❥ Ⅷ

Luego de llegar del centro comercial completamente exhaustos, ambos solo quisieron ver una película, pero terminó siendo una infinita sesión de besos. Jisung acabó con sus labios hinchados, un poco adoloridos por las mordidas de Minho. Luego se acurrucó en su pecho, dispuesto a enseñarle el maravilloso mundo de Grey's Anatomy. Al parecer a Minho le gustó, ya que ambos se divertían tratando de advinar sí el paciente que ingresó se había tragado bolsas de drogas, pero ambos perdieron ya que Jisung dijo que eran pelotas de golf y Minho siguió con la misma idea de todos los doctores, pero para su sorpresa terminó siendo cabezas de muñecas. Claro que ese fue el último episodio que vieron, Jisung terminó durmiéndose y Lee lo llevó entre sus brazos. También fue la sorpresa del momento que, su menor, descarademente lo atrajo con mucha fuerza y lo tiró arriba de él, dando señal de que queria dormir con él esa noche.

Y para el colmo, el sol se había colado por la ventana dando en el rostro del mayor, por lo que se despertó enseguida. Sintió un peso rodearle por completo y luego de unos segundos captó que Jisung lo abrazaba por la cintura y las piernas, como si fuera un koala. Sonrió por inercia al notar también sus labios rositas entreabiertos y un mechón de cabello entre sus ojos, el cual apartó con suma delicadeza, aprovechando a dejar otras caricias en su mejilla regordeta, ansiando nuevamente en morderlas.

¿Cómo había llegado a esto? Se había golpeado la cabeza, se quedó inconsciente en el medio de la playa en un lugar alejado. Luego lo encontró a él asustado, y entre tartamudeos, explicarse qué hacía con él entre sus brazos, algo gracioso de recordar. Toda la situación le parecía extraña. ¿Cómo alguien puede enamorarse en tan pocos días? ¿acaso fue alguna clase de echizo? ¿suerte? ¿el destino? ¿o solo era la idea de que debía a mar a alguien porque su cabeza estaba vacía?

Minho sabía que aún le faltaba mucho por recordar de su pasado, pero cuando más intentaba, más le dolia la cabeza. Lo primero que se le aparecía en su mente aun dormida era Jisung.

Todo él; riéndose, sonrojándose, cocinando y hasta tartamudeando. Han Jisung se había quedado en su cabeza, no como un vago recuerdo, sino como uno permanente, y eso era jodidamente hermoso para Lee.

Porque si se trataba de recordar, él era el primero en cruzar su mente. Y minho sonrió ante aquel pensamiento, notando como Jisung fruncía su ceño y se refregaba la nariz contra su pecho.

Lindo.

—Buenos días, mi princesa —dijo aquello con algo de temor de que a Jisung se enojara.

El menor cerró fuertemente sus ojos y volvió a abrirlos, tratando de acostumbrarse a la luz, teniendo ese apodo en su cabeza resonando en los dos minutos que se quedó en silencio.

—¿Pri-Princesa? —cuestionó algo confundido, quizá escuchó mal.

—Sí... parece que siempre te despiertas después que yo y pareces la bella durmiente... mi princesa, no te molesta ¿verdad? —Jisung negó y sonrió.

—Me gusta, mucho —con su primer sonrojo de la mañana, volvió a esconderse en el pecho de Minho, estando listo para volver a dormir.

El mayor volvió a sonreir, aferrándose más al cuerpo del contrario. No quería meter la pata, no cuando pronto sería su novio.

—————

Jisung llevaba su café a la boca para probarlo, pero al pasar el líquido, el sabor a amargo logró causarle una mueca de asco.

—¿Tan feo está? —cuestionó Lee, un poco apenado porque es su primera vez haciendo el desayuno.

Claro que Jisung lo observó con miedo desde lejos, ya que el mayor no dejaba que se acercase, diciendo que había visto demasiados programas de cocina, que ya estaba listo.

—No es eso, Honnie, le falta azúcar... o tal vez más práctica —le dió una sonrisa sincera al ver su semblante serio.

