🐱Chapter Thirty-Nine

Jimin jadeó cuando la mano de Yoongi le detuvo abruptamente al ver que saldría corriendo a por el balón de baloncesto. Ambas manos del mayor le habían sujetado por el estomago, lo elevó un poco en el aire y lo dejó del otro lado para adelantarse por el balón. Yoongi tomó la ventaja, así que en cuestión de un par de zancadas largas ya tenía el balón nuevamente, lo dribló un par de veces y luego encestó fácilmente. 

Jimin se había quedado rezagado con ambas manos apoyadas sobre sus  rodillas tratando de tomar aire y recuperar el alimento.

     —It's not fair  Daddy eres un tramposo, ese balón era mío —Se quejó convirtiendo su queja en un adorable puchero.

Eso había hecho sonreír a Yoongi, así que acortó los pasos hasta llegar a su altura con la sola intención de envolverlo en un abrazo pero el escurridizo zorrito se le escapó.

     —Yo gané Minnie así que me debes una recompensa.

Jimin negó desde el otro lado de la cancha de baloncesto.

     —No se vale haciendo trampa, cada vez que yo tenía la pelota me la arrebatabas —Se cruzó de brazos para hacer más énfasis en  su reclamo—. Tú me debes a mi una indemnización por daños.

Yoongi no pudo evitar soltar una pequeña carcajada corriendo detrás de él para poder alcanzarlo.

     —Se supone que es baloncesto Minnie debía quitarte esa pelota para ganarte pero si no estás conforme con el resultado ¿Qué tal si lo desquitamos en la mesa de billar?

Jimin fingió pensarselo un momento, una partida de billar no estaría mal, le había ganado la última vez así que podía ganarle una vez más.

Podía hacerlo.

Asintió en acuerdo con el pelinegro y se adelantó.

     —OK Daddy, pero no te quejes cuando te gane, deberás pagarme tú a mí.

Yoongi asintió alzando su mano derecha en señal de promesa y después de alcanzarlo y  tomarle de la mano ambos salieron de la cancha para dirigirse hasta la mesa de billar.

Jimin ésta vez no había pensado diferente,  ésta vez él estaba dispuesto a ganarle, ésta vez creyó que el desquite en la mesa de billar sería jugando una partida de bola 8.

Las palabras de Yoongi sin embargo,  habían sido de manera literal, tanto como  para que Jimin no lo haya entendido a la primera.

Diez minutos  después de haber iniciado una partida, Jimin no sabía si había ganado o perdido, pero si sabía que lo que estaba pasando en ese instante era como haber ganado muchas partidas y recibir un buen premio,  uno muy merecido.

     —¿Qué haces Daddy? —Preguntó cuando el beso tan caliente que se estaban dando se cortó y fue levantado para colocarlo sobre la mesa.

     —Cumpliendo aquella fantasía que despertaste en mí la primera vez que te traje aquí, zorrito astuto, ¿O lo olvidaste? —soltó rápidamente para volver a arremeter contra el cuello de Jimin.

El zorrito jadeó fuerte cuando recibió la  mordida en su cuello y una mano escurridiza de Yoongi se desplazaba por su pecho y bajaba por su vientre hasta atrapar su entrepierna. El calor que comenzaba a invadir su cuerpo era casi hasta cierto punto insoportable. 

     —No Daddy, no lo olvidé.

Yoongi volvió a besarlo en la boca atrapando sus labios entre sus dientes, deslizando su lengua y saboreando todo a su paso y Jimin respondía con la misma pasión. Cuando una vez más les hizo falta el aire Yoongi volvió a su cuello, donde mordía y besaba y a veces pasaba su lengua lentamente por toda la extensión,  saboreando la piel clara humectada en aquel aroma tan natural de Jimin mezclado con sus jabones de baño de frutos silvestres.

Las manos de Yoongi tampoco podían estar  quietas, había logrado introducir una entre las telas y el  pene  de Jimin era envuelto en la calida mano del mayor. Ahora sí, estaba sobre la mesa, tal y como aquella vez Jimin le había insinuado a Yoongi,  con ambas manos apoyadas en la superficie levemente inclinado hacia atrás, sus piernas abiertas y su rostro rojo por el calor. ¿En qué momento Yoongi le había bajado ligeramente su jeans junto a su ropa interior?  Ahora masajeaba con ahínco su pene el cual estaba muy duro. Sus pequeños jadeos eran amplificados por el eco  del espacioso lugar y a Yoongi le gustaba,  le encantaba escuchar eso.

