aquí, se sentía mal ¿sabes?

—Sí. Ella me lo dijo papá. No te preocupes.— Zee aclara con una dulce voz acompañada de una bonita sonrisamientras caminan al auto de su padre. El bailarín teniendo una sombra de brillo en rojo pasión con lágrimas en rojo brilloso formando unos pequeños corazones, la sombra se alarga a los finales de los ojos con unas ondas que formaban llamas.

Vestía una sudadera negra sobre toda su vestimenta de bailarín. Sosteniendo un ramo de flores que le dieron a todos los estudiantes. Se fueron del lugar para entrar al auto. Entraron con un silencio cómodo. Bastante agradable.

Su papa encendió el auto girando las llaves en su respectivo lugar. Pone las manos en el guía y sale del estacionamieto en reversa para conducir hacia adelante. Fueron sauve por la carretera.

—¿Tienes hambre?— Pregunta su papá con una sonrisa.

—¡Jo, jo! Muero de hambre.— Zee se acaricia el estómago viendolo con una sonrisa mientras ambos ríen. Giran en una curva para conducir por un puente y a la distancia pueden ver a Chaleeda. Caminando cabizbaja. Ya sin maquillaje y con un tutu rosado, una camisa de tirantes rosada, medias blancas y zapatillas rosadas. Ella cargaba con la maleta.

—Ugh, Chaleeda.— Murmura Zee con algo de repugnancia recostándose en silla del pasajero. Su padre ríe por la voz desinteresada de su hijo.

—¿Qué sucede con ella?

—Ojalá pague por lo que hizo.— Gruñe Zee. —Causar daño a otras personas no es un juego.— Murmura con irritación el bailarín... Sin ver cómo su padre ha dejado se sonreír ante esos murmuros. Solo sigue mirando a la bailarina. Sin decir nada. De repente, es cómo si su cordura se desprendiera de su cabeza. Las luces del auto iluminan a la bailarina.

—Papá, ¿qué haces?— Zee pregunta. Precipitándose y poniéndose ansioso. Ahora sí que tenía miedo. Más su padre no le hablaba. Solamente seguía conduciendo. El bailarín se espanta en su sitio. —¡Papá!— Él vuelve a llamar. Pero su padre sigue conduciendo.

Chicha se da la media vuelta en cámara lenta. Los finales de su cabello pausadamente chocando contra sus suaves cachetes. Las luces del auto la iluminan cuánto más se acerca.

Zee baja la ventana a su lado para asomar su cabeza por ahí y gritar: «¡CHICHA, SAL!». Pero ya era muy tarde y el auto la atropella contra el puente. Rompiéndole las costillas. Se escucha el crujido de sus huesos mientras que la parte delantera de su cuerpo queda inmediatamente acostada en la capota. La sangre de su abdomen aplastado salpica en el rostro del joven bailarín quién se queda impactado. Mirando el ahora cadáver con ojos muy en grande. Todo su rostro salpicado con múltiples gotas de sangre. Se queda impactado por varios segundos antes de pausadamente volver a adentrar su cabeza al auto. Sentándose en la silla. Hiperventilando.

Toma la manija de la puerta para salirse, pero su padre habla: —¿Qué acabo de hacer?— Pregunta en un hilo de voz. Ahí es cuando Zee no puede terminar de hundir la manija de su puerta y se da la media vuelta con sus ojos cristalizados. Viendo a su papa con horror. Daba la casualidad que él no era el único asustado dentro de su auto. Sino que su papa también estaba mortificado con lo sucedido. Se cubría la boca como si realmente no tuviese el conocimiento de lo que hizo. Manos temblando. Un miedo desconcertante.

—Papá.— Llama Zee en un hilo de voz. Aterrado. —¿Por qué lo hiciste?— Él llora. —¿Por qué?— Las cornisas de su boca se expanden hacia abajo con lágrimas que caen de sus ojos. Su padre no deja de cubrirse la boca, ahora con una mano, y lo mira. Petrificado. Temblando del susto.

—No supe ni que estaba haciendo. Tan solo me fui a esos días en los que...

FLASHBACK DE SU PAPA A LOS 10 AÑOS:

En un grisáceo salón de estudiantes con una pizarra llena de borrones, se encontraba un joven delgado de cortos azules y camisa blanca con lentes que se hundía más y más entre sus hombros. Queriendo huir o deseando que la tierra se lo tragara.

Mientras que todos los estudiantes de su salón le tiraban bolas arrugadas de papel. Una y otra vez. Una tras otra. Ya algunos papeles lo estaban cortando. Creando pequeñas rasgadas sangrientas en sus brazos, sus cachetes, sus piernas... No había cómo escapar de esa pesadilla infinita. Los maestros no estaban ahí cuando él los necesitaba inclusive.

FIN DEL FLASHBACK DEL PAPÁ.

—Cuando dijiste que ella le hacía daño a otras personas. Tan solo me remonte a cuando me hacían daño en todos los años escolares.— Solloza su papá. —Lo siento, hijo. Lo siento.

