Capítulo 29

Alejandro

4 años después…

Mi reloj suena gracias a la alarma y al fijarme veo que son solamente las cinco de la mañana. Hago una mueca de disgusto y me siento sobre mi cama antes de levantarme para comenzar a festejar uno de los mejores días de mi vida. Hoy me gradúo.

Después de dejar en mi país todo lo que conocía, Nueva York me recibió con los brazos abiertos y un montón de metas para ir venciendo poco a poco mientras me establecía. Fueron cuatro años de experiencias nuevas, conocimientos nuevos y personas nuevas que me ayudaron (o no) a que me sintiera mucho mejor estando aquí. Pero debo admitir que extraño mucho a los chicos de allá, a ella…

Decido levantarme de una vez y dejar de hacer el vago. Me acerco al baño para darme una ducha y comenzara el día fresco y listo. Salgo del baño con una sonrisa deslumbrante en lo que busco la túnica de graduación y la coloco sobre mi cama. Agarro mi móvil, guardo la imagen en él y la comparto en redes sociales. Vuelve a cruzarse otra sonrisa y me encamino hacia la cocina para poner la cafetera a funcionar. La llamada de Kevin no tarda en llegar, con él no he perdido comunicación al igual que con Felicia, son los únicos que pueden decirme exactamente como se encuentra todo por allá y no solamente hablo de sus vidas privadas.

— ¡Felicidades por el día de hoy! ¡Ya estás más grande! —suelta  en forma de saludo con una alegría notable que se le desborda en el momento que contesto. Hace tanto tiempo que no lo veo. No puedo aguantar las ganas para darle la gran noticia.

—Gracias, sabes que esto es muy importante para mí. ¡Al fin me gradúo! —le digo esto último en inglés y ambos comenzamos a reír emocionados—. ¿Cómo van las cosas por allá? Espera, te pongo en video.

Sirvo un poco de café en mi taza y me aproximo para sentarme en la mesa  para poder acomodarme y ver mejor a mi amigo.

—Todo está bastante bien. Aquí estamos locos porque acabes de decir que regresas. Te estamos esperando. —una sonrisa nostálgica se me poza en los labios y decido por fin compartir la noticia de mi regreso.

—Genial, porque les tengo noticias. Regreso en una semana.

—¡Joder, sí! —grita a los cuatro vientos mientras hace un gracioso baile de la victoria y vuelve a fijarse en mí—.Entonces estarás aquí para el cumpleaños de Amy. —El silencio se hace incómodo. No he sabido nada de ella en estos años, aunque no pude evitar chequear de vez en cuando sus redes sociales al igual de las de sus amigos, porque en realidad nunca quise que las cosas terminaran de esa manera. No fue justo.

—Vendrás al cumpleaños de Amy, ¿verdad?— Kevin persiste nuevamente y suelto un suspiro para después hablar.

—Aún no lo sé. Las cosas están un poco raras.

—¿Bromeas, cierto? Ella es una de las personas que más te ha extrañado. No lo dice, pero yo lo sé. Felicia es la que está planeando todo así que no tienes modo de escapar. Cuando se entere de que estás aquí te va a caer arriba, lo sabes.

Me río por dentro, porque en el momento que empezó a hablar de ella la voz se le suavizó. No entiendo qué es lo que ha pasado todos estos años entre ellos. Se han separado cada vez más uno del otro.

—No te preocupes, ya veré lo que hago. Me voy a preparar todo. Hablamos mañana después de la graduación.

—Está bien, adiós.

Cuelgo con una sensación rara en el cuerpo de que han quedado aún cables sueltos en todo el problema entre Amy y yo. Me dirijo nuevamente al cuarto para vestirme y enfocarme en que hoy es el día importante y es lo único que me debe preocupar.
Llego al teatro de la universidad y me fijo que ya todos están sentados esperando a que comience la parte ceremonial de la graduación. Me siento en el asiento que me han encomendado y  de un momento a otro todo comienza mientras espero a que todos comiencen a decir sus discursos. Empiezan a decir nombres los profesores hasta que escucho el mío por los parlantes. Me levanto sonriente mientras todos a mi alrededor aplauden educadamente, me acerco a recibir mi diploma y me coloco frente al micrófono para decir mi discurso de graduado...