Yoongi abandonó el cuello del zorrito para apoderarse de su boca una vez más, tragandose los jadeos del pequeño pelirrojo, en un beso voraz y demandante que les hacía perder la respiración pero que aún así no querían detenerse. Dejar de besarse no era una opción.

     —Ahh Daddy... —Se separaron una vez más, Jimin estaba seguro que si Yoongi no dejaba de tocarlo así, se correría en su mano.

El pelinegro también sabía que estaba llevando a su zorrito hasta el punto máximo así que se detuvo haciendo que Jimin se quejara. Pero no lo había hecho por detenerse nada más, lo había hecho porque ahora lo que más deseaba él y su animal interior era poner a ese zorro bandido en cuatro sobre la mesa de billar.

     —¿Así qué se pueden  hacer muchas más cosas sobre la mesa de billar mm?

     —¡Yoongi! —se quejó cuando el pelinegro lo levantó y fácilmente le colocó de espaldas—. Yo no dije nada de...¡ohh Dios!

¿Eso había sido una mordida? ¿En su trasero? Le había gustado, le había gusto mucho mucho. 

     —Mmm... Minnie, si aquella vez me hiciste imaginarte en muchas situaciones conmigo y esta mesa, ahora es momento que me pagues por ello —Una palma firme se estrelló de lleno contra el trasero de Minnie lo cual le hizo temblar y gemir—. No pude dormir esa noche al imaginarte aquí además de que cierto zorrito travieso dejó toda mi cama oliendo a él.

     —¡Ahh Yoongi! —Jimin sonrió atrapando su labio inferior entre sus dientes. Podía recordar eso a la perfección.  Había dejando la cama de Yoongi impregnada con su aroma con toda la intención del mundo pero saber que si había logrado algo con ello le gustaba.

     —Así que no te era tan indiferente Daddy —repuso acomodando su pecho sobre la mesa y separando mucho más sus piernas.

Su pantalón había desaparecido por completo. ¿En qué momento? Sintió la mano que le había azotado  deslizarse por su trasero bajando lentamente sobre sus piernas.

     —Jamás Minnie,  nunca me has sido indiferente, deberían darme el premio al hombre más inquebrantable porque de verdad me resistí con todo lo que tenía para no tomarte y hacerte mío en mi auto o en el ascensor, incluso en la laguna de arriba cuando te transformaste en humano frente a mí, o sobre esta mesa de billar —El aliento del mayor le golpeó con fuerza contra su cuello.

Yoongi estaba inclinado sobre él y también se había quitado la camisa ya que Jimin podía sentir su cálido pecho contra su espalda. 

     —Daddy... ¿P-por qué te resististe tanto? —Se quejó un poco pero gimió suave cuando sintió un dedo rozar su entrada.

Yoongi se tomaba su tiempo, palpando ese lugar y observando como el cuerpo del zorrito temblaba cada vez que colocaba un dedo suavemente ahí.

     —No quería arruinarlo contigo bebé —habló con la voz bastante gruesa—. Pero te juro que las ganas estaban ahí en todo momento,  aunque ahora que te tengo para mí, tampoco quiero ir demasiado rápido, quiero disfrutarte y saborearte de manera lenta, de a poco,  grabarme cada lunar tuyo en mi memoria cada parte de tu cuerpo Minnie, tus aromas y tus sabores.

Las mejillas de Jimin estaban muy  calientes y rojas en una mezcla de excitación y timidez después de esa confesión. 
    
Luego de aquellas palabras lo último en que Jimin pensó fue en el pasado, ahora estaba temblando bajo el tacto del hombre que lo había tenido loco durante semanas, su mente se invadió por una nebulosa de sensaciones, él jamás había experimentado algo como aquello, podía sentir a la perfección la ágil y puntiaguda lengua de Yoongi abrirse paso entre sus nalgas y buscar con precisión su agujero.

Jadeó fuerte y sus manos se aferraron fuerte a lo que podía de la mesa mientras esa sensación le invadía por completo, no podía creer que con ello, con lo que hacía Yoongi podía sentir tanto placer.

     —Oh shit, Daddy —Gimió en alto cuando fue penetrado por su lengua.

Estaba tan afectado por aquella acción, sus gemidos podían escucharse en toda la habitación, su cuerpo temblaba y no era por el aire acondicionado.

Yoongi en cambio estaba en otro tipo de éxtasis, en un estado de trance implacable permitiéndole deleitarse del placer del que era presa, su zorrito, de los gemidos de Jimin, de cómo movía sus caderas al encuentro de su lengua, de cómo le llamaba por su nombre perdiendo el pudor dejándose arrastrar por la lujuria.

