#1 ❤︎𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐀𝐠𝐮𝐚 𝐬𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯o 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟏❤︎

Hola, chicos.

Nuevamente estoy aquí. Dando las gracias (otra vez XD) por darle la oportunidad a una de mis historias.

Cómo saben, está historia no es nueva. Ya la habrán leído probablemente en mi otra cuenta, aparte de la versión anterior que ya tenía publicada. En fin, aquí simplemente está editada y próximamente completa. Como verán, está historia se ha convertido en una Saga de 5 libros completos. Y posiblemente se le puedan agregar más. Pero eso lo veré después.

También, tendrá a Futuro un multiverso entero, que constará de líneas alternativas de la misma historia, ahondando en los "¿Qué pasaría si...?" , como seguramente ya lo habrán notado en Alternative Line. Sin embargo, por ahora, comenzaré con este libro primero.

Muy bien ¡aquí vamos! Ahora, solo me queda una cosa por decir; Bienvenidos a la Saga de libros Miraculous Tenshi.

Aviso: Está historia está cronológicamente ubicada después de Capitulo 1 The Colecctor. Por lo que los eventos de la primera temporada SÍ ocurrieron.

Aviso 2.0: Miraculous Tenshi 2, es el primero libro que se debe leer para iniciar esta historia.

Aviso 2.5: El funcionamiento de los Miraculous será un poco distinto al show original.

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[Miraculous Tenshi 2: Discovering My True Self]

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𝕮ᴀᴘɪ́ᴛᴜʟ 1

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[Creador: DannielGarden

Fecha de creación de la obra: 06/05/2015.
Fecha de la primera escritura: 06/09/2017.
Fecha de la segunda escritura: 09/03/2019.

Fecha de tercera escritura: 22/10/2022

Fecha de estreno:05/06/2021
Fecha de Edición: 17/01/2022

Fecha de edición reciente:

31/10/2022]

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—[Hace mucho tiempo]—Se vio una imagen en 3D de la tierra girando sobre su mismo eje en el espacio solitario, [En los registros de la historia de la Tierra misma]—Se abrió un libro antiguo, en un espacio oscuro. El cual pasaba las páginas con ayuda del viento—. [Se remonta hace siglos atrás específicamente]— se detiene en una de las páginas y se adentra en ella. Pasa una transición parecida a un viaje. Cómo si cayeras de un avión hacía el suelo. Se iba adentrando a la tierra—, [La anécdota de dos joyas mágicas que podían ser la salvación o la perdición del universo entero].

[By; Paige Turner]

—[Los Aretes de la Creación o el Anillo de la Destrucción]—el anillo giró en su propio eje en el centro de la nada de color rojizo difuminándose a negro. Los dos aretes giraban, haciendo una traslación alrededor del Anillo Negro—, [Dos objetos cuyos poderes lo eran todo para aquellos que conocían el alcance de éstos]—una luz blanca salió del centro del aro del Anillo perteneciente a la escena anterior, abarcando toda la pantalla.

—[Por lo que tuvieron que ser custodiados por grandes guerreros]—se ve claramente el templo de los guardianes—, [Su función era utilízalos para defender el destino de prójimo]—se ven hileras e hileras de cajas antiguas donde guardaba los Miraculous.

[By; Danniel Garden]

—[Así nacieron los defensores, en derivación a los símbolos, de la Mariquita y el Gato Negro]—se ven las siluetas de dos personas. Un hombre y una mujer parados uno junto al otro—, [Su propósito era proteger el equilibrio del mundo]—se ven las dos manos de cada uno, en sus palmas residían el Miraculous de cada quien, y su mano se cerró en un puño, simbolizando la frase 'Proteger'

[By; Paige Turner]

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𝐌𝐢𝐫𝐚𝐜𝐮𝐥𝐨𝐮𝐬 𝐓𝐞𝐧𝐬𝐡𝐢 𝟐

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[Actualidad]

[La voz femenina sonó un poco extraña—Hola. Mucho gusto— pausó—. Mi nombre, es 92645286. Traducido en idioma de la raza humana como; Amanda Michells. Y hoy, voy a contarte la verdad. La verdadera historia de aquellas dos personas más importantes de nuestro Patrimonio Terrícola—la voz explicó amablemente]

El abrazo caluroso que nos regalaba el enorme astro de fuego esa mañana, era completamente gratificante. A su lado, desde el punto de vista humano, las nubes nadaban a su costado como siempre, tan espinosas y sin color, precisamente como de costumbre. El viento lamía cualquier superficie. E incluso recovecos, donde ni siquiera llegaba la luz del sol.

En el presente, era un día escolar. Por lo que, ante esa información, cualquier menor de edad debía presentarse obligatoriamente a los centros educativos correspondientes. Siendo este, el llamado para cierta adolescente.

Pero...

Dentro de una de las habitaciones de la residencia Dupain-cheng, se encontraba Marinette en pijama. Descansando sobre su cama, era inamovible cuando dormía.

Por otra parte, el reloj ubicado en uno de los burós del cuarto se movilizaba de un lado a otro, insistentemente. En la hora que reflejaba, decía que, por lo menos, quedaban treinta minutos antes de que le cerrarán las puertas del Collège.

El problema, la joven de cabellera azul tenía un ligero altercado con el hecho de pararse temprano. Razón por la que siempre llegaba tarde. Suceso irónico, por qué vivía justo a lado de su instituto. Ahora, lo único que la salvaba, de no ser expulsada, era por poseer mucha suerte.

La habitación de la Franco-china era espaciosa y desde sus padres se mudaron allí. Su cuarto expresaba rosa por todos lados. ¡Incluso ella misma! Su vestuario, sus muebles, las paredes, su celular, su baño, sus zapatos y mucho, mucho más. ¡Todo era un jodido rosa pálido! Y si su color de piel no lo era ¡¿Quién sabe qué tipo de efecto cósmico pudo haber detenido eso entonces?!.

Aún roncando sobre sus sábanas, la niña se despertó a gritos, gracias al susto que le dio su queridísima alarma, cuando está siguió sonando sin respeto alguno por sus dulces sueños.

Después de aquel espectáculo ridículo, donde dio un enorme salto sobre su cama por el susto y cayó fuera del colchón. Talló uno de sus ojos con el puño.

Gateando hasta el borde, se ayudó para levantarse. Cuando sus ojos se enfocaron bien, vio la hora y una vez que su cerebro hizo clic, pegó un chillido que hasta rompe el vidrio de su ventana. Salió disparada en dirección a su armario y mientras despotricaba unas cuántas maldiciones entre dientes. Su mandíbula se apretó y sus ojos azules inyectados en sangre, se llenaron de desesperación, deslizándose de un lado a otro, nadando rápido para captar donde se encontraba la ropa limpia que iba a utilizar el día de hoy.

—¡Listo! ¡Al baño!—fue lo único que logró articular en voz alta en lo que entraba al cuarto de baño a cambiarse. Después de como siete minutos, la joven francesa de cabellera azabache salió de allí, mojada, vestida, acompañada con una sonrisa satisfecha y una toalla recién usada. Avanzando hasta el tocador, se dedicó a peinarse y colocarse sus típicas coletas de cerdo.

—¡Rápido Tikki! ¡Vámonos!—llamó, aparentemente a la nada en particular. Colgándose el bolso y dando media vuelta. Mudándose de la habitación hacía el primer piso—, ¡que no quiero llegar más tarde de lo que ya estoy!

Una vez, que ella abrió la puerta para salir y la atravesó. Un borrón rojo y negro, la siguió.

[...]

[—Sé, que no me creerás cuando te lo diga—pauso de nuevo—. O tal vez pensarás que todo esto no es más que una pérdida de tiempo—ahora bajó a ser un poco triste. Para luego subir enfurecida mente antes de que su tono se convirtiera inevitablemente en coraje—. ¡Pero te aseguro que está historia, vale la pena ser escuchada!]

Las cosas en una de las Mansiones más grandes de París eran diferentes.

El lugar, aunque hermoso y forrado con lujos hasta los maseteros. Estaba desprovisto de cualquier tipo de calor hogareño. También, dicha fortaleza parecía erradicar hasta el mínimo sonido exterior. Y aunque, el asunto de la seguridad o el comportamiento reservado eran relativamente comunes en las familias de estatus alto. Esta en particular, era demasiado exagerada con dicho elemento en su aplicación. Volviéndolo así, un rasgo común dentro de estos terrenos.

Así que, por mucho que Adrien Agreste no pudiera tener más con esto. Él no era quien tenía las escrituras de este podrido lugar o si quiera voz, como para cuestionar las acciones del comportamiento errático de su familia.

En cuyo caso, Gabriel Agreste, era único que podía hacer y deshacer a su antojo, todo. Ese hombre, no solo era uno de los magnates más asquerosamente ricos del país. Si no que también el más cotizado en el mercado de la moda como el diseñador más glorioso de todos los tiempos.

O al menos, eso era lo que decía cada encabezado de cada revista en la que salía el Agreste mayor.

El menor, por otro lado, era el modelo principal la marca Agreste. Marca de dicha empresa que su padre había heredado directamente de su abuelo 'Félix Agreste'.

En realidad, si le preguntabas al muchacho sobre si se acuerda desde cuándo se encontraba trabajando para su padre. Él te diría; 'desde que tengo uso de razón'. Así de simple.

Aunque, la mayoría de las veces, después de decir eso, se queda pensativo por qué no recuerda concretamente el momento en el que todo inició con su carrera de modelaje.

Si, Gabriel lo crío a su manera y eso era para que él se convirtiera en el hombre perfecto.

Uno, que pudiera hacerse cargo de dicha empresa cuando se graduará del Lycèe Teminale y sacará a relucir con honor y orgullo, el apellido de su familia. Pero antes de eso, debía rendir en todas las clases extracurriculares que en las que su père lo había matriculado, de antemano.

Y el rubio asistía, a todas y cada una de ellas. Tal y como su progenitor le había ordenado a Nathalie Sancoeur, programarle en su nueva apretada y permanente agenda.

Al principio, todo eso estaba bien para él. Pues, estaba asistiendo a la persona que más cariño tenía e intentaba volverlo feliz con su trabajo. Por qué en ése momento, cuando era niño aún, él solo veía al modelaje como otro juego más. Pero, uno entre los dos, donde podía pasar tiempo con el mayor y ser feliz.

Hasta que poco a poco, el juego, ya no fue uno.

Mientras crecía, se dio cuenta de que cualquiera que fuera la clase de fantasía que había formado en su cabeza, se había roto hace mucho tiempo.

Ya ahora, solo quedan los pedazos de un sueño destrozado que jamás, podrán ser restaurados en su forma original.

Él se había convertido en un adolescente de 14 años. Cierto, seguía siendo un niño. Pero, ahora podía observar con más claridad su situación y darse cuenta de que anteriormente había estado tan, pero tan ciego de la verdad.

Y todo esto, le concedió un motivo para querer salir huyendo como desquiciado de aquella prisión de barrotes de oro, en la cual, había estado viviendo todos esos años.

La jaula dorada de los Agreste.

Allí mismo incluso, tomó la decisión. Por primera vez, por si mismo, transpiró valor e hizo uno de los actos más imperdonables para la correcta familia de la que provenía. Pero aún con todo y ese recordatorio, no se detuvo y lo hizo.

Se matriculó en una escuela pública, allí mismo en la ciudad.

Y al final, entendió que no solo había logrado lo que se propuso, si no que también había obtenido amigos, entre otras cosas.

Pero bueno, todo eso ahora, lo había llevado hasta aquí.

—Adrien—recibió el llamado de la asistente de su padre. En lo que entraba por la puerta del comedor. Su mirada glaciar, se posó en el chico de cabellera dorada y ojos color verde lima, que se encontraba tomando su desayuno en la única mesa que coexistía allí—, ya casi es momento de que te vayas al Collège. Te recuerdo—empezó a leerle la información que traía consigo en la agenda, mientras sostenía con sus manos la tablet de color blanca—, tu clase de chino se aplazara esta semana a los jueves. La clase de mandarín se moverá a los lunes. Y la de esgrima, se mantendrá en los sábados ¿Está claro?—alzó una ceja expectante.

—Si, Nathalie—devolvió el tenedor a la mesa en conjunto al cuchillo, para prestarle atención a la mujer. Aunque con una actitud un poco desganada.

—Bien—no lo dejó respirar, cuando miró su muñeca y le regresó la mirada, clavándosela como dagas—. Lo siento, pero terminó el tiempo para alimentarte. Es hora de que nos vayamos—se hizo a un lado y ocultando cualquier emoción, llamó nuevamente—. Sal.

El joven observó el plato medio lleno—Como digas—sin volver a tocar los cubiertos, se puso de pie, alisando su ropa de marca. Después de todo, no debía estar menos que perfecto una vez que saliera por esa puerta.

[...]

[Se quedó en silencio por un momento—El relato que quiero contarte—pronunció continuando con ese tinte serio que se destacaba tanto en el fondo—. Es el origen de—exhaló—, esos dos seres con el poder de equilibrar al mundo entero—su voz se entristeció de nuevo—. Pero que en el fondo, lo único que querían—inhaló—, era la libertad para poder estar juntos]

Una vez que se despertó, sabía que era momento de dejarlo todo y volver a la horrible realidad en la que le había tocado vivir.

No es que no le gustara ir a clases y ver a Adrien o a Sabrina. Pero en este momento no tenía, ningunas ganas de ir al Collège.