Estoy esperando a que Amy termine la prueba de su instrumento. Se está demorando demasiado y me estoy empezando a impacientar. ¿Habrá salido algo mal? La puerta se abre de repente y veo cómo sale disparada directo hacia mí.

Extiendo la mano para que me dé la de ella —tiene las manos heladas— y cuando lo hace la atraigo hacia mí para darle un abrazo. Siento como se va destensando poco a poco como si le sacara el aire. La llevo al techo del tercer piso del instituto cogidos todo el tiempo de las manos. La dejo en la barandilla y la acomodo para que quede frente a mí. Tiene la cabeza agachada seguramente por vergüenza o enojo.

Se ve tan indefensa y delicada. ¿Qué puede hacer alguien como yo, que no está adaptado a consolar a las personas? 

Le coloco la mano debajo de la barbilla para que me mire a los ojos, coloco mis manos a ambos lados de la barandilla y me hecho hacia atrás, quedando a su altura y a menos de veinte centímetros  de su rostro. Pongo mi mano en su mejilla para darle una idea de que la protejo y que es especial para mí, o por lo menos yo lo hago con esa idea. Ella me toma la mano y la pega más a su cara, sintiendo el calor que esta le pueda proporcionar.

—¿Qué sucedió, princesa? 

—Creo que no salí muy bien conmigo misma en ese examen— susurra.

—¿Por qué? —interrogo extrañado y esta vuelve a encontrarse con mis ojos.

—Porque no contesté bien en una de las preguntas.

—¿Y qué pregunta era?

—¿Qué era lo que más quería en la vida?

—Pero eso es fácil. ¿Qué es lo que más quieres en la vida? Tener tu propio coro y ser maestra, ¿no?

—Eso fue lo que respondí, pero solo deseo... una vida contigo.


No tengo idea de porqué recordé a Amy en un momento tan importante de mi vida, o tal vez está demasiado claro y no quiero ni pensar en esa posibilidad. Pensé que viniendo aquí mi corazón se iba a orientar, que la dejaría de pensar. Que solo sería uno de esos romances de cuando eres joven que podrás olvidar al separarse. He tenido relaciones, pero todas han sido esporádicas. La que más duró podemos decir que fue solo un mes, además de que todo era solo sexo. No había nada especial, ninguna conexión... Nada. Nada de lo que sentía con ella.

Ahora debería estar en la fiesta de todos los graduados, pero con ese recuerdo se me han quitado hasta las ganas de comer. Todos los días me pregunto si será la misma de siempre, aquella que no se dejaba poner triste frente a otros, aquella que era los más eléctrico que existía, aquella que sacó la mejor parte de mí y que me ayudó a ser quien soy ahora. No puedo creer que la extrañe tanto. Sinceramente no sé cómo he podido soportar cuatro años sin verla, sin hablarle, sin saber nada de ella. ¿En qué estará pensando en este momento?

El tono de llamada estruendoso de mi teléfono hace que me salga de mis pensamientos. Lo busco entre los bolsillos de mi bata y contesto rápidamente.

—Hola, Ale. ¿Cómo has estado?— escucho la voz ruidosa de Felicia y sonrío por inercia. Ya la extrañaba.

—Muy bien. ¿Y tú cómo estás? ¿Cómo va la fisioterapia?— le pregunto mientras me siento en una de las sillas de mi comedor.

—Yo estoy bastante bien y la fisioterapia está saliendo muy bien. Dicen que pronto comenzaré a caminar. ¡Felicidades por la graduación de hoy!

—Gracias, no sabes cuánto me alegra que te hayas acordado— escucho su risa contagiosa de fondo que hace que nazca en mí un sentimiento hogareño. 

—No hay de qué.  Por fin, ¿regresas o no regresas? —pregunta entusiasmada.

—Regreso, regreso —le digo entre risas.

—Eso es lo mejor que me has podido de...

