Capítulo 21
Amy
Después de acabarse la boda —no de la mejor manera— los familiares del novio comenzaron a reclamar un reembolso de todo lo que gastaron en el evento. Obviamente a Felicia no le hizo ninguna gracia las amenazas y después de “resolver las cosas”, estamos aquí en Las Bahamas disfrutando del sol tropical de una isla, alejados de todo tipo de inconveniente o novios infieles que nos den problemas.
Llegamos hace ya unas horas junto a los familiares de Felicia que obviamente no se iban a perder la oportunidad de pasarse toda una semana en la playa. Luego de inscribirnos en el hotel decidimos que escogeríamos cabaña en parejas, al principio fue bastante complicado ya que Alejandro quería venir conmigo pero decidimos que lo mejor sería que se quedara con Kevin y yo me quedaba con Felicia mientras Victoria y Lily se quedaban juntas en otra. Todo el hotel está dividido en dos partes: la primera es el área de la piscina donde se encuentra el lobby también junto al bar-restaurante y la segunda parte es la de los hostales donde puedes ir a relajarte cuando no desees coger sol o quieras estar tranquilo.
Ahora mismo todos nos encontramos estrenando la playa: Felicia cogiendo sol junto a Vicky, Lily está conmigo tomando algunas piñas coladas, mientras los chicos están en el agua nadando de un lado a otro.
—Definitivamente esto fue lo mejor que se te pudo ocurrir —admite Vicky mientras escuchamos la risa de nuestra querida Fel.
—Lo sé, siempre les he dicho que mis ideas son buenas pero nunca me hacen caso.
—Sí, como no. ¿Como aquella vez de los besos en la ciudad? —hablo un poco sin pensar y las chicas a nuestro lado nos miran curiosas.
—¿Qué pasó ese día? ¿Besos en la ciudad? —Lily se fija en Fel mientras Vicky le hace cosquillas para que hable. Las carcajadas se empiezan a escuchar bastante alto llamando la atención de todos y por supuesto de los chicos también.
—Felicia se levantó ese día con ganas de hacer todo un reto, así que decidió que íbamos a ir por la acera besando a todos los que pasaran por esta.
—¿A todos? —la voz de Ale me interrumpe y mis mejillas se incendian al verlo sin camisa, su pelo mojado y todo empapado por el mar.
—Exacto, a todos — continúa Fel—. Era bastante sencillo: Nos iríamos a una de las calles con más turismo de la ciudad, la persona que quedara frente a ti (sin importar quién) debías besarla.
—Joder, qué locura —agrega Kevin en lo que se acerca a nosotros.
—Al principio no nos fue muy bien ya que salimos bastante temprano, pero despúes fue bastante divertido.
—Sí, la cosa se complicó cuando acá mi amiga besó a un niño. —señalo a Felicia y todos, sin exepción abren los ojos entre una mezcla de divertidos y sorprendidos—. La madre nos regañó muchísimo y el niño lo único que pedía era otro beso.
—Ese peque sabía lo que quería.
Todos comenzamos a reír y me fijo en la cara de Ale que me observa fijamente con una ceja alzada. Le vocalizo un “¿Qué miras?” y este niega con la cabeza antes de sentarse a mi lado. Después de toda la platica sobre como a Felicia se le ocurrían esas ideas —y ya cansados de la playa regresamos a las cabañas, algo rústicas, pero sin embargo muy cómodas. Nos despedimos de los demás y nos dirigimos hacia la nuestra para prepararnos e ir a almorzar.
—Hace un calor de locos.
—Y que lo digas. Voy a poner el aire acondicionado. —Dejo la bolsa de playa en el piso y me acerco hasta mi mesita de noche que es donde está el mando para encender el aparato. Después de unos segundos de encendido ya se podia sentir el aire frío llenando la habitación—. Ve a ducharte, luego de ti entro yo.
Mi amiga asiente y se aleja hacia el baño. Escucho como cierra la puerta y comienzo a quitarme las sandalias hasta escuchar el sonido de mi móvil.
Ale: ¿Te apetece después de almuerzo dar un paseo?
Me muerdo el labio inferior de forma inconciente y suelto un suspiro. ¿Un paseo los dos solos?
Yo: Sí, claro. Me encantaría.
Ale: Ponte ropa cómoda. Será un paseo largo.
Yo: Entendido.
