⁰²-"𝓐𝓼𝓱𝓮𝓼 𝓸𝓯 𝓽𝓱𝓮 𝓟𝓪𝓼𝓽 "
Acto 1
"ᴬˢʰᵉˢ ᵒᶠ ᵗʰᵉ ᴾᵃˢᵗ ⁽ᴹᵘᶠᵃˢᵃ'ˢ ᴾʳⁱᵈᵉ⁾"
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La madrugada aún estaba teñida de sombras cuando Scar abrió los ojos. Su aliento era pesado, como si la memoria de un grito quedara atrapada en su pecho. Afuera, la sabana comenzaba a iluminarse, y los primeros rayos del sol empujaban tímidamente las sombras hacia las esquinas. Pero dentro de la cueva, el aire seguía siendo frío y espeso.
Scar permaneció inmóvil por un momento, las garras clavadas en la tierra. Había soñado con Obasi.
El rostro severo de su padre surgía de las brumas, distante como un dios cruel. Su voz tronaba, resonando como un eco eterno.
"Eres débil."
Las palabras ardían como brasas bajo su piel. Incluso al despertar, ese eco seguía martillando en su mente. Cerró los ojos, pero el fuego permanecía, alimentado por recuerdos que nunca se apagaban.
Desde la entrada del pie de la roca del rey, Sarabi charlaba con Mufasa, su risa ligera llenando el espacio. Scar, en las sombras, los observó. Sarabi inclinaba la cabeza hacia Mufasa, su mirada cargada de admiración. Mufasa respondía con una sonrisa segura, aquella que siempre irradiaba poder y confianza.
Scar apretó los dientes. La luz parecía seguir siempre a su hermano, como si el destino le perteneciera desde el primer aliento.
—Scar.
La voz de Mufasa interrumpió sus pensamientos. Al girar, lo vio caminando hacia él, su silueta recortada por la luz del amanecer.
—¿No dormiste? —preguntó Mufasa con una mezcla de preocupación y autoridad.
Scar soltó un bufido, enderezándose.
—No todos tenemos el lujo de dormir como cachorros sin preocupaciones —respondió, afilando las palabras como zarpazos.
Mufasa ignoró el tono ácido.
—Hay algo en las afueras—dijo con seriedad.
Scar lo miró con el ceño fruncido.
—¿Qué cosa?
—Marcas en todas partes de las fronteras. Quizás una jauría de hienas.
Scar se levantó de inmediato, sus músculos tensándose.
—¿Hienas? No suelen ser tan audaces.
—Por eso quiero comprobarlo. Ven conmigo.
☆
☆
El camino hacia la frontera estuvo marcado por un silencio pesado. Scar observaba cada movimiento en la hierba alta, buscando signos de peligro. Pero en el fondo, no podía apartar su mirada de Mufasa.
Había algo irritante en la forma en que su hermano caminaba: firme, seguro. Siempre parecía saber qué hacer. Siempre era el centro de todo.
—Sigues caminando como un rey —murmuró Scar, rompiendo el silencio.
Mufasa se detuvo.
—Camino como alguien que protege su hogar. Deberías hacer lo mismo.
Scar soltó una carcajada seca.
—¿Hogar? No es mío. Es tuyo.
Mufasa se giró completamente, su mirada dura como una roca.
—¿Qué intentas decir esta vez, Scar?—gruñó entre dientes cerca de la cara de Scar dispuesto a todo, odiaba que su hermano dijera comentarios tan filosos como costillas de gacela—.
—Nada que no sepas. —Scar desvió la mirada haciendo que Mufasa retrocediera un poco—. Tal vez quiero algo más... algo que no tenga que compartir.
Mufasa dio un paso hacia él, con los ojos clavados en los de su hermano.
—¿Algo como qué?
Pero antes de que Scar pudiera responder, un crujido en la hierba los interrumpió tres figuras deslizando sus cuerpos entre las sombras. Shenzi, Banzai y Ed.
—¿Otra vez ustedes?—gruñó Mufasa, avanzando.
Shenzi sonrió, mostrando sus dientes amarillos.
—Mhh...Solo pasábamos a saludar.—dijo riendo y acercándose cada vez más a Mufasa—.
—¿A saludar? Ja! ¿Acaso piensas que las pulgas me comieron el cerebro?—Scar se adelantó. Su voz goteaba veneno.
Banzai retrocedió un paso, pero Shenzi no perdió la compostura.
—Umm...Tienes cara de haber dormido mal, Scar, ¿Por qué vuelves a tu cuna a dormir?
