𝐿𝑎 𝑓𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑛𝑜𝑠 𝑎𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑎𝑏𝑎 𝑎 𝑑𝑖𝑎𝑟𝑖𝑜.

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Las cosas habían cambiado un poco, quizás mucho, no estoy seguro porque los cambios se iban haciendo a mi paso, de tal manera que no podía notarlos pero sin embargo eran pequeñas victorias que atesoraba en mi corazón.

Las mañanas eran simples, despertar asfixiado entre dos brazos ajenos a mi, quizás con un poco de baba en el hombro también, y por más que le repito a Taehyung que usara algo más que su ropa interior para dormir él me ignoraba por completo.

Siempre despertaba primero en la casa y me encargaba del desayuno y recoger algo que habíamos olvidado el día anterior, el pequeño Tannie corría con sus pequeñas patitas mientras me ladraba felizmente y yo trataba de ignorarlo, no quería admitirlo pero me gustaba mucho el cachorrito, pero no lo admitiría y mucho menos en frente de Tae.

Extrañaba mucho a Summi, cuando está se dio cuenta de que era capaz  de cuidarme y que Taehyung se mantendría a mi lado, ella decidió que era hora de rehacer su vida, se casó con mi antiguo director Kim Namjoon, y yo no tenía idea que ellos se frecuentaban, ja, lo mejor de todo es que era feliz y estaban recorriendo el mundo mientras se tomaban fotos por todos lados. A veces me ponía muy triste extrañando su presencia pero estaba feliz por ella, muy feliz, además prometió que vendría a visitarme para mi cumpleaños y una vez terminara con su divertida luna de miel regresaría junto al señor Kim y viviría cerca de casa.

Con respecto a la editorial, todo seguía tan bien como siempre, mis libros seguían siendo un éxito rotundo y aun no me aburría escribir, aunque no puedo negar que después de una pequeña apuesta con Taehyung me había interesado un poco demasiado en la cocina, ahora era muy bueno y dejaba a Tae con la boca abierta cada que probaba mis nuevas recetas vegetarianas.

Tambien me había interesado en la pintura cuando el nuevo ilustrador arruinaba mis libros con portadas horribles decidí que yo mismo las haría, por lo que luego de tener listo el desayuno me sentaba en el enorme sofá con las piernas cruzadas y mi tablet en una mano y en la otra mi lápiz digital. Taehyung despertaba siempre unos treinta minutos después y desayunábamos juntos, luego él iba a la editorial y yo encerraba en mi habitación hasta terminar algún escrito pendiente o hasta que diera la hora para ir a una de mis consultas rutinarias con el psicólogo para cerrar esos ciclos que aunque fuera en rara vez aun me atormentaban.

En general esa era mi vida.

La tranquilidad era la que reinaba siempre entre esas cuatro paredes junto a las conversaciones constantes y el ansia por amarnos que aun con el pasar de los años seguía vigente.

Y la felicidad, esa era la que nos acompañaba a diario.

Yo había decidido con Taehyung, que le daríamos un poco de felicidad a alguien más como Summi lo había hecho conmigo.

Y cinco años después cuando yo había cumplido mis 26 años y Taehyung sus treinta nos casamos, fue difícil, porque la sociedad aún miraba mal a las parejas homosexuales pero lo logramos. Nos casamos en una ceremonia privada e íntima donde sólo estuvieron las personas necesarias y luego de eso adoptamos a Sofy, una chiquilla con una condición especial que la hacía ser la niña más bella de todo el mundo, ella había nacido con Síndrome de Down, pero el brillo de sus ojos cuando nos conocimos me hizo saber que estábamos tomando la decisión correcta, y después de unos cuantos trámites la llevamos a casa.

Y así fue mi vida luego de haber besado a Taehyung por primera vez.

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