9; Agradecerles a sus amigos.
Minho abrió de par en par sus ojos, como si su propio cuerpo le hubiese advertido que algo estaba pasando. Cuando notó que Jisung no estaba en la habitación, se puso de pie de inmediato, pasó por la cocina, pero no estaba preparando el desayuno, y tampoco estaba sobre la mesa, así que era obvio que ni siquiera estuvo por ahí. La única puerta que le quedaba por abrir, era la del baño, y le daba cierto miedo la escena que podía encontrarse delante de sus ojos.
Sin embargo, fue acercándose cada vez más, y a su vez, fruncía su ceño por un extraño ruido que no reconocía, no eran vómitos, lo que agradecía internamente, aun así, abrió lentamente la puerta, encontrándose al menor, frente al espejo y con una maquina que después de varios segundos, pudo descifrar que era para cortar el cabello. Claramente lo encontró con el aparato sobe su cabeza, lo que lo hacia medio obvio, pero la sorpresa era tanto, y dado el hecho de que recién se despertaba, no podía conectar dos neuronas.
—¿Qué diablos...? —Jisung lo miró con una sonrisa media triste, ya que ni siquiera le avisó de su impulso, solo corrió a hacerlo—. Jamás debí tragarme el cuento ese de "no estoy listo para despedirme de mi cabello" —imitó su voz, y el menor volvió a sonreír, esta vez sin tristeza.
—Sabes como soy... fue un impulso, si te lo contaba o lo pensaba mucho, probablemente me arrepentiría. Así que salí de la cama y solo enchufé y ahora no hay vuelta atrás...
—Me ofende que no me hayas llamado, pero al fin y al cabo, siempre sera tu decisión sobre qué hacer al respecto... —lo miró aun más estupefacto, porque tenia dos líneas totalmente blancas en el centro de su cabeza y no sabia si llorar o reir.
—¿Por qué miras? ¿Me queda muy mal?
—No bebé, no es eso... no pensé que lo fueras a hacer... te ves gracioso —Jisung rió, un poco tímido.
—Me alegra que hayas llegado, porque ya me estaba cansando, ¿quieres hacer los honores?
—Claro, siéntate.
Jisung le sonrió y fue en busca de la banqueta que estaba en uno de los rincones. Luego de haberse sentado, Minho preparó de nuevo la máquina y fue pasándola despacio, no tan directo como el menor lo había hecho, eso se podía considerar un desastre.
Fue pasando la máquina delicadamente, no sabia si le podía doler, ya que las veces en las que él fue a cortarse el cabello y aunque la peluquera usaba el mismo aparato, por ende no sentía dolor alguno, sin embargo, en Minho, la frase "todo puede pasar, cuando menos te lo espere", estaba bastante presente y mucho más a partir del dia en que Jisung le dijo que tenia cáncer.
Notaba lo débil que estaba últimamente, se cansaba mucho y el brillo en él se iba apagando día a día. Las ojeras comenzaron a notarse y sus labios se partían con facilidad, sumando a que el castaño era terco, no le escuchaba cuando le decía que no debía sacarse la pielcita, porque se terminaba lastimando.
Cabello tras cabello iba cayendo, quedando en el suelo, esparcido por cada esquina y hasta en sus pies descalzos. Siempre se había quedado encantado con la suavidad que este poseía, quizás por eso le encantaba acariciar cada vez que podía el cabello castaño, porque sentía mucho más que calidez y calma.
Acariciarlo resolvía todo.
Sin embargo, sabia que no era el fin, al menos tendría sus mejillas, podía hundir sus dedos allí y sentir la misma felicidad de siempre. Podría apretarlas, ¿acaso sabían que esos mofletes eran su adicción? Era sabido porque no había día en que no las hubiese apretado. Luego estaban sus manos, estas también las adoraba, tenia pequeños dedos, tanto que a veces se le dificultaba agarrar varias cosas a la vez, así que ahí estaba él, para sacarle esas cosas y dejarlas en el suelo con desinterés, para tomar su mano, que era lo más importante.
