Epílogo pt. 2

Sus vidas habían mejorado.

Y no lo decía porque a cada vez que abría los ojos, se sentía que era una persona llena de energía, que tenía más que un día por delante.

Lo decía porque es una persona llena de energía, que tenía más que un día por delante. Sumándole que tenia un dulce novio (casi esposo) con el cual despertar.

Luego de que todo fue mejorando, más en sí mismo, la rutina cambió por completo: ya no despertaban solos, sino juntos, y estaba seguro de que ninguno de los dos salía de la cama sin ver el rostro completamente adormilado, o sin siquiera escuchar su voz. Desayunaban juntos y luego cada uno se repartía hacia sus respectivos lugares de trabajo. Minho se encargó de todas las empresas y Jisung pudo retomar la universidad.

Fue hace exactamente dos meses atrás, en donde las ganancias habían aumentado y además del festejo de su boda, que se estaba aproximando, ambos se pudieron dar el lujo de empezar con los planes de una cafetería en el centro.

Claramente, Minho fue el de la idea, dándole el primer plano como regalo de cumpleaños a Jisung, quien enseguida aceptó, tomando el lugar como gerente, y no solo eso, sino a cargo de la repostería.

Su vida había dado un giro rotundo, en donde todos sus puntos de vista eran más que positivos, y que poco a poco fue apagando su lado pesimista, pues aquello le traía malos recuerdos.

Pero no del todo, ya que reconocía aquellos cinco meses de sufrimiento, como un camino de lucha, que no muchos pueden llegar a superar. Así que estaba viviendo, viéndole el lado bueno de la vida, y aceptando el por qué fue elegido.

Estaba viviendo por aquellos que no pudieron.

No iba a mentir, tenía sus altibajos, más que nada en los chequeos diarios que se hacía, cada dos meses, la idea de que aquel calvario comience de nuevo lo aterraba. Sin embargo, si eso sucedería, tenia la sensación de que se iría de allí, ya habiendo tachado todos sus deseos, así que si, moriría feliz.

—¿En qué piensas y por que no en es en la película? —pregunto Minho, dejando el saco a un lado y sacándose la corbata, para luego desprenderse un par de botones de la camisa. Se sentó junto a Jisung, quien estaba en el sofá junta a una taza de café, mirando una película, la misma se trata sobre una madre, que hace lo imposible para curar a su hija, la cual tenia cáncer.

—En nuestra boda —se llevó la taza de café hacia la boca, pero la acusación que Lee hizo no dejó que tragara ningún sorbo.

—Mientes, siempre haces eso, de llevarte algo a la boca, o es el vaso, o cualquier cosa que tengas para comer, o sino, los dedos para morderte las uñas. No me mientas —a pesar de que lo descubrió, su voz no sonaba ni siquiera molesta sino que sonó dulce. 

Tardó en contestar, ya que esperó a que se acomodara sobre su hombro. Largó un suspiro y respondió.

—Pensaba en los análisis diarios que me hago, temiendo por el resultado cada vez que tengo el papel entre mis manos. Y pensaba en que si alguna vez, da positivo, y no lo supero, me iría feliz, porque ya hice todo lo que alguna vez me propuse.

—Y yo que pensé que lo pesimista se te había ido, pero eres un chico realmente necio. Ahora bebé, déjame corregirte, hay dos cosas que aun no has hecho, ¿sabes cuales?

—Supongo que el casarnos es una, pero la otra desconozco —Minho lo miró, un poco ofendido, porque no sabia algo que era obvio.

—No me has besado. En todo el día —Jisung rodó los ojos—. No, no tienes el derecho de hacer esa cara. Bésame —estiró sus labios en un pico, pero el menor hizo caso omiso.

—No, ni siquiera deberías estar aquí, sino con Hyunjin. Sabes que trae mala suerte, mañana nos casamos —el mayor hizo un pequeño pucherito.

—No creas en esas cosas. Besito.

—¿Si sabes a donde vamos si ese besito se convierte en otra cosa, verdad?

—Felicidades, adivinaste lo que realmente quería.

—Ay, Lee —volvió a rodar los ojos, pero esa vez cediendo ante el beso, el cual poco a poco escaló a más.

Y allí, entre gemidos, suspiros y sudor, pasaron la noche más importantes de sus vidas; la que le daba la bienvenida a una vida llena de salud, alegría e incluso tristeza. Pero ambos se llenaron de esa positividad que no sabían de donde salía, pero había algo que no debían negar: se convirtieron en el cable a tierra del otro, y Jisung supo, que era así como se debía afrontar  las adversidades de la misma.

Sus vidas habían mejorado.

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