—¡Maldición!—chaqueó la lengua sintiendo como algo crudo presionaba su pecho y lo comenzaba a hacer arder sin compasión alguna—, ¿por qué tuve que andar de fisgona anoche?—la rubia de ojos azules parpadeó rápidamente, haciendo que pudiera contener por todos los medios, sus lágrimas. Mientras se abrazaba a sí misma aun dentro de su cómoda cama, tapada hasta la cintura con su edredón color amarillo chillón. Su desagradable aspecto daba mucho que decir de su condición nefasta. Ojos hinchados e inyectados en sangre, piel pálida, maquillaje corrido y agua salada seca en sus mofletes.

Respirando temblorosamente, se quitó la sabana de encima y corriendo su cuerpo hacía un constado de la cama, pudo llegar a la altura del buró blanco y apagó la alarma.

Sus miembros se movilizaron lentamente cuando se reincorporó de su cómoda cama tamaño king. Un bostezo errante fue arrancado de su garganta seca, cuando se estiró. Y sus huesos crearon un chasquido aberrante. Mientras olfateaba con fuerza.

—Estúpida mañana de mierda—masculló entre dientes, en lo que observaba, a través de la cortina, como se colaban los rastreros rayos solares. Así que, para distraerse de su malestar, tomó el celular que se encontraba sobre la encimera y lo revisó, desbloqueándolo. Una selfie de ella misma, apareció como fondo del dispositivo.

En la parte superior, en la misma pantalla. Existía una barra, donde chequeó las notificaciones recibidas:

99+ de Instagram, 48 en Facebook, 99+ en Twitter, 99+ en Tik Tok y 32 en Wattpad.

Puso los ojos en blanco. Y mejor lo bloqueó, dejándolo nuevamente en el lugar donde lo había tomado. No quería saber nada de la basura que seguramente le habían compartido. Al menos no esa mañana.

Pues, era la peor de todas.

[...]

[—Que lamentablemente...—hizo una pausa dramática]

Su respiración estaba agitada. El jadeo era constante. Sudor escurría por su frente detrás de su flequillo, al aflorar de sus poros sobre exigidos gracias al calor infernal que estaba haciendo en ese momento. Su cabello largo atado en dos coletas largas, se agitó. Los iris azules se deslizaron desplazándose de un lado a otro para intentar captar cualquier peligro a su alrededor. Los brazos le revolotearon hacía adelante y hacía atrás para aumentar la velocidad. Por otra parte, sus piernas se deslizaron dando un paso tras otro queriendo llegar de una buena vez a su destino.

—¡Oh! ¡No puede ser! ¡No puede ser!—balbuceó entre dientes mientras jugaba con sus meñiques como una forma inconsciente y poco convencional de señalar un tic nervioso—, ¡llegare tarde por que jodidamente olvide poner la alarma!—puso los ojos en blanco en lo que seguía reprendiéndose a si misma de camino al Collège.

Continúo mascullando entre dientes, en lo que llegaba hasta las escaleras del instituto. De pie, inmóvil allí, arregló su mochila mejor en su hombro, pues la muy ingrata, solo se le venía resbalando todo el maldito camino hasta aquí. Y al levantar la vista, dejó que sus ojos vagaran por la estructura desgastada y aviejada de la instalación.

El coro de 'Buenos días' cobró vida una vez que se acercó a la puerta principal. Este saludó no hacía más que bañar al director todos los endemoniados días, haciendo que el adulto a cargo se sintiera un poco más superior de lo que ya era.

Lamentablemente, ella no fue diferente al resto de los alumnos. Especialmente porque todos estaban obligados a hacerlo en primer lugar.

De hecho, sospechaba perfectamente que ninguno de sus compañeros quería hacerlo en realidad. Y no era para menos, quiero decir, solo se le debía poner atención a cada uno de ellos y encontrarías la respuesta.

Los individuos no hacían más que estar llenos de ojeras, ojos inyectados en sangre y cargados cada uno, por lo menos, con un enorme vaso de café negro hasta el tope.

Y tal y como había dicho antes, no era muy difícil adivinar que estos chicos estaban dispuestos a quemarse los ojos (en el mejor de los casos) con todo ese líquido, antes de siquiera empezar a saludar con genuino entusiasmo al director, un miércoles por la mañana.

"Pobres almas en pena" sintió un poco de lástima "Ojalá alguien se apiadara de nosotros"

Siguió su camino a través de la enorme puerta de roble en dirección fija hacía las escaleras al fondo de la cancha.

Atravesó un mar de gente, que no hacía más que absorber tu vitalidad si te descuidabas por un solo segundo.

Queriendo no quedar atrapada en aquella aglomeración de carne humana, se deslizó de silenciosamente hasta que pudo (con un poco de trabajo) llegar hasta las escaleras.

El sudor volvió a ella y la falta de oxígeno allí abajo comenzaba a ser asfixiante.

Apresurándose, subió las escaleras.

—Oye ¿estás bien?—la mirada de la joven de cabellera azabache, se dirigió hasta una parte más alejada y profunda del pasillo del segundo piso—, joder ¡despierta!

Era una tipa tratando de reanimar a un chico de huesos grandes, el cual apenas y había podido resistir a la oleada de esa hora.

—¿Quieres que llámenos a algún profesor?—preguntó otro chico. Si, ya se había hecho un pequeño círculo de gente alrededor del pobre desafortunado que se desmayó.

—Por favor—la joven, presuntamente amiga del chico inconsciente, comenzó a soplarle con uno de sus cuadernos para apuntes—. ¡Vamos Mickey!—llamó la chica observando al moreno, con una expresión preocupada—, ¡tan solo despierta! ¡Tengo una exposición en ciencias! ¡maldición!

Bridgette puso los ojos en blanco "¿Es enserio?" dio un paso adelante y luego otro, así hasta que llegó a estar frente a la chica arrodillada junto a su amigo.

Esta levantó la mirada observándola de forma curiosa.

Se movió. Sacando de uno de los compartimentos de su mochila, una botella de alcohol medicinal. Le quitó la rosca y se agachó hasta tenderle la tapa a la nariz de 'mickey'. Dejándola por un minuto en su nariz.

El chico, pronto reaccionó.

Estornudando a toda potencia, se levantó hasta quedar sentado en la superficie suelo.

Ella hizo una mueca en lo que enroscaba esa tapa en su lugar. Y metía la botella a la mochila.

—¡Oh, Mickey! ¡Me alegra de que estés bien!—chilló la chica de cabello carmelo. Mientras abrazaba al llenito por detrás. Para luego girarse a encararla—. Vaya, no sé cómo agradecerte por esto—comentó sonando genuina.

Pero la Slogan lo sabía mejor. La muchacha frente a ella ciertamente le estaba dando las gracias, pero no por salvar a su amigo de la inconsciencia.

Se encogió de hombros, sintiéndose un poco incómoda—N-No quiero nada. Solo haz que tu compañero no se desmaye otra vez ¿quieres?—después de pedir eso, tan solo se dio media vuelta y se marchó.

[—Era algo que tuvo que aplazarse por muchísimo tiempo—pausó—. Pero que eventualmente...]

Apenas entrando a su salón de clases, se detuvo en seco. Pues, en la primera fila, se encontraba nada más y nada menos, que la persona por la que su corazón guardaba sentimientos.

Adrien Agreste.

Un joven de cabellera rubia y ojos color verde. Alto, piel clara, sonrisa amable y de buen corazón. Modelo de la empresa de su padre y alumno de Françoise Dupont. Compañero de clases suyo y persona de interés.

El adolescente de ensueño que toda chica quería tener de novio.

Después de todo, el chico era guapo, nadaba en francos y poseía una personalidad de la mayor calidad, pues era caballeroso y muy bondadoso.

Pero a ella, aunque le encantaba volar entre las nubes imaginando uno y mil historias con Adrien como su acompañante. En lo personal; no le gustaba que le mintieran.

Para empezar, que realmente haya en existencia alguien tan perfecto, era aburrido. Pues, la verdad, lo que estaba buscando era algo más acordé a la realidad. Una persona con una personalidad propia, que le fuera sincero en cada paso que dieran en su relación. Si es que la tuvieran.

Pero bueno, regresando al punto.
Uno de sus pensamientos más arraigados en si misma, era que; la perfección era solo una ilusión y que nada en esta vida era completamente negro, ni blanco. Más bien gris.

Ante lo del estatus millonario del joven, bueno ¿Quién no estaba podrido en francos aquí? Bourgeois era una de esas personas y estaba inscrita en sus clases. Por lo que, de alguna forma todos los miembros del alumnado que se habían matriculado en este Collège lo eran. De alguna manera.

Después de todo, no debíamos olvidar que tanto este como el Lycèe eran de los más prestigiosos de toda Francia.

Ahora aclarado esto. Tan solo restaba decir que ella no era de las que les prestaba mucha atención a ese tipo de asuntos.

En conclusión; estaba enamorada de Adrien, por las circunstancias en las que lo conoció y fue viendo sus actos. No por ser una persona interesada en ver cuánto dinero del modelo puede gastarse, intentando comprar productos de Gucci.

[—Terminó]

Por otra parte, Adrien se encontraba sentado en su mesa-banco, hablando calurosamente con Kim sobre deportes y cualquier tipo de cosas a los chicos les guste...¡mentira! ¡el Agreste era más otaku que tú y yo juntos! Por lo que cabe decir, que estaban discutiendo sobre quién era más fuerte, Vegetto o Gogeta.

A su lado, simplemente escuchando música con sus audífonos, coexistía Nino Lahiffe. Quién era un moreno de lentes al que le gustaba mucho finalizar con la palabra 'amigo' o 'viejo' todas las conversaciones y utilizaba 'Bro' para referirse a su mejor amigo y 'nena' para las chicas.

Negó con la cabeza. Intentando deshacerse de cualquier cosa que la distrajera de todo el análisis que le había hecho a Adrien y a su mejor amigo, antes de volverse y acomodar su mochila mejor en su espalda, respirar hondo y tranquilizarse.

Dando media vuelta, casi tropezó consigo misma, pero por suerte, logró estabilizarse a tiempo, antes de que alguien notará lo que estaba mal. Se agarró el pecho, intentando tranquilizar los latidos del corazón. Suspiró profundamente y se pasó una mano por la cara, quitando cualquier desperfecto que pudiera haber existido ahí.

"Debo dejar de hacer eso" refiriéndose a tropezar sobre con sus propios pies. Apretando fuertemente la correa de su mochila, avanzó. Intentando por todos los medios, que no se notará lo nerviosa que se encontraba con el solo tener que pasar frente a ellos. Pasar frente a Adrien. Pero efectivamente, funcionó.

Aunque, lo más probable fuera por qué a ninguno de ellos les importaba en lo más mínimo que hacía.

Suspiró nuevamente para sí misma, mientras llegaba hasta su asiento designado en la parte trasera y solitaria del salón.

Soltando su maleta en el piso, se sentó un poco deprimida. Especialmente, por no haber visto ninguna clase de señal, en la que el rubio se diera cuenta de su presencia.

[...]

En lo que la azabache se echaba una pequeña siesta de media mañana. La clase de Madame Bustier por fin había comenzado. El problema; no estaba completamente lleno.

Como un factor tardío, Chloe Bourgeois abrió la puerta del salón de clases y entró. Esto no hubiera sido una sorpresa si no fuera por las enormes ojeras que se cargaba o las sombras que se aferraban sin compasión a su preciado rostro.

En conocimiento general, casi como si fuera una ley en el país de Francia. Se sabía que la joven rubia, era alguien que se preocupaba infinitamente por su cutis y maquillaje. Así que, este tipo de aspecto tan desastroso era absolutamente lo opuesto a lo que la hija del Alcalde reflejaba todos los días.

Y era preocupante. Por qué nadie la había visto la ir de tal forma desde que la conocían.

—Mademoiselle Bourgeois ¿Está usted bien?—la mujer pelirroja, encargada de implementar la educación a todos estos jóvenes frente a ella, la cuestionó suavemente—. No me parece que tenga el semblante adecuado para poder estar presente el día de hoy—la observó acercarse a su propio asiento con semblante desganado—. ¿Desea que llamé a su Père para enviarla de regreso al hotel?

Se congeló en el acto y bajó la mirada al suelo, mientras algunas sombras se empezaban aferrar a su rostro "su père" la mente de la rubia comenzó a trabajar, recordándole cosas desagradables, arraigadas detrás de aquel sencillo apodo—Papi—la simple palabra le sabía a cenizas en su lengua—. Père...—murmuró lentamente por segunda vez, sintiendo como su corazón se oprimía por segundos y su lengua se secaba de golpe. Sus ojos comenzaron a picar y buscó por todos los medios, mantener su postura margen estándar, que se requería para seguir siendo la gran Chloe Bourgeois. Aquella que nunca flaqueaba ante nadie y estaba demasiado llena de sí misma—, el Alcalde. Ma Père...—casi escupió. Pero se detuvo, alzó su mirada sombría hasta clavarla completamente en la aguamarina aguda de Caline Bustier—. No—cerró los ojos y respiró hondo—, estoy bien.

Sabrina desde su asiento, la observó con ojos de cachorro, totalmente preocupada por su aspecto, tomándose la solapa inferior de su suéter de lana de color esmeralda.

Pero la niña de vestimenta de abeja no estaba mirando. Sabía que esto le molestaría a su mejor amiga, pero aun así decidió ignorarla. Reconociendo la contracción de su estómago al cerrarse, enmudeció. Así que, alejando con mucho cuidado sus ojos glaciares de la profesora, retomó su camino en dirección a su asiento correspondiente.

[...]