Una mano de Jimin estaba extendida hacia atrás aferrándose a cabello de Yoongi mientras le veía desde aquella posición, aquella menara impresionante de como se lo estaba devorando.

Yoongi amasaba y separaba las dos nalgas del zorrito para permitirse introducir más su lengua y penetrarlo con bravedad y rapidez. Podía notar como las piernas de Jimin temblaban amenazando con hacerlo desvanecer debido al nivel de placer que estaba experimentado.

     —Oh shit, shit, more, more please daddy...

Su propia polla ya dolía y pedía a gritos ser liberada de sus ajustados pantalones, pero  no podía despegar su cara de aquel lugar que lo tenía en plena línea entre la cordura y la locura,  no quería, no podía parar, no se iba a detener hasta obtener lo que deseaba de Jimin.

¿Y que deseaba?

Lo que Yoongi más deseaba era ver al pequeño zorro astuto deshacerse de placer. No era tanto como satisfacerse a si mismo, su meta era una mucho más alta, quería satisfacer a Jimin de maneras que el propio zorrito desconocía, quería mostrarle las una y mil maneras que tenía para enseñarle lo que era el amor, el sexo y la pasión.

Hacerle saber que con un simple beso le entregaba mil promesas y con una caricia le otorgaba su alma.
Min Yoongi conocía muchas formas  del sexo, pero también conocía una sola forma de amar, y esa era la manera en que amaba al zorrito, pues ese amor estaba en cada acción para con Jimin. Estaba en la felicidad que lo embargaba al despertar a su lado, estaba en la sonrisa de Jimin cuando le veía, estaba en su dulce voz que lo envolvía al hablar, también estaba en la admiración que sentía por él, por su baile, por la pasión que destilaba al hacerle saber que el también le amaba, estaba en el amor que Jimin tenía por sus amigos por su padre, aquella lealtad que siempre poseía, ese amor que Min Yoongi sentía por Jimin estaba presente en todos lados, hasta en su manera de respirar y su manera de recrear su  existencia.

Así  lo amaba y era porque Jimin era un chico tan difícil de alcanzar y muy fácil de querer. Así lo quería.

Quería que su Jiminie sintiera en cada acción lo que él sentía realmente. Con un beso robarse su atención y con su tacto robarse el paraíso para entregárselo en sus propias manos.

Que Jimin sintiera en cada toque que si ardía con aquella pasión, era solo porque él lo encendía con su fuego.

Y al parecer lo estaba logrando, Jimin gemía por todo lo alto sin pudor alguno su nombre, llamándole con insistencia, tratando de hacerle saber que lo disfrutaba y lo quería y  con mucha urgencia. Y él lo disfrutaba como nunca. Y a la vez le veía desde abajo con unos ojos llenos de pasión y más que lujuria, unos ojos llenos de cariño y dulzura.

—¡For God's sake don't stop… oh shit Y-Yoongi mmmgh!

¿Cómo jodidos se  podía ser tan dulce y tan caliente al mismo tiempo? Bueno eso solo lo había apreciado en Jimin,  estaba seguro que solo él podía ser así de dual.

Yoongi creía que Jimin se escuchaba tan sexy maldiciendo en ingles de aquella forma tan agitada, se escuchaba tremendamente sexy, caliente. Esas cosas únicas de Jimin que amaba.

Finalmente sus piernas no pudieron sostenerlo  por mucho más tiempo y se dejo caer  hacia la mesa pero Yoongi no le dejo caer del todo, lo sostuvo con ambas manos  aun con su lengua torturándole por dentro, tocando aquella pequeña zona que poco a poco estaba próxima a causar una explosión, una avalancha ya que Jimin casi se retorcía de placer en la mesa de billar.

—Ahh  Ahhh D-daddy no p-puedo —gimió casi ahogado por su propia respiración.

Y él no se detenía por nada, seguía con devoción su trabajo, sosteniendo el frágil cuerpo sudoroso y tembloroso del pelirrojo entre sus brazos. Amaría mucho más aquella mesa de billar a partir de ahora.

Como pudo, una de sus manos se coló por debajo del cuerpo de Jimin y tomo su miembro, solo hizo falta un par de movimientos agiles con su mano y entonces acabo la tortura para el zorrito. Un jadeo mezclado con un gemido lastimero resonó en los oídos de Yoongi, el cuerpo de Jimin se tenso  y finalmente  una descarga de semen que mancho su mano y parte del fino forro rojo de aquella mesa.

