Capítulo 02


No mucho después de despedir a la madre de Ichigo rumbo al hospital. Sakura tuvo la interesante interacción con el padre del protagonista...

El exagerado toque del timbre en la mansión Haruno, no tardo en notificar la llegada del padre del pequeño. La pelirrosa estaba algo nerviosa, temía ser reconocida por Isshin, quien en su tiempo era un capitán del décimo escuadrón del gotei. Sakura como Shinigami, tuvo muchos papeles importantes, que en la novela hicieron destacar a Sarada como "la hija del santo". Por lo que, ella esperaba que el hombre simplemente ignorara el hecho de que la Sakura original fingió estar muerta para escaparse de la sociedad de almas. El motivo aún era desconocido para los demás, pero intuye que el hombre podría sacar conclusiones, como de su amor no correspondido por el ahora capitán del sexto escuadrón; Byakuya Kuchiki.

Es complejo aventurarse en los recuerdos de otra persona, pero puede decirse que, Isshin no era particularmente cercano a Sakura.

Ya estaba enfrente de la puerta, vacilo al tomar la manija. Suspiro tratando de aliviar sus nervios, solo esperaba que el tipo se tragara la historia de una posible reencarnación y no pregunte demasiado, pero, si lo veía desde el punto de vista de una lectora, no había motivo de preocupación en sí. Isshin y Urahara tenían una relación muy discreta como antiguos camaradas de oficio. Ella podría ser una excepción, ya que, en ningún momento trato de vincularse con los dos después de abandonar la sociedad de almas, además, Sakura fue la que diseño su propio Gigai a conveniencia. Sus vidas nunca más estuvieron vinculadas en la novela después de salir del gotei.

El ruido molesto del timbre la hizo regresar, no era momento para pensar tan profundo. Se armó del valor, opto una postura profesional y seria, ella ya no era una niña de quince años con inseguridades, era una mujer adulta seria y responsable.

Al abrir la puerta las miradas de ambos adultos se encontraron, Sakura trato que en su rostro no se muestre la ansiedad. En cambio, Isshin se mostraba abiertamente sorprendido, si la conmoción de que su esposa dio a luz, sin su presencia, además en una situación peligrosa, no fuese suficiente. Ahora se encontraba con una supuesta difunta.

Sakura noto su consternación, y no buscaba tener que enredarse más con el hombre, hablo.

― ¿Has venido por el pequeño Ichigo? ―pregunto con una ligera sonrisa, ya sabiendo de antemano la respuesta, se hizo a un lado para darle la libertad al hombre de ingresar a su casa.

― Esta en la habitación de arriba, por favor, sígueme...―Continuo la pelirrosa con amabilidad, pero los nervios eran grandes. 

Si Isshin se entera antes de lo acordado de la existencia de Sarada, ¿había algo de lo que preocuparse seriamente?, por supuesto.

Su hija estaría en la mira de Urahara por ser hibrida de dos variantes de Quincy y Shinigami. Pero la situación en sí, ya no es favorable para ella.

― "Tratemos de mantener la calma."―pensó Sakura.

Subiendo las escaleras, la mujer podía sentir la mirada interrogativa del ex-capitán, Sakura fingió ignorancia, no era bueno inmiscuirse demasiado con la historia del pasado de ambos ex-capitanes. El transcurso fue silencioso, e incómodo. Se adentraron a la habitación donde ambos niños se encontraban durmiendo. Sakura al ver de nuevo tal imagen, no pudo evitar sonreír enternecida. 

Tanto Sarada como Ichigo, estaban dormidos mientras se tomaban de la mano, tal vez Sarada lo hizo deliberadamente para calmar la ansiedad del peli-naranja, pero aun así, no dejaba de ser tierno a los ojos de la oji-jade.

Isshin cuidadosamente se acercó para cargar al pequeño Ichigo, Sakura lo imito. Cargo a Sarada y la recostó en su cama, posteriormente la cubrió con su manta mientras le daba la espalda al moreno. Aun angustiada de que el Shiba conociese la existencia de su hija.

El padre del niño peli-naranja noto aquel patrón de conducta, tenía sus dudas e teorías respecto a la Haruno y la niña que trataba de ocultar, pero tomo una sabia decisión, de no entrometerse, ya hace tiempo, cosas como esas no eran su problema.