—¿Qué demonios ha sido eso?—Marinette escupió totalmente desconcertada por lo que sus ojos azules estaban captando en vivo y en directo.

Alya Cesaire, su mejor amiga y confidente. También se encontraba descolocada por la entrada poco natural de Chloe Bourgeois a la clase ¿Qué es lo que le había pasado por la cabeza a la hija del alcalde y primogénita de Audrey cuando salió a la calle con esas fachas? o es que ¿se había perdido de alguna primicia o algo así?

Boquiabiertas, vieron como Bustier hablaba con ella y luego está, la dejaba con la palabra en la boca, para tan solo retirarse a su lugar, después de negarse a regresar a casa con su preciado 'papi'.

—Joder ¿qué está pasando aquí?—fueron las primeras palabras que salieron de Nino, después de haber despertado del shock.

—No lo sé. Pero esto bastante aterrador—contestó Cesaire aún atónita. Cerró los ojos y luego los abrió, cayendo en una postura burlona—, quiero decir, tan solo mírenla—soltó una pequeña risa contra el dorso de su mano—, ahora sí parece más a una bruja.

Ante su comentario, los otros dos soltaron una risa también. Burlándose de la que siempre había sido su matona durante este y el año pasado.

Por otro lado, Adrien se encontraba mirando a su amiga de la infancia con confusión y también preocupado por su condición esa mañana.

[...]

[Tiempo después]

Tenía una sonrisa en sus labios que dejaba que la baba escurriera. Mientras sus ojos seguían cerrados del sueño, en lo que estaba arrecostada sobre la madera de la superficie de su escritorio.

—Me encanta cuando me abrazas, Adri-

—Mademoiselle Slogan, Mademoiselle Slogan ¡despierte! ¡Ya se acabó la clase!—la profesora la movió.

La azabache poco a poco fue abriendo sus ojos, tan solo para pegarse un susto al ver qué la profesora la estaba llamando—¡¿Si?!—tenía una expresión de horror en su rostro.

—Se acabó la clase, Mademoiselle Slogan—repitió dulcemente la mujer.

Era la profesora de Biología. Esta era una mujer canosa que mantenía ya por lo menos 60 años de edad. Y francamente, Bridgette no entendía cómo demonios seguía viva en este momento, pero bueno, más bien era que tal vez la dama en realidad solo se veía acabada.

Las arrugas resaltaban mucho. El rosa pálido la había ver angelical, pero eso no distaba mucho de hacerla ver aún más anciana de lo que era. Su sonrisa suave reflejaba su noble corazón y sus ojos cerrados la hacía ver casi como las abuelitas de las caricaturas. Sus manos callosas y suaves, la empujaron a tomar una siesta más que en despertarla.

Y aunque no dudaba que había sido hermosa en sus años de oro. Ese tiempo ya había pasado.

—Uh, muchas gracias, Miss Romandy—se desperezó, estirándose como un gato y una vez que ya pudo estar bien, se encargó de guardar todas sus cosas y salir por aquella puerta.

Caminó por el pasillo angosto, notando cómo todo estaba atiborrado de personas, los cuales iban en todas direcciones sin detenerse siquiera a tomar aire. Se encogió en si misma hasta que a empujones llegó a las escaleras. Y bajó los peldaños para llegar al primer piso.

Aterrizando a trompicones. Se dirigió hacía la puerta de la cafetería.

Al abrirla. Lo encontró de nuevo, allí, en una de las mesas color esmeralda. Dándole la espalda y comiendo, en compañía de sus amigos.

Se quedó allí, de pie, tratando de procesar correctamente lo que estaba presenciando. Bajó la mirada y observó el mármol color blanco del suelo liso. Su reflejo le devolvió la mirada, empañado. Pero, la tristeza era visible aún con ese limitado vistazo.

Al alzar la vista una vez más, se le quedó mirando a todas esas personas que se encontraban almorzando con él.

Una de ellas, era Alya Cesaire; joven estudiante de Françoise Dupont que iba a su mismo grado. Pero, que, en sus ratos libres, se dedicaba a ser una reportera aficionada, obsesionada y empeñada por acosar todos y cada uno de los pasos de los superhéroes, Ladybug y Chat Noir, religiosamente.

A su lado, su novio Nino Lahiffe, quien como había dicho, era el mejor amigo del modelo.

Y junto a ellos, se encontraba sentada Marinette Dupain-cheng, nada destacable que decir de ella. en realidad. Mas allá de que tan solo era la hija de unos famosos panaderos en París, su personalidad era torpe/dulce. Y que se encontraba enamorada de Agreste al igual que todo el mundo.

Cerró los ojos y apretó los puños, uno de ellos, se encargó de apachurrar las asas de la bolsa de plástico, que traía consigo. Al menos, hasta que sus nudillos se volvieron blancos, girándose un poco disgustada. Abriéndolos de nuevo, se desplazó, intentando no chocar con cada mesa llena o la gente que caminaba por cualquier rincón. Hasta que por fin llegó a una de las mesas vacías y pudo sentarse.

Aun celosa por no poder estar con la persona que quería y ellos, sí. Se sintió un poco incomoda cuando tomó asiento. Siendo la única persona que ocupaba esa mesa, se dio cuenta más que nunca, que siempre había estado sola. Encogiéndose en sí misma, intentó no pensar mucho en ello.

Colocó la bolsa transparente sobre la superficie esmeralda y desempacó la comida que traía en un tóper. Si, su madre le había preparado el desayuno. Lo destapó y cogiendo los palillos que venían adjuntos, los partió permitiendo que pudieran usarse de forma independiente del otro. Tomando un bocado, se lo llevó a los labios y masticó.

Una bola de oscuridad con varias partículas de energía densa rodeándolo, palpitó. Otra energía de color verde, la entornó haciéndola ver más peligrosa. De paso, también fueron expulsados, varios rayos del mismo color desde su núcleo.

Su mirada se desvió en ese momento hacía Adrien Agreste y tragó sus sagrados alimentos. Ahora, quitando la mirada, continúo almorzando, tranquilamente.

En ese momento, su celular vibró dentro del bolsillo de su chaleco oscuro. Dejando de lado un poco su comida, palmeó el bolsillo derecho. Más al que encontró fue a su Nokia apagado. Frunció el ceño; esto solo pudo significar una cosa.

Palpó ahora el bolsillo derecho y efectivamente; era su otro celular el que estaba sonando.

Con mucho más cuidado que con el otro, sacó de entre su ropa un Smartphone último modelo y lo apartó de las miradas indiscretas. En la pantalla encendida, pudo notar que había recibido un mensaje. Lo desbloqueó, colocándole el PIN correspondiente y luego lo abrió.

[Los preparativos de la reunión anterior se realizaron con éxito. El resultado ha sido enviado a nuestros clientes.

¿Algo que desee agregar, Mademoiselle?]

Se quedó pensando, observando hacía arriba, ceñuda y con los labios levemente fruncidos. Texteó algo antes de bloquear el aparato una vez más.

[Por ahora nada. Gracias. Por cierto, me alegro de que todo haya salido bien]

[...]

La baba casi se le caía directamente de sus labios, en lo que veía al chico frente a ella con ojos de corazones.

Con las mejillas rojas y calientes, Marinette, quien se había recostado sobre su mano. Sonreía soñadoramente, manteniendo su codo sobre la superficie de la mesa esmeralda.

Sabía que mirarlo de forma tan intensa como lo estaba haciendo, no era moralmente correcto. Pero, es que, realmente no podía apartar la mirada de la figura masculina delante de ella.

Adrien Agreste, era el muchacho que le había robado el corazón al inicio del año escolar. Cuando le regaló aquel paraguas aquella tarde después de clases.

Desde entonces, ella no podía dejar de pensar en él como la persona con la que quería pasar el resto de la eternidad.

El tipo era caballeroso, guapo y perfecto. No había nadie igual a él y lo quería egoístamente para ella. Si, puede que sus sentimientos no sean los más puros, pero ¿qué podía hacer?

Estaba enamorada.

Por lo que, aunque no podía dejar de tartamudear más de tres oraciones frente al joven. Se esforzaba al máximo para obtener cualquier información del sujeto en cuestión, por cualquier medio que fuera. Horarios de clase, su cumpleaños, hobbies favoritos y talla de zapatos o ropa. Igualmente, hacía (a escondidas) algunas cosas más por él, como; regalos (por lo menos de aquí a sus 50 años, todos adelantados); bufandas (aunque solo fue una y fue camufladas como regalo de Gabriel para su hijo, cosa que ella no había previsto, pero lo dejo pasar), macarons de su sabor favorito y la lista seguía. Sin contar las cosas oscuras e ilegales que había hecho por él.

De todos modos, aunque se empeñaba por hacerlo todo bien y hacía un puño de cosas así. Aun así, eso la dejaba en la misma posición. Pues ella no dejaba de ser la buena amiga Marinette. Por más que lo intentaba.

Cosa que le irritaba demasiado, pero como no podía hacer nada más que estar de acuerdo con él y sonreír, pues, así seguía su situación. Ya que no le gustaría molestarlo, para nada. Ya que eso significaría que dejaría de ser una buena persona a sus ojos ¡y eso, no podía permitirlo!

A su lado, Cesaire, quien se encontraba demasiado ensimismada en su celular, la escuchó y apartó sus ojos del dispositivo para mirarla.

—¿Sucede algo chica?—su ceño se arrugó. El cuarteto se encontraba en una de las mesas centrales de la cafetería del instituto.

Saliendo de su eñoración, la Franco-China se sobresaltó por la pregunta—No, no. Estoy bien—sonrió dulcemente.

—Si tú lo dices—se llevó un pedazo de pan a la boca. Aun echándole un vistazo, antes de volver a sumergirse en su celular.

Sabía que, Alya estaba atenta a las noticias de Nueva York. Ya que, aunque Ladybug era su prioridad, aún era gran fan de Magestia. Pero lo que tenía picada a la morena, era la extraña misión que estaba llevando a cabo la heroína. Se trataba un caso de rescate de ¿cadáveres? Si, extraño pero cierto. Resulta que dichos occisos eran antiguos miembros de una organización llamada Eleven y dicha organización era un secreto de estado, por aquellos lares.

No se sabía casi nada de Eleven, ni tampoco de los que intentaban robarse a esos pobres restos. Pero lo que si se sabía es que la heroína, ya estaba detrás de los malhechores, lista para hacer justicia.

Sonrió, estaba completamente feliz de saber que al menos Ladybug no era la única que cargaba con el peso del mundo. Y hablando de su alter ego...

Bajó su mirada hasta donde se encontraba su bolso y parpadeó, esperaba que Tikki la perdonara por no dejarle absolutamente nada del almuerzo de hoy.

Es que había estado tan concentrada viendo al Agreste, que se lo había terminado todo, antes de siquiera poderle guardar un poco.

[...]

Sabrina estaba clavándole la mirada como un halcón en este momento.

Y francamente no le importaba si lo hacía, después de todo ella ya estaba enterada que la había cagado desde hace un rato. Pero ¿era realmente necesario que lo hiciera justamente cuando estaba almorzando?

Joder, ahora su hambre se había largado.

"Gracias mejor amiga" pensó con sarcasmo, mientras devolvía la cuchara nuevamente al bowl con disgusto, suspiró—¿Cuándo dejarás de mirarme así?—los ojos zafiro se incrustaron en la figura menuda de la hija del Oficial Roger—, es molesto ¿sabes?

—Lo siento—su disculpa fue tosca, si no la conociera como la conoce, se habría sorprendido de su actitud—, pero la verdad, es que odio que me dejes fuera de lo que sea que te está molestando—un silencio se instaló entre ellas, mientras se encontraban sentadas en esa enorme mesa apartadas de los demás—. Soy tu mejor amiga ¿verdad?

—Por supuesto—su respuesta, llevó aún más firmeza que la que la peli naranja le había escupido hace un momento. Parpadeó, sintiendo como sus ojos comenzaban a picar nuevamente—. Pero—una incómoda sensación se instaló en su pecho, estrujando su corazón. Inhaló con brusquedad—, no lo sé—su voz se adelgazó y ahora parecía un pequeño hilo. Sabrina tomó la mano de su mejor amiga, por debajo de la mesa, totalmente preocupada—. Esta vez siento que es algo que simplemente, no puedo decir ¿entiendes?—sus ojos se aguaron y las lágrimas estaban en puerta, listas para derramarse en cualquier momento.

—Chloe...

—Yo...—los iris zafiro observaron todas las direcciones posibles, intentando captar si alguien la estaba viendo ser patética—. Yo...—sentía el aire viciado. Sabía que una sensación congelante se había colado en su cuerpo y recorría su columna vertebral, como si fuera una serpiente deslizante, invadiendo su zona de confort—. Tengo que irme—de golpe, se levantó de su asiento. Soltándose del agarre de su mejor amiga, quien la vio con un semblante de tristeza. Ella tragó saliva e hizo todo lo posible, por ignorar aquella expresión, la cual la hacían de alguna manera vulnerable.

Se dio media vuelta y comenzó a caminar rápido en dirección a la salida. Cuando salió, la joven se apresuró por los pasillos desconsolada, con las manos hechas puño. Sus zapatos casi derraparon en el azulejo color gris del pasillo viejo. Y su cabellera dorada de agitó en esa gran cola de caballo que traía todos los días con ella al Collège.

No podía decírselo a Sabrina, todavía no. La noticia era demasiado reciente como para contárselo a cualquiera. No es que considerará un desconocido a su mejor amiga. Pero es que ni siquiera podía pronunciarlo sin sufrir en el proceso.