—D-daddy…

El pelinegro sintió como el cuerpo del zorrito se relajaba por completo después de su orgasmo, su respiración poco a poco volvía a la normalidad. Con algo de dificultad Jimin logro dárse la vuelta en la mesa y quedar de frente al pelinegro. El tenía una sonrisa ladina en su rostro y Jimin aún con sus mejillas rojas y su cabello desordenado quería saber que era tan divertido.

—¿D-de… de qué te ríes Daddy? —pudo preguntar finalmente logrando controlarse.

—Mmm pensaba que con esa boca tan sucia me besas bebé.

Si Jimin se hubiera podido poner más rojo aún, más que el forro de la mesa lo habría hecho. Pero lo único que hizo fue sonreír y tapar su rostro con algo de vergüenza.

—¡Tú! Tu sacas lo peor de mi Min Yoongi —fue su respuesta, recordando la cantidad de barbaries sucias que había dicho mientras cierto gato se lo comía por la retaguardia.

—Yo diría que saco lo mejor de ti mi  pequeño zorrito ¿y sabes? —Yoongi se inclino un poco más hacia él y tomo su barbilla entre sus dedos, bajó un poco más la resonancia de su voz—. Me gusta que seas tú, me gusta que seas tan natural, que te dejes llevar, me gusta que te dejes llevar por mí, Jimin.

El zorrito se sentía tan feliz, tan pleno y a la vez tan satisfecho no solo porque había logrado experimentar un delicioso y fuerte orgasmo con aquella lengua rápida, también porque todo lo que hacía, aunque sea la cosa mas mínima lograba hacer feliz a Yoongi y por lo tanto también lo hacía feliz a él.

Sonrió bajando la mirada por el cuerpo del mayor, veía que entre sus pantalones  traía un enorme problema que el fácilmente podía solucionar. Así que no perdió el tiempo en  alargar una mano y rozar la zona, observando como Yoongi cerraba sus ojos al tacto.

Era una manera tan sutil de decirle que podía hacerlo si Yoongi quería, pero a la vez estaba nervioso porque jamás, nunca,  never of the nevers había hecho algo así. Lo más grande que había metido a su boca había sido un trozo de pastel casi entero y fue porque Taehyung se lo quería comer antes que él, y aún así se estando ahogando pero eso claramente no era pastel.

Yoongi sonrió divertido al ver la indecisión del zorrito, tomó su mano entre la suya, había un claro contraste de piel y de tamaño, la piel de Jimin era ligeramente bronceada pero clara y yoongi bastante pálido y del tamaño ni se diga, con una sola mano Yoongi podía sostener las dos de Jimin. Besó castamente la pequeña mano, con suavidad y mucho cariño.

—Lo haremos en otra ocasión bebé, con calma y sin prisas, irás aprendiendo a complacerme así como yo aprendo a conocer tu cuerpo y tus gustos todos los días. ¿Si?

Jimin asintió entre aliviado y apenado pero finalmente aceptó que iban de a  poco, no podía introducir todo un libro en su cerebro en un solo día, así mismo no podía probar todas aquellas experiencias que le faltaban por aprender con Yoongi en la intimidad en un solo instante.

Tenían mucho tiempo para ello.

—Tengo hambre Daddy —dijo bajando de la mesa con ayuda de yoongi.

—Ve a darte una ducha y yo bajare a hacernos de comer —Yoongi besó su frente ayudando a acomodar la ropa de Jimin.

—Me daré una ducha rápida Yoonie y bajare para que me enseñes muchas más cosas en la cocina.

Yoongi le miró con una ceja alzada y media sonrisa.

—Hablas de…

Jimin le miro inexpresivo hasta que entendió y sus mejillas una vez más tomaron color rojo granate.

—Noo, no Daddy God… hablaba esta vez de cocinar.

Yoongi soltó una carcajada y lo abrazó por la espalda colocando su barbilla sobre el hombro de Jimin.

—Lo sé cachorro, se de que hablabas.

Cachorro.

Jimin se sentía tan bien cuando su padre le llamaba cachorro era como cumplirle mil caprichos a la vez, pero cuando lo dijo Yoongi fue…

—Se siente como un abrazo al corazón —dijo bajito, pero claramente Yoongi le había escuchado.

—¿El qué?

Uno porque se oía bonito y otro porque eso le hacía sentir cerca de su amado padre de una u otra forma.

—Nada daddy, llévame a cocinar, please —sonrió tomando la mano de Yoongi.

El mayor accedió sin hacer más preguntas.

El resto de la noche se fue en enseñanzas sobre como cocinar sin pegar los huevos fritos al sartén y más cosas.

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