― Gracias... ―hablo Isshin tomando por sorpresa a la Haruno, quien no se animó a mirarle a la cara. Pero el Shiba creía conocer las razones de la mujer y quería respetar. 

― Por haber salvado a mi esposa e hijas... y cuidado de ellas. ―se sentía algo amargo saber que su esposa estuvo en serios problemas y el no estuvo ahí para ellos.

Acomodo al pequeño Ichigo en sus brazos, estando dispuesto a abandonar el lugar al no recibir respuesta de la ex-capitana.

― No podía ignorar, la situación en que se encontraban ambos... ―dijo la pelirrosa animándose a voltear, para observar a Isshin y al niño que se convertirá en el protagonista. Saco a flote el porte elegante, firme y sereno que una vez caracterizo a la rosada en sus tiempos de capitana.

Su vista estaba dirigida particularmente en el peli-naranja, cosa que noto el padre del mismo. Embozó una pequeña sonrisa con sus delicados labios y dijo lo siguiente.

― Menos mal, todo salió para bien. Debes apresurarte, reúnete con tu familia y abraza a tus hijas, de seguro esperan ansiosas la llegada de su padre...―sonrió suavemente, dándole a entender al hombre sus buenos deseos.

Estaba atónito de poder volver a ver una sonrisa extrañamente familiar, las palabras no salían, Isshin miro a su hijo y no pudo evitar también contagiarse de la sonrisa. Dio una ligera inclinación con la cabeza, en forma de agradecimiento. Dejando algo desconcertada a la rosada pero esta no dijo nada, simplemente devolvió la muestra de respeto con una reverencia.

No había nada más que decir, los dos Kurosaki abandonaron el hogar de la Haruno, esta última cerró la puerta, ni bien los vio perderse de su campo de visión. 

No pudo evitar perder la fuerza en las piernas, dejándose caer contra la puerta hasta tocar el suelo. Tenía inquietudes, pero esperaba fervientemente no haber alterado la historia, pero los cambios, se estaban dando, sin su consentimiento.

¿En qué punto de la historia, narra que la madre de Ichigo tuvo un indeseado encuentro con matones de tercera?, o que, ¿los dos protas tuvieron un encuentro tan prematuro?

Si seguía así, ¿De qué le sería útil haber leído más de cien capítulos sin descanso en su anterior vida? Además estaba la posibilidad de que otros personajes se enteren de la existencia de Sarada antes de lo programado, eso solo pondría en peligro a su linda hija.

Debía asegurarse de la seguridad de Sarada antes que empiece la historia, esa era su prioridad.

― "Isshin puede ser una excepción, ya que, al parecer está a mano conmigo... Pero Urahara es alguien al que debo mantener un ojo pendiente. No es alguien malo, pero no quisiera descuidar al que fue exiliado por traición, por obra de Aizen, solo por que representaba una amenaza para sus planes por su gran y astuta mente, además, tiene más contacto con la sociedad de almas, e información gracias a Yoruichi. Debo evitar que se enteren de que aún me encuentro con vida también, eso sería problemático de lidiar...."―pensó con una mirada seria.

Se puso de pie y camino en dirección a la oficina de la pelirrosa, al llegar lo primero que hizo fue leer los diarios de la Haruno, se volvió un pasatiempo. En algunos explica sus experimentos e innovaciones en los hechizos que adapto en su gigai, también, explicaba cuidadosamente cada trabajo que realizaba con su poder espiritual, para implementarlo en los humanos y tratar de curarlos efectivamente sin tener consecuencias, había otros donde se hallaba métodos de preparación de antídotos efectivos para ciertas dolencias. Era como entrar a un glosario de hadas.

A sus ojos, no era más que una confirmación, de que se encontraba en un mundo de fantasía moderna.

Se preguntaran, ¿Por qué tanto interés en esos diarios?,

Lucia pensaba igual que Sakura, si podía amparar las vidas de las personas, no importaba que tanto le tome, hallara la manera de salvarlos. Sakura era una maestra en la medicina incluso superaba las expectativas de la propia Lucia, quien solo admiraba el legado de esa mujer.

― Debemos prepararnos... ―murmuro en esa solitaria oficina.

Tomo los papeles que se encontraban en el escritorio, empezando a escribir todo lo que le venía a la mente respecto a la novela.

