Belleza interior.

Gojo Satoru.

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Mirar al cielo no era muy frecuente, escaso se podría decir. Sin embargo, se había vuelto un hábito común desde hace unos meses.

Sus ojos eran como el reflejo del cielo azul: brillante, hermoso y efímero. También su cabello como las nubes... como un ser inalcanzable.

Pero su personalidad. Oh Dios, era como un niño pequeño.

¿Era su belleza inconmensurable o su inmadurez lo que te cautivo?

¿Qué tipo de belleza le cautivo de ti?

Promedio.

Esa era la palabra que más se acercaba a la etiqueta que has puesto en ti misma. Claro, a comparación de el inalcanzable que se veia y soñaba ser Satoru. Aún así él...

Te amaba.

ㅡHe vuelto a casa. Mi pequeño Kikofuku ㅡsu ausencia era más que notoria y su repentina aparición te era más que gratificante... sorpresiva. Como si no lo hubieras visto en años aunque fueron un par de semanas, casi meses. Para ti había sido casi la vida esperandoㅡ. ¿Me haz extrañado? ㅡtu corta carrera hacia sus brazos era más que suficiente para hacer ver al alto hombre que en efecto. Su presencia era necesitada.

Su olor, su calor, su respiración y el timbre de su risa te mantendría hincada a sus pies, su merced.

Y eso que aún no menciona el espectacular cuerpo que poseía.

ㅡGracias por ser paciente ㅡañadió con una sonrisa, quitándose la venda del rostro llamando tu atenciónㅡ. Ahora viene tu recompensa.

Todo su ser maravilloso.

Sólo para ti.

ㅡFeliz San Valentín. Kikofuku.