❥ Ⅳ

Un nuevo dia se había hecho, pero no uno normal. Jisung se levantó con mucha hambre y un poco fastidiado por tener que cocinar, como todos los dias. Pero antes de acercarse a la cocina, abrió lentamente la puerta de la habitación de huéspedes que, anteriormente le pertenecia a Félix, ya que ambos vivian juntos, pero este se fue a vivir con Chan por que ya sentia que su novio, se estaba mudando al hogar disimuladamente, por ende, comenzó a buscar su propio departamento para no molestar mas a Jisung. Ingresó a la habitación lentamente y se acercó a la cama, notando a Lee durmiendo como bebé.

Acercó su oído hacia su pecho porque, Jisung no pegó el ojo en casi toda la noche por el temor de que Minho muriera y él, por estar durmiendo como un borracho, ni siquiera se hubiese dado cuenta. Entonces ahora estaba corroborando que él estuviera vivo, así poder preparar un buen desayuno y luego irse a trabajar.

Error.

No debió acercarse así.

¿Por qué este no era un dia normal?, pues, no todos los dias encuentras a alguien tirado en la playa mientras corres y lo acoges en tu casa por su amnesia temporal y no todos los dias te acercas a un trabajado pecho para escuchar los latidos tranquilos del corazón, y no todos los dias te sonrojas agresivamente por haberte acercado así y luego alejarse pero notar los ojos bien grandes de un tal Lee Minho y su sonrsita ladina.

—Primero que nada, Buenos dias, lindo. Segundo, ¿se te perdió algo? —y su sonrisa se ensanchó más.

—Y-yo... yo so-solo... queria sa-saber si... mierda...

Minho largó una pequeña risita al ver como se había puesto tan nervioso. Pero al notar que estaba decidido a alejarse, el mayor tomó los brazos contrarios y lo dejó bruscamente sobre el colchón, quedándose arriba de él. Y si de algo facil se tratara, Lee dejó ambos brazos por encima de su cabeza, la cual la sujetaba con fuerza con una sola mano.

—¿Qu-Qué haces...?

—No sé lo que hago, ni se lo que pienso, solo quiero estar contigo todo el tiempo.

—Parece una línea sacada de una canción —rodeó los ojos, sin creer esas palabras—. Deja de decir esas cosas y suéltame, tengo que hacer el desayuno.

—Lindo, tengo amnesia, no puedo recordar más que tus mejillas regordetas siendo mordidas por mí —el menor fruncio el ceño, sintiendo como su corazón podria salirse de su lugar en cualquier momento.

—¿Qué? ¿cómo? ¿cuan...? —y los dientes ajenos estamándose contra sus cachetitos le hicieron largar un chillido y corrió rápidamente su rostro.

Otro jodido error.

Ahora sus rostros estaban cerca, tanto que sus narices se rozaban y sus respiraciones se mezclaban. Lee miraba tanto los ojos ajenos que podria perderse en ellos, claro, sí es que ya no lo hizo antes. En cambio Jisung, no podia soportar la intensidad de su mirada por lo que desvió sus ojos hasta su boca. Otro error a la lista. Una sonrisita se formo en los labios de Minho, quien notó una observación sobre su boca.

Su sonrisa es tan...

Al escuchar sus propios pensamientos, Han cerró sus ojos enseguida, ejerciendo mucha presión, habló en un susurro.

—Su-Suéltame... por favor —al escuchar eso, supo que todo había terminado y que quizá la había cagado.

Se alejó rápidamente con su corazón a mil. Se sentó en el borde de la cama y rascando su nuca con nerviosismo, pegó su vista al piso.

—Lo siento, Jisunggie. Parece que soy muy impulsivo, lo siento mucho, no queria hacerte pasar un mal rato. En verdad...

—Hey... —Jisung se acercó y dejó su mano para acariciar el cabello del contrario—. Todo está bien, Min. Ahora iré a preparar el desayuno, puedes ayudarme si quieres.

Y con esa invasión alienígena en su estómago, se acercó hacia la puerta. La abrió, pero le echó una miradita de reojo antes de salir y al notarlo con la cabeza gacha, sentía que debía decir algo, entonces escuchó su corazón latir.

—Yo tampoco sé lo que hago, ni lo que siento, desde el hospital, me pongo nervioso cuando estoy contigo. Tú también haces que solo piense en ti.

Se marchó hacia la cocina, dejando a un Minho muy sonriente.

¿Cómo diablos descifraba eso que sentía? ¿acaso eran los alienígenas haciendo una guerra en su pancita? ¿por que alguien como él le producía todo eso solo con dos dias de haberlo conocido?

Eso no estaba bien y Jisung lo sabía.

Pero su mente quedaba en blanco cuando Lee se acercaba asi tan inesperadamente y le sonreia de esa manera... mierda, estaba acabdo y no sabía como solucionarlo.

