Capítulo 31
Alejandro
Aunque me gustaría decir que las cosas han cambiado (tanto para bien como para mal), sorprendentemente los años en los que estuve lejos solo sirvieron para que el tiempo pasara un poco más. No puedo decir que me he opuesto, pero desde temprano hemos estado preparando su fiesta de cumpleaños mientras seguramente está arreglándose para hoy. Después de decorar la casa, ayudar a cargar la comida, el alcohol y revisar la lista de invitados hace media hora que todos están allá abajo con la música a todo volumen esperando a que ella llegue.
Ahora mismo, estamos en uno de los cuartos de invitado en el segundo piso terminándonos de alistar antes de bajar. Felicia pasa de vez en cuando a inspeccionar como va todo caminando con las muletas gracias a que la fisioterapia continúa haciendo efecto en ella. Me fijo en mi reflejo otra vez y me coloco la máscara. Kevin se acerca a mi lado para hacer lo mismo y suelta un suspiro cansado.
—No me puedo creer que ella siga haciendo este tipo de cosas —hace una pausa y bufa antes de terminar de acomodarse su ropa—. ¿No se da cuenta de que eso la cansa más y ella necesita descansar?
—Recuerda que es Felicia. No se va a frenar porque te dé la gana a ti —admito entre risas y Claudio hace lo mismo terminando de acomodarse los zapatos.
—No llevo mucho tiempo aquí, pero he llegado a la conclusión de que todas estas mujeres están locas. — los tres nos reímos y regresamos a sentarnos en la cama.
—Totalmente y eso que, como tú dices, no llevas mucho tiempo aquí. Deja que pasen unos años, todas te van a volver loco. —Kevin asiente con la cabeza.
—Ya yo creo que hay una que lo está volviendo loco. —señala a su hermano con la cabeza y este frunce el ceño extrañado.
—¿Quién? ¿Victoria? No, para nada. Solo me gusta que pierda la paciencia, pero eso no quiere decir nada. Solo me divierto un poco. —se levanta dirigiéndose al espejo para acomodarse su máscara igual que nosotros.
—Lo que yo he aprendido todos estos años es que siempre con ellas te vas a dar cuenta que nada es como te lo imaginaste. Así que si de verdad no te interesa aléjate de ella, porque al final va a lograr atraparte y no te va a soltar, créeme —admito con una sonrisa de medio lado y dirijo mi mirada al suelo.
—Parece como si tuvieras mucha experiencia. —me alzo de hombros y vemos a Felicia irrumpir desde la puerta.
—Aquí nadie se escapa.
Se ve hermosa. Su vestido negro y la máscara del mismo color combinan perfectamente. Su cabello rojo corto se lo ha recogido un poco, y aunque ande con muletas sus tacones van en sus pies haciendo un conjunto maravilloso.
—Hola, Fel. —saludamos con una sonrisa y nos levantamos rápidamente antes de abrazarla.
—Ya ustedes me vieron hoy, así que déjense de estupideces y bajen ya. Debe estar al llegar y ustedes aún aquí arriba.
Mientras bajamos nos llama la atención las pocas personas que hay en comparación con las otras fiestas preparadas por Felicia. Los tres nos mantenemos al pie de la escalera antes de despedir a Claudio que ayudará como barman en la fiesta. Vemos como Felicia revisa la puerta con cuidado y de pronto la luz junto a la música caen.
—¡Chicos, ya llegó! —grita Lily haciendo que todos corran a sus lugares para recibirla,
Luego de eso solo se escucha a alguien abriendo la puerta: " La reina de la noche". Está hermosa. Siempre fue hermosa, pero es que sus veinte años la han puesto mejor de lo que estaba y mi cuerpo está de acuerdo con eso. Se ha puesto ropa holgada y camina de un lugar a otro enseñando esa combinación rara entre su cabello verde y los tatuajes.
¿Se habrá vestido de rojo para llamarme la atención? Típico de ella.
—Hoy está que hecha fuego — comenta Kevin entre risas y yo asiento con la cabeza sin perderla de vista.
—Está espectacular.
—¿Y qué esperas?
—No estoy muy seguro de esto.