Y dolía.

Le lastimaba sentirse sola en esto.

¿Por qué tuvo que haber sido así?

¿Por qué?

Al fin, pudo ver la puerta del baño de damas al final del pasillo y se adentró allí, sin pensarlo demasiado. El silencio caló en su alma, una vez que traspasó la entrada a su nuevo santuario personal. No es que le agradará mucho desahogarse en este pequeño lugar, pero era el único que había encontrado primero.

Y dios sabía, que lo necesitaba en este momento.

Dando ahora pasos lentos, se adentró aún más al sanitario y se metió en uno de los últimos cubículos. Dentro, no hizo más que desmoronarse.

Sin poderse controlar más, empezó a llorar sin restricción.

Su cara de volvió roja y arrugada. El agua salada empapó sus mejillas sonrosadas en su totalidad. Y sus mocos se aflojaron.

Mientras se desahogaba a garganta viva, pensó una y otra vez en lo que había descubierto la noche anterior.

Sus padres-

Sus padres-

Una mariposa negra voló en su dirección. Y fue entonces que la poseyó. Haciendo que el miasma morado se la engullera.

[...]

La aglomeración de estudiantes se volvió completamente loca, moviéndose de un lado a otro en total frenesí. La señal de alarma había sido activada y ahora todo el mundo estaba enterado de que existía un nuevo Akuma suelto.

Ahora, cada uno de ellos, como ya sabían, debían seguir las medidas preventivas necesarias para poder dirigirse uno por uno a su lugar designado de seguridad. Excepto, porque había algunas personas que se saltaban ese tipo de protocolos. Como Alya Cesaire, Marinette Dupain-Cheng e incluso el famosísimo Adrien Agreste.

[...]

Verity Queen, frente a la zona de la Torre Eiffel, tomó del cuello a un niño pequeño, que se había encontrado entre la multitud de transeúntes. Y sin piedad alguna, lo arrojó por los aires. Al menos, hasta que este cayó rápidamente hasta un bote de basura, que se encontraba del otro lado de la avenida principal, donde había estado de pie.

Todos los presentes que se encontraban en medio del desastre jadearon preocupados por el infante.

La Akumatizada hizo una mueca desagradable al ver qué tuvo que ensuciar su manicure para ello. Sus lágrimas de sangre no dejaron de caer como cascadas en lo que daba un paso u otro en cada dirección de los suburbios de la parte central de la cuidad parisina.

Su coleta larga hasta la mitad de su cadera se agitó con el viento lentamente. Sus lentes oscuros arriba de su cabeza brillaron destellantes ante la presencia del sol ese día. Su piel dorada resplandeció con la misma luz, dándole un beso suave al ambiente que la rodeaba, reflejándose en casi la mayoría de las cosas en las que pasaba.

Su vestimenta consistía de ser todo de color oscuro, blusa negra sin mangas, suéter negro encima, pantalones entubados combinados con dos cinturones como decoración en cada lado de la cadera, guantes de púas y botas de soldado. También, llevaba labial oscuro y uñas pintadas del mismo color.

Sus ojos eran rubí y su esclerótica era tan negra como el traje. Cuyo diseño conservaba bordes dorados.

Su poder, por otro lado, consistía en sacarle todos sus secretos a cada una de las víctimas que eran atacadas por un rayo suyo de su dedo derecho donde llevaba un aparato color plata.

La joven rubia sonrió de lado. Estaba completamente satisfecha de que todo París estuviera aterrorizada, simplemente por qué sería la encargada de exponer todos sus trapitos al sol.

Si, ella les enseñaría a no mentir de nuevo. Por supuesto.

Y todo hubiera seguido bien, si en una lamida del viento sobre su rostro, no hubiera traído el sonido de un Yo-yo, acercándose.

Chasqueo la lengua, sabiendo exactamente qué ocurriría a continuación.

—¡¿Qué demonios Chloe Bourgeois?!—Ladybug aterrizó con gracia sobre la superficie del suelo. Casi como si todo se diera, para que se viera, como escena de película de cine—. ¡¿Es que acaso no te cansas de hacer sus vidas miserables?!—la encaró con una expresión indiferente en el rostro, posando sus manos echas puños en sus caderas.

Una esfera de energía roja flotaba entre un espacio en blanco. Y mientras coexistía allí, su brilló se atenuó un poco.

Sabía que la única razón por la que la de manchas era capaz de hablarle de esa manera, era por qué no había cámaras cerca, aún. Y por qué, los pocos civiles que estaban allí, se encontraban totalmente de acuerdo con sus palabras. Aunque, también podría ser porque eran absolutamente devotos a la heroína.

Ladybug para ellos era un ser casi divino que había bajado del cielo para protegerlos. Más no se daban ni la pequeña tarea de ver a través de los lentes rosa y notar la realidad.

Esta mujer los estaba manipulando a todos, para conseguir su objetivo a como diera lugar.

—Ladybug—escupió con veneno en su voz. Ella pudo haber idolatrado a esta fémina antes, pero con la bomba que le había caído el día anterior. Ya no podía estar segura de quién era ella misma, así que lo dreno completamente en la heroína por qué simplemente era más fácil hacerlo. Intentando encontrar en ello la calma que no podía recuperar por sí misma—. Yo no hago las vidas de esta pobre gente, miserable ¡Deja de mentir! ¡En realidad eres tú quien las hace así! Así que ¡¿por qué no nos muestras tu verdadera identidad y respondes a tus errores por una vez?!

—¿De que estas hablando? La única que comete errores y no los paga ¡eres tú!—exclamó la dama de rojo, haciendo que los parisinos chismosos y asustados que se encontraban cerca, victorearan a su alrededor—. Además, jamás mostraré mi identidad a nadie. Es demasiado peligroso—se cruzó de brazos, cuadrándose en su lugar.

—¿Acaso no te cansas de ser tan fastidiosa?—Verity Queen, la observó para nada impresionada—. ¡Por qué estoy segura de que si no fuera por ti! (aun buscando glamour al no querer arriesgar tu identidad)—extendió los brazos hacía a la altura de su pecho, sintiendo como un sentimiento de superioridad, se encendía y canalizaba por todas sus extremidades—. ¡Tal vez, solo tal vez, Le Papillon hubiera sido misericordioso con esta pocilga y nos hubiera dejado en paz a todos! ¡Pero no! ¡no podías entregar unas simples joyas a ese tipo y hacer que París fuera un lugar mejor!

—¿Buscar glamour?—la azabache se río de una forma que te congelaba los huesos, o sea, sin humor—. Tu realmente no sabes nada—apretó su puño frente a ella, hasta que sus nudillos crujieron—. Si supieras lo que en realidad estas diciendo—la miró con una indiferencia de lo más arraigada en su alma—. No estarías hablando tan a la ligera sobre eso en primer lugar, niña—reprendió duramente con sus ojos azules, brillando como témpanos de hielo.

—¿Qué es Ladybug?—sus ojos rubí reflejaron malicia, mientras sonreía suavemente, estando de pie esperando su respuesta—, ¿hum? ¿Qué es lo que no se?

Pero la superheroína no le iba a responder absolutamente nada. Al contrario, solo se deslizó con su yo-yo saliendo del lugar. Mientras, Chat Noir, por fin, llegaba a escena.

Se enfureció con la chica, por dejarla, allí sola, con su mascota. De inmediato, su primera reacción fue seguirla, pero fue detenida frenéticamente por el gatito, quien le bloqueó el camino con su bastón de plata. Chasqueando la lengua, la Bourgeois comprendió que el felino debía ser uno de los primeros en probar sus nuevos poderes.

De pie, completamente quieta, llevó sus manos hasta donde se encontraba su boca y conjuro—¡âme nue!—hizo aparecer una bolita de luz, en las puntas de estos. Y luego se la arrojó a su objetivo.

[...]

—¡¿Porque diablos nos quedamos aquí?!—chilló Lahiffe totalmente alarmado, agachado justo al lado de su novia. Joder, casi podía sentir como su corazón bombeaba desde su garganta—. Al, nena ¡¿por qué no seguimos a los demás de regreso a nuestro salón de clases?—estaba asustado, debía admitirlo. De hecho, no estaba si quiera seguro del por qué la estaba siguiendo.

Ya no sabía si era para protegerla él o para que ella lo protegiera.

—Porque...mi chico precioso—acarició la barbilla del moreno—. ¡Quiero grabar la actual pelea de Ladybug!—sonrió extasiada mientras llevaba ambos puños al aire, mientras que uno de ellos, traía su celular—. Se que se verá tan perfecta como siempre—despotricó—, pero, aun así, ya sabes, cualquier cosa que pase con ellos ¡es material exclusivo para mi blog!

—Ehh—quiso decir algo, pero se retractó—. Lo que digas.

No quería enfadarla y menos en esta situación. La verdad es que era lo suficientemente inteligente para no hacerlo. Después de todo, su novia se ponía re intensa cuando le cuestionabas algo que tenía que ver con los superhéroes.

Sin volverle a prestar atención, la joven pelirroja, se dedicó a buscar una manera coherente de salir de aquella cafetería.

—¡Rápido Nino!—señaló la dirección contraria a donde se encontraba la salida hacía su salón—, es por allá.

Este solo suspiró. Haría esto solo porque la amaba y no quería que algo malo le pasara.

[...]

Chat Noir esquivó a quemarropa, el ataque que le había lanzado.

La joven se frustró, mientras que observaba al superhéroe de traje de cuero zigzaguear, intentando hacerse espacio y avanzar. Por otro lado, Ladybug no se podía ver por ninguna parte.

Tal vez, ya estaba usando la artillería pesada.

—Típico de ese bicho—olfateó con desagrado la Akumatizada, mientras le seguía el paso y le disparaba—, te abandona en medio de la batalla mientras haces todo este trabajo peligroso ¡tu solo! Y al final ¿qué ganas? ¡Nada! ¡ni siquiera una palmada en el hombro con afecto diciéndote; "bien hecho Chat Noir"!—niega con la cabeza, decepcionada, pensando seriamente cuánto le repugnaba el simple hecho de que Ladybug dejara de lado a su gatito. Recordando vagamente, como su madre lo había hecho tantas veces con ella—. No ¡Ella es la que se lleva todos los aplausos!—le envió dos en uno, dando entender así, que su irá encendía aún más sus poderes—. ¡¿Es que acaso no estás cansado de ello, Chatón?!

—¡No todo se trata de fama y gloria! ¡Y ella no me abandonó!—masculló fastidiado con el ceño fruncido, esquivando y desviando rayos con su batón—, ¡debe estar muy ocupada planeando como detenerte! ¡ya verás!

Verity Queen frunció el ceño, deteniéndose por un momento para observar la postura de su adversario. No tenía que ser muy inteligente como para notar como el rubio frente a ella, estaba volviendo cada vez más preciso con sus movimientos—¿No abandonarte? —su voz emitió un sonido burlón. Sonriendo, se quedó quieta, cruzándose de brazos. Debía precisar que el mínimo entendiera que él no era más que ella, por ningún motivo. Ya que si reflejaba lo contrario, su discurso no funcionaría y todo se iría a la basura—, ¡te abandona todo el tiempo, Chat Noir!—extendió sus brazos hacía los lados, una vez más, volviendo a sentir esa extraña sensación derretirse en su pecho—, de hecho ¡la mayoría del mundo lo hace!—soltó unas cuantas carcajadas, debía ser convincente, la verdad debía caerle como agua fría para lograr separarlo de las órdenes de Ladybug—.¿Y sabes que es lo peor de todo?—bajó los brazos y los puso en sus caderas como jarras. Para luego, inclinarse hacia él, poniéndose seria en el proceso—, ¡que al parecer simplemente no quieres aceptarlo! Incluso si eres consciente de ello ¡🎶lo sabes🎶! ¡🎶lo sabes🎶!—intentó hacerlo recapacitar "¡Date cuenta de una vez! si sigues así ¡Lo único que lograrás, es solo seguir siendo la marioneta de esa persona!"

—¡Cállate!—negó con la cabeza—. ¡Ma Lady no me abandonaría jamás!—el rubio, quien también estaba de pie a la defensiva, a una distancia prudente de ella, sostuvo su bastón con fuerza—. ¡Tú no sabes nada! ¡Nuestra asociación es única!

"Me entristece. Sé que lo sabes, lo entiendes muy en el fondo de ti" con sus ojos magenta lo observó con tristeza, sutilmente "Captas que estaba mal. Qué el amor, no debería hacerte un ser sin voluntad propia. No importa cuánto ames a esa persona" pensó (recordando como Audrey, cuando era niña, la obligaba a hacer muchas cosas que ella no quería, tan solo para que no avergonzara a la familia). Mientras que, por fuera, soltó una risa que brotó desde lo más profundo de su garganta, fue tan discordante, también de las lágrimas de sangre que no dejaban de derramarse de sus mejillas. Tal fue su euforia que transpiró, que hasta la hizo doblarse para atrás—¿De qué hablas ahora?—cuestionó con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Amor? ¿Destino? ¿de verdad crees que tu Lady y tú, están unidos por algo más que trabajo?—se volvió a carcajear—. ¡No me hagas reír! "¡Quítate la venda ya!... así... así como yo lo hice" se recordó a si misma descubriendo la verdad.

Furioso, el portador del Miraculous de la Destrucción se aventó hacía ella para atacarla.

—Vamos Chat —su tono fue de alguna manera juguetón—, ¡explícanos que quisiste decir!—continúo burlándose sin reparos.

Era muy peligroso lo que estaba haciendo, pero no sé detuvo.