― "La historia general empieza dentro de once años, tenemos tiempo suficiente para planearlo con cuidado, cada hecho y suceso, dependiendo de si nos beneficia o no, intervendré."―pensó anotando las fechas y títulos de los capítulos.

En la hoja estaban anotadas los sucesos que ocurrieron tanto en el anime como en la novela, no había mucho que preocuparse, pero seguía siendo peligroso confiarse. Inconscientemente su vista bajo hacia la fecha que anuncia un evento trágico para el protagonista masculino. Sus pensamientos viajaron en busca de las posibilidades, ¿sería posible evitar la muerte de Masaki? Ocurrirá dentro de cinco años, para lograrlo debería hacerse cercana a la familia Kurosaki...

Además, ¿Qué sucedería si lograba evitar esa tragedia?, es obvio que se metería en problemas.

Las motivaciones del protagonista estarían desequilibradas, la historia misma, recibiría un gran golpe que solo dejaría grandes espacios en blanco.

Pero...

¿Sera capaz de ignorar ese hecho?

Se asustó al verse tan comprometida en querer salvar a la madre de Ichigo, deseaba evitarlo a toda costa por esas niñas y por Ichigo. Esa familia que ama con locura a la mujer castaña, la luz del hogar Kurosaki. 

Aun así, una cosa era cierta, que ese evento no era posible atrasar, ni mucho menos, detener por medio propio. Frunce con tristeza las cejas y aprieta la mandíbula. Conocía que la muerte de Masaki, no era tan simple como se dio a conocer en los primeros capítulos del anime y novela, había un individuo mucho más aterrador asechando en las sombras esperando su momento para atacar.

Su decisión era más que obvia...

(...)

Sarada abrió los ojos de golpe, se levantó de la cama de un salto y corrió directamente hacia la habitación que estaba utilizando la madre de su nuevo amigo. Al abrir la puerta, se sorprendió al no hallar a nadie.

Se habían ido...

Bajo la mirada triste, el escándalo de ayer debió haber sido demasiado, para que permanecieran por mucho tiempo en su casa, su amigo se veía aterrado cuando escuchaba los quejidos de dolor de su progenitora en labor de parto, fue algo chocante incluso para ella. Una cadena de sucesos inesperados ocurrió de la nada, las cosas que ocurrieron ayer fueron experiencias llenas de emociones, pero rápidamente se repone de su reflexión. ¡Debía preguntarle a su madre!

Con algo de entusiasmo se dispuso a bajar las escaleras para terminar en la cocina, donde su madre se encontraba haciendo el desayuno. Se tomó el tiempo de admirarla en silencio...

¡Su madre es tan hermosa! Era como un hada de aquellas que se encontraban en los cuentos, o como una preciosa princesa en espera de un príncipe. De tener misteriosos ojos hasta un exótico cabello rosa, siempre con una mirada serena y tranquila, ¿Quién sería el idiota al que tuvo como padre?

Inconscientemente tomo unos de sus cabellos y lo observo con desilusión.

― "Me hubiese gustado tener el mismo color de cabello rosa, que mamá." ―pensó Sarada, decepcionada.

Sakura ya había percibido la llegada de su hija, por lo que, simplemente le dio los buenos días alegremente. Sarada se sobresaltó al ser sorprendida por la dulce voz de su madre.

― Siéntate, dentro de poco estará listo el desayuno. Tuve que madrugar para evitar llegar tarde a tus clases... ―menciono divertida la pelirrosa.

Le faltaba energía, por lo que, terminaba durmiendo tan profundamente, que si un avión llegase a estrellarse contra su casa, ella no despertaría, tuvo que esforzarse para levantarse de ese trance. Sospechaba que el gigai de Sakura consumía bastante la energía espiritual de la oji-jade.

Debía arreglarlo cuanto antes...

― Pero... no había necesidad de hacerlo, mamá. Siempre terminas muy agotada después del trabajo, así que es bueno que descanses más. ―Hablo Sarada, mientras se sentaba en la mesa, al mismo tiempo que, bajaba la mirada, con un ligero bochorno en las mejillas. Se preocupaba por la salud de su madre, no quería verla de nuevo acostada como un enfermo en coma, en una camilla del hospital, con un ambiente tan tétrico acompañándola.