Sonrío para mí misma y me levanto de la silla en la que estaba antes de ir a buscar ese vestido de flores que tantas veces le dije a mi madre que no empacara pero aún así lo hizo. “Gracias, mamá.” Fel sale del baño después de unos segundos también con un vestido veraniego y seguidamente entro para que no nos coja tarde. Salimos ambas de la habitación hacia el restaurante que queda más cerca de los hostales. Entramos en este y el olor de la mesa de buffet nos llegó desde la puerta. Caminamos hacia la mesa dónde se encontraban todos los demás embelesadas por la cantidad de comida y al fijarnos en los demás chicos Ale me sonrió. Lleva el pelo mojado, hacienda que sus rizos se vean más largos y despeinados, trae puesta una camisa azul cielo abierta mostrando su pecho y desde aquí puedo ver unos shorts de mezclillas con unas sandalias.
—¿No piensas sentarte?
Vicky hace que salga de mi burbuja y rápido me siento junto a ellos. Los chicos se levantan para buscar posiblemente un plato de cada comida mientras nosotras esperamos en la mesa. Al poco rato regresaron con un pequeño carrito —como les dije— lleno de platos que comenzaron a sacar uno a uno y que casi no caben en la mesa.
Depués de un rato, todos estábamos de acuerdo que nunca más cogeríamos toda la comida que encontráramos por ahí y pareceríamos cerdos. (Super prometido.) Salimos entre risas del restaurante y siento como Ale rápidamente agarra mi mano. Subo mi mirada hacia sus ojos que me miran con una clase de brillo especial y trago en seco.
—¡Eh! ¡Ustedes! —ambos giramos la cabeza hacia Kevin que nos llama desde la otra parte de la acera. ¿Cuánto tiempo nos estuvimos mirando?—. ¿Vienen?
—¡No! ¡Tenemos cosas que hacer! —le responde alzando la voz y Kevin asiente entre risas mientras se aleja con las demás chicas—. ¿Nos vamos?
Comienza a caminar por el borde de la piscina y me quedo embobada mirándolo. Camino tras de él a paso lento hasta que me jala de la mano entre risas y me pega a su cuerpo. Huele tan bien, como a esas colonias que sientes que pegan con la persona que las lleva, pues exactamente eso. Seguimos andando hasta llegas al borde de todo y sentir la arena en los pies. Me fijo en su cara que trae una sonrisa de lo más adorable, se la devuelvo sonrojada y jala de mí hacia la arena. Comienzo a reír mientras corremos hacia una de las zonas alejadas de aquí, veo como las dunas de arena se van pronunciando cada vez más y de repente paramos en seco.
—Cierra los ojos.
Enmarco una ceja a lo que él hace lo mismo. Sonrío y hago lo que me dice, siento sus manos en mis hombros mientras me guía por la arena. Siento como de pronto una gran sombra se pone frente a nosotros y frunzo el ceño.
—Anda ábrelos. — Una cabaña. Una pequeña cabaña está frente a nosotros y de verdad me sorprende que esté solitaria por aquí—. Nos la encontramos en la mañana mientras nadábamos hacia acá. Al parecer está abandonada.
—Me encantan tus ideas para citas. ¿Quién no querría venir a una cabaña abandonada en su primera cita?
—¿Entonces no te gustó? —sonrío ante eso y esta vez lo jalo hacia dentro sin antes estamparle un beso.
—Anda vamos. Muétrame lo que hay dentro.
Alejandro abre la puerta despacio y el pequeño chirrido que se escucha hace que haga una mueca de lo más graciosa. Las vigas del piso ya están un poco gastadas y todo está lleno de polvo y telarañas. Hay una mesa de madera oscura en el centro y todo se encuentra tapado por sábanas.
—¿Por qué crees que la abandonaran?
—Quizás esté embrujada. —pongo los ojos en blanco tras escucharlo y él me abraza desde la espalda entre risas. Me gira para quedar frente a él y roza mi nariz con la suya—. O tal vez no las dejaron a nosotros. ¿Qué me dices? ¿Te vienes a vivir conmigo aquí?
—Si es una broma no es graciosa para nada, Alejandro.
—Yo no bromeo contigo, Amy.
Atrapa mis labios sin pensarlo más, su mano llega hasta mi mejilla y se siente tan jodidamente bien que decido entregarlo todo. A fin de cuentas, las personas deciden que hacer con su vida y cómo manejarla, pero siempre habrá esa persona que te descolocará, siempre existirá esa persona que es y sera tu debilidad. ¿O no?
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