De regreso al que alguna vez fue mi hogar.

Camine por los jardines del castillo, no era tan grande como el del palacio, pero era el lugar perfecto para que pudiera liberar mi mente.

Desde la última vez que... Bueno... Ya saben...

Parecía haberme dejado en paz, estaba últimamente muy ocupado con el reino, por lo que no nos habíamos visto casi en ningún momento, cosa que agradecia con toda mi alma.

El viento hacía que mi cabello se disperzara por todos lados, como extrañaba esta sensación, era lo único que me hacía sentir libre, segura y tranquila.

El viento siempre había sido mi mejor compañía.

Camine hasta los tulipanes que crecían como hierva mala sobre el pasto, tenían una fragancia maravillosa y un montón de colores.

──¿Quien eres y que haces en el jardín de su alteza?──Me pregunto una mujer rubia.

──Soy la reina.──Las palabras salieron de forma automática, ya que no me sentía reina de nada.

La mujer pareció sorprenderse y palidecer, se quedo quieta en su sitio, pude ver como una criada iba corriendo hasta ella.

──Señorita Analise, su alteza la busc...──La criada dirigio su mirada hacia mi, palideciendo.── Reina...

──¿Que ocurre aquí?──Pregunte mirandolas.

──Soy la mujer que más ama el rey.──Analise sonrió y avanzo hasta a mi.──Soy su favorita y futura madre de su heredero, estoy embarazada feliciteme.

──Ojala no mueras en el parto.

La mujer se sorprendio y antes de que pudiese decir si quiera algo, me volví a dentro del castillo, encontrandome al hombre que era motivo de mi sufrimiento.

──No tengo tiempo para tus escenitas.──Aslan se apresuro en decir.──Soy un rey y tengo que tener herederos, si tu no puedes darmelos me los dara otra.

──Creí haberte dejado claro que me importa un comino lo que hagas con tu vida.──Respondí, al mismo tiempo que me di cuenta que mi respuesta no fue de su agrado.

Tomó mi brazo con fuerza, alarmandome, me empujo hasta la pared.

──Creí que habías decidido ser una buena esposa al fin.──Sus ojos destilaban furia.

──...¿No lo estoy siendo?──Pregunte.──No he matado a tu amante y mucho menos la he hecho abortar a tu heredero.

──¡Las buenas esposas muestran celos!

──No soy tan insegura, como para ponerme celosa de otra mujer.

Aslan iba a decir algo más, pero me soltó al oir pasos de un funcionario Otomano.

──Sus altezas, El Sultán Suleiman solicita sus presencias en Topkapi por un largo tiempo.──Informó él hombre.──Necesita la ayuda de Hungría en una guerra.

──Partiremos inmediatamente.──Aslan hablo firmemente.

Mahidevran corrió hasta el jardín, seguida de Mustafá, ambos tenían una sonrisa en la cara, después de muchos años volverían a ver a Mehtap.

Hurrem lucía algo nerviosa, no sabía como vería a su pequeña, no sabía si abrazarla o simplemente saludarla.

Esperaba que su relación no hubiese cambiado en lo más mínimo, después de todo ella había sido en parte culpable de que ella se casará.

La Valide, La Haseki y las demás Sultanas hicieron fila, en ests fila estaban Raziye, Sah y Huricihan.

Sah Sultan, había llegado hace un año, en el cuál se había vuelto amiga intima de Hurrem y consejera de Mahidevran.

Sah no solo era uns amiga increíble, si no tambien, una tía muy cariñosa, siempre dispuesta a aconsejar y acompañar a sus sobrinos en la toma de decisiones.

──Al fin conoceré a tu otra Hija, Hurrem.──Hablo Sah con una sonrisa.

──Créame Sultana, le agradara cuando la conozca.──Hablo Mahidevran.──Es muy alegre.

──Asi es.──Replicó Hurrem.──Y tiene un brillo en los ojos que no se apaga con nada y una sonrisa que siempre esta en su rostro, no importa la circunstancia, ella siempre a sonreído.

