𝓬𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸
La fantasma se le queda viendo con esos ojos destellosos blancos que son lo único que brilla de todo su cuerpo negro. Incluso su silueta fantasmal se refleja en los ojos de Chaleeda quién la está desafíando con la mirada por la fantasma desobedecer a sus palabras. Ambas están confrontándose incluso si están a una buena distancia.
Toda esa tensión se desvanece incluyendo a la fantasma misma cuando las puertas del teatro se vuelven a abrir. Chaleeda vuelve a mirar el cadáver de la bailarina como acto seguido fingiendo nerviosismo al exaltar en demasía sus hombros. Se da la media vuelta para mirar con "terror" al bailarín que acababa de entrar. Era un bailarín de entre muchos. Su sueño pareció haber sido interrumpido por los sonidos de los azotes pues aún vestía una bata de seda negra y su cabello estaba alborotado. Miró al escenario y vio a Chaleeda frente al cadáver.
Chaleeda se dio la vuelta "temblorosamente". —Está muerta.— Ella dice con fingido impacto como si recién la hubiese encontrado fallecida. El bailarín entrante se pone histérico abriendo sus ojos bien en grande y hiperventilando.
—Hay que llamar a la policía. Hay que llamarla.— Él sugiere. Chaleeda asiente y marca al 9-1-1.
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De nuevo, el forense Bright está ahora de cuclillas en el escenario de teatro revisando el cuerpo de la bailarina con sus guantes azules puestos. Revisando el cuerpo de la recién fallecida bailarina. El forense le revisa el tobillo izquierdo... Notando los hematomas que hay en ese pie pero eran marcas del apretado lazo enrollado a su tobillo.
El detective Saint aparece a su lado con la sangre seca del golpe que el estudiante Gulf causó en él. —¿Qué tienes?— Saint pregunta para ponerse de cuclillas a su lado.
—Para que conste; esta academia arruinó una cita en la que estaba.— Bright le da la queja. Mirando arriba hacia él.
—Pues, no crees que es mejor tener una cita con una chica muerta que pide a por un héroe que le de justicia; a una cita con una persona que tiene varios, pero varios días por delante para volver a salir contigo.— El detective Saint le dice.
—Bueno, cuando lo dices así me haces sentir mal.— Bright le dice. El detective sonríe, pero se siente mal por la fallecida. Era demasiado joven. Bonita. Con una vida por delante. —El de mi cita era guapo. Su nombre es Win.— Sigue contando el forense.
—¿En serio crees que quiero saber?
—Lo digo para ver si te arrepientes de haberme arruinado la cita.
—No me arrepiento.
—Como sea. Fue atada. Tiene hematomas muy serios en su tobillo izquierdo. Y dado a como fueron los golpes en su rostro, alguien la debió de haber colgado desde allá arriba.— Bright dice ahora apuntando con su bolígrafo al tramoya del escenario. Saint también alza la mirada. —Pero quien lo hizo se llevó la cinta con la que la ató.
—¿Los hematomas son muy suaves como para una soga?
—Exacto. La soga habría raspado mucho más sus pies dado a lo gruesas que son las sogas.
—De acuerdo. Aunque quisiera revisar la tramoya del teatro. Quiero ver si hay huellas de zapatos o algo.
—Claramente es una buena idea.— Bright concuerda y se le queda viendo con su boquita en una cuadrada expresión dolida con sus cejitas fruncidas. Haciendo toda una expresión de dolor mientras mira al detective.
—¿Algo que me quieras decir?— El detective pregunta.
—Sí, eh, de hecho sí. ¿Por qué tienes sangre en todo el rostro?
—Es una larga historia.
—Okay.— El forense nota que el detective no hablará de eso y se encoge de hombros mientras desvía la mirada al suelo ahora con su boquita en una "o" pequeña. —Ser detective debe ser una locura.— Él murmura antes de rascarse el cabello con su bolígrafo y vuelve a mirar a la cadáver.