Su padre acaricia aquellos cachetes ensangrentados mientras que ahora su hijo llora. Viéndolo con desesperación entre lágrimas que no parecen terminar. —Papá...— Él llora. —¿Qué hacemos?

—Nada. No podemos decirle a nadie.— Le dice el papa con un poco más de certeza a pesar de que aún se siente triste.

—No, papá, seríamos criminales. No--— Zee iba negando con la cabeza, pero su padre lo tomo de ambos cachetes con firmeza. Ambos mirándose tristemente a los ojos. El más joven todo lloroso.

—Tú no hiciste nada. Fue un error mío. Fue mi error, Zee. Tú no fuiste el culpable de esto.

Asegura su papa mientras que el joven sigue llorando.

Pasan unos minutos más, cuando retiran el auto de ahí y el cadáver de la chica cae al suelo con los ojos bien abiertos y su abdomen bien hundido. Con sangre que se esparce por el suelo.

FIN DEL FLASHBACK.

•─────⋅☾ ☽⋅─────•

Bright dejó a un lado su teléfono y con angustia miró hacia los lados sin saber claramente en qué pensar. Se había escuchado un estruendo antes de que la llamada se colgara y dudaba mucho que Win haya sido quién colgó por voluntad propia. No. Eso debe significar que ahora estaba en peligro. Bright presentía ese mal.

Así que decidió llamar al detective. El detective contestó enseguida.

—Bright.— Dice el detective en la otra línea.

—Saint, mi cita tenía el mismo tatuaje del sr. Whitmore en su muslo. Algo oculto pero sé que es el tatuaje. Y ahora mismo cuando lo llamé, escuche las voces de unos hombres y el sonó muy asustado. Le pedían que no fuera un soplón conmigo. Dios hasta creo que se lo llevaron con ellos, Saint. ¿Qué hago?— Se frustra el forense con sus manos temblando.

—Maldición. Mm, dame su número de teléfono a ver si puedo tener acceso a él.— Saint dice, ahora buscando una app confidencial de rastreo en su teléfono para entrar en esta. Inmediatamente una columna en blanco se muestra para que ingrese el teléfono móvil de la persona.

—¿Puedes tener eso?— Se sorprende el danzante.

—¿Por qué? ¿Te asusta que te investigue?— Saint tienta con una sonrisa de labios malvada.

—... ¿No?— Zee se hace el loquito desviando la mirada con ojitos que tratan de actuar normal pero son más que obvios. Eso hace reír en bajo al detective. Bright le da el número móvil y al detective insertarlo, aparece un punto rojo en un condado.

—Al parecer estaba en un condado. Su teléfono indica que sigue ahí, pero si es como dices, deben de habérselo llevado.

—Dios.— Se sigue frustrando el forense en la otra línea.

—Pero tranquilo, trataremos de hacer lo mejor para encontrarlo.— Dice el detective ahora rebuscando entre miles de aplicaciones del departamento de policía. —¿Cuál es su nombre?

—Metawin Opas.— Bright solloza.

Saint busca presionando sus dos pulgares súper rápido contra la pantalla del teléfono para taclear el nombre de su nueva víctima hasta que le aparece toda la información de él guardada en un expediente digital. No tiene antecedentes criminales ni nada. Win está completamente limpió y su dirección es en un condado pequeño bastante decente. Aunque su lugar de trabajo dice que es en la cafetería Coffee & Tell. Eso hace al detective agrandar sus ojos. Esa era la cafetería en la que ocurrió el tiroteo de hace un año. La cafetería que cambió su vida entera.

—Siempre acabo volviendo a ese lugar.— Saint murmura con un poco de trauma. Queriendo llorar al volver a ver ese lugar.

—No entiendo. ¿Qué ocurre, Saint?— Pregunta Zee.

—Puede que la cafetería tenga un lugar oculto.— Explica el detective con el ceño fruncido. —Y si...— Él mira a Zee, y Zee ladea su cabeza a un lado con los ojos entrecerrados.

—Te refieres a que hay 1% por ciento de que la cafetería una organización... ¿Mafiosa?— Pregunta Zee dado a que él no sabe lo que la fantasma le explicó a Saint. Su detective sonríe de a poco.

—No mafiosa, pero a eso quiero llegar con lo otro. Ese es mi chico inteligente.— Halaga el detective con una sonrisa apuntandole con su mano derecha en forma de pistola para fingir darle un disparo y del fingido disparo salen corazoncitos imaginarios.

Zee sonríe por el gesto de su detective. —Vamos a investigar. Más vale estemos en lo correcto. O alguien puede morir.— El detective dice. Poniéndose de pie para salir de la oficina.

—Joder.— Dice Zee, para irse con él.


Van a la cafetería. Está cerrada a estas horas de la noche. Con candado. Pero Saint saca el arma de su estuche mientras camina a las puertas de la cafetería y le dispara al candado dos veces para que el candado caiga y puedan entrar al lugar. Ambos entrando a esa oscuridad con Saint apuntando frente a ellos.

