⁰³-"𝓒𝓻𝓸𝔀𝓷𝓮𝓭 𝓲𝓷 𝓢𝓱𝓪𝓭𝓸𝔀𝓼"

Acto 1

ᶜʳᵒʷⁿᵉᵈ ⁱⁿ ˢʰᵃᵈᵒʷˢ⁽ᴹᵘᶠᵃˢᵃ'ˢ ᴾʳⁱᵈᵉ⁾

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El sol se alzaba entre las nubes como un ojo dorado, vigilante e implacable. Sus rayos atravesaban las grietas de la Roca del Rey, proyectando sombras alargadas sobre las llanuras. Aquella mañana, la savana parecía contener el aliento, como si presintiera que algo estaba por cambiar.

En la base de la roca, Scar permanecía inmóvil, con las patas hundidas en la tierra reseca. Sus ojos verdes vagaban por el horizonte, vacíos de esperanza y llenos de resentimiento. El peso del mundo caía sobre sus hombros, como cada día desde que el destino había decidido que él fuera la sombra del rey.

En lo alto, Mufasa reunía a la manada. Su voz resonaba con autoridad y calma, atrayendo la atención de todos. Había convocado una reunión urgente tras recibir un mensaje de Rafiki. Según el sabio mandril, los Ancestros habían hablado.

Scar bufó desde su rincón. Las habladurías de Rafiki le resultaban insoportables, pero, como era tradición, todos debían asistir. Con un suspiro, se tumbó en la sombra, decidido a ignorar el evento.

Queridos amigos, antílopes, jirafas, cebras —comenzó Mufasa, su voz potente llenando el aire—. Hoy me he reunido con Rafiki, quien ha recibido noticias de los Ancestros. Algo nuevo, tal vez peligroso, se avecina. Pero juntos podemos enfrentarlo.

El murmullo de la manada se intensificó, inquieto. Antes de que Mufasa pudiera continuar, un grito lejano rompió la tensión.

¡Un leopardo!—dijo Zazu, descendiendo apresurado—. Está atacando la sabana occidental. Las gacelas huyen.

El miedo se apoderó de los presentes. Scar observó las expresiones de alarma a su alrededor y sintió un impulso inesperado. Algo en su interior le exigía actuar.

Yo iré —anunció, su voz firme y clara, captando la atención de todos.

Mufasa lo miró, sorprendido.

—¿Estás seguro? —preguntó, aunque sus palabras estaban cargadas de respeto.

Scar asintió.

Puedo manejarlo. Es hora de que demuestre que también soy parte de esta manada, que puedo proteger este reino.

Por un momento, el silencio reinó. Luego, Sarabi dio un paso adelante, sus ojos brillando con una mezcla de preocupación y admiración.

Es un acto valiente, Scar. Si decides enfrentarlo, confío en que regresarás victorioso.

Un murmullo de aprobación recorrió a la manada. Incluso Mufasa esbozó una leve sonrisa, asintiendo con orgullo.

Que los Ancestros te guíen, hermano—dijo el rey, colocando una pata en el hombro de Scar.

Scar se internó en la sabana, dejando murmullos.

La hierba alta lo envolvía, susurros verdes que parecían querer tragárselo, como si el reino conspirara en su contra. Un bufido resonó nuevamente, esta vez más cerca. Scar avanzó con cautela, sus garras afiladas listas para atacar.

Entonces lo vió.

El leopardo era una sombra viva, su piel salpicada de manchas negras como cenizas. Tenía los ojos clavados en una cría de gacela, inmovilizada por el miedo.

Scar sintió una chispa en su pecho. Este era su momento.

¡Aléjate! —rugió, su voz retumbó por todas partes—

El leopardo se giró hacia él, sus colmillos descubiertos en un gruñido. Con un movimiento rápido, cargó contra Scar.

La batalla fue un torbellino de zarpazos y rugidos. El leopardo era rápido, sus movimientos fluidos y mortales. Scar esquivó un golpe tras otro, pero no salió ileso. Una garra rasgó su flanco, dejando un rastro de sangre. El pelinegro agarró del pescuezo al leopardo, sus colmillos se hundían en él. El feroz leopardo se retorcía demasiado, lanzó una patada al estómago de él, y Scar cayó de lado. Otra garra se hundió en él, el sabor metálico llenaba su boca mientras el dolor lo atormentaba.

No. No podía perder.