Sakura la miro con cariño, se acercó a la mesa con el correspondiente desayuno de la niña. Le dio un suave beso en la frente, para luego decir.

― Es bueno recuperar las horas de sueño perdidas, pero, si lo haces muy seguido cogerás pereza con el tiempo. ―dijo por experiencia propia la rosada. 

Los turnos extras que hacía en el hospital cuando era una enfermera, le causaba grandes estragos en su vida diaria, al principio se podía aguantar, pero después, la fatiga golpeaba duro a su persona provocando cansancio y estrés, empezando a adoptar unos hábitos perezosos a la hora de empezar su día.

― "Era un desastre." ―pensó la oji-jade, con una expresión sombría y una gotita de sudor en la sien.

La pequeña pelinegra, reflexiono lo dicho por su progenitora, y con lo astuta que era, decidió cambiar el rumbo de la conversación.

― Mamá, mis compañeros estuvieron hablando, que habría un festival de primavera en el parque, me preguntaba si... ―detuvo su cuchara, y miro al otro tímidamente, aun sin acostumbrarse a esa sensación de tener una relación más cercana con su madre.

Sakura no tardo en mostrar su alegría, pero calmo sus enormes ganas de lanzarse a abrazar a su pequeña hija. Alzo en alto uno de sus puños, enérgica a las probabilidades de pasar un buen rato con su adorable niña.

― ¡No se diga más! ¡Iremos al festival de primavera! ―Exclamo alegremente la pelirrosa mientras sonreía hacia la pelinegra.

La respuesta fue gratamente recibida por la menor, quien no puedo evitar emocionarse, su mamá le estaba prestando atención, está dando un "sí" a sus caprichos, ¿Qué más podía desear?

Sakura termino sentándose en la mesa con su desayuno, para disfrutar dichosa de la mañana con la linda y encantadora niña, que tenía por hija.

Sarada, se alegraba estar compartiendo las primeras horas del día con su madre, jamás imagino verla tan activa en realizar sus infantiles propuestas, pero rápidamente se recordó lo que tanto quería preguntarle a su madre.

Se encogió inquieta en su asiento.

― M.Mamá... ―llamo nerviosa.

Recibió un ligero balbuceo de la mayor indicándole que continuase mientras se fijaba sobre ella, al parecer estaba con la boca llena.

― Veras, ayer cuando la mujer de repente enfermo... yo cuide del niño, y me hice su amiga. ―resumió―. Me preguntaba si... ¿podríamos visitarlos? ―pregunto tímidamente la pelinegra observando de vez en cuando el rostro que pondría su madre.

Sakura miro con algo de sorpresa a la niña, pensó con detenimiento lo que diría. No podía responderle tan secamente, tampoco darle una respuesta negativa, debía ser suave y dulce, ya que, ella ponía su confianza y esperanzas en esas palabras. Era algo primordial para la madre primeriza, darle y dedicarle todo el cuidado del mundo a su pequeña.

Aguardo responderle mientras terminaba de tragar los alimentos que había consumido, se acomodó en su asiento para tener una mejor vista sobre Sarada, posteriormente suavizo su semblante que estaba serio.

― Comprendo que quieras verlos de nuevo, pero debemos darles tiempo, hasta que la Madre de Ichigo mejore de salud, y pueda salir con su familia... ―Su corazón pálpito de dolor al ver que la desilusión cayó sobre la menor―. Aun así, planeo invitarlos a cenar, una vez me informe el hospital, que tanto la Señora y sus bebes se les haya dado de alta... Además, intuyo que veras seguido al pequeño Ichigo. ―explico, un tanto incomoda con la misma idea de volver a tener que encontrarse con esos personajes, pero lo disimulo.

― Enserio, ¿harías eso por mí, mamá? ―La sola mención del niño ya era motivo de emoción para esa pequeña.

Sakura acerco su mano izquierda para acomodar los mechones rebeldes de la niña, mientras con su mirada desbordaba su infinito amor hacia la pequeña.

― Por ti, haría lo que sea. ―aseguro con una sonrisa radiante la mujer pelirrosa.

Sarada fue flechada por aquellas palabras, que se abalanzo para abrazar a su madre, riendo alegre. 

Desde entonces, las mañanas siempre empezaron a ser divertidas y acogedoras para la pequeña Sarada...

(...)

