𝟎𝟐
𝟎𝟐
❝ But God Can Be Funny ❞
Jueves.
A veces las cosas más obvias son las más difíciles de descubrir. Matt, por ejemplo, no notó lo pensativo que había estado su amigo hasta que, el jueves, caminó junto a él en dirección a su casa como habían acordado. Seguramente no había notado sus silencios constantes gracias al ruido que Edd, Tord y él hacían juntos.
- Hey, Tom- dijo, a mitad de camino, rompiendo el silencio-, ¿Por qué tan callado?
- Tengo sueño- dijo, casi automáticamente, el de ojos negros. La respuesta no satisfació a Matt, pero tampoco era como si pudiera hacer mucho. Siguieron caminando y Matt trató de hacer conversación.
- ¿Cuándo crees que lo acepte?
- ¿Qué cosa? ¿Quién?- Tom no podía estar menos interesado en lo que iba a decir Matt, pero le siguió la conversación.
- Edd, que ama a Tord- las palabras pudieron haber sonado serias en boca de cualquier otra persona, pero no lo hicieron en la de Matt. De hecho, hizo un tono tan agudo y dio un salto tan alegre que Tom primero se rió del comentario y después lo pensó.
- ¿Lo dices enserio?- preguntó, lo que hizo que Matt riera.
- No, pero no puedes negar que hacen una muy linda pareja.
En efecto, lo hacían.
Siguieron en silencio hasta la casa de Tom. Él abrió y, en menos de dos segundos, se escucharon los gritos de una niña de seis años corriendo hacia la puerta a recibir a su hermano. Tamara Thompson era la hermana menor de Tom, y, como él cuando era muy pequeño, era molesta como el infierno. Tom hizo un gesto de disgusto cuando apareció frente a él. Matt, olvidando que estaba ahí para librarse de su propia hermana, le saludó y se agachó para hablarle usando una voz más aguda. Tom rió. Matt no podía recordar sus objetivos por más de dos minutos.
Grosero.
- Si no quieres que aparezca el monstruo, te recomiendo volver a tu cuarto, Tam- dijo Tom para asustar a la niña. Estaba a punto de comenzar a gruñir cuando la niña salió corriendo, asustada de un ser que no existía-. Tendrá traumas por mi culpa cuando crezca, ja. Ven, Susan nos espera.
- Bien- dijo Matt, caminando como si fuera su propia casa. Matt había estado en casa de Tom tantas veces que era imposible no sentirse en la suya. Desde que eran pequeños, cuando nació Tamara y ahora que su casa se había vuelto demasiado ruidosa, la casa de Tom era el primer lugar al que acudía. Tal vez porque era la que más cerca le quedaba o porque a Tom le daba lo mismo su presencia. No importaba la razón, la mayor parte del tiempo terminaba ahí.
¿Qué haría si no te conociera?
Entraron a el cuatro de Tom, pintado de azul y con tapiz de cuadros por todos lados. El chico de hoodie azul se sentó en su cama y tomó su bajo, Susan, para empezar a tocar.
- ¿Algo nuevo, Tom?- preguntó el pelirrojo, observando a el mencionado afinar su preciado instrumento de la manera más cuidadosa posible.
- Si, pero necesitas al menos dos neuronas para entenderlo- contestó, tocando. Si alguno de sus amigos tocara otro instrumento, podrían hacer canciones enteras, pero lo más cercano era Edd con un kazoo molesto. Matt giró la cabeza.
- Oye- se tiró en la cama, mirando al techo. Tom respondió con un 'hm'. Matt escuchó los sonidos que su amigo producía y, después, preguntó:- ¿Por qué tanto silencio?
- Matt, estoy tocando el bajo. No hablo porque estoy tocando el bajo.
- No me refiero a eso- dijo, volviendo a sentarse. Se había sacado la chaqueta y el hoodie, así que Tom vio su camisa de 'I ♡ m@' antes que su cara-. Estás callado desde el lunes en la mañana. ¿Pasó algo?
Thomas se quedó en silencio un rato y, después, con un tanto de pesadez, dijo:
- ¿Tienes idea de lo que es el autoconcepto?
