2; Subirse a una montaña rusa.

El sol entraba por la ventana e iluminaba toda la habitación. Ya eran las once y treinta de la mañana y parecía que Minho no quería abrir sus ojos.

En cambio, Jisung, quien se sentia con muchas energias, pensó que sería buena idea tachar su segundo deseo antes de morir, y eso debía llevarse a cabo junto a todos sus amigos: Felix y Chan, Hyunjin y Jeongin, Changbin y Seungmin. Mandó mensajes por el grupo que tenían en común, porque no le veia sentido al hacerlo por privado y la idea de hacerlo, ya le cansaba.

Irían al parque de diversiones, ya estaba planeado.

—Minho, deja de roncar y vístete, nos iremos en unas horas —dijo, sacudiendo el cuerpo del mayor, recibiendo quejidos de su parte y que solo se acomodara, para seguir durmiendo—. Entonces llamaré a Jaehyun para que va...

—¡Estoy levantado! —exclamó, sentándose en la cama, sintiendo aún la almohada en su cara.

Sí, aquel chico fue como un grano en el culo en la preparatoria. No dejaba a Jisung  en paz, y cuando ellos anunciaron su noviazgo,  Jaehyun supo cuál era su lugar y se alejó de Jisung, pero cada vez que podia, le coqueteaba.

Minho aclaró un par de temas con él, presentándole sus dos mejores amigas: puño derecho y puño izquierdo. Sin embargo, el chico fue inteligente y entendió a la primera. Aún así, él nunca planteó iniciativa de querer algo serio con alguna persona, y el hecho de que esté cerca de Jisung, sabiendo su pasado y el término de "amigos" que los tres tenian, prefería evitar problemas.

En realidad, evitar celos, porque sabía que Jisung jamás le mentiría. Confíaba en su novio, pero no en Jaehyun. Así era.

—Eres cruel, Jisunggie —dijo, antes de bostezar y estirar su cuerpo.

Se quedó unos segundos viendo a la nada, como si se hubiese desconectado del mundo y su cabeza se hubiese puesto en blanco, ya que no pensaba en nada. Y de repente, supo que tenía a Jisung a su lado, y las ganas de envolverlo en sus brazos y llenarle el rostro de besos, crecieron en él como nunca antes. Así que se volteó y tiró del menor cómo si fuese una pluma y lo abrazó, dejándole un beso en la mejilla.

—Primero, buenos dias, después me amenzas con llamar al otro —bromeó, dejando otro par de besos.

—No digas eso, Honnie, no hay otro. O por ahora no hay necesidad —quiso estar serio, pero las risas lo ganaron, más cuando Minho colocó su semblante serio.

—Chistocito. ¿A dónde iremos? ¿Te sientes bien como para hacerlo? ¿Has comido algo?

—Honnie, respira —pidió, sentandose a su frente y colocando sus manos en sus hombros—. Me siento demasiado bien y con energía, por eso iremos al parque de diversiones. Y sí, desayuné, te preparé tu parte, pero ahora almorzaremos. Así que mientras te duchas, cocino. Y luego iremos todos al parque de diversiones.

—Voy a ignorar el hecho de que me dijiste indirectamente que huelo mal y voy a pasar a decirte que, no hagas muchas cosas tan seguido, ¿sí? Podemos pedir y llegará enseguida.

—No, Honnie, quiero cocinar, ¡estoy bien! —ladeó su cabeza y abrió sus ojos, encontrando los orbes oscuros de Lee.

Unos llenos de confusión y disconformidad.

—Solo quiero cuidarte. Te cansas mucho... no quiero que llegues a un límite y que te desmayes o que suceda algo peor.

—¿El final de nuestra linda historia?

Las facciones de Minho cambiaron por completo. Las palabras se esfumaron, así como el viento movia una hoja, hasta llevarla lejos, o cuando las olas borran lo escrito sobre la arena en la orilla. Entonces pensó, aquél corazón que dibujaron en el mismo lugar, en algunas de sus escapadas fuera de Corea, en donde sellaron su amor eterno, ¿también se habrá borrado por la culpa de la fuerza del agua?

Porque no quería que la fuerza del cáncer se llevara a su Jisunggie.

—No —espetó, sintiendo sus ojos humedecerse—. No digas esas cosas, basta.

—Lo siento, solo se me escapó. No quise ponerte mal... Honnie, lo siento —pidió, limpiando las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas—. Lo siento.