Scar entrecerró los ojos.
—Y tú tienes cara de haber olvidado a quién pertenecen estas tierras, y de quién podría destrozarte esa cara en cuestión de segundos.
—Relájate, hermano —intervino Mufasa, colocando una pata delante de Scar.
Pero Scar se apartó bruscamente.
—No soy tu hermano—espetó, su mirada ardiendo de resentimiento.
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El silencio cayó como un golpe. Incluso las hienas se quedaron quietas, observando. Mufasa abrió la boca para responder, pero Scar ya había girado, alejándose hacia las rocas de la frontera.
Scar avanzó solo por la maleza, sintiendo el peso de las miradas a su espalda. Sabía que Mufasa lo seguiría tarde o temprano, con ese aire protector que lo sofocaba.
Pero no lo hizo
Estaba solo...
El viento arrastró el olor de las hienas, pero también algo más...
Sangre.
Siguió el rastro hasta encontrar restos dispersos de un antílope. Lo que quedaba eran huesos rotos, pero no parecía obra de las hienas. La carne había sido arrancada con garras más grandes, más precisas.
Un león...
Scar frunció el ceño.
Las hienas no cazaban presas tan grandes, no sin ayuda. ¿Había otro león rondando?
Pero la idea se disolvió cuando notó los surcos en la tierra. Patas torpes, pesadas. Esto no era un león en control. Era alguien desesperado.
El eco de Obasi volvió a sus pensamientos.
-"Eres débil."
Scar cerró los ojos, reprimiendo el temblor en sus patas.
No. No era débil.
S
car se detuvo cerca de un claro, donde la maleza se abría para dejar pasar la luz del atardecer. Su respiración era pesada, no por el cansancio, sino por el peso que sentía en su pecho. Cerró los ojos un momento, tratando de calmarse, cuando escuchó pasos tras de sí.
—Scar —llamó Mufasa con suavidad.
Scar no respondió, pero no se movió. Permaneció de espaldas, mirando el cielo despejado, como si ignorar a su hermano pudiera borrar la tensión que había entre ellos.
Mufasa se acercó lentamente, asegurándose de no invadir su espacio.
—Sé que estás molesto. Lo entiendo —continuó Mufasa, su tono tranquilo, casi conciliador—. Pero no quiero que esto quede así.
Scar soltó un suspiro largo y finalmente habló, sin girarse.
—¿Por qué viniste? Podrías haber regresado a la roca. Yo ya me alejé lo suficiente.
Mufasa dio un paso más, quedando a su lado.
—Porque no puedo ignorar cuando algo no está bien. Ni contigo ni con lo que viste en la frontera —admitió. Hizo una pausa antes de continuar—. Esa presa no fue tomada por hienas, y tú lo sabes.
Scar apretó los labios y, tras unos segundos, bajó la mirada. No podía mentirle y decir que no había visto los rastros,era evidente de que lo había seguido luego de que él se distrajera.
—No parece importar mucho lo que yo sepa o no, ¿cierto? Al final, tú siempre tomas las decisiones.
Mufasa negó lentamente, su voz cargada de sinceridad.
—Eso no es verdad, Scar. Tú eres parte de esto, de todo esto. No quiero hacerlo solo. Y si algo está amenazando nuestro hogar, lo enfrentaremos juntos.
Scar finalmente giró la cabeza, mirando a su hermano. Por un instante, su expresión mostró vulnerabilidad.
—¿Juntos? —repitió con un dejo de incredulidad.
Mufasa asintió.
—Siempre.
El viento sopló entre ellos, y Scar soltó una risa suave, más amarga que alegre. Pero esta vez, no se apartó.
—Entonces será mejor que no te quedes atrás, "hermano" —murmuró, comenzando a caminar de regreso hacia la Pride Rock.
Mufasa lo siguió sin dudar, dejando que el silencio del momento hablara más que las palabras.
Cuando regresaron al reino,Mufasa fue directo hacia la cima de la roca, mientras Scar se desvió hacia el grupo de leonas que descansaban bajo la sombra.
Sarabi y Sarafina estaban juntas, conversando en voz baja. Cuando Scar se acercó, Sarafina levantó la mirada, y una sonrisa juguetona apareció en sus labios.
—Ah, aquí viene el gran protector del reino —dijo Sarafina, sus ojos celestes fijos en Scar mientras la luz del atardecer bañaba la pradera en tonos cálidos.
