𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝐼: 𝑃𝑟𝑜́𝑙𝑜𝑔𝑜.

𝐸𝑙 𝑗𝑢𝑔𝑢𝑒𝑡𝑒 𝑑𝑒 𝑃𝑎𝑝𝑎́

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La vida para mí, no ha sido fácil, igual que para todos en algún momento, por lo que no me siento nada especial, solo fui uno más del montón.

Nací sietemesino un primero de septiembre una calurosa noche, fui delgado y enfermizo, la lluvia de cabellos negros en mi cabecita hizo a mi padre dudar y mi madre al verse abandonada no dudo en repetir lo mismo conmigo, por lo que dejarme solo en una de las incubadoras especiales del hospital no fue problema, no tenía nombre, no tenía padres y ningún otro familiar que viera por mi. Me cuidaron y trataron con cariño todo el tiempo que duró el tratamiento de mi enfermedad en el hospital, nací con un pequeño soplo en el corazón y fui feliz rodeado de enfermeras y doctores, hasta que llegó el día en el que estaba completamente sano, las salas blancas y el olor a alcohol me dijeron adiós y la oscuridad de un edificio sin las mejores condiciones me recibió, el orfanato "Fix Yourself" no tenía apoyo económico del gobierno por lo que era normal que las paredes se encontrasen mohosas y el piso encementado, que las goteras mojaran las literas y los niños sin nada que comer y yo fui el que peor la pasó.

Era débil, mis piernitas cortas no podían seguir el ritmo de mis "hermanos" y ellos solían dejarme atrás en el ciclo de crecimiento. Con dos años aún no tenía un nombre, así que para dirigirse a mí se inventan muchísimos apodos con los que no me sentía cómodo.

La humedad del lugar hacía que mis pulmones se resintieran por lo que enfermarme era el pan de todos los días, las cuidadoras se cansaron de cuidarme y ya era normal que la fiebre acabara conmigo dejándome inconsciente por horas, mas nadie acudía a mi rescate.

Fui adoptado tiempo después, increíblemente el niño atrasado del orfanato fue llevado lejos de allí por una familia que había perdido hacía unos años a su hijo y decidieron llenar el vacío de su ausencia conmigo, no me quejaba, la casa era grande y aunque me agitara por estar jugando con el perrito nadie me regañaba y qué decir de las limonadas de madre, eran las mejores.

- ¿Jungkook? - ese era mi nombre, por fin, alguien se dignó a darme uno, y me puso feliz el saber que llevaría el nombre del que pudo haber sido mi hermano si la vida lo hubiese permitido. - ¿Estás ahí pequeño? - preguntó "madre" mientras levantaba su mirada del grueso libro que llevaba entre sus dedos delgados, las gafas de pasta gruesa rodaron un poco por el puente de su nariz mientras ella me sonreía. El ramo de jazmines adornaba el centro de la mesa. - Sabes, mañana es tu primer día de clases, ¿Estas emocionado?

¿Lo estaba?

Yo como niño de cuatro años soñaba con ir a la escuela, para conocer a más personas cercanas a mi edad, aprender y salir de las cuatro paredes de siempre, hacía ya varios dias que tenia preparado todo lo que llevaría y le había dicho a Rulos, mi hamster, que no se pusiera triste cuando me fuera que regresaría pronto a contarle todo.

- ¿Conoceré a otros niños? - pregunte con mi voz aniñada y mamá sonrió.

- Por supuesto, harás muchos amigos, y aprenderás mucho.

Y quizás ciegamente le creí.

Mi corazoncito estaba un poquito dañado desde mi nacimiento pero mi cerebro compenso eso.

CI: 132, había revelado la prueba a la que me sometieron cuando mis profesores no dejaban de quejarse por mi falta de atención en clases, y no era mi culpa, todo lo que ellos se esforzaban en enseñarme ya lo sabía y me aburría muchísimo en el salon.

Mis padres orgullosos me sacaron del colegio, y me matricularon en uno más "Apto para mis capacidades" con maestros explotadores y niños sin almas. Pero era feliz, los ramos de jazmines no faltaban cada que sacaba un sobresaliente y con apenas seis años estaba culminando la primaria, y me sentía orgulloso y quizás un poco engreído, creía que podía con el mundo a esa edad, me aburría salir a jugar y prefería quedarme en casa intentando ser incluso mejor de lo que ya era, quería ser brillante, quería ser el rey del mundo.

Pero un día, los jazmines desaparecieron.

Y mamá.

También lo hizo.

Padre estaba destruido, por lo que escuche alguna vez mamá le fue infiel y se largó del país con su mejor amigo. Y yo no entendía, y era raro porque era muy inteligente, ¿qué fue lo que vio en otro cuando papá era genial?, me preguntaba todas las noches que la esperaba hasta tarde para que viniera a contarme esos aburridos cuentos que tanto odiaba, y quizás, descubrí ese porque mucho antes de haberlo querido.

Ese día me había levantado temprano, preparé mi desayuno como acostumbraba a hacer desde que mamá se había marchado, tenía que apurarme un poco porque papá había olvidado pagar el servicio de autobús para ir a la escuela, yo acababa de cumplir siete años y me sentía el más inteligente de todos por lo que sin problemas agarré de la billetera de papá lo necesario para costear el transporte que usaría ese día para desplazarse, justo lo necesario, ni más ni menos y salí decidido, llegue a la escuela y estuve toda la jornada como siempre, siendo el más inteligente de todos.

Y cuando la campana sonó alta y clara salí y me senté en la banca de siempre.

Espere, espere y espere a que papá me recogiera luego de clases como siempre, pero cuando el sol desapareció me di cuenta de que él no vendría, estaba solo y no sabía cómo haría para volver, no tenía dinero, no tenía un celular, pero tenía mi cerebro y recordaba exactamente la ruta para regresar, el problema era que debía hacerlo caminando. Aun a sabiendas del riesgo lo hice, tomando mis descansos cuando el aire me faltaba llegue a casa, el reloj de Iron Man que llevaba en mi muñeca derecha marcaba las nueve y treinta de la noche, el aire era frío y los árboles se movían con violencia, era aterrador, por lo que con rapidez entre a casa, no me fue difícil porque la puerta estaba abierta y el olor a alcohol reinaba en el lugar, era extraño. Las voces en el interior incrementaron mientras más pasos daba, llegue a la cocina y estaba hecha un desastre, personas extrañas regadas por el suelo, la mesa que mamá tenía siempre muy organizada con el jarrón de jazmines ahora estaba llena de jeringas que un líquido transparente, un polvo blanquecino y cenizas de cigarros.

Los murmullos no cesaban y me hicieron entender que esas personas inconscientes no eran las únicas en casa, caminé a mi habitación y allí estaba mi padre en una posición extraña con una mujer desnuda que gritaba, contuve mi aliento sin entender, o quizás sí entendía un poquito lo que estaba pasando.

Lo que definitivamente me voló la cabeza fue cuando mi padre y yo hicimos contacto visual, él detuvo sus movimientos frenéticos y sonriendo macabramente se me acercó, con la lamparita en forma de nave espacial que adornaba mi escritorio golpeo mi cabeza, solo sentí que mis sentidos se iban apagando completamente y el mundo se desaparecía, me golpee otra vez cuando impacte con el suelo, y ese día me convertí en el caramelito de cinco hombres y una mujer, en el juguete de mi padre.


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Sɩʋᥱຕყ



Gracias por leer.

¿Qué les pareció? ¿Estuvo muy mal?

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