—Sé que lo sientes, pero por favor, no vayas diciendo esas cosas... Entiende que saldremos de esto. Tú saldras, porque sé que eres fuerte, ¿entendido? —Jisung asintió.

—Honnie, te amo con mi vida, ¿nunca lo olvidarás, verdad?

—Te amo también. ¡Deja de decir esas cosas! —exclamó, antes de empezar una guerra de cosquillas.

Risas, besos y cariños, eso era la vida de Jisung.

Y sobre todo Minho; no había vida sin Minho.

———————————————

La noche se estaba acercando, por ende, el atardecer dejaba colores que alegraban lo poco que quedaba de la salida grupal.

Aunque Minho no pudiera disfrutar de los colores rosados y violetas que el cielo le presentaba, podia admirar los preciosos ojos y la expresión de encanto que Jisung tenía en su rostro, cada vez que le ponia atención.

Tampoco podía disfrutar mucho, ya que desde que le diagnosticaron leucemia, era la primer salida tan alborotada que tenían, y estaba cagado hasta las patas, de que se desmaye o algo. Claro que a cada tanto le hacía descansar, tomar agua y comer algo, a pesar que no tuviese hambre.

Pero la hora se aproximaba y lo que se estaba enfrentando ahora era una enorme fila para la montaña rusa. Su novio no dejó de hablar de este juego en cuestión, entendía la emoción... O tal vez no, ¿qué emoción había en sentir una caida libre? ¿O que el cinturón de seguridad no sea tan seguro? ¿O la sensación de salir volando?

—¿Estás seguro? —volvió a preguntarle.

Jisung lo miró y llevó sus manos hasta el rostro del ajeno, le dejó un suave beso en los labios, para luego mirarlo a los ojos y susurrarle:

—Miedoso.

—Sabes que no es por mi. No quiero que te pase algo.

—No me pasará nada, Honnie. Estoy bien, estoy con mucha energía y quiero aprovechar eso... Pero si tú no te sientes cómodo, quédate aqui, Felix se sube conmigo.

—No quiero dejarte solo, eso es todo.

—Y yo no quiero que te descuides por cuidarme. No te gusta esto, quedate aqui, ¿sí? No quiero que tú te desmayes —dijo, a modo de broma, recibiendo una sonrisa por parte de Lee.

—Está bien, me quedaré, pero ni bien salgas de esa cosa, iré a abrazarte.

—Te esperaré entonces.

Ambos se besaron y lo único que vió luego, era a Jisung subiendose a uno de los vagones junto a Felix, entre risas por la emoción. Y lo vio partir, para luego escuchar gritos eufóricos por la velocidad de las caidas.

Minho largó un suspiro, siendo observado por Changbin, quien no dijo nada, pero entendía la preocupación.

—Relájate —murmuró, notando como el mayor no dejaba de suspirar o de pasar sus manos por su cabello.

—No puedo, no. Changbin, no sé cómo decirle que pare, eso lo perjudica. Estuvo corriendo, saltando y... y... eso puede terminar en un colapso, pero él no entiende.

Seo apoyó sus manos en sus hombros al escuchar como su voz se quebraba con cada palabra, para.demostrarle que estaba allí, por si necesitaba apoyo.

—Minho, nadie más que él sabe cual es su límite. Solo piensa, que quizás con la quimioterapia esté mejorando y su estado no está tan grave como antes. Es una señal, quizas así no necesite trasplante de médula.

Minho miró a Changbin. Sus ojos brillaron ante las palabras de su amigo y una sonrisa se acentuó por sus labios, sus lágrimas comenzaron a caer.

—Él está mejorando. Él está mejorando. Mi Sunggie no se morirá...

Seo abrazó a Lee, quien también estaba feliz por el progreso de su amigo. Ambos se separaron cuando un grupo de personas se acercaban contentos, aún llenos de adrenalina y pidiendo ir a  más juegos parecidos a la montaña.

—¡Honnie! —gritó Jisung, que estaba corriendo hacia la dirección de su novio.

El mayor fue corriendo hacia Jisung, contento, demasiado feliz por él. Sin embargo, el mareo que el menor tuvo, logró que perdiera el equilibrio, pero pudo sostenerse de Minho.

—¿Jisung?

Minho sintió que toda la felicidad que obtuvo por segundos, se esfumó de la misma manera en la que llegó.

Su Sunggie había caído desmayado entre sus brazos.

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