Intercambiando golpes. El rubio con su bastón y ella con su poder quemando de forma familiar en su dedo. Se enfrentaron, una y otra vez. Y aunque, por más que quiso hacerlo arder, el superhéroe no se dejó.

Necesitaba terminar la pelea ahora. Especialmente sí le era más beneficioso quitárselo de encima.

Si había una cosa que Verity Queen se dio cuenta antes que nada fue, que así como Ladybug era una mujer bastante influyente y valiente. Así, su mascota, devota y ciega, era mucho más peligrosa que ella.

Y lo más absurdo de todo, es que la de manchas ¡aún no se había dado cuenta de lo increíblemente afortunada que era!

"Ladybug es estúpida" pensó con comprensión.

Este hombre frente a ella, era carne de cañón en potencia. Solo miren todos los vídeos de Ladyblog donde sale sacrificándose un puñado de veces por la fémina de antifaz rojo.

Sin embargo, nadie en París parecía prestarle atención a este asunto.

"Todos son unos ciegos" fue el último pensamiento que tuvo en ese momento, en lo que por fin golpeaba a Chat Noir en la nariz—Muy bien gato pulgoso, es hora de que nos cuentes todos tus secretos—victoreó. Así como Le Papillon en su cabeza.

Y justo cuando iba a hablar. Por fin, la superheroína de traje rojo hizo su aparición.

—Lo siento, pero me temo, que esta mariquita tendrá que robarte la lengua, gatito—sus ojos destellaron diversión por un momento, antes de volver a su estado estándar profesional—. Y en cuanto a ti—gruñó.

Fue en este punto, en el que ella puso los ojos en blanco—No finjas conmigo Ladybug—por el rabillo del ojo se percató del aumento de personal tras las barricadas "Así que por eso su comportamiento" la aparición de la mujer de coletas no fue al azar. Y el juego de palabras hacía su compañero, no fueron lanzadas sin pensar. Como todo lo que hacía aquella superheroína. Todo eso, no fue más que solo una pantalla para romantizar la escena y hacer que los espectadores se maravillaran con su espectáculo—, que no te funciona.

"Después de todo" pensó con un humor agrio "Ladybug es buena engatusando gente" sus ojos magnética se incrustaron nuevamente en Chat Noir, de una forma breve.

Poniendo los ojos en blanco sin que nadie la viera, la azabache habló—No sé de qué estás hablando ahora...—su voz fue aterciopelada y con una expresión de preocupación, dejó atrás a su compañero y avanzó lentamente hacía ella—, pero Chloe, por favor, acabemos con esto de una buena vez ¿quieres?—le sonrió dulcemente levantando su palma en su dirección—, vamos, dame tu Akuma.

La esfera de energía que levitaba entre medio de la luz, nuevamente tuvo una pequeña atenuación en su brillo.

Viendo exactamente lo que estaba haciendo, apretó los dientes con ira—¡No me trates como a un perro!—le abofeteó la mano y la amenazó alzando su dedo índice—. Ahora Ladybug ¡dinos tu verdadera identidad!

La atacó, logrando que la superheroína saltara para cubrirse de la bola de energía que había lanzado antes.

La de manchas gruñó, sacando a la luz su nuevo Lucky Charm, el cual debió de haber invocado en el momento en el que desapareció. El titular del Black Cat Ring,, como efecto retardado, se acercó a su Lady, aun atontado por sus cortas palabras e intentó coquetear con ella.

Hizo una mueca y fugazmente dejo escapar una expresión de tristeza "Ese hombre ya no tiene dignidad, al parecer" dejó de prestar atención a las payasadas del gato y se centró en la mujer. Volviendo a endurecer su postura.

Arrugando el rostro, la chica de coletas utilizó la placa policiaca que le dio su poder, para reflejar los rayos del sol en sus ojos.

Cuando la luz inundo sus ojos se los tapó con sus antebrazos y los cerró, llevando uno de ellos a sus lentes, se los colocó—¡Ja! ¿es todo lo que tienes? —se burló.

—¿Es todo lo que tienes tú? —se cuadró en su lugar, luciendo una sonrisa satisfecha a través de su mascara—. Porque hasta ahora eres el Akuma más anticlimático con el que e enfren– hemos enfrentado—rectificó de inmediato, un poco nerviosa, cruzándose de brazos.

Como un parpadeó, una chica se vio. Esta se encontraba despaldas entre medio de la oscuridad. Tan solo la poca luz que podía colarse en ese mar negro, reflejó su espalda y nuca. Pero lo más destacable de dicha muchacha era el traje rojo de manchas oscuras que traía puesto.

Naturalmente, diferente a la de la portadora actual.

Pero la Akumatizaba tan solo se rió de ella—Ladybug—la miró con lastima—. Tú jamás podrías derrotarme—su sonrisa guardaba un secreto—. Ya que no eres lo suficientemente fuerte para ese cometido—sus ojos estaban brillando magenta bajo sus lentes, al parecer uno de sus rayos había aterrizado directamente sobre la superficie de la tierra, abriéndose paso justamente en una raíz muy antigua, que venía conectada desde bajo de la Torre—. No tú, al menos. Cuando ella se presente, será entonces donde nuestra batalla se presentará—el grito de frustración de Le Papillon zumbó en la parte posterior de su cráneo.

—¿Qué? —los labios de la enmascarada se entreabrieron, confundida.

Verity Queen le sonrió triunfante a Ladybug antes de volverse miasma morado y luego retroceder, volviendo a ser la colegiala, Chloe Bourgeois.

Se llevó una mano a la cabeza, totalmente pérdida—¿Qué sucedió? ¿Dónde estoy? —giró su cabeza hacía todos lados para ubicarse.

La moteada capturó la mariposa, purificándola en el proceso, en lo que pensaba lo dicho por la villana, ahora, desaparecida.

El portador de la destrucción tenía el ceño fruncido, intentando descifrar esto también.

—¿Ladybug y Chat Noir?—los miró con una expresión extrañada. Hasta que algo en su cabeza hizo clic, pasó a estar mal humorada—. ¡¿No me digan que fui Akumatizaba otra vez?!

Respiró profundo—Efectivamente—los ojos verdes del rubio fueron gentiles, al contrario de las dagas que la de coletas le estaban secretamente enviando—, pero descuida—hizo un gesto consolador—, ya todo terminó.

Iba a dar un sincero agradecimiento (completamente ajena a la pesadez que la de manchas desprendía para ella) pero fue repentinamente consciente que estaba rodeada de reporteros hambrientos y cámaras de suficiente calidad y audio. Obtuvo un escalofrío y de inmediato, como si fuera una medida de seguridad, escupió—¡Ya era hora!—fingiendo estar indignada, miró a todos con mala cara—, ¡no puedo creer que dejaran que esto pasara!

Se levantó casi de un saltó, desempolvándose. Y se pavoneó de forma desagradable hasta la mujer de manchas. Pasó su brazo sobre sus hombros y tomó una selfie velozmente haciendo una pose glamurosa—Te amo Ladybug ¡soy tu mayor fan! —chilló casi en su oreja y se alejó. Dirigiéndose a las cámaras para dar su entrevista en exclusiva.

Mientras la Portadora de la Creación hacía arcadas. Su compañero se dedicó a desvivirse en confesiones de amor por su Dama.

[...]

—¡Oye! ¡¿qué haces?!—en lo que Alya grababa con su teléfono toda la batalla épica, también jugaba a la estampida con los otros reporteros que había llegado allí, para poder hacer exactamente lo mismo que ella.

Viendo que la pelirroja era inamovible, decidió que lo mejor era pedirle que se marchara—¡¿Tú que haces aquí niña?! ¡¿no deberías estar en el Collège?! —la regañó sin reparos el hombre.

—¡Métase en sus propios asuntos, abuelo!—y aunque este era un hombre maduro y profesional, a la colegiala no le importó demasiado.

—¡¿Abuelo?!—graznó el tipo boquiabierto e indignado.

Nino, quien había venido detrás de ella, recién llegó a la zona del ataque, deteniéndose a respirar sosteniendo sus rodillas—N-Nena—respiró entrecortadamente—, estoy a-aquí.

—¡Si! ¡abuelo! ¡Ahora cállese para que pueda tener un mejor ángulo de Ladybug!—a la morena, el dónde se encontraba su querido novio, le valía tres hectáreas, pues siguió peleándose por tener un mejor vistazo de la heroína de manchas, sin prestarle atención mínima a este.

Y justo cuando el hombre le iba a dar otro pedazo de su mente. Fue entonces, cuando el sonido de un Yo-Yo se escuchó tronar en el aire. Al levantar la vista, la Cesaire se dio cuenta de que el Ícono más grande de París, ya se había marchado.

—¡Mierda! —le dio varios pisotones al suelo con ira—, ¡lo perdí!—sus ojos se llenaron de lágrimas no derramadas—. ¡Perdí mi exclusiva!

La gente y el reportero, aun lado de ella, la vieron hacer una rabieta super infantil, pero a la morena no le importó. En eso, el moreno se acercó a ella de forma considerada y posó sus manos tranquilizadoras en sus hombros:

—Vamos Al. Volvamos al Collège ¿sí?

Ella asintió, totalmente abatida por lo sucedido.

[...]

En el aula, Bridgette Slogan se encontraba temblando de miedo.

Desde el momento en el que había sonado la alarma, ella había corrido como desquiciada hacía su salón de clases. Aunque, más que concretamente, a lado de su profesora. Quien había sido lo suficientemente amable como para quedarse con ella, aun cuando no le tocaba darle clases a esa hora.

Respiró hondo, intentado calmarse. Tomando otro pañuelo que le ofrecía Miss Bustier:

—Gracias.

Dios, siempre había sido muy cobarde en este asunto de los malabares entre Héroes y Villanos. Pero como no se había podido evitar, dado que París estaba comprometida, pues bueno. Así que, siempre intentaba estar lo más lejos de la batalla posible.

Solo que, para mala suerte suya, en todo este año, había tenido que hacer hasta lo imposible por correr por su jodida vida. Porque al parecer, los Akumas siempre se ensañaban con la gente de este maldito Collège.

—¿Estas mejor? —preguntó suavemente mujer pelirroja, sentada cómodamente en su silla, detrás de su escritorio.

Terminó de sonarse la nariz y secarse las lágrimas rebeldes, que se escapaban sin reparos de sus ojos—Si—intentó tragarse el nudo que le cerraba la garganta con muina.

Posó su mano sobre una de las de la niña y la miró lo más tranquilizadora mente posible—Todo va a estar bien, querida—la niña alzó la cabeza observando a la profesora con la mirada brillosa y un leve vislumbro de esperanza. Quería de verdad, creer que la oji-esmeralda tenía razón. Pero, ella lo sabía mejor. Esto no mejoró en un jodido año ¿Cómo diablos iba a empezar a mejorar ahora? ¿Qué demonios estaba haciendo Ladybug?—. Ya verás que nuestros héroes van a salvarnos de todas las cosas terribles que está haciendo Le Papillon ¿de acuerdo?—asintió, como si quisiera aferrarse a ese leve rayo de luz, que le ofrecía la profesora, aunque supiera perfectamente que todo no era más que una mera fantasía.

—Bien—la joven sintió frío cuando la profesora retiró su mano cálida de allí. Apenas notando, que había estado temblando todo el tiempo.

Un sonido leve rompió el silencio que se había establecido en el aula. Tanto Bustier como su alumna sacaron sus respectivos dispositivos y se dieron cuenta de que era una notificación de las noticias.

—...Chamack y estas son las noticias. Se les comunica que Ladybug y Chat Noir por fin han podido derrotar al villano en turno, Verity Queen, quien resultó ser nada más y nada menos que la hija del alcalde Bourgeois, otra vez—su tonó sonó cansado y un poco irritado a pesar de la breve expresión aburrida que había colocado en su rostro. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se aclaró la garganta y volver a su fachada profesional—. En fin, esto fue Noticias TV, para servirles a todos y comunicarles las noticias del momento.

—Bueno—la voz de su profesora la devolvió a la realidad—, ya no hay por qué tener miedo—los ojos azules de la niña se clavaron en la sonrisa tranquilizadora de la pelirroja frente a ella—. Se terminó.

"Por hoy" el pensamiento amargo en su mente vino de inmediato a ella sin reparos, quemando cualquier sentimiento tranquilizador en su cuerpo. Aún un poco tensa, se levantó poco a poco de su asiento y asintió. Su expresión corporal era retraída y bastante cerrada.

Bustier al ver esto, no supo que más decir para calmarla, decirle Ya no va a existir más peligro como este nunca más, relájate esas palabras, hasta en su lengua, sabían a ceniza. Por lo que, incluso si le pesaba en su alma, debía quedarse callada y dejar que la niña se marchara sin más.

Maldecía en este momento a Le Papillon por esto. Todo esto.

[...]

Cuando todos los alumnos regresaron al salón de clases, se apiñaron en sus lugares, completamente atentos a los vestigios de lo que había sido la batalla contra el Akumatizado de turno.

En este caso, Verity Queen.

—Oye, ser infectada por Papillon por milésima vez no fue suficiente ¿verdad Chloe?—se burló descaradamente su compañero Kim.

La rubia encogida en su asiento, con una mirada perdida, de primera instancia no le contestó a la provocación del joven. Sin embargo, apenas parpadeó, regresó a ser aquella espinosa chica de la que todos el mundo estaba acostumbrado a ver.