Pero siempre había algo que le hacia dudar y era si... lo iba a tener para toda su vida. Por que no había día en el que pensaba en que algún momento, entraría por la puerta y notaria un vacío inmenso, no solo en el departamento, sino en su interior. Y estaba seguro que cuando eso pase, un nuevo Lee Minho también comenzaría, pero tenia miedo.
Tenia miedo porque no sabia estar solo, no sabia estar sin la compañía de Jisung.
—¿Por qué lloras, Min? —se dio la vuelta para notar el rostro mucho más triste que cuando lo habia visto por el espejo.
—Porque aun no estoy listo —Jisung hizo un pucherito, había entendido a la perfección lo que quiso decir.
Se levantó lentamente de la banca para ir hacia a su novio y abrazarlo fuertemente, quien se rompió por completo ni bien el menor paso sus brazos alrededor de su cuello.
—No estoy listo para lo que puede llegar a pasar, Sunggie... no quiero que te vayas, aun hay muchos viajes por hacer hacer... aun quiero ir a Francia para follarte en cada rincón —Jisung largó una carcajada, solo Lee tenia ese poder de convertir algo totalmente triste en puro chiste.
—Pensé que te habías olvidado.
—No, no olvido las promesas que te he hecho, es lo primero que cumpliré cuando empieces a mejorar.
Jisung se separó y se colocó a una distacia perfecta para que ambos puedan verse mutuamente. El menor, terminó asintiento.
—Hace dos segundos dijiste lo contrario.
—Son momentos en los que me bugueo.
—Ah, ya veo —ambos se miraron, intentando aguantar las risas, pero eso no funcionó, así que ambos terminaron estallando en carcajadas.
—¿Te sientes bien y con energía?
El castaño volvió a sentarse, tras sentirse un poco mareado. Minho notó aquello, y apagó la máquina, la cual no utilizaría más, puesto que ya había rapado toda la cabeza.
—Si descanso todo el día, llegaré para la noche. Tengo muchas ganas de ir, por más que me sienta mal...
—¿No quieres que, en vez de ir hacia el restaurante, hagamos aquí la comida?
El menor se colocó sobre la cabeza una gorra que había llevado con anticipación, para después rodear con sus débiles brazos el torso de Minho y abrazarlo, sintiendo como las manos ajenas se colaban por su cuello.
—Veremos en la tarde, ¿puedes comunicarles el posible cambio? Podríamos hacer karaoke aquí también.
—Oh, tienes razón, no compramos eso para que este de adorno... Oye, en vez de preocuparnos por la noche, ¿qué quieres desayunar?
—Nada en realidad —dijo negando, totalmente convencido de su decisión.
—Genial, preparo dos cafés, ¿quieres cheescake o pastel de chocolate? Puedo ir a la cafetería que está al lado.
Jisung largó una risa, para luego levantar levemente su mirada y toparse con una preciosa sonrisa por parte de su novio.
—Si no tienes energías, ¿cómo crees que dejaré que no comas? Es más, en vez del café, te pediré jugo de naranja, el azúcar es como tu droga, solo espero que no andes saltando por la casa luego de ingerir dos tragos —escuchó nuevamente la carcajada de Jisung y eso fue más que un mimo al alma—. Vamos a la cama, no me iré hasta que vea que te quedes quieto.
Ayudó a que se levantara de la banca, pero lo que no se esperaba es que alce sus brazos, en señal de que quería que lo cargara, junto a una carita del Gato con Botas. Se dejó convencer fácilmente, así que lo cargó, dirigiéndose enseguida hacia a la habitación.
—Tengo un bebé bastante grande —canturreó.
Recibiendo un dulce beso en su mejilla, junto a una sonrisa tímida.
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La noche se había acentuado, estómagos llenos y cuerpos medios embriagados, se dejaban llevar por la música, lo que dejaba escenas sumamente graciosas.
