⁰⁵-"𝓣𝓱𝓮 𝓹𝓻𝓲𝓬𝓮 𝓸𝓯 𝓯𝓻𝓮𝓮𝓭𝓸𝓶"
Acto 1
"ᵀʰᵉ ᵖʳⁱᶜᵉ ᵒᶠ ᶠʳᵉᵉᵈᵒᵐ"⁽ᴹᵘᶠᵃˢᵃ'ˢ ᴾʳⁱᵈᵉ⁾
La mañana llegó con una luz suave, filtrándose a través de las grietas de la cueva. Scar despertó primero, sus ojos abriéndose lentamente, acostumbrándose a la penumbra antes de poder ver claramente. La cueva permanecía fría, pero él había aprendido a soportar las noches solitarias y ahora, con la presencia de Jabari, algo había cambiado en el aire. Sin embargo, algo más lo inquietaba: el murmullo constante de las hienas que acechaban cerca.
Jabari aún dormía, tendido sobre su hermoso lecho de Scar, mientras él se levantaba sigilosamente. Sus pensamientos lo llevaron a la última conversación con las hienas, cuando Shenzi había lanzado aquella amenaza sutil.
Scar miró a Jabari, que se giró en su sueño, como si estuviera en otro mundo. Por un momento, se preguntó si el león era tan confiado en la seguridad que ofrecía su compañía, o si, al igual que él, sentía la presión de lo que podria suceder tras sus narices. Solo el tiempo dirá.
—Pstttt...Jabari —susurró Scar, su voz firme, aún envuelta en el eco del silencio—. Despierta.
Jabari se estiró, murmurando algo en su sueño antes de abrir los ojos lentamente, un brillo algo desconcertante en su mirada.
—¿Qué pasa? ¿Otro rastro de hienas? —preguntó mientras se incorporaba, sus ojos observando a su alrededor, ya alertas.
Scar asintió, sus ojos concentrados en el exterior de la cueva, en el horizonte lejano.
—Algo está por suceder, y siento que no son solamente las hienas. Algo se mueve,He estado percibiendo… susurros.
Jabari frunció el ceño, sin comprender del todo. Scar se adelantó unos pasos hacia la entrada de la cueva, su mirada fija en la vasta llanura que se extendía más allá de la oscuridad.
—No todo es lo que parece —continuó Scar, su tono bajo, como si hablara consigo mismo—. Y no se resuelve,ni se revela,corremos riesgo todos...
Jabari se acercó a su lado, su cuerpo se contrastaba contra el del melena negra.
—¿Y qué haremos al respecto?
Scar no respondió de inmediato. Se quedó allí, observando el horizonte mientras su mente luchaba por organizarse entre lo que deseaba y lo que debía hacer. La imagen de Mufasa en su mente, siempre tan cercano, siempre tan claro en lo que quería para el reino, parecía acercarse más en esos momentos de tensión.
—Lo que deba hacerse —finalmente murmuró—. Pero no todo puede ser resuelto de forma directa. A veces, la oscuridad tiene sus propios caminos.
Jabari lo miró fijamente, pero dio nada más. Ambos sabían que el futuro de las Tierras del Reino estaba en juego, y que su lugar dentro de ese futuro aún estaba por determinarse. Mientras las sombras de las hienas se deslizaban a lo lejos, el viento comenzaba a soplar más fuerte, trayendo consigo un aire pesado de incertidumbre.
☆
☆
El viento barría las praderas del sur por la tarde, donde Zuberi, con su cuerpo estilizado y patas ligeras, corría como un rayo entre la hierba alta.
La libertad era su única aliada; no respondía a nadie, y sus movimientos eran tan impredecibles como una tormenta en el horizonte.
En el corazón de Zuberi ardía un deseo: no ser atado a nada ni a nadie.
Había visto lo que significaba pertenecer a una manada, y no estaba dispuesto a sacrificar su libertad por las reglas de otros. Pero mientras arrancaba pedazos de la gacela recién cazada, algo en su interior lo inquietaba. Últimamente, las praderas no eran tan seguras como antes.
Fue entonces cuando oyó los pasos.
—¿Qué quieren? —preguntó, con su tono despreocupado habitual.
Scar sonrió, dejando que el silencio se alargara antes de responder.