Un misterioso hombre estaba sentado en lo que pareciera ser su lugar de trabajo, leyendo un periódico mientras disgustaba de un dulce, sus ojos se encontraban oscurecidos por su sombrero de rayas blancas y verdes, vestido con ropas tradicionales, que consistían en un kimono verde y encima de este llevaba un abrigo de tonalidad mas oscura.

Levanto ligeramente la mirada para ver a su mejor amiga, quien estaba en su forma de gato, esta se encontraba muy concentrada en observar el exterior, más bien estaba tratando de encontrar el reitsu que ponía inquieto a muchos huecos cercanos, ya que, estos corrían buscándolo.

― ¿Algo te molesta, Yoruichi?―llamo la atención del gato negro, quien como respuesta simplemente asintió. Era poco usual verla tan seria.

― También lo notaste... ―dedujo la felina, el hombre solo sonrió un tanto relajado.

La mujer gato le resulto bastante curioso ese simple gesto de su amigo, pero comprendía el pensar del hombre, porque ella misma lo planteaba como peligroso, pero no había señal de que se tratase de algún altercado.

― Primero, eran los mortales variantes Shinigami y ahora, los Quincy tienen variantes... ―murmuro la Shihōin. ― Es difícil de asimilar el poder que deben de tener cada individuo de esa nueva raza, así como, en nuestro caso, los variantes fueron temidos por su facilidad de dominar y crear esos jutsus elementales. A veces ni hacían uso de sus zampakuto para derrotar a un Adjucha, como en el caso de Naruto Uzumaki que solo le basto usar una técnica de aire para destrozar a uno. ―hablaba el gato negro, con voz masculina por causa de su trasformación en felino.

Los variantes eran una novedad entre las dos razas por lo cual aún seguían siendo rechazados por su sociedad, por lo que, la situación de ese Quincy no debía ser ajena a los otros, a pesar de representar peligro, ponen un límite para su interacción en batallas que se presentaban entre los Shinigamis, así que, con los Quincy casi extintos, ese pequeño grupo supo ocultar su poder para así estar fuera de vista de los Shinigamis, prácticamente sería como decir que siguen una vida normal como humanos.

―Me encantaría investigarlos, y saciar mi curiosidad, pero ahora tengo mejores cosas que hacer... ―agrego el rubio regresando su vista a su periódico, cogiendo otro dulce de un frasco de caramelos.

Yoruichi miro de reojo al ex-capitán, y se mostró un tanto preocupada por él. Hubo una variante Shinigami, que encanto a ese hombre de manera especial, pero como la vida de una bella y codiciada flor, esta termino por marchitarse. 

El amigo que conocía por siglos, no era el mismo cuando recordaba a esa persona.

(...)

Termino su turno en el hospital, estaba cansada y estresada, los pacientes aumentaron mucho en la última semana, todos con un mismo cuadro de supuesta intoxicación, pero Sakura rápidamente supo la causa de esta, un reiatsu descontrolado en cierta área provoco esto hacia los humanos que se encontraban cerca. Subió a su vehículo tenía pensado dirigirse a su casa, pero decidió parar en un lugar antes de llegar a su destino. Llego a un apartado de la cuidad de Karakura, en la entrada de un templo para ser precisos, se acercó a este sintiendo de golpe toda la energía espiritual que provenía de ahí.

Rápidamente saco su conclusión...

Como este era una semana sagrada, muchas personas vinieron a rezar a este santuario, donde la energía contamino a los débiles humanos. Al entrar, lo primero que vio fue el rastro de la esencia ajena, por la experiencia de la rosada esta podía afirmar que estuvo en contacto directo con el usuario antes. Al terminar de acercarse, pudo ver una silueta masculina caminar entre las sombras, y rápidamente identifico que se trataba de la persona del reiatsu descontrolado.

―Disculpa. ―Trato de llamar la atención del contrario pero este la ignoro. Algo sacada de onda, la Haruno se acerca con pasos veloces al contrario; si no detenía esto, más personas llegarían al hospital con los mismos síntomas o tal vez peor, y ella tendría que encargarse de eso, ahora que tenía planes para pasar tiempo con su hija, no podía permitir que tales cosas sucediesen.