—¡Cierra el pico de gallina culeca que tienes, Le Chien!—lo señaló enojada. Su nivel de enojo era tan nuevo, que hasta lo hizo retroceder un paso, sorprendido—, ¡tú no sabes absolutamente nada! ¡Así qué, qué derecho tienes para burlarte! ¡¿O lo tienes, Dark Cupid?!—el joven pareció avergonzado de repente.

—¡Oye Bourgeois! ¡déjalo en paz! ¡que la única que se merece ser regañada aquí eres tú! después de todo ¡cómo te atreves a traicionar a Ladybug trabajando para Le Papillon!

—¡Niños!—llamó la profesora, intentando detener la situación.

—¿Qué?—contestó indignada la hija del alcalde enviándole una mirada ensombrecida a Cesaire—. ¡En primera, no trabajo con ella como para traicionarla! En segunda; ¡no estoy asociada con el mugroso de Papillon! ¡Tan solo fui una víctima más! ¡pero al parecer, existen algunas alimañas que aún no están listas para ese tipo de conversación!

—¡¿Qué fue lo que dijiste?!—la otra chica, se calentó de la ira, desde su lugar.

—¡Niños! ¡niños! ¡ya basta por favor! yo-...—Madame Bustier intentó calmarlos, hasta que alguien entró al salón, interrumpiendo todo.

Bustier—Mendeléiev, quien recién había entrado por la puerta, regañó a la pelirroja—, ¿Qué haces con mi clase? ¡fuera!

Delieve por favor—intentó que dejara de regañarla, pero sus esfuerzos no funcionaron en lo absoluto.

—Cállate ¡y largo! —señaló la puerta, molesta con la incompetente mujer.

Respirando hondo, hizo lo que se le ordenó. Y salió por la puerta, completamente incomoda y avergonzada, de que esto sucediera frente a los estudiantes.

[...]

La clase estaba tensa después de lo acontecido con Madame Bustier.

—Esa mujer es una bruja—murmuró entre dientes la morena, completamente disgustada con la profesora de química. Aunque, no solo por eso se encontraba enojada. Después de todo, aún sentía ebullir un poco de rabia hacía su compañera de clases, vestida de amarillo—. Al igual que otra que conocemos.

—Tranquila Alya. Será mejor que respires un poco—la Franco-China intentó calmarla. Dándole palmaditas en el hombro y hablándole dulcemente—, no queremos que te Akumatices por culpa de personas como ellas.

Le sonrió levemente de vuelta—Si, gracias Marinette—le palmeó la mano de vuelta, suavemente.

[...]

Sus manos apretaban fuertemente su libro de texto. Mientras lo tenía sobre la mesa, donde estaban todos los instrumentos de ciencias. Se mordió el labio inferior, aun sintiendo como sus extremidades temblaban bajo su piel. Observando aprensiva mente de un lado a otro con solo sus iris, guardó silencio.

La joven aún no podía sacarse de su cuerpo y mente los sucesos de hace un momento, a pesar de ser algo que sucede todos los malditos días.

El moreno a su lado, la notó inquieta—¿Estás bien?—le preguntó mirándola de reojo.

—Yo-...—se congeló en su lugar. No había esperado que le hablaran. Después de todo, ya llevaba un año completo justo a estos chicos, en esta clase y nadie había notado su existencia—. B-Bueno, yo-yo-

—Mademoiselle Slogan ¿sucede algo?—a excepción de los profesores.
Mendeléiev le envió una mirada espinosa a la azabache, mientras ella se encogía en su lugar, totalmente intimidada por la figura de autoridad que se cernía sobre ella.

—¡No! ¡No!—movió las manos frente a ella, mientras negaba—, ¡n-no sucede nada!—graznó.

La mujer aunque no muy convencida, aun así, lo dejó pasar.

Discretamente, la ojiazul suspiró. Había estado tan asustada por lo que sea que la peli morada fuera a hacerle. Y sin que ella lo supiera, su compañero de asiento, Nino, la miró con simpatía antes de volver a ponerle atención a la clase.

[...]

El sonido que hicieron las llantas contra las piedrecillas que llenaban la superficie del pavimento, silbó en el aire. Una limosina se detuvo delante de lo que era el Hotel más prestigioso de toda la cuidad. Y la joven que venía dentro, sintió la incomodidad a flor de piel. Apenas vio la estructura, desde la ventana polarizada de vehículo.

Le Grand París.

Su recién estancia de pesadilla.

El chófer que conducía, estacionó el auto junto a la banqueta frente a la propiedad. Una vez que lo hizo de forma segura, apagó el motor y se apresuró abrir la puerta.

Bajó sin cuidado y su acción, hizo que sus suelas de los zapatos negros perfectamente boleados que traía puestos golpearan contra el gris rocoso.

No dándole importancia a esto, mecánicamente se dedicó a abrirle la puerta a la muchacha.

Por otro lado, la rubia aún con la mirada clavada en lo que era el lugar donde creció toda su vida, sintió claramente como el dolor, la traición y vergüenza brotaban de su estómago de nuevo.

Aun así, bajó y salió del auto. Poniéndose de pie en medio de la banqueta. Apretando su bolso contra su regazo, presionándolo fuertemente entre sus dedos delgados, comenzó a avanzar a paso lento, dirigiéndose con falsa confianza hacía dentro del territorio enemigo.

—Mademoiselle Bourgeois ¿está de vuelta? bienvenida—el botones, con una sonrisa nerviosa, le mostró una reverencia antes de abrirle la puerta.

Mirándolo intranquila por un momento, se adentró al hotel, avanzando a paso lento. En lo que se adentraba al lugar, podía notar a toda la gente que estaba ubicada tan solo en la estancia.

No importa, cuantas veces veía la zona llena, siempre era incomodo estar entre medio de tanta gente que no conocía.

Si, era Chloe Bourgeois, la chica que busca atención, cierto. Pero ¿y qué? era una asocial, rehuyendo cuantas veces de todos hasta con sus palabras.

—¡Chloe, cariño! ¡regresaste temprano!—corrió hacía ella, el robusto hombre—, ¡¿te encuentras bien?! ¡escuche que te akumatizaron!—chilló angustiado—. ¿Qué fue esta vez mi pastelito? ¡¿te rompiste una uña?!—la rubia bajó la mirada y observó el suelo fijamente—, ¡¿la hija de esos panaderos te volvió a molestar?!—apretó sus dientes con amargura, así como también los puños—, ¡dime que aconteció, mi princesa!

—¡¿Mi Reina?!—el hombre exclamó sorprendido, observando con ojos bien abiertos a la persona que tenía en frente—, ¡regresaste! —sonrió emocionado y conmovido con su regreso—. Oh cariño. No me digas que nos extrañast-

—¡Cállate!—explotó, haciéndolo sobresaltarse en su lugar—, tan solo-...—lo señaló, con su rabia amenazando con derramarse a través de sus dientes apretados—, cierra la boca.

Sintiendo que se asfixiaba estando rodeada de aquella gente, sobre todo estando a unos metros de él, apresuró el paso y se desplazó por todo el lobby hasta que llegó al ascensor.

Y sin voltear a ver a nadie, cerró las puertas.

Dentro, no pudo evitar sentir como su cuerpo se estremecía ante el dolor que amenazaba envenenarla por todos lados. Y quemarle las venas, al recorrerle todo su sistema.

Concentrándose en su respiración, inhaló y exhaló, intentando calmarse. Más cada minuto que transcurría, podía palpar aquella emoción cada vez más vivida. También, pudo sentir como en su garganta, empezaba a aglomerarse un grito mortal, que advertía desgarrarle todo el esófago.

—¡Ni siquiera te atrevas a terminar esa frase André!—pegó el chillido la mujer, llena de cólera. Su rostro era rojo y su mirada era perfectamente intimidante, incluso detrás de esos lentes de sol—. ¡Esa maldita nos engañó! ¡la muy desgraciada!

Se sostuvo de la pared, clavando sus uñas perfectamente barnizadas en el metal sucio. Agitada, cerró los ojos fuertemente y se mantuvo inmóvil, sosteniéndose apenas con una postura medio encorvada sobre la esquina.

—¿Ocurrió algo en Nueva York? —preguntó el alcalde con mucho nerviosismo.

Una mueca horrible se deslizó por su rostro, hasta que ella misma cayó al suelo y aguantó allí, echa un olivo.

—¡¿Ocurrir?! —lo miró con incredibilidad—. ¡¿Eres estúpido?! ¡Y no! ¡No me refiero a Nueva York, idiota!

—Uh...

—¡Es Zoé!—inició alzando sus manos, alborotándolas al aire como desquiciada—. ¡Mi estúpida hermana menor!—afloró la voz como si no le importara que alguien los estuviera escuchando. Cosa que era el caso, ya que su única hija, Chloe, los estaba escuchando detrás de una pared, bien escondida—, ¡nos hizo fraude!

Su mente crujió, reproduciendo el tiempo como una eternidad, hasta que salió de allí. Como loca, se echó a correr hacía su habitación, queriendo escapar de la hambrienta presencia de cualquiera.

Los zapatos de piso tambalearon en su andar, manteniendo la mano en la boca y las lágrimas, se derramaron de sus ojos, continuando hasta llegar. Con prisa, se adentró a sus aposentos y luego, cerró con llave detrás de ella. Quedándose así contra la puerta, posando su frente en la madera blanca, agotada y respirando irregularmente.

Una vez más, su garganta se le cerró. Y esta vez, se desmoronó.

Otra vez.

Soltando varios gritos, los dejó ahogarse completamente sobre su palma y de sus ojos derramó agua salada, la cual, provenía de sus cuencas.

Deslizándose hasta que quedó íncada en el suelo, llevo sus piernas hasta la altura de su pecho y hundió su rostro allí.

El robusto parpadeó—¿Nos hizo fraudé? Emm, lo siento cariñito. Pero no estoy entendiendo muy bien—le sonrió débilmente, tragando grueso, mientras comenzaba a sudar—, que yo tenga entendido tu hermana y cuñado desaparecieron hace tiempo, yo-

Deteniéndose un poco, se levantó con ayuda sus palmas y piernas. Una vez arriba, se adentró aún más a su habitación. Y esta vez, estando en el centro de la suite, en un ataque de ira, derramó todo lo que tenía en esa mesita de noche.

—¡Idiota!—se exaltó de nuevo, tomándolo por el cuello de la camisa y acercándolo peligrosamente a su rostro—, ¡¿qué no lo entiendes?! ¡me vale un reverendo cacahuate que es lo que le haya pasado a esa estúpida de Zoé y a su marido perdedor!—lo soltó, haciendo que este tosiera demasiado—. ¡Lo que verdaderamente importa aquí es que me mintió la muy maldita!

Los cosméticos que se encontraban sobre ella, cayeron de picado y al caer, algunos de ellos se esparcieron o rompieron. Pero, la rubia no le tomó importancia en ese instante. Ella solo quería destrozar, sin importarle dejar un desastre o quedarse sin nada.

El hombre se revolcaba en el suelo intentando recuperar el aliento, mientras su esposa despotricaba a los cuatro vientos algo que aún no podía entender.

Sin sentir que eso era suficiente, apretó el puño frente a ella con los dientes fuertemente presionados.

Un destello llamó su atención por el rabillo del ojo, así que desvió su mirada hasta donde se encontraba ducha luz. Cuando entendió que el brillo no era otra que su cinturón de piedras preciosas triangulares, fue demasiado imprudente como para ir y darle un puñetazo al vidrio de su tocador.

¡Un chasquido tronó fuertemente!

Sintiéndose completamente asqueada del reflejo que le estaba emitiendo aquella cosa infernal.

Su pecho estaba agitado de nuevo. Nuevas lagrimas estaban picando en sus ojos y el temblor de sus extremidades estaba en aumento.

Mientras tanto, Audrey no se detuvo y soltó la bomba, sin preocuparse en lo más mínimo en las consecuencias. Después de todo, no es que le importaran de todas formas—¡Aquí lo que importa es que ella me prometió que me entregaría su herencia como Bourgeois a cambio de hacerme cargo de la mocosa malcriada de su hija, Claudine!—rugió con odio y repugnancia—, ¡y hasta ahora es que me vengo a enterar que esa desgraciada ni siquiera me soltó el 40% de toda su fortuna! ¡maldición! ¡justo cuando pensaba que ya me había desecho del obstáculo que representaba esa perra!—continúo, apretando los dientes con ira y con uno de sus puños golpeó la superficie del escritorio que tenía a su derecha—. ¡Argh! ¡Cuánto los odio, Zoé y Colt Fathom!

Su reflejo se burló de ella apenas le clavó los ojos encima. Estaba hecha un desastre completo. El rímel ya estaba corrido, su maquillaje estaba arruinado y su cabello era todo un nido de pájaros.

Y sin embargo, esto no importó.

El gritó se escuchó por todo el lugar, dejando así la revelación en descubierto.

André dejó escapar un jadeo, especialmente porque no podía creer que su querida Audrey siguiera con esa ambición y odio hacía su única hermana. Por consiguiente, afectando a su hija.

Por otra parte, Chloe se congeló, al enterarse de aquella noticia, tapándose la boca completamente impactada.

De última instancia, ella solo pudo dejarse caer con sus rodillas y hacerse un olivo en el suelo nuevamente. Donde, por fin, pudo descansar.

[...]

Ya era tarde cuando regresó a casa.

Sostuvo la superficie de vidrió de la puerta principal y la empujó, el grabado fue lo suficientemente grueso como para sentirse bajo su tacto. Cuando esta se abrió, arriba, la campanilla hizo una pequeña melodía de bienvenida—He vuelto—saludó en voz baja, mientras se adentraba a la propiedad. Cerró detrás de ella cuando terminó de cruzar el umbral.