──Se oye como una chica maravillosa.

──Lo es.──Respondieron ambas mujeres con una sonrisa, las dos estaban emocionadas de tan solo saber que verían a su hija.

El carruaje llegó y se detuvo en el jardín, Hatice miraba con odio la escena, ¿Por que tenía que volver esa niña a su vida?, ¿No podía dejarla en paz? Mukerrem entrelazo su mano con la de Hatice, haciendole saber que estaba con ella.

El primero en bajar fue Aslan, el cuál saludo al Sultán Suleiman, el Padisah asintió al verlo, restandole importancia, Suleiman solo queria ver a su otra hija, a su Luz De Luna.

Bajé del carruaje, tomando aire, cuantas veces había querido volver, pero nunca lo había conseguido, y ahora que estaba aquí, quería regresar a Hungría.

No se como me veía en este momento, pero la sonrisa de Mahidevran desaparecio, Hurrem se llevo la mano a la boca al verme, Hatice se sorprendio, Mukerrem y La Valide se quedaron estáticas en su sitio.

──Mi Sultán.──Bese la mano de Suleiman y la lleve a mi frente.

──Deja las formalidades de lado.──El Sultán me miraba entre una mezcla de preocupación y asombro.──Ven aquí.

Lo abrace fuertemente, el no dudo en corresponder de la misma manera, y Allah, cuánto había deseado volver a sentir la sensación de estar protegida.

Los brazos de Suleiman me brindaban esa sensación de no estar más sola.

Me separe de él despues de un largo rato, y camine para saludar a Hurrem.

──Mi Sultana.──Repetí el mismo saludó que hice con Suleiman.

──Mehtap...──Susurró ella con la voz entre cortada mientras acariciaba mi mano.

Solté su mano e hice lo mismo con todas las Sultanas, Mahidevran acarició mi cabeza cuando llego su turno.

Así sucesivamente hasta llegar a Hatice.

──Sultana...──Salude sin mostrar el respeto indicado.

──Luces apagada...──Hatice me miró con lástima.

No dije nada y me acerque a saludar a mis hermanos, Mihrimah al verme se abalanzó encima mío, en un fuerte abrazó.

Sonreí por primera vez en mucho tiempo, como la había extrañado en todos estos años.

Luego de abrazarla, abrace a Mehmed y Selim, luego bayaceto y por último Cihangir.

──¡Mehtap!──Grito el pequeño niño para abrazarme.

──Mi pequeño león.──Me coloqué a su altura.──¿Te portaste bien?

──¡Si, obedecí a mamá en todo!

──Eso esta bien.──Acaricie su cabeza.

──Lo siento, llego tarde.──Esa voz... Me voltee en seco para ver al dueño de esa voz.

──Oh, pero si es mi enana.──Mustafá sonrió para caminar hasta mí, una vez estuvo frente mío, me tomo de los brazos y me levanto por los brazos.──Te ves más fea que de costumbre.

──Lo mismo digo, dejate crecer la barba, a ver si ocultamos tu fealdad.──Bromee, colocando mis manos sobre sus hombros.

Pude sentir la mirada de Aslan sobre mí, aquello me atemorizo y mi piel se erizo de alguna manera.

Él iba a golpearme otra vez... De nuevo... En la oscuridad...Me dejaría ensangrentada...¿Me volvería a dejar sin comer?

Por inercia, saqué mis manos de los hombros de Mustafá, sorprendiendolo, pero no dijo nada, me dejo en el pasto.

Nos miramos por un par de segundos y luego Mustafá me rodeo con sus brazos.

──Te extrañe mucho, enana.──Susurró él en mi oreja mientras me abrazaba.

Sin quitar la mirada de Aslan, sentí, ignorando la calidez que me hacía sentir Mustafá, tenía miedo por lo que podría pasar conmigo en la noche...

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