—Simple,queremos a alguien como vos.
—¿Alguien como yo? ¿Un corredor solitario? —dijo entre pequeñas carcajadas— ¿Es broma,no?
—Ujum,sos alguien que puedes ver el peligro antes de que llegue,incluso alcanzarlo cuando los demas no lo hacen —dijo Scar mirandolo de manera persuasiva—.
—Aja...¿Y qué es exactamente lo que me estás ofreciendo? —replicó Zuberi, inclinando la cabeza—. Porque yo no soy de los que siguen órdenes, mucho menos de leones como ustedes.
Jabari gruñó, ese desprecio era inaceptable,que tipo de leones eran para él?pero decidió morderse la lengua,no valía la pena hablar.
—Mhhh,es una invitación a la Guardia del León,donde lucharemos los más fuertes,Valientes,Rápidos y de vista más aguda...—explicó Scar estirándose,estar sin moverse le entumecia las patas,y antes de que pudiera continuar Zuberi estalló en risas—.
—¿EL CUENTO PARA DORMIR DE CACHORROS? ¿Me hablas enserio principe?—
—Si. Lo digo enserio,¿Acaso no ves esta marca en mi hombro o qué?—contestó el melena negra entre dientes rodando los ojos señalando su hombro rugiente—Creo que no necesitamos leones inmaduros como tú,o no es cierto Jabari?—.
Jabari no respondió,hizo oidos sordos,no se metería en problemas con un león que era insignificante en su vida hasta el momento.
—Si tienes algo que decirnos,irás hasta la Roca del Rey,No acepto lloros cuando tu libertad se acabe,así que,hasta pronto...—espetó el líder de la Guardia del León girandose para volver camino a casa,sin antes golpear suavemente el costado de Jabari indicando que lo siga—.
—¡Espera!...Digo,¿Qué significa que se acabará mi libertad?—titubeó el de ojos ambarinos— ¿Hay algo que debamos temerle?—.
Scar se detuvo,en su cara se dibujó una sonrisa malévola, sabía que este león tan arrogante y desapegado del mundo temía de lo que más amaba,había ganado.
Jabari se recostó sobre su costado en las hierbas altas,no era su día y ese león le estaba terminando la paciencia más rápido de lo normal.
—Hay muchas cosas a que temerles,querido Zuberi, ¿Acaso pensaste que las cosas malas solo caerían en la realeza?—se dio la vuelta, mirando con el ceño fruncido a la desdichada criatura que se creía superior—.
—Parece que tienes razón. Estoy dentro entonces —respondió el león de melena rojiza, bajando la cabeza con una mezcla de aceptación y desdén—.
Scar observó con una mezcla de satisfacción y desdén cómo Zuberi se incorporaba, sin esconder del todo el rencor en su mirada, pero con una aceptación que al menos de momento no podría revertir.
—Bien,serás el más veloz—dijo Scar,con voz grave y calculadora posando su pata en el hombro del audaz león —. No te preocupes, todo a su tiempo.
Jabari frunció el ceño, aún preocupado por las intenciones de Scar. Sabía que las promesas de su líder nunca venían sin un precio, pero en ese momento no le quedaba otra que seguirle el paso. De todos modos, el asunto no estaba cerrado, y la presencia de Zuberi podría ser más peligrosa de lo que cualquiera de los dos se imaginaba.
El viento soplaba fuerte, arrastrando consigo ecos distantes que parecían advertirles. Zuberi, aunque ahora parte de la Guardia del León, no había dejado de ser una amenaza potencial. Era un león solitario, acostumbrado a actuar por su cuenta,al igual que él, y no había forma de saber si aceptaría realmente las reglas del grupo. Scar lo sabía, pero también entendía que su comportamiento arrogante podría ser una herramienta útil si lo manejaba con astucia.
—Vamos —ordenó Scar, iniciando su marcha hacia la Roca del Rey, donde el destino de Zuberi, y tal vez de ellos mismos, comenzaría a tomar forma.
Jabari siguió detrás, aún con la mirada fija en Zuberi. Este último parecía meditar en silencio, no tanto en la propuesta, sino en el significado de su propia elección. Aunque no lo admitiera, el desafío estaba latente en su mente: ¿podría adaptarse a las reglas de los demás sin perder su esencia?