El detective baja del escenario para ir a los dos adolescentes que estaban siendo interrogados por otros oficiales: Chaleeda y un bailarín. Que fueron los que encontraron a la cadáver. —Yo lo tomo desde aquí. Este es mi caso. Gracias.— El detective fríamente les dice. Los oficiales se van. Habiendo anotado lo que los chicos informaron y estos miran al detective Saint.
—¿Están bien?— Amablemente pregunta el detective.
—Estamos bien. Es solo que... Wow. Primero el profesor Whitmore y ahora Nara. Ella era una bailarína excepcional.— Dice el bailarín cualquiera. Chaleeda asiente la cabeza con él.
—Sí,... Mm, lamento saber eso. Pero en realidad ¿saben dónde esta la escalera para subir allá arriba?— Pregunta el detective Saint apuntando a la parte de arriba del escenario con una sonrisa. Zee y Gulf estaban por alrededor también pues después del asunto del secuestro, el detective había recibido una llamada de parte de la policía para inspeccionar al nuevo cadáver. Qué noche.
Ahora Zee sujetaba unas largas escaleras para que Saint las trepara. El detective se coloco al lado del bailarín. —Oye, ¿estarás bien sosteniendolas? No es necesario que lo hagas. Te puedes lastimar la rodilla si permaneces parado por mucho tiempo.
—Estoy bien. Solo no quiero que se lastime más de lo que ya lo esta.— Anuncia el bailarín. El detective se le queda mirando con una mirada seria pero neutral. Su boca entreabierta.
Actuando normal, el detective voltea hacia las escaleras y comienza a escalarlas cuando en los primeros pasos va a caerse para atrás y el bailarín le coloca una mano sobre su espalda. Sosteniendolo. El detective se había abrazado a los escalones de la escalera con los ojos cerrados. Pero nada lo hizo abrir sus ojos más que la mano que el bailarín plantó en su espalda. Ese suave toque que lo mantuvo ahí...
El detective abre sus ojos de nuevo. —Gracias.— Agradece de manera indiferente antes de continuar subiendo los escalones. Zee sonríe con sus labios mientras lo ve subir.
El detective sube a la tramoya. Y apenas alza la mirada para mirar qué hay enfrente suyo; ve el rostro de la fantasma súper frente suyo con los ojos en blanco y toda su piel en negro. Ella agachada para mirarlo fijamente a la cara. El detective Saint se espanta, abriendo los ojos bien en grande y hiperventilando. La fantasma sonríe de a poco.
Saint parpadea y ella se evapora.
Él suspira. Creyendo que tal vez fue cosa del alcohol. Tomó mucho en la mañana con el cereal. Trepó el metal largo que parecía un tubo conectado a todos los mecanismos. Y se puso de cuclillas a ver si habían pisadas. O huellas de zapatos. Pero no había nada. Nada de nada. Todo limpio.
Encendió su linterna para ver si podía encontrar al menos arena grisácea o pequeñas porciones de césped. Pero no. No había nada. El detective se extraño.
Zee podía ver desde abajo la linterna del detective así que miraba con mucha atención.
Pero el detective no encontró nada así que apagó la linterna de su teléfono con desganés. —Maldición... ¿Está academia está embrujada o qué?— Él murmura. Mirando con angustia el metal.
Pero escucha algo detrás suyo. Como un sonido de una pisada que dió un desliz. Eso lo congela en su sitio. Si esto era efecto de su alcoholismo... Ya estaba cruzando el nivel de normal. Jamás le había surgido un efecto que sobrepasara tanto la cordura de su mente. Detenidamente volteó para mirar sobre uno de sus hombros dentro de esa oscuridad.
Al mirar atrás, no vio nada. Entonces se quedó pensativo. Iba a desviar la mirada hasta que escucho una fractura de huesos provenir de arriba.
Miró arriba y vio a la fantasma de los ojos blancos ahora con los codos y rodillas pegadas en el metal del techo para alargar sus extremidades. Bajando así su cuerpo frontal nada más. Estiro su cuello para quedar con la cabeza bien adelante y la llevó bien cerca del detective Saint con una grotesca sonrisa. El detective estaba espantado de todas las formas posibles. Su respiración estaba tan agitada que Zee pudo escucharla. Y eso lo preocupo.