—Te aseguro que ella estaría encantada de verte de nuevo. Te extrañó muchísimo y no te pudo ver cuando llegó al aeropuerto. Eso la dejó con mucha culpabilidad. Creo que deberías hablar con ella para por lo menos intentar que las cosas se relajen. —Cuando Kevin me contó lo que había pasado años atrás no me lo podía creer, pero me dejó claro que al final ella me quiere o me quiso mucho y creo que por lo menos necesitamos dejar todo claro.
—Enseguida voy —acato decidido y bajamos las escaleras para poner las bandas de seguridad.
Camino para ver si la encuentro entre todas las personas que hay aquí. Todos los conocidos me saludan y me detengo a charlar un poco sobre todos estos años. De pronto la visualizo sentada en el mini bar charlando con Claudio. Me acerco decidido y no puedo impedir que me acerque demasiado a ella e inhale ese perfume de hace tanto que me encantaba.
—Esa ropa te queda muy bien —admito con voz ronca colocándole una mano sobre la cintura.
Siento como se tensa completa y les aseguro que algo más en mí se tensa. Se gira muy rápido dejando su perfume en el aire. Es dulce, como siempre. Es el mismo olor de hace cuatro años. Es su olor...
—Tú-tú estás aquí —señala nerviosa recorriéndome con la vista. Se ha dado cuenta que soy yo después de tantos años y aún con la máscara puesta.
—No me iba a perder la fiesta. ¡Feliz cumpleaños! —exclamo con una sonrisa en la cara.
—Gracias. —agradece escueta con una sonrisa y se gira rápidamente a observar a Claudio que sale detrás del mostrador.
—Amy, aquí tienes tu Daiquirí. —Claudio posa su mirada en mí y se apoya en la barra—. ¿Y tú qué vas a tomar?
—Dame algo bien fuerte. No tengo ganas de virar a casa muy limpio —sugiero mirando a Amy fijamente. Claudio asiente y se larga dejándonos solos mientras me siento a su lado.—Te ves hermosa.
—Tú no estás nada mal. Me voy las chicas me están esperando. —La agarro por la muñeca y ella observa mi gesto con el ceño fruncido.
—Amy...
—¿Dime?— Su tono de voz me dice que está preocupada.
—Necesitamos hablar. ¿Me pudieras dar unos minutos de tu tiempo?
Ella se me queda mirando fijo. Claudio interrumpe nuestro contacto visual y vuelve a desaparecer por arte de magia. Amy suspira para luego asentir con la cabeza y alejarnos de todo este jaleo. Nos vamos hacia el parque que está cerca de la casa y decido empezar hablar con ella por primera vez después de cuatro años. Se sienta a mi lado y no me mira.
—¿Estás avergonzada?
Ella se sorprende ante mi pregunta y se sonroja.
—Tal vez… —susurra aún sin levantar la mirada y me fijo en el vaso con whiskey en mis manos.
—¿Por qué?
—Porque nunca llegué a decirte que no quería que te fueras. Fui una estúpida al no darme cuenta y en cambio gritarte... —su voz se entrecorta y me giro hacia ella otra vez.
—Debía habértelo dicho antes de que ocurriera, pero al final me fui sin decirte nada. Como todo un idiota. —Coloco mi dedo debajo de su ojo para limpiar sus lágrimas. Se me había olvidado cuánto me dolía verla así, sensible y sin ninguna protección.
—Pero ya estás aquí, ¿no? —se limpia las lágrimas y esboza una sonrisa falsa.
—Sí, y no me volveré a ir —aclaro colocando mi mano en la suya.
—Me alegra oírlo. —Retira su mano bruscamente y abro los ojos por la sorpresa. ¿Qué pasa?
—¿Por qué te sigues engañando?
—No sé de qué hablas.
—Mírame —levanta su mirada y siento que al encontrarse nuestros ojos el estómago me salta nervioso—, dime ahora que ya no me quieres.
Sus ojos se abren de golpe y no me da tiempo a no dejarla ir. Corre hasta adentrarse en el parque y no me da tiempo a decirle que yo nunca fui lo suficiente valiente como para no decirle que me iba. Pero sí lo soy para aclararle que nunca he dejado de pensar en ella y que la amo como hace cuatro años atrás. Esto no fue solamente un amorío de secundaria, y sé que ella lo sabe.
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