Se levantó con un rugido que pareció desgarrar el cielo,las nubes formaban leones rugiendo con fuerza. Sus ojos brillaron con un destello dorado, como si los Ancestros hablaran a través de él. El leopardo salió volando por los aires y el cuerpo de la pequeña gacela estaba allí,sin movimiento,el feroz leopardo la había lastimado,pero el susto la mató.

Aún así había ganado.

Una silueta extraña se marca en su hombro, un león rugiendo...

¿Qué significaba?

Se puso de camino al reino al atardecer, cubierto de polvo y sangre seca. Con muchas dudas de que lo que era esa extraña marca en su hombro, pensó que sería buena idea consultarle al mono chiflado,claramente luego del discurso que daría Mufasa.

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La manada lo esperaba a su regreso. Mufasa fue el primero en verlo, con una sonrisa orgullosa.

Estoy orgulloso de ti, hermano —dijo Mufasa, su voz llena de genuina admiración, mientras pasaba su melena dorada por la cabeza de Scar en un gesto fraternal.

A pesar de las palabras de Mufasa, Scar se quedó inmóvil, casi incapaz de procesarlas. Por un momento, quiso creerlo. Quiso sentir esa calidez de aceptación, esa satisfacción que tanto deseaba. Pero entonces, vio la sombra proyectada por su hermano, alargada e imponente, extendiéndose sobre él.

Nunca sería suficiente.

Se apartó de la multitud y comenzó a descender hacia su cueva oscura y fría, su refugio solitario. El sol se hundía lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de un rojo profundo, como un presagio de lo que aún estaba por venir.

Sarafina, como siempre, fue la primera
en destacar entre todos.Se acercó con
pasos lentos, sus ojos fijos en él,
brillando con una mezcla de
admiración y algo mucho más
profundo. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca,su presencia
llenó el aire, y Scar no pudo evitar
sentir que algo diferente estaba por
suceder.

-¡Scar!—exclamó con una voz suave
pero llena de significado, sus ojos fijos
en los suyos-. Has regresado, y no
puedo evitar decir que.. estoy tan
orgullosa de ti.

El tono de su voz era como una caricia
y el suave roce de su cuerpo contra el
de él, sin ninguna prisa, parecía
intencional. Scar no retrocedió, sino
que se permitió disfrutar de la cercanía de Sarafina.

-Sabes... creo que un león tan fuerte
como tú necesita algo más que poder
-dijo suavemente, con una sonrisa
coqueta, dejando que sus palabras
flotaran en el aire-. Necesitas algo
que te haga sentir.. completo.

Um,no entiendo,¿Qué es lo que tú crees que me haría sentir completo, Sarafina?-respondió él, con un tono confundido y bajo mientras los ojos de Sarafina brillaban de manera sugerente.

—¿Nunca te has preguntado... qué sería de nosotros, Scar? —susurró cerca de su oido, su voz suave pero cargada de un tono que él reconoció como casi juguetón.

Eso depende de lo que quieras decir con "nosotros" —respondió él, su tono más bajo, como si estuviera evaluando cada palabra que decía.

Ah, no te hagas el tonto, Scar —dijo, una sonrisa traviesa en sus labios—. Sabes exactamente a lo que me refiero.

No sé si eso es una invitación o una advertencia —respondió, un toque de humor en su voz, pero también de cautela.

De alguna manera, sabía
que ella también pensaba lo mismo, y
la idea de construir algo más allá de su
reinado era tentadora, incluso
necesaria.

Sin embargo, antes de que ella pudiera
responder, un grupo de leonas
cercanas, riendo entre ellas,
interrumpió el momento.

-¡Sarafina, ya basta! -dijo una de las leonas más longevas , con
una sonrisa burlona-. Parece que te
has olvidado de la manada, que todos
te estamos mirando!


-iCálmate! si sigues así, Scar se
va a poner más rojo que el sol!-agregó otra leona riendo,provocando un estallido de risas entre ellas.

Sarafina, ligeramente avergonzada
pero sin perder la compostura, sonrió y
dio un paso atrás, pero no sin antes
dejar un toque sutil con su cola por el flanco de Scar, como si el contacto pudiera decir
más de lo que las palabras podian
expresar.

-Piensalo, Scar -dijo suavemente,
su voz aún cargada de promesas
mientras se alejaba, dejándole claro
que lo que ella anhelaba era verdadero.

Scar,por un momento, se quedó
inmóvil, la sensación del roce de su
piel aún fresca en su memoria. Las
palabras de Sarafina con su
insinuación de una familia juntos
siguieron resonando en su mente,
haciendo que la idea de algo más que
un reinado comenzara a tomar forma.