― Buen Hombre, lamento tomarlo de manera descortés pero- ―dejo de hablar tan pronto observo con claridad a la persona delante de ella. Un hombre alto de unos 1,78cm, cabello largo de color castaño oscuro, amarrado en una coleta, rasgos masculinos bien marcados, de piel ligeramente bronceada, y con una mirada rasgada y seria, pestañas encantadoramente largas (la envidia de toda chica), de unos ojos ónix llamativos, además de tener un rasgo sobresaliente entre todos los personajes que ella una vez había visto en el anime de Naruto, si, unas ojeras bien definidas, que hacían parte del encanto de ese atractivo hombre.

― Itachi...―murmuro sorprendida la oji-jade. Aun no se acostumbraba a la idea de tener que ver a todos los personajes de ambos animes delante de ella, en cada ocasión innecesaria, pero este es peor, ¡era el tío de su hija!

― Un poco tarde para estar aquí, Haruno-san...―murmuro con una voz ronca e masculina, detonante de seriedad y cansancio, sus ojos se fijaron en otra cosa que no sea esa mujer. Desde que su hermano menor desapareció ambos no tenían motivos para estar directamente relacionados, ya que según él, la relación de Sasuke con esa joven fue algo pasajero, ignorante del fruto que dejo esa relación. Exacto, Itachi no tenía ni idea de la existencia de nuestra pequeña Sarada.

Sakura rápidamente reacciono de su asombro, y volvió a tener su porte profesional. Esto no era un caso personal, era el llamado del trabajo.

― Sé lo que piensas de mí, y está bien, no te negare nada. Ya que, no vine para hacer las paces con tu familia, vine hasta aquí, para curarte, Itachi Uchiha... ―dijo con determinación la pelirrosa, acercándose más al Uchiha.

Tenía entendido que la antigua relación de Sasuke y Sakura era rechazada por los padres de este, al saber que la Haruno era una variante de los Shinigami, conocidos por ser una potencial amenaza. Pero eso no importo para ambos, al final, la relación se esfumo una vez Sakura resulto embarazada, y esta nunca volvió a pisar la casa de los Uchiha, ni el templo que estos dirigían.

El Uchiha observo con algo de molestia a la rosada, ¿Quién se creía para llamarlo libremente sin honoríficos?

― ¿Tan rápido lo notaste? ―cuestiono Itachi con algo de duda.

― Hay que ser estúpido para no saber que los pacientes que llegaban a mi hospital, no fueron contaminados por estar expuestos a una considerable cantidad de reiatsu...―Expreso su obviedad―. Es más, parece ser que la sociedad de almas no reacciono aún. Así es mejor ¿no lo crees? ―sonrió la oji-jade poniendo incomodo al Uchiha.

No hablaron más después de eso, el moreno se dejó examinar por la Haruno, ya que, él era el único miembro más joven de su familia después de su hermano menor, y el ideal para cuidar de sus padres. Como estaba padeciendo de un tipo de dolencia, que lo llamo "vaciado espiritual", no pudo estar en su hogar para atender a sus padres ya que podrían correr peligro con lo descontrolado que se encontraba su reiatsu. Así que decidió hospedarse en el templo familiar para tener una recuperación, pero solo iba empeorando.

― Es impresionante que no hayas muerto aun, o que un hueco apareciera en estas circunstancias...―murmuro llenando su palma con energía, empezando a reparar el interior del Uchiha. Era algo incómodo para Itachi tener que estar en esta situación con la ex de su hermano, jamás se le paso por la cabeza recurrir a ella, tal vez por orgullo y discordia por ser de diferentes razas y tener una historia oscura por detrás.

Pero ahí estaba ella, curándolo con terceras intenciones...

― En ocasiones tuve que atacar, y en otras, plantar mi reiatsu en diferentes puntos de la cuidad para despistarlos...―la Haruno lo miraba fijamente con un semblante afligido, pero ignoro aquello―. Tanto no quieres trabajar extra. Uhg... ―susurro con algo de dolor contenido, la pelirrosa toco la zona más afectada.

Sakura volvió a su labor con una mirada seria. Conocía el destino de Itachi en esta novela, no cambiaba el hecho que sufrió hasta el final, por su pérdida de reiatsu y desgaste de su cuerpo, como si el aliento le fuera arrebatado lentamente. Lo más triste de ello, es que, para conveniencia del trama, tuvieron que matarlo delante de Sarada, quien apenas pudo abrazar a su único familiar vivo con desespero.