Los tres caminaron en silencio durante un buen rato, hasta llegar a la entrada de la Roca del Rey.
Miradas curiosas se posaban sobre ellos, incrédulas ante la responsabilidad que los Ancestros habían impuesto a Scar. Algunos, sin embargo, apartaban la vista, no queriendo involucrarse en problemas.
Scar, seguido de los leones, entró en la guarida bajo la gran roca en busca de Mufasa. Necesitaba hablar con él y saber si su decisión sería aprobada o no, aunque, en realidad, eso le importaba poco; la Guardia del León era suya. Dejando solos a los leones se internó en la cueva.
Y ahí estaba Mufasa, entregándole flores pato a Sarabi, sus favoritas. ¿De dónde las había conseguido? Si, según decía, solo se encontraban en tierras lejanas, más bien, de donde sea que Sarabi había nacido.
—Lamento interrumpir su dulce momento—casrrapeó levemente para anunciar que debia hablar algo importante—Mufasa, debemos hablar.
—Oh,hola Scar,¿Has vuelto con noticias?—ronroneó Sarabi quien olía encantada las flores pato—.
—Buenas tardes hermano,¿Algo que noticiarme?—Masculló el imponente Rey desde su lecho sin interés de moverse—.
—Si,y me temo que quizas no son de lo mejor—pregonó mientras asentía con su cabeza—Zuberi es parte de la Guarida ahora. ¿Opiniones?
—Con que Zuberi eh?No es un mal león,pero debemos ser cuidadosos,mientras sea leal al reino, puede quedarse—dijo sin más Mufasa estirándose para tomar una siesta—Estoy agotado,¿sí? Podemos hablarlo mejor luego.
Scar pegó la vuelta. Sabía que no obtendría una respuesta sólida ahora. Mientras avanzaba, vio cómo Sarabi y Mufasa se acurrucaban en su lecho y, distraído, terminó chocando contra Sarafina. Sintió un leve ardor en el rostro cuando ella lo miró fijamente, preocupada.
—Scar... ¿qué pasa? —murmuró para no llamar la atención de los demás.
Scar suspiró, sintiendo el peso de sus pensamientos. No quería que Sarafina se sintiera rechazada, pero las circunstancias eran más complicadas de lo que parecía.
—No quiero que Zuberi o Jabari estén cerca de ti, por eso no puedes dormir en mi cueva hoy tampoco —titubeó, bajando la cabeza—. No puedo confiar en que no intenten... seducirte. Son leones solitarios, y cuando pasan tantas lunas sin compañía, se vuelven... impredecibles.
—¿Crees que... ellos intentarían algo conmigo? —Sarafina parpadeó, sorprendida por la intensidad de sus palabras.
—No es que lo crea —masculló el de ojos verdes, apenado—. Es que sé cómo son. Y vos... sos distinta. Eres muy especial para mí, y no quiero que se acerquen a ti de esa manera. No es seguro, son forasteros.
Sarafina lo observó en silencio antes de dar un paso adelante y apoyar suavemente su pata en su hombro.
—Scar, no tengo intención de estar con ellos de esa manera. Mi corazón está contigo, y lo sabes. —Sus ojos brillaron con firmeza—. No te preocupes por eso, estaré bien aquí dentro. Pero no te pongas en riesgo,sii?
—Lo sé... —murmuró Scar, su tono suavizándose mientras la miraba a los ojos—. Pero... no puedo evitarlo. No permitiré que te pongas en peligro, no cuando yo no estoy cerca para protegerte.
—No te preocupes tanto, Scar. No voy a ir a ninguna parte. —Sarafina se acercó aún más, su voz cargada de calidez—. Y estaré siempre aquí para ti también, ¿me escuchaste?
Scar cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo la tensión en su pecho se disipaba lentamente... pero aún quedaba algo dentro de él que no lograba calmar.
El sol se ocultaba lentamente tras el horizonte, tiñendo el cielo de un rojo ardiente que se desvanecía en tonos violáceos. La brisa nocturna comenzaba a colarse entre las rocas, anunciando la llegada de la noche.
Scar entró en su cueva con el ceño fruncido, todavía inmerso en sus pensamientos, pero el humor se le agrió aún más al ver el desastre que lo esperaba.