El castaño se acercó y le arrebató la taza para degustarlo el mismo. Colocó sus labios en el mismo lugar donde estaban los del menor, mientras sus ojos se encontraban y ninguno pestañeaba ante la acción de Lee; los dos sabían perfectamente que eso era un beso indirecto. Jisung se sonrojó un poco al recordar la sesión de la noche anterior.

Nunca había besado así a nadie. Nunca había probado una boca tan deliciosa y unos labios tan suaves. Le gustaba que Minho fuese la primer persona que haya besado de esa manera, porque sabía que había dejado todo su amor en esos besos, le gustaba ser correspondido.

Le gustaba Lee Minho.

Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre. Extrañado, ya que no esperaba a nadie, se levantó de su asiento, observando la mueca de asco de Lee al dejar la taza y rió por ello. Abrió la puerta y se asombró de encontrarse con una persona que hace mucho no veía.

—¡Hyunjin! —gritó de la emoción logrando que Minho se asomara hasta la entrada.

—Buenos días, Sunggie, me alegra verte —dijo, correspondiendo al abrazo que el menor le había dado.

Minho volvió sus manos en puños, apretando fuertemente. Sus ojos se encontraron con los del rubio y este también se sorprendió.

—Sunggie, ¿quién es él? —la inesperada visita, Hyunjin, palmeó la espalda de Han, haciendo que se alejara y que lo invite a pasar.

—Oh, él es... mi amigo, Lee Minho —pegó sus ojos hacia el nombrado y volvió a presentar—. Honnie, él es Hwang Hyunjin, mi vecino, trabaja conmigo en la cafetería —hizo la seña con sus deditos de que faltaba poco para que el título que poseía cambie, pero Lee solo pensaba en las palabras anteriores.

Mi amigo...

—Hola —fue lo único que dijo al reaccionar bajo la mirada atenta de las dos personas.

—Acabamos de terminar el desayuno, ¿quieres algo? —sonrió y se pegó al brazo del más alto. Minho retrocedió y volvió hacia la cocina.

Sus ánimos se fueron como su memoria ante el golpe y colocó su semblante serio, además de renaudar el capítulo de la serie de doctores, pero le bajó el volumen para poder escuchar su conversación.

—No te preocupes, Sunggie. Desayune en la cafetería y estoy muy cansado por el viaje, solo vine a saludarte.

—Está bien, Jinnie. Cuando quieras puedes venir y hacemos las noches de películas como antes.

¿Noches de películas...?

—Claro que sí, solo manda mensaje. ¡Ah! Jeongin te manda saludos.

¿Jeongin?

Escuchó la puerta ser cerrada y unos pies arrastrándose, dejando ver a un sonriente Jisung. Una sonrisa que no le gustó para nada a Minho.

—¿Quieres que haga de nuevo el café o quieres hacerlo tú, mientras yo te guio? —preguntó, pero se llevó como respuesta el silencio.

Quizá solo estaba muy concentrado en el capítulo de la serie, por lo que él también se acomodó mejor en dirección a la televisión.

La cabeza de Minho era un caos.

¿Quién diablos Hwang Hyunjin? ¿Por qué el rubio y el pelo largo le quedaba bien? ¿Por que medía como dos metros? ¡¿Por qué era tan guapo?!

Minho se sentía en aprietos. Sí, él era guapo, tenía buenas facciones y hasta la mandíbula marcada y unos excelentes abdominales. Pero Hyunjin parecía un modelo de las revistas más caras de todo el mundo, contratados especialmente para una entrevista y hasta le hacían la ropa a medida porque sabian que no había otro que le quedase igual de genial.

Lo vió, sus ojos se encontraron, estaba perfectamente bien lo que Lee estaba pensando. Vió como Jisung corrió a él y lo abrazó, además de como se colgó a su brazo, ¿cómo no se pondria celoso cuando su -casi novio- se puso feliz por otro? ¡Y para el colmo parecía un dios griego tallado en diamante puro!

Se levantó bruscamente de la mesa y se encerró en el baño. Abrió el grifo y juntó todo el agua posible con sus manos para mojar su cara.

Estaba celoso.

Estaba celoso.

Estaba celoso.