Su casa era de tres pisos y apenas estaba en el primero.

Una vez dentro del negocio familiar. Esta se detuvo en medio del lugar, aun lado de los estantes de verduras. El suelo pulido reflejo el brillo que entraba por los cristales que eran las ventanas que rodeaban toda la parte de abajo. Más allá, en el mostrador, se encontraba su progenitor limpiando un aparador—Ah, me alegro que hayas vuelto, princesa—mostró una agradable sonrisa una vez que se volvió a ella. El varón era de cabellera castaña alborotada, ojos azules océano, vestía una playera manga corta color blanco, chaqueta marrón, unos jeans negros y unos converse* rojos. Más una cadena de plata de un dije de cruz—, mira ya llegaron los dulces que tanto estuviste esperando —exclamó con un poco de entusiasmado.

—Gracias—avanzó hasta él y le arrebató suavemente de las manos la caja que yacía en entre sus palmas. Tarareando empezó a alejarse hacía la planta media de la casa.

Como un efecto tardío, el hombre se dio la vuelta—Por cierto ¿Cómo te fue en el Collège?—interrogó tranquilamente, en lo que comenzaba a tallarle el trapo a los estantes en la superficie de arriba, para desempolvar los productos que se exhibían allí.

Ante la pregunta, la peli azul se congeló en el acto. Recordando como había tenido que estar casi acurrucada en un rincón mientras que todo el tema del Akuma sucedía. Tragó saliva y intentando que no se notara, forzó una sonrisa en sus labios—O-Oh bien, uh. M-Me fue de maravilla—terminó riendo de forma extraña, mientras movía sus pulgares en círculos en modo de tic nervioso.

El hombre parpadeó ante su tartamuda respuesta y la observo por un momento—Uh, me alegro mucho hija—asintió lentamente antes de sumergirse nuevamente en sus deberes.

—Bueno—se retorció en su lugar con incomodidad—. M-Me voy diendo—anunció y una vez que vio que ya no le prestaba atención, de inmediato se apresuró a echarse a correr fuera de aquella zona, sin quererse quedar por más tiempo. Una vez que llegó a la puerta de roble del fondo. Tomó el picaporte entre sus delicadas manos e intentó girarlo, más por las prisas no lo giró bien y terminó estampándose contra ella, cuando quiso atravesarla.

Se sobó el lugar afectado, ganándose una mueca de dolor cuando lo tocó. Sus ojos azules después de unos segundos, detectaron su piel color roja por el golpe. Parpadeó, obteniendo un escalofrió, se giró y allí pudo ver claramente los ojos entrecerrados del mayor examinándola calculadoramente.

—¿Estás bien?—su tono de voz era levemente frío.

La niña trago saliva una vez más—S-Si—intentó girarse de una forma que hiciera que el adulto no viera el moretón.

Dejándolo pasar, asintió dándole la espalda una vez más y continúo con su trabajo.

Frunciendo el ceño, la chica sintió extraño que no señalara lo que estaba mal, pero solo le quedo dejarlo como estaba. Se dio media vuelta y se aproximó nuevamente a la puerta. Esta vez civilizadamente, agarró el pomo y lo giró.

Una vez que estuvo del otro lado, cerró tras de sí. Y sus tenis fueron los únicos que hicieron ruido allí dentro, mientras se adentraba más hacía la estancia.

Miró de un lado a otro, intentando ubicar a su madre, la cual se supone que debería estar por ahí. Por lo que, al estar distraída, no vio como uno de los cordones de su calzado se había desamarrado, haciéndola caer de picada al suelo.

—¡Ay!—su nariz dolió por el impacto. No había podido meter las manos para nada y ahora le dolía la mayoría del cuerpo. Apretó los ojos, intentando reprimir el dolor que le subía a través del nuevo moretón que se acababa de hacer.

Un par de sandalias de tacón le dieron la bienvenida cuando abrió los parpados una vez más. Al azar la vista, sus iris se clavaron en los rasgos bien marcados de su progenitora.

Atontada por el golpe aún, no hizo nada por moverse rápido. Incluso, eso le dio la oportunidad en analizar la apariencia de su madre. Ella, era una mujer madura de cabellera azabache corta, ojos grises y piel blanca. Usaba un pesquero color blanco, una blusa japonesa de color roja sin mangas y unas sandalias de tacón color negro. Mientras la mayor estaba cruzada de brazos esperando a que su torpe hija diera alguna señal de vida, la niña pudo notar los dos aros plateados en las muñecas. Una vez que volvió su atención a la cara, se dio cuenta de que esta la estaba mirando con una ceja alzada de forma interrogante.

—¿Tanto te gusta estar boca abajo en el piso?—su voz salió con un tono divertido en el fondo.

La joven la fulminó con la mirada. Pero solo consiguió que la comisura derecha de la mujer se alzara.

Con la dignidad destruida, colocó su codo en la superficie del suelo y presionó su mejilla en su mano, dirigiéndose su mejor rostro de indiferencia—Si, me encanta—expresó su respuesta con sarcasmo.

—Bueno, si tanto te gusta—consideró sus siguientes palabras con cuidado, aunque tuvo que estar constantemente reprimiendo su sonrisa de gato chessaire—, ¿por qué no lo limpias? Digo, así para que este mas presentable para ti ¿no?

—¡Amá!—chilló haciendo un puchero.

Tan solo haciendo que la mayor se riera de su acción.

Resignada, la muchacha se levantó despacio de donde estaba arrecostada bocabajo y sujeto lo que su madre le estaba entregando. La expresión aburrida que tenía puesta, hizo que la mayor se burlara aún mas de ella.

—Ahora barre bien—agregó con ojos brillantes—, que no quede ni una mota de polvo—se fue alejando, dando a entender que ya había terminado su conversación con ella—. ¡Te quiero, mon amour!

La niña la miró incrédula, mordiéndose la lengua para no decir absolutamente nada, en lo que la vio irse.

Ya cuando desapareció. Su postura se relajó.

—También te quiero, Mamá—suspiró audiblemente.

[...]

Chat Noir se encontraba sentado a piernas cruzadas sobre el Arco del Triunfo.

Su mirada estaba fija en el horizonte. Parecía pensativo o tal vez un poco desganado, incluso. Su expresión estaba en blanco y su cabellera se movió con el viento cálido de la tarde en parís.

De repente, el sonido de un Yo-yo rompió el silencio, antes establecido en el lugar. Toda la armonía se fue por el escusado, cuando el chasquido de unos pies, golpearon la superficie del monumento.

Ladybug en todo su esplendor, le dio una mirada crítica a su Chatón apenas se estabilizó. La ausencia del sonido se extendió ahora, más fuerte que nunca, haciendo que un escalofrío se esparciera por todos lados. El rubio tragó saliva, apenas lo sintió—Sabes por qué estás en esta posición ¿verdad?—su voz contenía un tono duro bajo la superficie, destinado a reprender al gatito frente a ella.

El Portador de la Destrucción, se removió entre nervioso e incómodo en su lugar. No quería hacer ni el mínimo ruido para no enfadarla más. Sin embargo, lo que no se había percatado era que, quedándose callado, la estaba provocando.

—¡Chat Noir por dios responde!—exigió la superheroína un tanto harta de la falta de respuesta, por parte del rubio frente a ella—, ¡no eres un bebé!

El ojiverde abrió la boca para hacer precisamente eso, pero sus palabras salieron un tanto atropelladas—Perdóname Ma Lady, no fue mi intención, yo solo quería que tuviéramos un pequeño momento juntos, ya sabes, mis sentimientos por ti-...—algo en su cabeza hizo clic y sus labios melocotón se cerraron, guardando silencio. Bajó la cabeza y las orejas, triste. El brillo de sus iris, se apagaron y en su rostro, las sombras se aferraron por completo a él.

La de coletas puso los ojos en blanco. Por supuesto que el joven frente a ella le daría más prioridad a emociones tontas que a su trabajo como superhéroe. Suspiró—Escucha...—trató de ser empática con él, a regañadientes—, entiendo que tus sentimientos por mi sean muy fuertes—entornó los ojos, aunque respirando hondo—, pero, honestamente ¡¿crees que es propicio hacer un movimiento justo en medio de la batalla?!

La esfera de energía de color rojo, volvió a sufrir una atenuación leve.

—No volverá a suceder—susurró regañado, desviando su mirada hacía cualquier lado, menos en la figura de la persona que más quería.

—Eso espero—señaló con dureza. Con esto terminado, se dio media vuelta y se retiró muy dignamente. Dejando a su compañero en sus pensamientos.

[...]

Pasos apresurados venían escuchándose desde la cuadra anterior, sobre el techo de las casas. La respiración entrecortada llamó la atención. El ícono de París venía a toda velocidad de regreso a su hogar. Tomando su Yo-yo, le hizo girar, para luego, aventarlo a una de las antenas. Y para terminar, se balanceó hasta llegar a uno de los balcones.

Con una voltereta, cayó de pie sobre la superficie del pequeño espacio. Sonriendo suavemente, se adentró a la morada.

Una vez dentro de la propiedad, se deslizó en la cama—Tikki ¡Spots Off!—y su transformación desapareció, dejando nuevamente a Marinette Dupain-Cheng en su propio colchón—. ¿Tú crees que... fui muy dura con él?

Al oír el tono condescendiente de su portadora, la kwami de color bermellón frunció el ceño—Tal vez. Pero no estabas del todo equivocada ¿sabes?—levitó más cerca—. Pudieron haber perdido la pelea.

—Eso mismo pensé—suspiró aliviada—. Uh, ahora creo que tengo dolor de cabeza—se talló la superficie con su mano—. La actitud de Verity Queen me puso de los nervios. Especialmente de todo lo que dijo de mi—frunció el ceño, re moviéndose incomoda—. Como si ella supiera lo peligroso del Miraculous—se cruzó de brazos, con el ceño fruncido y bufó.

—Relájate Marinette—la kwami la calmó—, ella solo dijo eso porque no sabe el funcionamiento de la fusión.

—Ni siquiera yo estoy segura del todo—la peli azul bajó la mirada, haciendo una mueca—, si no fuera por ti que me lo explicaste—levantó la mirada nuevamente—. Jamás me hubiera enterado de ese asunto tan importante.

Niega—No, seguramente el Maestro Fu te lo hubiera notificado en cualquier momento—tranquilizó.

—O cuando preguntara yo misma—suspiró resignada.

[...]

El portador del Miraculous de la mala suerte, aún se encontraba sentado en el mismo lugar donde la chica de sus sueños lo había dejado solo. Los rayos de sol lo bañaban desde arriba, abandonando detrás de él, las sombras aferradas a su espalda.

Sus ojos verdes no observaban nada en particular y su cabeza, se encontraba en blanco. No quería volver aún a su hogar, pero sabía que eventualmente tendría que regresar. Así que, sin más demoras, se apresuró devuelta.

Poniéndose de pie, tomó su bastón de plata. Comenzando a dar saltos de un lado a otro en dirección a su casa, demorándose un poco en llegar. Una vez hecho, a través de la ventana abierta, impulsándose por última vez, hasta que llegó y se acuclilló—Plagg ¡Claws Off!—su transformación se fue.

—¡Ay por fin!—se estiró el pequeño gatito que recién había salido del anillo, dando un bostezo—. ¡Casi pensé que nunca regresaría de allí y te volvería a ver, mi querido!—se apresuró a levitar hasta uno de sus escondites de camembert.

Adrien Agreste puso los ojos en blanco—No seas dramático—dejando al pequeño kwami con sus problemas ridículos de queso.

Regresando ya con una rebanada de su precioso en las patas se aproximó a su titular—¿Qué te pasa?—se tragó todo de un bocado y eructó—, ¿estas enojado porque Ladybug te gritó?

—Ella-Ella no me gritó Plagg, solo...—giró su anillo en su dedo con preocupación.

El pequeño ser oscuro rodó los ojos y fue por más comida—Lo que digas—ni siquiera lo intentó, porque sabía cuan terco se ponía su portador cuando se trataba de la dama escarlata.

El rubio se giró y en uno de sus estantes se encontró con una muñeca a escala de su dama. Este suspiró.

[...]

Dos golpes en la puerta de su suite, trajeron a la realidad a Chloe Bourgeois. Lo primero que sus ojos glaciares captaron, fueron los puntos blancos que bailaban dentro de su visión. Luego, sintió como su pecho subía y bajaba con gran intensidad. Después notó como cada extremidad vibraba, al estar completamente alterada aún. Se dio cuenta de que su vista estaba un poco borrosa, pero a medida de que pasaba el tiempo, se iba aclarando poco a poco. Y por fin, pudo percatarse de la mariposa oscura que se acercaba a toda velocidad por su ventana.

Su expresión se llenó de desesperanza al saber que iba a volver a equivocarse y Ladybug la iba a tener que salvar nuevamente. No sería algo malo, si no lo sospechara mejor. Pues en el fondo, ella ya sabía que su ídolo la veía como un asunto perdido.

No era ciega, por supuesto. Es por eso que era extremadamente consciente del como actuaba la de machas a su alrededor.

—Chloe ¿estas allí?—una voz dulce atravesó la corteza de la puerta de madera blanca—, soy yo Sabrina ¿puedo pasar? La gente de aquí dijeron que estabas teniendo un momento. Y que tal vez me necesitabas, uh, hablar...

Tragando saliva y con los ojos llorosos, de repente su cabeza hizo clic, dándose cuenta del estado en el que se encontraba en ese momento. Pues, al verse, notó estaba hecha un desastre, al igual que su habitación.