Zuberi y Jabari se habían apropiado descaradamente de los lechos. Las hojas y ramas que Scar había reunido con tanto esfuerzo estaban esparcidas por el suelo, y los dos forasteros se acomodaban como si fueran los dueños del lugar.
—Oh, miren quién llegó —murmuró Zuberi con una sonrisa burlona, estirándose perezosamente—. Justo a tiempo para admirar nuestro nuevo alojamiento.
—Sí, es bastante cómodo. Aunque... creo que podríamos mejorarlo un poco. Tal vez con más hojas —agregó Jabari, girando sobre su costado con aire despreocupado.
Scar apretó los dientes, sintiendo la irritación recorrerle el cuerpo.
—Los invité a mi cueva, no a quedarse con mi lecho —bufó, entrecerrando los ojos.
—Bueno, técnicamente, no pusiste condiciones —respondió Zuberi, encogiéndose de hombros—. Dijiste: "pueden quedarse aquí". Y eso hicimos.
Jabari asintió con fingida solemnidad.
—Solo seguimos órdenes, Scar.
Scar gruñó, su cola azotando el suelo con impaciencia. No tenía energía para discutir, pero tampoco pensaba dormir sobre el suelo frío mientras esos dos se daban el lujo de descansar cómodamente.
—Voy a buscar más hojas —anunció con un resoplido, girándose con brusquedad.
—Tráenos algunas también, ¿quieres? —se burló Jabari, riéndose entre dientes.
Scar ni se molestó en responder. Salió de la cueva con paso firme, sintiendo cómo su irritación crecía con cada paso. La noche avanzaba rápido, y si no se daba prisa, el frío lo castigaría por su mala suerte.
Avanzó entre la hierba seca, mascullando para sí mismo mientras su cola se agitaba con frustración.
—Invítalos, Scar. Sé amable, Scar. Dales un lugar, Scar. ¡Sí, claro! Y ahora yo, el líder de la Guardia del León, estoy aquí, buscando hojas como un simple recluta. ¡Ridículo!
Pateó una roca con más fuerza de la necesaria, soltando un gruñido cuando el dolor le subió por la pata.
—¡Y encima pretenden que les busque hojas! ¿Qué será lo próximo? ¿Que los abanique mientras duermen? ¿Que les cante una nana?
Bufó, resoplando mientras su mirada recorría el suelo en busca de hojas secas lo bastante grandes para formar un lecho decente.
—Son mi Guardia del León. Mi guardia. Los invité porque necesito leones fuertes, leones leales… pero ¿cómo voy a confiar en ellos si lo primero que hacen es robarme el lecho? ¿Así es como muestran respeto por su líder?
Encontró un pequeño montón de hojas amontonadas por el viento y comenzó a recogerlas con los dientes, sacudiéndolas con brusquedad para deshacerse del polvo.
—Por lo menos que llueva y les caiga encima mientras duermen, a ver si así aprenden a no aprovecharse de la generosidad de los demás.
Su refunfuño se volvió más bajo mientras volvía a la cueva, las hojas entre los dientes y la irritación aún pesándole en los hombros.
—Tal vez fue un error… tal vez debí elegir mejor. O tal vez... simplemente tengo que enseñarles quién manda aquí.
☆
☆
—Sí, eso es. Si voy a liderarlos, tienen que aprender que mi palabra es la ley.
Pero por ahora, tendría que conformarse con dormir en un rincón mientras los otros dos disfrutaban del mejor lugar de su propia cueva.
Scar llegó a la entrada de la misma, sintiendo el peso de las hojas en su mandíbula y el de sus pensamientos en la cabeza. La luna ya dominaba el cielo, bañando la roca con un resplandor pálido y distante.
Al entrar, vio a Zuberi y Jabari aún acomodados en los lechos como si nada. Roncaban suavemente, ajenos a la molestia de su líder.
Scar dejó caer las hojas con un resoplido.
—Mañana pondremos las cosas en orden —murmuró para sí mismo.
Se acomodó en un rincón, su espalda contra la fría pared de la cueva. Cerró los ojos, pero su mente no se apagó. La noche avanzaba, y en su pecho, la certeza se afianzaba: él era el líder. Y si Zuberi y Jabari no lo entendían aún... pronto lo harían...
Con cariño: luvvstp
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