—¡Felicia! ¿Dónde estás? —escucho a otra persona que llama a Felicia desde el otro extremo.

Y es ella. La escucho hablar por el otro lado de la línea. Su voz suena más madura. La imagino caminando de un lado a otro con ese cabello corto y teñido de un verde oscuro, acompañado con los visibles tatuajes que ha hecho estos años. Mi corazón se acelera sin sentido alguno y trago en seco más de una vez. ¿Cómo puede ser posible que me siga descolocando de esa manera?

—¡Estoy en el patio! —responde Felicia en un grito para llamar su atención. —Lo siento Ale, ¿podrías esperar un momento?

—Claro, no te preocupes. ¿Te puedo pedir un favor?

—Sí, claro. Lo que sea.

—No apagues ni pongas en mute el móvil... Quiero... Quiero escucharla...— Siento vergüenza al decir esas palabras, pero es que es la primera vez en cuatro años que la tengo así de cerca. Felicia ríe en respuesta.

—Está bien.

—¡Te he estado buscando! ¿Qué haces en el patio?— Su voz suena más cerca. Seguro andaba preocupada porque no encontraba a Felicia por ningún lado. Tantas imágenes me llegan: labios hacia delante, ceño fruncido, manos en jarra, y la cabeza ladeada un poco hacia la derecha.

—Estaba hablando con Ale.—  El corazón me empieza a latir con rapidez.

—¿Co-con Ale? —puedo sentir y escuchar como comienza a ponerse nerviosa. Es la misma de hace años, joder. Es la misma de aquellas veces.

—Estábamos hablando antes de que llegaras —continúa Felicia con tranquilidad. Casi puedo imaginarme su cara sonrojada.

—Y- y… ¿Te ha preguntado por mí? ¡Quiero decir! ¿Está bien?— balbucea nerviosa y no puedo evitar reírme. ¿Acaso todavía piensa en mí?

—Dice que está bien. Hoy fue su graduación, ¿sabes?

—Sí, lo sé. Lo vi en Internet. —Abro los ojos como platos al escuchar eso. ¿Me sigue en las redes?       

  ¿Desde cuándo? No me ha llegado nunca que me ha seguido. ¡Pero si todos los días reviso su Facebook!

—¿Estás siguiendo su perfil? ¡Eso es de acosadores! —exclama Felicia por todo lo alto y esbozo una sonrisa.

—No voy a contestar a eso. ¿Vienes? Ya vamos a dormir —ladea ya acostumbrada a las cosas de Felicia y suelta un bostezo de lo más adorable.

—Sí, solo dame un minuto.

Sus pasos se empiezan a notar más lejanos y de repente se escucha el suspiro sarcástico de nuestra amiga.

—¡Ves! Diecinueve años por gusto. ¡Qué tonta me ha salido! —dice entre risas y yo también me río.

—No le digas eso. Ella solo es ella.

—No hay quien los entienda. Están hechos el uno para el otro. ¿Vendrás a su cumple, verdad?— Lo medito por un segundo antes de responder y al final me alzo de hombros.

—Eso es en lo que estaba pensando hacer. —miento, pero es que ahora que la escuché después de tanto tiempo no puedo quedarme con las ganas de volverla a ver.

—Entonces te veo allí. Que tengas un buen viaje de regreso.

—Gracias. Cuídense, nos vemos  dentro de nada.

~~°~~

Estoy montado en el avión. Solo faltan treinta  minutos para aterrizar y estoy súper emocionado por ver a todos de nuevo. En la maleta guardo algunos regalos para cada uno de ellos y la conversación de Amy junto a Felicia se repite en mi cabeza una y otra vez.

Llego al aeropuerto de mi país con media hora de atraso y luego de todos los chequeos necesarios me encuentro con Kevin en la espera de los pasajeros. Abre los brazos como si hubiera llegado de la guerra y le doy un abrazo gigante a mi hermano de otra madre después de no verlo hace tantos años.

—Vamos a casa —comenta con alegría y yo asiento, no para él sino para darme fuerzas a mí mismo.

De vuelta en casa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top