- ¿Vas a empezar a darme clases?- se quejó Matt-, ¡Tim, vine a tu casa para evitar eso!
Tom rió-. Uno, es Tom. Dos: Estaba pensando que no tengo una muy buena imagen de mí.
Ni de ninguno de ustedes, cabe mencionar.
- ¿Y eso por qué?- Tom había bajado a Susan y se había tirado en la cama, creando una simetría con la posición en la que Matt y él habían estado segundos antes. El pelirrojo rompió la imagen al volver a tirarse, quedando al lado del moreno-. Digo, al lado de mí todos se ven mal, pero ¿Qué?
Narciso.
- No lo sé. Solo siento que no es tan increíble la vida que tengo como creí que sería.
Impostor.
- Ni siquiera voy bien en la escuela, Matt. Llevo cuatro años con Susan y no he hecho nada importante y, desde cuarto de primaria, no he tenido muchos amigos.
Egoísta.
- Digo, los adoro y adoro que seamos amigos después de tantos años, pero siento que debería haber algo más.
Ambicioso.
- Eso es profundo- dijo Matt- ¿Si te doy un sombrero te sientes mejor?
Tómate algo enserio, ¿Quieres?
Aunque el comentario estaba destinado a causar una risa en su amigo, lo que Matt recibió fue una mirada severa de Tom.
¿Quieres?
- No sé qué decirte, Tom- dijo, quitando la sonrisa de su rostro-. Yo estoy bien con lo que soy y no tengo idea de cómo te sientes.
Por supuesto que no lo sabes, Gary Stu.
- Olvida lo que dije- dijo, y por su tono de voz, parecía que realmente no era importante.
No lo es.
Lo es.
- ¿Quieres jugar algo? Tenemos un rato antes de que oscurezca- ante el abrupto cambio de actitud, la reacción primaria de Matt fue la confusión. La reacción secundaria que tuvo, por otro lado, fue aceptar y sonreír como un niño chiquito ante la proposición de jugar.
Se supone que éste lugar es tu escape, ¿No?
Preocúpate cuando vuelvas a casa, no aquí.
No destruyas esa felicidad.
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La casa Lobster era un desastre en todo momento.
Matilda ocupaba todo el tiempo de la madre de Matt, lo que significaba que a duras penas le prestaba atención. Tenía seis meses y los cuidados eran en todo horario. Matt ni siquiera se preocupó por el regaño que habría merecido llegar a casa a las nueve de la noche cuando la escuela terminaba a las dos, en primera porque estaba un tanto acostumbrado y en segunda porque sabía que no llegaría ese regaño.
Caminó directamente a su cuarto, ignorando los chillidos de la ruidosa Matilda.
Odio este lugar.
Constantemente pensaba en si debería buscar donde conseguir el material acústico que Tom tenía en su habitación para poder tocar a Susan. Constantemente desistía. ¿El motivo? No lo conocía, pero algo le impedía comprar ese material.
Se metió a bañar.
Pensamientos de ducha, ¿Eh?
¿Soy feliz?
Si.
Eres hermoso.
¿Y eso me hace feliz?
Hicimos más horrendo al Horrible Matt.
Eso era un juego. Lo sabía porque lo había estado escuchando desde primaria. Lo molestaban por ser hermoso, ¿No?
O por narcisista.
Además eso no era lo único en su vida. Matilda y el exceso de atención que tenía estaban ahí también.
No quería una hermana.
Salió del baño, aún pensando. Pero podía escapar a casa de Tom, o Tord o Edd o de quién fuera mientras no estuviera ahí.
¿Eso te hace feliz?
Son mis amigos. Siempre estoy feliz cuando estoy con ellos.
¿Y has pensado en cómo les hace sentir a ellos?
Se secó la cara y pronto notó dos pequeños rastros de agua que seguían fluyendo por sus mejillas.
Mierda.
'Siento que debería haber algo más'.
'Yo también, pero no puedo decirlo'.
'Sería aceptar que no soy perfecto'.
Miró su reflejo en el espejo.
- Qué horrible- murmuró.
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