La noche había caído en la Roca del Rey, bañando el paisaje en tonos azulados y plateados. Scar se despertó en su cueva, los ecos de los acontecimientos recientes rondaban en su mente como sombras implacables. El aire estaba impregnado de un silencio solemne, roto solo por los suaves suspiros de Sarafina, quien había decidido acompañarlo allí, dejando clara su intención de estar cerca de él.

La imagen de ella, relajada y serena bajo la tenue luz de la luna, contrastaba con el torbellino de emociones que sacudía a Scar. Su mente no podía apartarse de sus palabras, de esa sugerencia velada de formar una familia, de compartir algo más que secretos y deseos momentáneos. Por un instante, permitió que su imaginación divagara, visualizando un futuro en el que no estuviera solo. Pero la realidad lo arrastró de vuelta.

Necesitaba respuestas.

Con un suspiro pesado, se levantó, alejándose con cuidado de Sarafina para no despertarla. Sin embargo, un escalofrío recorrió su espalda al escuchar un sonido detrás de él.

¿Taka, estás ocupado?

La voz familiar lo sobresaltó, y su reacción fue instintiva. Giró bruscamente, mostrando los colmillos mientras un rugido bajo surgía de su garganta.

¡¿TAKA?! —rugió con furia, su corazón latiendo con fuerza. Ese nombre ya no le pertenecía, no podía permitir que lo vincularan con el león débil y rechazado que había sido.

El rugido resonó por toda la cueva, despertando a Sarafina, quien levantó la cabeza con una mezcla de alerta y confusión. Sus ojos buscaron a Scar primero, y luego al intruso.

¡Tranquilo! ¡Tranquilo! ¡Soy yo, Rafiki! —exclamó el mandril, levantando las manos en señal de paz, su expresión un equilibrio entre sorpresa y paciencia.

Scar gruñó, relajando ligeramente su postura, pero sus ojos seguían afilados.

Ah, Rafiki… —murmuró, con un deje de exasperación—. ¿Qué haces aquí a estas horas?

Sarafina, todavía algo somnolienta, se levantó y miró a Scar con una expresión interrogante.

—¿Todo está bien? —preguntó, su voz suave pero firme.

Scar asintió, aunque la tensión en su cuerpo era evidente.

Todo está bajo control. Ve a descansar —respondió, aunque su tono no admitía discusión.

Sarafina lo miró por un momento, claramente dudando, pero finalmente volvió a recostarse, aunque su postura seguía alerta, como si estuviera lista para intervenir si fuera necesario.

Scar se giró hacia Rafiki, sus ojos oscuros y penetrantes.

Vamos afuera. Si tienes algo que decirme, no quiero que lo escuche nadie más.

Rafiki asintió con un leve movimiento de cabeza y siguió a Scar hacia el exterior de la cueva. La brisa nocturna los envolvió mientras caminaban hasta un lugar más apartado, lejos de los oídos de Sarafina o de cualquier otro león curioso.

Cuando finalmente estuvieron a solas, Rafiki se apoyó en su bastón, inclinando ligeramente la cabeza, sus ojos brillando con una mezcla de sabiduría y enigma.

He venido a hablarte sobre la marca en tu hombro —dijo, señalando con el bastón el símbolo del león rugiente que destacaba en la piel de Scar—. No es una simple marca, Taka… o Scar, como prefieres que te llamen ahora. Es un regalo.

Scar arqueó una ceja, cruzando las garras sobre su pecho.

¿Un regalo? —replicó con desdén—. ¿De qué? ¿De mi condena?

Rafiki negó suavemente con la cabeza, su tono firme pero calmado.

No, no, no… Es el símbolo de la Guardia del León. Un león rugiente, fuerte y decidido. Significa que has sido elegido para liderarla, para proteger el reino y mantener el ciclo de la vida en equilibrio.

Scar soltó una carcajada amarga.

¿Liderar? ¿Proteger? —repitió con cinismo—. ¿Por qué yo? Mufasa es el heredero, el favorito de todos. ¿Por qué no él?

El mandril avanzó un paso, colocando una mano sobre el hombro de Scar.

Porque esta tarea requiere algo más que fuerza bruta o un título, Taka. Requiere astucia, valentía y determinación. Los Ancestros ven algo en ti que tú aún no logras comprender.

Scar apartó la mirada, sus pensamientos enredados en un torbellino de dudas y resentimientos.

No sé si puedo hacerlo… —admitió, su voz apenas un susurro—. Ni siquiera sé si quiero hacerlo.