―Quiero invertir mi tiempo en algo más importante. Y lo tuyo no es trabajo extra, estoy evitando que la vida de los humanos corra peligro, ¿sabes lo duro que es? Casi muere un niño pequeño por estar expuesto a tu reiatsu... ―Sakura estaba seria, de repente, su expresión se volvió rígida conteniendo esas ganas de llorar.

Cuando recordó al niño casi inconsciente en la camilla del hospital, no pudo evitar ver a Sarada atravez de él, eso la hizo sentir terrible.

Itachi desvió la mirada a otro lado, ocultando su pena, no sabía que aquello repercutiría a tales niveles.

Una vez termino con el proceso, ella instalo un sellado temporal en el interior del Quincy, para luego darle indicaciones de cómo realizar su rutina y los cuidados que debía tomar para no volver a alterar sus reiatsu.

― Por el momento es aconsejable que no utilices tus poderes Quincy para combatir huecos, debes estar en reposo, prácticamente tu cuerpo entero quedo gravemente - ―La pelirrosa se interrumpe al sentir su teléfono vibrar en su bolsillo, al revisar de quien se trataba sonrió enternecida, y no tardo en contestar el llamado de su pequeña.

Sin terminar su conversación con el Uchiha, la oji-jade ya se disponía a abandonar el lugar, ignorando al moreno, dejándolo atrás.

―Si~ Mamá esta encamino, aguarda un momento. Si, si ya termine con todo lo que tenía para hoy. ―Hablaba la pelirrosa muy cariñosa y alegre. Itachi desde atrás pudo escuchar todo y se sorprendió al enterarse que esa ex-Shinigami había tenido un hijo con un humano, ¿Quién será el esposo?

Solo pensó para sí mismo; "Quien quiera que sea, es afortunado". Si su tonto hermano menor, no pudo estar al lado de esa bella mujer, otro sí.

La vio subirse al auto mientras hablaba por el teléfono, se veía feliz, sus ojos jades brillaban y su sonrisa...

Rápidamente aparto su mirada, esa no era mujer a la cual podría desear. Ya estaba acompañada y felizmente casada con un buen hombre, que afortunadamente no era el amargado de su hermano. Asintió para sí, y se dijo a si mismo que encontraría el momento para agradecerle sus cuidados, ya que esta se fue sin recibir nada a cambio. No quería quedarse en deuda con una Shinigami, no, eso jamás...

Mientras tanto con Sakura, está ya estaba en camino a su casa, feliz mientras hablaba con Sarada desde el móvil.

― Mamá, la señorita Akira y Chihiro son muy buenas conmigo, pero la señorita Aoi sigue sin acercarse a jugar con nosotras, acaso, ¿es tímida?... ―hablaba Sarada desde el otro lado del teléfono, sobre las almas modificadas que Sakura dejo en casa para que cuidaran de Sarada cuando esta aun no llegaba del trabajo.

― "Le debes de resultar demasiado tierna que la pones nerviosa"―pensó la pelirrosa dándole razón a su hija.

Las tres almas modificadas habían accedido a poseer los peluches que la oji-jade recientemente compro para su hija para acompañarla y ser sus amigas, la misión que Sakura les había dado era clara; "Protejan a Sarada". Según lo que recordaba cada una de ellas tenía una habilidad específica dada por la Haruno, que cumplía con los deseos de proteger a su hija.

Akira; es una alma mod muy simpática y alegre, su capacidad especial es de sanación y crear escudos resistentes a cualquier ataque, además de crear copias suyas para facilitar su deber, su cuerpo artificial es de una joven muchacha de cabellera corta rubia y ojos rosas, vestida con ropas juveniles y primaverales.

Chihiro; era la capacitada en estrategia y creación de armas para utilidad de su maestro, buena en combate cuerpo a cuerpo, muy inteligente y versátil para situaciones de peligro, una alma mod muy tranquila y seria, su forma humana, consistía en una joven mujer de cabellera roja y ojos violáceos, fiel a su profesión siempre vestía de trajes con corbata o moño. 

Aoi; era la única cuya apariencia y carácter no coincidían con su verdadero poder, era la que salía prácticamente a aniquilar a los enemigos que osaran a tocar a su maestra, fuerte y sanguinaria sería capaz de competir con un teniente del gotei, su apariencia humana consistía en una bella y delicada joven de cabellera azabache con mechones celestes, y ojos de un pulcro celeste cielo fiel a su nombre, su vestimenta siempre es juvenil, pero con colores claros e inocentes.