Scar, que acababa de regresar de las fronteras, arqueó una ceja sin detenerse.
—¿Y tú qué sabes de proteger algo, Sarafina? —replicó, con un tono que mezclaba sarcasmo y cansancio.
Sarafina se levantó de donde estaba acostada, estirando sus patas con un aire despreocupado mientras caminaba hacia él.
—Tal vez no sé mucho, pero sé reconocer a alguien que carga demasiado peso en sus hombros... y tú pareces llevar más de lo que deberías.
Scar entrecerró los ojos, estudiándola. No estaba seguro de si lo estaba burlando o si, de alguna manera, hablaba en serio.
—¿Y eso qué importa? —respondió con desdén, desviando la mirada hacia el horizonte.
Sarabi, que estaba cerca, observando la escena con calma, soltó una risa baja.
—¿Otra vez, Sarafina? —comentó con una ceja levantada—. Deberías dejar de perseguir causas perdidas.
Sarafina giró la cabeza hacia ella, sonriendo con picardía.
—Tal vez me gustan las causas perdidas.
—O tal vez te gusta el drama —replicó Sarabi, divertida, mientras otras leonas comenzaban a unirse al grupo, interesadas en la conversación.
—¿De qué hablan? —intervino Duna, una de las más jóvenes, acercándose con curiosidad.
—De Scar y su eterna nube de tormenta —dijo Sarafina, lanzándole una mirada rápida al aludido.
Scar bufó, apartando la mirada, pero su oreja giró ligeramente hacia ellas, traicionando su aparente indiferencia.
—Dejen de hablar de mí como si no estuviera aquí —gruñó, aunque su tono carecía de verdadera ira.
—Oh, lo sentimos, gran protector de las tierras del reino! —dijo Sarabi, con una inclinación exagerada de la cabeza, lo que provocó que algunas de las leonas rieran entre dientes.
Sarafina, sin embargo, no se dejó llevar por las bromas. Se sentó cerca de Scar, sin invadir su espacio, pero lo suficientemente cerca como para que él notara su presencia. Sus ojos claros lo observaron con una mezcla de curiosidad y algo más que Scar no pudo identificar de inmediato.
—No todos están contra ti, Scar —dijo ella, su voz más baja esta vez, casi un susurro que solo él pudo escuchar.
Por un momento, él no respondió. Las otras leonas continuaron hablando entre ellas, pero Scar apenas escuchó sus voces.
Finalmente, miró a Sarafina de reojo, estudiando la sinceridad en sus palabras.
—Tal vez no lo están... —murmuró, antes de levantarse y caminar hacia una roca cercana, alejándose de las miradas inquisitivas.
Sarafina lo observó irse, mientras las demás leonas retomaban sus conversaciones con risas suaves y comentarios que no parecían importar tanto.
Sarabi se acercó a Sarafina, apoyando su cabeza contra la de su amiga.
—Siempre tan testarudo.
Sarafina sonrió con suavidad, sin apartar la vista de Scar.
—Si... pero creo que hay algo más bajo esa coraza.
☆
☆
Cenizas en el Horizonte
Esa noche, Scar permaneció despierto, observando las estrellas. Pensaba en las marcas de las hienas, en las palabras de Mufasa, pero también en los ojos de Sarafina y la forma en que lo miraban, como si hubiera algo más en él que nadie más podía ver.
"Eres débil."
La voz de Obasi resonó en su mente, pero Scar la ignoró. Cerró los ojos y, por un momento, se permitió imaginar un futuro diferente, uno donde las estrellas no brillaran solo para Mufasa
𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟𓆝 𓆟 𓆞 𓆝 𓆟
ˏˋ⋆ ᴡ ᴇ ʟ ᴄ ᴏ ᴍ ᴇ ⋆ˊˎ-
Lo que acaba de comenzar no es solo una historia. Es una guerra, una lucha a muerte por el alma del reino, y lo más oscuro está a punto de desatarse. Las sombras que acechan a Mufasa y Scar se hacen más profundas, más cercanas. El precio de su rivalidad no es solo el poder... es todo lo que los une y todo lo que los destruye.
¿Hasta dónde están dispuestos a llegar para obtener lo que quieren?... este es solo el comienzo de lo que está por venir.
Gracias por acompañarme en este viaje oscuro y lleno de venganza.La historia que estás leyendo apenas está comenzando, pero lo que viene... lo que viene hará que todo lo demás parezca solo un suspiro.
Con mi cariño y emoción :°•luvvstp ☾ ^᪲᪲•°
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