Zee mira a su alrededor detrás del detective. Ambos mirando con mucha precaución. Caminando en aquel lugar oscuro. Saint va caminando lento. Entre cruzando pie tras pie hasta que voltea repentinamente a la derecha con el arma y ve la mesa vacía en la que se sentó con Perth justo en el día del ataque.

Vio esa mesa con mucha nostalgia. Bajando el arma con sus ojos cristalizados. Zee se para a su lado para mirar la mesa también. El bailarín no sabe qué decirle así que mejor le toca un hombro con palmadas pequeñas. El detective alza la mirada para verlo y tristemente darle una sonrisa de labios. Asintiendo la cabeza.

—Sigamos.— Dice el detective para moverse hacia adelante. Cuando comienzan a escuchar extraños ruidos provenir desde las puertas internas de la cocina. Eso hace que ambos frunzan el ceño y caminen rápido hacia esa puertas. Saint todo alerta con su arma.

Patea las puertas a que se abran y apenas entra apuntando con su arma, ve una habitación vacía oscura. Con muchos hombres vestidos de negro ahí y Win está sentado en una silla atado de las muñecas con cinta adhesiva, al igual que de los tobillos, y su boca cubierta. Él llora sin camisa pero con boxers.

Tan pronto los hombres miran al detective, Saint apunta a uno y le dispara en la cabeza.

Dispara, dispara, dispara. Con una buena puntería que los va matando a todos. Perforando un cráneo en sus cabezas que los hace caer con una sangre salpicante. Hasta que deja a uno vivo. Disparandole en una de sus piernas. El hombre cae al suelo al lado de Win. Gruñendo.

—Wow. Eres demasiado genial.— Suspira Zee.

—Práctica.— Dice con un tono bastante normal el detective antes de bajar su arma y caminar hacia el hombre pidiéndole a Zee que libere al pobre chico secuestrado.

—Así que ¿trafico sexual?— Sonríe con sarcasmo el detective. Poniéndose de cuclillas a su lado. El hombre lo mira todo confundido.

—¿Quién carajos eres tú?

—La policía, pero mejor.— Dice Saint en su defensa antes de darle un golpetazo en la cien con la parte inferior del arma. El hombre vuelve a gruñir. Dejando su cabeza caer al suelo mientras sangra de la cien. —A veces un golpe duele más que un disparo; aunque tu recibiste ambos.— Se burla el detective con una sonrisita de labios.

—Wow. Es rudo.— Win le va diciendo a Zee aunque no se conozcan una vez este le quita la cinta adhesiva de la boca.

—Es genial, ¿no?— Zee pregunta todo orgulloso del detective mientras que el detective solamente se le queda viendo al hombre con una sonrisa mezquina.

—Y bien, ¿le importa iluminarme con el club de su organización secreta?— Saint pregunta todo orgulloso con una pequeña sonrisa.

El hombre sonríe. —Te voy a iluminar... ¡En otra parte desgraciado!— Él hombre saca un cuchillo y le corta la garganta en un desliz a Saint. El detective agranda los ojos. Convulsionando. Dejando caer el arma.

Zee agranda los ojos bien en grande, y su pareja solo convulsiona mientras se trata de cubrir el corte en su garganta con ambas manos. La sangre escurre como cascada manchando sus manos.

Zee agranda en demasía sus ojos. —¡MALDITO HIJO DE PUTA!— Grita el bailarín completamente conmocionado. Levantándose del suelo para correr hacia aquel hombre y en cámara lenta darle una fuerte patada en el rostro que le rompe la nariz y el hueso de su nariz toca un punto que hace al hombre morir de inmediato. Con mucha sangre en su nariz mientras su cabeza está acostada en el suelo.

—Dios. Saint.— Zee murmura y se pone de cuclillas para abrazar al detective. Que no deja de ahogarse en su sangre. Temblando. Mientras alza la mirada un poco. Para verlo a los ojos.

Se quedan viendo. El de abajo convulsionando. Lleva una de sus sangrientas manos a uno de los cachetes del bailarín.

—Vas a estar bien. Vas a estar bien.— Repite Zee todo desesperado, mientras le daba su teléfono a Win para que este llamase a Urgencias.

Lágrimas bajan de los ojos de Saint mientras sonríe con mucha sangre por alrededor de su boca. —Voy a,— Él habla sin dejar de vomitar sangre. —¿morir en los brazos de mi amado en el lugar dónde murió la primera persona,— tose sangre. —que ame?

—No hables. Saint. Por favor...

El detective parpadea lento, pero sigue sonriendo. Lágrimas bajando de sus ojos. Haciendo su trazo a pesar de la sangre.

—Te amo.— Susurra Saint con una débil sonrisa.

Ambos viéndose a los ojos. —No puedes morir. No lo harás. No después de lo que lograste. No puedes dejarme así.— Le dice Zee sollozando.

Saint parece perder la consciencia pues sus ojos ruedan a la parte de atrás de su cabeza con mucha sangre ya perdida. No puede escuchar los gritos de Zee bien, estos se escuchan "borrosos" entre comillas.

*N/A: 😱😱😱💖 ¿Qué creen que suceda? Ya se está acabando~, y a la vez que quiero... No quiero XD. Ya veremos*

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