La elección no siempre es nuestra —dijo Rafiki, su tono adquiriendo un matiz más solemne—, pero cómo enfrentamos el destino, eso sí lo es. Quizás esta sea tu oportunidad de demostrar quién eres realmente, lejos de la sombra de Mufasa.

El silencio llenó la pradera, roto solo por el sonido del viento nocturno que susurraba entre las hojas.

¿Y de dónde viene esta marca? —preguntó Scar finalmente, sus ojos fijos en el horizonte, aunque su tono dejaba entrever un rastro de curiosidad.

Rafiki sonrió, un destello de conocimiento antiguo brillando en sus ojos.

Es un regalo de los Ancestros. Hace generaciones, los Grandes Reyes eligieron a un león digno para liderar la Guardia del León. Esta marca conecta al líder con el espíritu de los Ancestros.

Scar frunció el ceño.

¿Y por qué yo? —insistió, con amargura—. ¿Por qué no Mufasa?

Porque tú tienes el potencial, aunque no lo veas. El rugido no se da al más fuerte, sino al más astuto.

Scar asintió lentamente, aunque su mirada estaba cargada de dudas. Cuando Rafiki comenzó a marcharse, una pregunta inesperada escapó de los labios del león oscuro.

Rafiki…

El mandril se detuvo, girando con curiosidad.

¿Qué tal…? —Scar pareció titubear, pero luego continuó, su tono más bajo—. ¿Qué tal me vería con… hijos de Sarafina?

Rafiki sonrió ampliamente, aunque su respuesta fue deliberadamente enigmática.

Eso, Scar, depende de qué tipo de padre quieras ser.

Sin esperar respuesta, Rafiki se retiró, dejando a Scar con más preguntas que respuestas, y con el peso de un futuro incierto latiendo en su pecho.


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La brisa nocturna acariciaba suavemente el rostro de Scar mientras regresaba a la cueva. Las palabras de Rafiki seguían retumbando en su mente, pero algo más pesaba sobre él: la conversación que había tenido con Sarafina antes. Sabía que no podía ignorar lo que ella había propuesto. El futuro que le ofrecía parecía tan distante, tan ajeno a todo lo que había conocido.

Al llegar a la entrada de la cueva, vio a Sarafina recostada, su silueta tranquila bajo la luz de la luna. Al parecer, había estado esperando su regreso, pues levantó la cabeza tan pronto como lo escuchó.

¿Todo bien? —preguntó con suavidad, su mirada llena de una mezcla de preocupación y paciencia.

Scar se quedó en el umbral por un momento, observándola en silencio. Luego, sin poder evitarlo, soltó un suspiro.

Sarafina… —dijo, su tono más pesado de lo habitual. Se acercó lentamente, sabiendo que lo que iba a decir cambiaría las cosas de alguna manera.

Ella lo miró fijamente, sus ojos revelando que ya sabía lo que venía. No era la primera vez que este tema surgía entre ellos, y, aunque no lo decía abiertamente, su silencio lo animó a continuar.

—¿Qué pensaste cuando me hablaste de..."nosotros"? —preguntó Scar, su voz vacilante, casi como si temiera que la respuesta de ella pudiera traer consigo un peso mayor.

Sarafina no mostró sorpresa; su expresión era tranquila, como si hubiera estado esperando esta conversación. Se levantó lentamente, su mirada fija en él, como si estuviera midiendo sus palabras.

Sabes que no es algo que proponga a la ligera, Scar —dijo con calma, su voz suave pero firme—. Pero quiero que lo consideres, no solo por lo que podría significar para nosotros, sino por lo que podrías ser para los pequeños. Siempre he visto en ti algo más, algo que puede ser mucho más grande que Mufasa.

Scar desvió la mirada, sus pensamientos atorados en esa misma sombra que había estado persiguiéndolo toda su vida. Aún no podía desprenderse de la idea de que su destino estaba marcado por la rivalidad con su hermano, y tener hijos… eso parecía ser un mundo completamente diferente.

No estoy seguro de que sea el león adecuado para ser padre —admitió, su voz apenas un susurro. No era fácil para él mostrar su vulnerabilidad, pero con Sarafina era diferente. Era la única que lo entendía de una manera que nadie más lo hacía.

Sarafina se acercó un poco más, poniendo una pata sobre su hombro con un gesto suave.