Nunca se enamoró de verdad. O bueno, no después de ese amor imposible en la secundaria. Lo típico: el chico gordo y el popular de la escuela, que también iba su clase de artes. ¿Saben cómo esto terminó, no?, parece el mismo cliché de todas las novelas, pero en este, el malo no se enamoraba, sino lo humillaba cada que podia cuando se enteró que un tal niño gordo (como solian llamarlo), estaba enamorado de él. Su madre, unos meses antes de morir, lo cambió a una escuela mejor, asi comenzar la preparatoria de una buena forma y lo hizo, conoció a Chan y a Félix. Un castaño y un peligris que eran una de las mejores parejas de la escuela.

Y quienes fueron los únicos que estuvieron junto a él en el funeral de su madre.

Luego de la secundaria, luego del suicidio de su madre, se negó al amor por completo. No salia mucho a fiestas, no por su propia voluntad y desde que su cuerpo se convirtió en algo más aceptable -o asi lo llamaba el-, todos los chicos, inclusive chicas se acercaban a él en esas noches. Algunos rechazó, pero otras terminaba besándose con esa persona en el medio de la pista o en su cama.

Nunca fue más que atracción. Nunca fue más que deseo. Nunca fue más que el sexo. Nunca fue más allá hasta que el extraño de Lee Minho apareció cuando menos lo buscaba.

¿Por que él? ¿por que así? ¿por que ahora?

No sabía que era lo que le estaba pasando. No sabía como el tema de "enamorarse" podria concluirse tan rápido. Claro que aún no estaba enamorado, pero Lee Minho era algo más que sus noches de fiestas.

Y eso lo estaba asustando. Demasiado.

¿Quién era Lee Minho? ¿por qué lo estaba ayudando? Pensó en eso muchas veces mientras el mayor era sometido a sus estudios. Y no, no era porque su madre le dijo que debía ser humilde con las personas que lo necesiten... supongo que tampoco sabia la respuesta.

Lee Min Ho...

Hasta su nombre sonaba como un actor de dramas famosos, con más dinero que todo este edificio en su cuenta bancaria. Es apuesto y ese corte de cabello le queda tan...

Esperen, se equivocó de Lee Minho.

Cerro sus ojos y sacudió su cabeza, sacando las ollas para poner aquel huevo y hacer el omelette que ansiaba comer.

Vamos de nuevo.

Lee Minho...

Sarcástico, alegre pero de repente puede lucir un poco triste. Linda voz, rostro perfecto, facciones perfectas, cabello suave, sonrisa preciosa, labios carnosos, cuerpo fornido y calien...

¡No!

¡No!

¡No!

Volvamos al actor Lee Min Ho, ese estaba mejor. Si, definitivamente mucho mej...

Desvio sus ojos hacia los costados al sentir como el mismísimo cuerpo fornido se pegaba sobre el suyo, dejando sus manos sobre la mesada a cada lado de su abdomen. Sintió como la respiración rozaba con su nuca, ¿acaso este Lee Minho no se cansaba de ponerlo nervioso?

El corazón de Han se detuvo y revivió enseguida, pero estaba dispuesto a salir disparado sí la persona de atrás suyo hacía algo, hasta incluso separarse. Estaba cortando la cebolla, pero todo movimiento se vió interrumpido por un cortocircuito de neuronas en su propio cerebro y todo era porque sintió los labios de su mayor rozar su cuello, como si estuviera formando una corvatura hacia arriba. O sea, su tipica sonrisa, esa que Jisung daria su vida para quitársela, porque parecía que lo volvía loco.

—Hueles rico —fue lo único que dijo este Lee Minho, no el actor, el que estaba detras de él.

¡DETRAS DE ÉL!

Dejó el cuchillo sobre la tabla, todo para evitar accidentes y se dió la vuelta para enfrentarlo, pero antes, puso su mejor cara de descontento. Todo fue en vano. A penas conectó con sus ojos, el menor se sintió desfallecer, ¿por qué siempre debía estar tan cerca? ¿por qué eso no le incomodaba?

Oh, Dios...

—Tú... tú... tú —bien, parecía un estupido trantando de formular una oración, pero siempre salía la misma palabra, haciendo que se sonrojara facilmente.

—¿Yo, qué, Jisunggie? —sonrió, pero no una sonrisa ladina o de superioridad, sino porque le gustaba esa imagen; le gustaba hacer sonrojar a su menor.

—Yo... yo no lo sé —admitió, bajando su cabeza y chocando su mente con su pecho y comprobó que estaba jodidamente trabajado—. No sé que decir cuando estas así de cerca, me pones nervioso —admitió, con sus mejillas ardiendo.

—Me encanta ponerte nervioso, Jisunggie —dijo, luego de unos segundos en un completo silencio.

No fue porque le haya sorprendido las palabras del menor, sino porque no queria cometer otro error.

El menor también lo ponia nervioso y lograba que las palabras que queria decir, se las llevase el viento.

—Me encantas, Jisung.

Susurró cuando se alejó de él para mojar su rostro en agua fría.

—Me encantas.

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