ESTABA JODIDAMENTE CELOSO.

Y no sabía qué hacer.

¿Qué era él de Jisung? ¿Amigos, vecinos, exs? oh no...

Salió del baño con su rostro seco, pero no pudo no siquiera forzar una sonrisa cuando vio a Jisung hablando por teléfono. Esto se le estaba yendo de las manos y estaba actuando como un idiota. ¿Qué debía hacer? Si por el golpe parecía un bebé de un año, no sabía hacer absoltamente nada.

Nada sin Jisung, y le atemorizaba la idea de que ese modelo rubio oxigenado se lo robase.

Volvió a posar sus ojos sobre la televisión, subiéndole un poco más el volumen al notar que su menor ya había terminado la llamada. Jisung lo miró, pero se dió cuenta que este ni siquiera le estaba prestando atención y no sabía el por qué. Minho siempre le sonreía o lo miraba sin parar, a pesar de que no estuviese haciendo nada y eso le pareció extraño.

—Honnie, recuerda que el viernes es el cumpleaños de Chan. No creo que tengas planes contras personas... —trato de bromear, pero solo se llevó una mala mirada.

—¿Te parece gracioso? —alzó una ceja—. ¿Te parece gracioso que no recuerde nada?

—N-No, Honnie, lo siento... yo no quise...

—Ríete todo lo que quieras Jisung, al fin y al cabo soy un chiste para ti —volvió a ver el rostro del menor y se sorprendió al ver como pequeñas gotas de lágrimas salían.

Pero no le importó y se levantó, yéndose hacia la habitación en la que durmió. Se acostó nuevamente con sus ojos pegados hacia el techo, sintiendo como su corazón latia a mil y como su mente no sacaba a la imágen de Jisung llorando.

¿Qué había hecho? ¿Por qué le había dicho eso cuando él también había bromeado con su condición? ¿Por qué lo había tratado así?

Estaba celoso sí, y quizá eso lo llevó a estar irritante, justo como ahora, pero Jisung no se merecía eso. El merecía amor, paz y seguridad, no las palabras que dijo anteriormente.

Él tenia que proteger a su ángel, no destruirlo.

Salió de la habitación rápidamente. Su corazón se estrujó, su respiración se detuvo y sus lágrimas comenzaron aflotar; Jisung se encontraba con sus piernas fexionadas, escondiendo su cabeza en sus rodillas, hecho bolita sobre el piso. Lo había hecho llorar como nunca lo pensó. Se acercó a él y lo abrazó. Jisung enseguida se aferró a su cuerpo, haciendo su llanto más notorio

—Lo siento, lo siento, lo siento —su voz salió entrecortada mientras acariciaba el cabello del menor—. No quise decir eso, Jisunggie. Lo siento.

—Yo-Yo, n-no quise bro-bromear así...

—No digas nada. Perdóname Jisunggie, no sé que me pasa, ni por qué te dije eso... me había puesto celoso por ese chico, que me molesté conmigo mismo, pero tú te llevaste lo peor. Sé que no soy un chiste para ti, ni tú lo eres para mi. No sé como explicarlo, bebé, pero sentí miedo de que, él siendo tan perfecto tú puedas, solo dejarme... al fin y al cabo, solo soy alguien sin recuerdos.

Jisung, al escuchar aquello, trató de alejarse y limpiar sus lágrimas para luego, buscar los bellos ojos de su mayor.

—Hyunjin es mi compañero de trabajo. Es guapo sí, pero él no me gusta, no tienes por que ponerte celoso —llevó sus manitos hacia el rostro de Lee y lo despojó de sus lágrimas—. Él tiene novio.

Las facciones del mayor decayeron rápido. Fue como un balde de agua fría en pleno invierno. No solo había gastado tiempo en pensar, sino que se comparó con él y trató mal a Jisunggie, genial, era un idiota con todas las letras.

—Lo siento, princesa.

—Hyung...

—¿Sí...?

—Déjame ser la persona que te llene de nuevos recuerdos —Jisung notó como los ojos ajenos brillaron en demasía y sonrió.

—Lo eres, Jisunggie. Y lo serás.

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