—¿Detective?— Zee preguntó desde abajo. Llamando la atención de Chaleeda y el bailarín que informó con ella. Ambos lo miran extrañados.
A Gulf también le llamó la atención y se acerco hacia el bailarín. —¿Qué está pasando?— El le preguntó con preocupación a Zee.
—No lo sé, pero está respirando de manera agitada.— Zee le comunica.
La fantasma acerca en demasía su rostro al del detective. —Haz estiramientos conmigo, detective.— Ella dice con una voz coqueta horrible.
Una de las manos de Saint resbala al sujetarse del metal y cae fuera del metal. Zee se espanta, pero toma al detective en sus brazos de manera nupcial. Pero con el peso del detective, su rodilla se agacha hacia adelante y se cae de de trasero, ruedan, y Zee queda arriba de Saint. Debido a su rodilla, el bailarín estira su rodilla hacia atrás para que quede fuera del suelo. —Detective.— Zee susurra, viendo al detective con sus ojos cerrados.
Él abre sus ojos ante ese susurro. Ambos se ven a los ojos. —¿Estás bien?— Susurra el bailarín. El detective asiente su cabeza.
—Estoy bien..., aunque, creo que no voy a volver a beber por un largo tiempo.— Asegura el detective. El bailarín baja del cuerpo del detective y el detective vuelve a respirar. Tratando de tranquilizarse.
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Al siguiente día, Mew organizó una salida para que los estudiantes salieran de la academia y no tuvieran que estar en la academia dónde ya dos personas murieron. Y de maneras horribles. Todos los estudiantes iban subiendo al autobus vistiendo ropas casuales con botas invernales parecidas a las de ballet. Eran las 8:00 a.m., así que Mew estaba esperando a todos frente el autobus amarillo con unos pantalones sueltos crema ajustados en la cintura y una camisa blanca de botones con las mangas enrolladas. Gafas de sol puestas.
Gulf camina hacia el Profesor Mew para subirse al autobus. —¿A dónde se supone que vamos?
—¿No se supone que lo leíste en el chat?— Pregunta el profesor Mew con una pequeña sonrisa.
—Leí... Por encima. Lo envíaste como a las seis de la mañana, aún tengo sueño.
—Duerme en el autobus.
Mew cuidadosamente le dice. Con una voz suave. El alumno lo mira a la cara. Permanecen viéndose por segundos.
—Sí. Como sea.— Bufa Gulf, entrando al autobus y haciéndose el difícil. El profesor Mew sonríe por eso y sigue velando a que los demás estudiantes entren. Siguen entrando más, y acercándose están el detective Saint caminando al lado de la alumna Chaleeda. Ella anda con ropas negras suaves de ballet (pantalones cortos) y una chaqueta azul que le queda bastante grande.
Ella va riendo con el detective de algo que estaban hablando. Parecen llevarse bastante bien. —Al menos ya su herida ha bajado algo, detective.— Chaleeda le dice.
—¿Qué? Ah, sí. Gracias por la curita de Hello Kitty que me diste esta mañana.— Agradece el detective. Ambos vuelven a reír.
—¿Te sentarás conmigo en el autobús?— El detective Saint pregunta.
—Bueno, ¿pero y si Zee no tiene a nadie?
—Oye, buena esa.— El detective dice. Pillado en las preguntas. Ella sonríe y finalmente, pasan del profesor Mew para ir al autobús. Cuando entraron al autobús y miraron frente a ellos, Zee estaba sentado ya en uno de los asientos con una gorra puesta. El detective se sintió estar en pausa por el segundo en que Zee dejó de hablar con Gulf (quién ya estaba sentado a su lado) para mirar al detective y sonreírle. Esa sonrisa culminó con él. El detective también le sonrió.
*N/A: Roadtrip😍, las miradas dicen mucho aunque uno no lo crea. Espero les haya gustado este aterrador capítulo 😉, nos leemos💖*
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