Tampoco tienes que tener todas las respuestas ahora, Scar. No digo que sea fácil. Sé que la idea te asusta,pero yo estaré aquí, y juntos podemos ver qué tipo de leones seríamos. Y, tal vez, lo que más me importa es que tú… tú decidas si estás listo para dar ese paso, sin miedo a lo que pueda venir después.

El silencio se alargó entre ellos. Scar podía escuchar su propio corazón latiendo con fuerza. Las palabras de Sarafina eran reconfortantes, pero no podía evitar preguntarse si realmente estaba listo para algo tan grande. Los miedos seguían anclados en su pecho, y la idea de criar a una nueva generación lo llenaba de incertidumbre.

No quiero hacer algo que no pueda manejar —dijo finalmente, con un tono que reflejaba su conflicto interno.

Sarafina le sonrió, una sonrisa cálida, aunque no exenta de una tristeza ligera.

—Nadie sabe realmente si está listo, Scar. Pero lo que cuenta es lo que elijas hacer con ese miedo.  Y si no estás listo, también está bien. Pero nunca sabrás hasta que lo intentes.

Scar asintió lentamente, sus pensamientos nublados por la duda pero también por una creciente curiosidad. No sabía qué depararía el futuro, pero algo en las palabras de Sarafina lo hizo cuestionarse si estaba evitando algo que en realidad podría traerle una nueva oportunidad de redención, no solo para él, sino para su relación con ella.

La conversación continuó en silencio, pero ahora Scar sentía que, aunque el futuro era incierto, no tenía que enfrentarlo solo. Y, por primera vez, la marca en su hombro parecía un símbolo de algo más que de poder o destino. Tal vez, solo tal vez, era el primer paso hacia algo que nunca había imaginado.

Scar, aún inmerso en sus pensamientos, sintió cómo la brisa nocturna se colaba entre la entrada de la cueva, enfriando el ambiente. Pero antes de que esa sensación pudiera profundizar su inquietud, Sarafina dio un paso más cerca de él.

Sin decir nada, ella se acomodó a su lado, tan cerca que sus pelajes se rozaron apenas. Su presencia era reconfortante, un recordatorio de que, a pesar de sus dudas y miedos, había alguien dispuesto a estar a su lado, pase lo que pase.

Scar, a veces el mayor acto de valentía es simplemente permitirte sentir. Permitir que alguien te cuide —susurró Sarafina, apoyando suavemente su cabeza en el cuello de él.

Scar cerró los ojos un momento, dejándose llevar por la calidez de su cercanía. Su cuerpo, tenso durante toda la conversación, comenzó a relajarse poco a poco. No había necesidad de hablar más. Las palabras no eran necesarias cuando el silencio hablaba por sí solo.

Con un leve movimiento, Scar se dejó caer sobre el lecho de la cueva, sus patas estirándose mientras Sarafina lo seguía, acomodándose junto a él. Sus colas se entrelazaron casi por instinto, y Sarafina dejó escapar un suspiro tranquilo, apoyando su cabeza en el pecho de Scar. La respiración pausada de ambos se mezclaba con el susurro del viento exterior, creando una sinfonía de calma.

Por primera vez en mucho tiempo, Scar no se sintió completamente solo. Los pensamientos que lo atormentaban desde hacía tanto tiempo parecían desvanecerse en el calor del momento. Mientras el sueño comenzaba a apoderarse de ellos, sintió el peso de Sarafina contra su costado, un ancla que lo mantenía conectado a la realidad, pero también a algo más: la esperanza.

Buenas noches, Scar —murmuró Sarafina, apenas audible, antes de cerrar los ojos.

Buenas noches… Sarafina —respondió él en un tono bajo, lamiendo su cabeza como lo hacen las madres con los cachorros—.

Y así, bajo la luz de la luna y la calidez de su compañía, Scar permitió que el descanso lo envolviera. Por una vez, el peso del trono y de sus propios miedos quedó relegado a un rincón de su mente.

𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟
ˏˋ⋆ ᴡ ᴇ ʟ ᴄ ᴏ ᴍ ᴇ ⋆ˊˎ-

¿Qué tal si Scar, ahora líder de la Guardia del León, luchara contra un mal aún mayor? La declaración de amor y de un futuro juntos de Sarafina!! Fue inesperado verdad??
Tal vez, en el fondo, Scar aún guarda algo de bondad. ¿Será que su corazón puede redimirse o su ambición será más fuerte que todo lo demás?

¿Será capaz de encontrar el camino hacia el amor o caerá nuevamente en sus oscuros deseos de poder?

Con cariño y emoción, luvvstp☾ ^᪲᪲•°

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