Mi infierno de Vida.
Mire con desdén a mi alrededor, habían pasado exactamente tres años desde ese día, tres años en los que parecía que la vida se las había empeñado para hacermela imposible.
Durante estos tres años no tuve ni un momento de felicidad, todo iba de mal a peor.
La bestia que tenía como esposo era detestable, con cada segundo que pasaba mi odio hacia el aumentaba.
Mire mi vientre, ojalá y pudiese quedar embarazada de manera rápida, quizás así aliviaria mi tortura.
Mi mire al espejo, no quedaba ni rastro de esa alegre niña que jugaba por Topkapi, riendo por el lugar mientras retaba a sus hermanos a alcanzar.
No quedaba nada de ella, solo el nombre.
──Empiezo a creer que tomas hierbas abortivas.──La voz de Aslan me sobresalto.
──No tomo nada.
──No te creo.
──No me creas.──Respondí mirando a la nada.──No me importa lo que hagas.
Una bofetada cayo contra mi mejilla, tirandome al suelo.
──¿¡Cuántas veces te he dicho que no me constestes?!──Grito furioso para volver a golpearme.
──¡No tienes ningún derecho a golpearme!──Le metí una patada.──Soy una Sultana, no una maldita criada que puedes tratar como se te de la regalada gana.
──¿Una Sultana dices?──Pregunto Con burla.──Y si es asi, ¿Por que nadie te ha enviado carta alguna? Desde que te casaste tu familia parecio olvidarte, nadie se acuerda de ti.
──Estan ocupados.──Justifique inmediatamente.──Se que ellos me extrañan.
──No has aprendido nada durante estos tres años.──Aslan avanzo lentamente hasta mi, me tomo de los brazos y me acorralo contra la pared.──Nadie, escuchame bien, nadie, te quiere y mucho menos se preocupa por ti, si lo hicieran al menos hubieran venido a verte estos tres años, pero nada, ni una sola carta.
──¡Mientes!──Grite haciendo uso de todo mi control para no ponerme a llorar.
No iba a regalarle ni una lágrima más a este hombre, nunca, ya no, lo único que lograba era aumentar su ego.
Aslan me miro fijamente y liberando una mano de mi brazo izquierdo, con su mano derecha me inmovilizo, dejandome con la espalda en la pared, con su mano libre tomo con fuerza mi cara.
Empezó a besarme desesperadamente, metiendo su lengua en mi boca, movi la cabeza en señal de negación, odiaba cada vez que tenía sexo con él.
Lo único que gane al hacer esto fue que apretara más su agarre, haciendome doler.
Un hilo de saliva se hizo presente cuando se alejo de mi boca, para luego empezar a besar mi cuello, hasta llegar al inicio de mis senos.
──¡Para!──Grite sabiendo lo que venía a continuación.
Una risa ronca escapo de su garganta, arrancando mi vestido a su paso, dejandome totalmente expuesta.
Cerré los ojos con fuerza al saber lo que venía, sentí la primera embestiada.
Dolía igual que la primera vez, todo era igual que la primera vez, yo forcejeaba y él hacía lo que le daba la regalada gana conmigo.
──Sigues siendo estrecha.──Jadeo en mi oído.──Como me gusta tu cuerpo.
Trague en seco, me mantuve con los ojos cerrados en todo momento, de esta manera evitaria llorar y complacerlo.
Él amaba verme llorar, y yo odiaba hacerlo.
La segunda embestiada se hizo presente, un chillido de dolor salió de mis labios, si existía un Dios o algo parecido, por favor, recogeme ahora mismo y dejame ser feliz en algún otro lado.
──Me gusta más cuando me pides que pare, que te deje en paz, que no quieres. ──Susurró el en mi oido.
Aumentó el ritmo, aumentó el dolor, con cada penetración mi barrera iba desapareciendo, las lágrimas caían y mis gritos se hicieron presentes.
──Por favor...──Pedí con la voz rota.
──Claro que no cariño, esta noche lo haré tantas veces para que al final quedes embarazada.
──Sueltame...te lo pido.
Hizo caso omiso a mis palabras y sin salirse dentro de mi, me acurruco en la cama para seguir con su maldito acto.
Esto era una maldita estupidez, ¿Cuando esto no había sido sin mi consentimiento?, pero lo que más me preocupaba era que una parte de mi se empezaba a acostumbrar a esta vida.
Una parte de mi, una muy pequeña, comenzaba a rendirse y terminar accediendo para que esto acabase más rápido.
Él lo disfrutaba, siempre lo hacía, no recuerdo ni una sola vez el haber disfrutado tener intimidad con él.
Deseaba desaparecer...
No, queria desaparecer...
Quería volver a cuando era feliz y no tenia ninguna preocupación...
Al menos ellos son felices, Mihrimah no tendría por que casarse con Rustem.
Quizas si yo...Quizas si yo fuese más obediente con este hombre, ¿Podria see feliz?
Quizas si yo comenzaba a respetarlo y comportarme como una esposa trofeo, ¿Él dejaría de hacerme daño?
Si yo comenzaba a ceder en ante esta situación, ¿Sería menos doloroso? ¿Quedaría embarazada y podria descansar al fin?
Quizas si yo comenzaba a mantener callada y dejar mi rebeldia de lado, ¿Podria estar en paz conmigo y con él?, ¿Ya no me haría daño?
Era cierto que mi familia no me había venido a visitar ni una sola vez, no había recibido ni una puta carta desde que me case, en estos tres años...
Quizás todo lo que decia Aslan era cierto, nadie me quería en lo más mínimo, a nadie le importaba.
Quizas si yo, comenzaba a mostrar afecto por Aslan, ¿Él dejaría de hacer mi vida un infierno?
Sin esperar respuesta alguna de mis pensamientos, deje de pelear y comence a mantenerme quieta en la cama.
──Haz lo que quieras conmigo.─Hable en un murmuro apenas audible.──Ya no voy a pelear más, sere buena.
Aslan sonrio levemente y beso mi frente.
──Tres años te tomo darte cuenta que soy la única persona que te quiere, Mehtap.
Beso mis labios, un beso en el que me obligue a seguir.
Esta sera la etapa más fuerte, como dije.
No digan nada sobre la actitud de Mehtap a lo largo de la temporada, recuerden que tiene 16 años, es solo una niña, una niña que a sido abusada en todos los sentidos como se muestra en el capítulo, y todo eso desde hace tres años.
Es una niña y solo quiere afecto, no termina de entender por que su familia no le envia ni una carta o es incapaz de venir a verla.
Quiere afecto y Aslan lo sabe, y no dudara en manipularla a lo largo de la temporada.
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