Ahora, observó como el Akuma se aproximaba sin descanso.

Ante su silencio y expectativa, escuchó como a lo lejos una puerta se abrió, pero no le dio mucha importancia, ya que la mariposa corrupta estaba a tan solo unos minutos de tocarla.

—¡Cuidado!—apenas captó aquel gritó en medio de la oscuridad que la invadió.

[...]

Bridgette recién había terminado de barrer cuando por fin le dieron permiso de dirigirse a su habitación. Al entrar, cerrando la puerta tras de sí y observó detalladamente sus aposentos.

La pared de color melocotón estaba cubierto con varios posters de bandas de K-pop, ídols o de bandas de Rock, Anime, Pop estadounidense y de películas. En una de las paredes laterales al fondo, justo a lado derecho desde la visión de la puerta, estaba un espacio lleno de fotos del Modelo Agreste, en varias sesiones que había tenido antes. Justo debajo de ese espacio, había un pequeño buró en forma de tocador con varios artículos femeninos. Más allá al fondo, del lado medio de la habitación, estaba el escritorio con la computadora encima y varios libros puestos en torre. En la pared encima había varios dibujos hechos a mano de personajes anime, coloreados de forma precisa.

El lado izquierdo en la esquina. Estaba su baño. El cual era pequeño pero perfecto para ella.

Viniendo más acá del mismo lado, en la parte media, había una pequeña cama de litera. Pero que estaba cubierta, rebosante de peluches de felpa. Por el lado izquierdo de la pared, junto la puerta había un armario, el cual guardaba la ropa. Del lado derecho de la puerta pegado a la tarde ésta, estaba un espacio para dejar los zapatos y las sombrillas. Del lado derecho en la parte media, se encontraba su cama, pegando la cabecera en la ventana que estaba ahí arriba de ésta. Y contaba con un balcón fuera. Siguiendo del mismo lado, llegabas otra vez al muro de las fotos de Adrien.

Dejando de inspeccionar se adentró a su cuarto y por fin pudo respirar tranquilamente—Hogar, dulce hogar. Sin héroes o villanos que me lastimen—colocó una sonrisa enorme en su rostro. Sin embargo, la felicidad no duro demasiado al escuchar a unos metros de su casa, una enorme explosión.

—¡No! ¡No! ¡No!—boquiabierta corrió hasta su ventana y se detuvo a unos pasos del cristal, tragó saliva nerviosamente "Joder, hablé demasiado pronto" a lo lejos podía ver unas manchas saltar entre los edificios y más explosiones. Frunció la boca de una manera que la hizo ver adorable. Pero la joven solo pareció ponerse más asustada una vez que vio que todo el caos se acercaba hasta su casa—. ¡Ah! ¡no! ¡¿por qué todos vienen hacía aquí?!—se agachó haciéndose un olivo con sus manos esperando a que todo lo malo pasara. Pero estos solo pasaron sobre su casa y se alejaron.

Una vez que todo cesó, ella cayó sentada en el suelo, suspirando de alivio.

—Por favor que esto acabe pronto—cerró los ojos, intentado tranquilizarse.

[...]

Se balanceó de inmediato intentando darle alcance. El ceño fruncido que traía en su rostro no era otro que de concentración. El sudor, por otro lado, no hacía más que bañar su frente cada vez que los rayos del sol chocaban contra su frente desnuda. Con una de sus manos se lo secó, cuando recién cambiaba de mano, el hilo del Yo-yo. Sus coletas bailaron con el ritmo del viento y su mascara de seriedad se mantuvo impávida de cualquier obstáculo. El traje unisex se flexionó con cada movimiento, permitiéndole hacer cualquier tipo de maniobra, tanto básica como peligrosa.

Ladybug tan llena de su gracia y gloría, se desplazó por los tejados siguiendo al nuevo akumatizado en turno.

Cœur Brisé

La cual, era una víctima que tenía el poder para controlar cualquier elemento de los 4 más poderosos. Y como podrán ver ahora. Eso, es lo que estaba creando las explosiones masivas, su capacidad para usar el elemento fuego.

—¡Chat! ¡Rápido! ¡Rodeémosla a mi señal!—declaró en voz alta, en lo que se ponía en una posición que la favoreciera para atracar. Del otro lado, su compañero la imitó, esperando dicha señal con su bastón, ya listo, entre sus manos. Los ojos azules de Ladybug escanearon el área—. ¡Ahora!

Pero su plan falló, cuando la joven dentro del masivo fuego, utilizó su poder de agua para deslizarse fuera de cualquier plan que tuvieran los héroes.

—¡Es inútil Bogaboo!—le avisó con preocupación en el rostro, más la corriente hacía que tuviera que gritar—, ¡será mejor que utilices tu poder especial!

Apenas captando la voz ahogada de su aliado detrás de aquella cortina de agua. La de manchas utilizó su poder—¡Lucky Charm!—esperaba que eso le diera algo bueno. Pero lo único que le dio fue una toalla. Ella gimió, tendría que quemarse el cerebro nuevamente para descifrar que era lo que tenía que hacer.

La esfera de energía bermellón casi se desvaneció, quedando tan solo de un pequeño tamaño. Tan grande como una canica.

[...]

El joven rubio observó incrédulo aquella enorme tromba marina que se estaba comenzando a crear frente a él. Esperaba por todos los cielos que su amada pudiera hacer algo al respecto.

En eso, un destello le obligó a ver más allá del villano. Pues, reflejo del cristal del condominio de enfrente, le destelló demasiado, pero una vez que pudo aclararse, le dejó verse a sí mismo.

Respiraba hondo, pausadamente. Sus ojos bebieron la imagen completa de la figura a unos metros de él.

Una emoción amarga se instaló en su pecho.

Podía ver claramente su boca semi abierta, su piel y traje levemente mojados, por cada ataque de la villana. Su expresión desamparada e impotente...Fue patético. El agarre de acero que estaba enviando a su arma y las ganas ardientes de destrozarlo todo que se arremolinaban en su interior, gestándose como brasas de ebullición dentro de un volcán, estaban listas para hacerlo salir allí y enfrentarse en batalla.

Su mente se encontraba nublándose poco a poco y la adrenalina, estaba cada vez más, ganándole a la razón.

Una bola de oscuridad con varias partículas de energía densa rodeándolo, palpitó nuevamente. La otra energía de color verde, la entornó haciendo verla más peligrosa de lo que realmente era. De paso, también fueron expulsados varios rayos del mismo color desde su núcleo.

Y justo cuando iba hace un movimiento, la sola voz de su querida Lady, lo devolvió a la realidad y lo condenó a dejar cualquier idea que no fuera acorde al plan.

—¡Chat Noir! ¡usa tu cataclismo aquí!

Suspiró, su situación jamás iba a cambiar.

[...]

Bridgette se encontraba acurrucada en su cama viendo las noticias desde su Nokia.

Aquí, Nadja explicaba como los superhéroes daban todo de si para mantener a raya al nuevo supervillano que el megalómano de Le Papillon había creado una vez más.

Dos veces en un día, una racha sorprendente para el hombre.

La peli azul tembló ante la posibilidad de que el hombre pudiera hacer aún más Akumas, ahora en cualquier momento. Temía que Ladybug y Chat Noir no fueran suficientes para combatirlos a todos y que parís se volvieran un caos ¿Serían acaso necesarios los superhéroes de otros países para enfrentar al villano principal?

Le daba escalofríos incluso intentar sacar respuesta a eso.

Alguien abrió la puerta, haciendo que la pobre se sobresaltara. Era su madre—duì bu qi (lo siento), creí que te gustaría tener compañía—sonrió suavemente, intentando calmarla tan solo con su presencia. Lo cual funcionó, porque solo así, la niña dejó de temblar.

Bajó la mirada—Así de miedosa soy ¿eh?—se encogió en si misma con tristeza.

La mayor negó, mientras se fue acercando—No es tu culpa, cariño—sentándose detrás de ella, le brindó un cálido abrazo a su hija—. Nada de lo que te pasa, te hace más débil que el resto.

—Pero Amá...—replicó, acurrucándose contra su progenitora, quien amorosamente la aceptó entre sus brazos—, puedo ser mejor que esto.

—Lo sé—mantuvo sus ojos cerrados mientras arropaba a su pequeña—, pero es mejor que no te esfuerces demasiado en ser alguien que no eres ¿lo recuerdas?

—Si—observó sus pulgares hacer ese tic otra vez—, la última vez que lo hice, casi me pierdo a mí misma.

Wán quán (Exacto)—se separó de ella y la miró—, ahora, ya sabes que no debes cambiarte a ti misma, incluso si se te obliga.

Shi de Ma ma (Si, Mamá) —sonrió levemente de vuelta.

[...]

El Akuma seguía aterrorizando a París desde las alturas, logrando que el agua que manejaba, comenzara a extenderse las fronteras de la ciudad.

A la heroína, no le quedó de otra más que retirarse por el momento, pues esta era la primera vez que no sabía cómo utilizar su Lucky Charm. Así que, escapando a toda prisa, después de dejar todo atrás, se dirigió a una velocidad vértigosa a casa del anciano que hasta hace poco acababa de conocer.

—¡Maestro Fu! —ya des transformada, Marinette corrió dentro del local—, ¡Maestro Fu! ¡necesito su consejo! ¡Maestro!

—¿Marinette?—el adulto canoso de camisa hawaiana y ojos café, se giró para encontrarse con la adolescente colegiala, la cual, que venía corriendo en su dirección gritando su nombre—. Vi que te apartaste de la batalla ¿Ocurre algo?

—¡Mi amuleto de la suerte!—expresó con angustiosa desesperación—, ¡no supe que hacer con él!¡es-es-es como si no me quisiera indicar nada! ¡y no lo entiendo!—se giró a verlo con ojos de cachorro en crisis alimenticia—, ¡¿qué está pasando Maestro Fu?!

—No lo sé, Marinette—desconcertado se talló la barba de chivo—. En realidad, yo también he tenido un día muy inusual—caminó dándole la espalda, para después darse la vuelta dejando ver la Miracle Box en la superficie del kotatsu—. Sucede que la caja a estado haciendo algunos trucos.

—¿Hum? ¿qué clase de trucos?—ladeó la cabeza como si eso fuese suficiente para ver lo que estaba sucediendo.

—Luces, más que nada—explicó, con una expresión de concentración en su rostro—, debajo de la tapa superior.

—Entonces ¿se rompió?—nuevamente regresó su cabeza a su posición normal y colocó una mirada de extrañeza en su rostro.

—No, la caja jamás podría romperse. Es solo que- si no mal recuerdo, esto ya ha sucedido antes y francamente no sé qué pensar—explicó con una expresión que la joven no supo entender muy bien.

Se confundió más—¿Qué quiere decir con es-...—pero, fue interrumpida por el sonido de las noticias en la TV.

—Aquí Nadja Chamack con las noticias ¡Ladybug ha desaparecido de la batalla! Chat Noir y algunos valientes civiles han estado intentando retener a esta fuerza de la naturaleza que Le Papillon ha creado. Pero ahora, lo único que nos preguntamos es; ¡¿Dónde está nuestro ícono favorito de París?! ¡¿Es que acaso nos ha abandonado?!

Marinette tenía la cara tapada con sus manos—¡Ay no! ¡soy un desastre Maestro Fu! ¡le he fallado a París!—se lamentó en voz alta, mientras que se ahogaba en sus penas.

—¡Tranquilízate! ¡estoy segura de que encontraras una solución a todo este problema!—Tikki intentó animarla con sus palabras y fe ciega. Pero no parecía estar funcionando del todo.

—Marinette, por favor, ten fe—el anciano asumió su cargo y se acercó a la adolescente—, estoy depositando todo lo que tengo. Creo en ti, todo parís lo hace. Tu compañero e incluso Tikki lo está haciendo. Tan solo falta que tú también confíes en ti misma.

Bajó las manos de su rostro, subiendo la mirada, ante sus palabras de aliento, sonrió levemente—Lo intentaré—moviéndose para tomar una de las uvas verdes que se encontraban sobre la mesa y se la dio de comer a su kwami. Una vez hecho esto, bajo la mirada contemplativa por un segundo. La niña esperó a que su amiga terminara de merendar.

—¡Estoy lista!—expresó la pequeña bermellón.

—Muy bien—se puso en posición, una vez más con la confianza recuperada—. Tikki ¡Spots On!—la transformación se llevó a cabo. Y después del pequeño baile, que realizó Ladybug en medio de aquella sala, bajo la luz destellante donde nadie la podía ver, llamó a su poder especial—. ¡Lucky Charm!

Este le dio una mísera moneda.

La expresión de la chica, fue una de horror puro. No podía creer que esto le estuviera pasando a ella—¡Maestro!—su voz salió entrecortada y ahogada.

El hombre tampoco supo que hacer. Y no creía que una moneda fuera a sacarlos de sus problemas.

La Mirable Box volvió a estallar en luces.

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Y...hasta aquí llega este capítulo :v

Espero que les haya gustado.

La verdad, es que al parecer todo va a cambiar para esta edición del libro, ya que me di cuenta de que extender las cosas en varias temporadas, no era muy buena idea. Así que mejor lo hice así, metí los elementos de otros episodios aquí y me dejo de darle tantas vueltas.

#Ahora a ver que resulta de todo esto.

Próximo capitulo; #2 𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐥 𝐀𝐠𝐮𝐚 𝐬𝐞 𝐥𝐥𝐞𝐯ó 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝟐

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