Sin embargo, Jisung solo veía aquello, no había cantado ni una sola canción y eso que tenia altas expectativas de devorar el karaoke. La verdad se resumía en que estaba débil, fue empeorando con el paso de los minutos, y aquello que fue una posibilidad, fue envuelto en una verdad: no pudieron salir a ningún restaurante, sino que comieron en su departamento.
—¿Quieres deleitarnos con tu dulce voz? —habló Minho detrás de él, susurrándole en el oído.
Jisung se giró un poco y notó que este le estaba extendiendo el micrófono. Las ganas de cantar se le habían ido, pero en sí, había otra razón por la cual insistió en que la noche de sábado se convierta en una llena de felicidad y amistad. Tenia que tachar el noveno deseo de su lista, y era mejor hacerlo ahora.
Tomó lo que el mayor le entregaba y comenzó a escuchar la voz de su novio, en como estaba pidiendo silencio, mientras él, se paraba de su asiento, como podía.
—En realidad no voy a cantar, no tengo ánimos... —dejo el micrófono un poco más abajo que su barbilla y decidió no mirarlos, por ende, agachó la mirada, viendo de reojo como Lee tomaba asiento en la primera fila, es decir, en el sofá, con orbes mucho más que brillantes—. Hoy me he sentido demasiado mal en todo el día, y hubiese querido que sea algo del estómago, pero estoy demasiado débil... hoy específicamente, no quería cancelar porque los quería ver y verlos a ustedes disfrutar de la vida... Hmm... —hizo una pausa, para pensar lo que haría—. Voy a ir al punto; no creo tener mucho tiempo, así que quería verlos a todos juntos por última vez, quizás no, y este momento quedara de recuerdo como Jisung siendo un pesimista e idiota. Me encantaría poder decir lo contrario, decir que estoy bien y poder bailar con ustedes, pero la verdad es que a cada vez que hablo y más en este momento, me siento más débil y ahora mismo todo esta dando vueltas —trató de decir algo gracioso, para disipar la tensión, pero en cuanto los observó de reojo, solo vio expresiones de dolor—. Así que me queda por decir, gracias. Gracias Felix por ser la luz de este grupo, no me imagino una vida en la que no estuvieras. Seungmin... solamente te agradezco por ser tú, y sacarme una sonrisa en momentos inesperados, Innie... eres tan dulce que me derrito estando contigo, solo no dejes que Hyunjin te cambie ese aura angelical que tienes y juro... que en otra vida, si te hubiese ganado las veinte partidas seguidas del LOL. Hyunjin, trata de dejar de ser tan drama queen, no puede ser que todo te afecte a nivel de hacer tanto dramatismo, pero sin ti, las situaciones serias, no hubiesen sido situaciones serias, ¿si sabes a lo que me refiero...? Changbin... solo te agradezco porque junto a Chan, ambos me han enseñado que luego de la muerte de mis padres, pude tener otra familia... y ser el cable a tierra del grupo y más el de Minho, que... —poco a poco fue levantando su mirada para observarlos estupefactos, más o menos. Sus semblantes iban de sorprendidos a uno de tristeza, y ese era específicamente parte de Minho, la persona a la que ahora le dedicaba sus palabras—. ¿Tú ya sabes lo que siento por ti, verdad? Tú eres mi cable a tierra, la única persona que puede convencerme de que hay una salida y es por eso que te agradezco... —su corazón comenzó a palpitar a un ritmo errático y percibió como el aire le iba faltando poco a poco, sintiéndose totalmente mareado—. A-A todos... les agra-agradezco a todos por... ayudarme y g-guiarme en todo este proceso, que...
Minho se levantó de inmediato cuando comenzó a escuchar la voz fallida del menor, y sobre todo cuando estaba tocándose el pecho y la garganta. Sin embargo, para cuando llegó hacia su novio, él había caído entre sus brazos.
Totalmente inconsciente.
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