― No te preocupes por eso, Aoi-san tiene muchas ganas de jugar contigo, solo dale tiempo para que se acostumbre a ti. ―Hablo la Haruno mientras miraba hacia el asfalto para no tener accidentes mientras conduce. La emoción de la niña se sentía, y Sakura sonríe al verse envuelta de la alegría de su hija. Hablaron un poco más, pero luego se vio obligada a cortar la llamada por lo peligroso que podría resultar ser manejar sin cuidado.

Al llegar a su casa, fue recibida por una pequeña e adorable mota negra, y tres lindos peluches vivientes. Sakura le dio a su hija la libertad de tener a las tres alma mod, pero tenían una regla muy importante, jamás mostrarle a nadie que estas estaban vivas. Sarada era muy pequeña por lo que no desarrollo su poder espiritual aun, pero Sakura ya intuía que estaba formándose, por lo que era mejor tener cerca de las tres mod para guiarla en caso de ser necesario. Empezaron a hacer la cena en medio de una acogedora y simpática charla, entre los cinco miembros de la familia.

Sarada no podía pedir más, se sentía como una princesa de un cuento de hadas...

(...)

La noche era tranquila y silenciosa. Sakura llevaba en brazos a una agotada y satisfecha Sarada a su habitación para que esta descanse. La pequeña pelinegra tenía una sonrisa plasmada en su rostro, cuando su madre la recostó en su cama esta reaccionó rápidamente aferrándose a la bata de su mamá.

― ¿Puedes dormir conmigo?―pregunto con ojitos de cachorro. Sakura sonrió dándole una leve negación con la cabeza y darle un beso en la frente.

―No puedo, tengo que terminar mi trabajo. En cambio te narrare una historia hasta que te quedes dormida. ―propuso la mayor sin borrar su sonrisa. La pequeña se interesó de inmediato, se acomodó bajo sus cobijas y miro con un intenso brillo de emoción a su madre.

Sakura se hizo la pensativa, porque, ella ya tenía una historia entretenida para contar. No pudiendo ocultar una sonrisa se acercó a la cama y se sentó en el borde de esta.

― La historia empieza así... había una vez una joven doncella, alegre y llena de vida. Una personalidad algo rara tomando en cuenta el ambiente del tiempo en que vivía, era un mundo clasista y lleno de peligros. Monstros de todos los tipos, se asomaban en cada canto del reino, poniendo en peligro muchas vidas y dejando en un mar de tristeza a muchas familias. En un mundo de magia y fantasía, con peligros acechando en las sombras, esperando ser combatidos. ―inicio Sakura a contar.

― Ohh...―balbuceo interesada la pequeña pelinegra.

― La doncella era una niña llena de amor, el cual quería compartir con todo el mundo. Pues creía, que si daba su amor, las personas dejarían de ser  infelices. Aspiraba ser fuerte para proteger a los que amaba y a los débiles. Siempre bondadosa, curiosa e inteligente... ―La imagen fugaz de una Sakura inocente e ignorante pasaron por la mente de la mujer, cerró los ojos tratando de recordar que seguía.

Claro, Sakura tenía amigos en los recintos pobres del gotei, los cuales perdió trágicamente tras el ataque de un Menos Grande, que en esos tiempos azotaba la sociedad de almas con casi mucha frecuencia, debido al reiatsu concentrado en la zona, trayendo muchas desgracias a su paso. Al ser una variante de los Shinigami, ella y mucho de su tipo, fueron duramente rechazados por los Shinigamis, solo por ser un poco diferentes. 

Pero contar eso, no era bueno para una niña de cuatro años, es mejor hacerlo ver como un cuento de caballeros y dragones.

― Inicio así, un duro entrenamiento para convertirse en caballero, aprendiendo de paso su habilidad especial como sanadora. Se unió a escuadrones que se encargaban de combatir a los monstros, destacando sus habilidades, ganando reconocimientos... Cuando más avanzaba en su camino, ganaba más poder y hacia muchas amistades. Llego en un punto en que la gente la idolatraba y la tomaban por santa; por ser "la benefactora de los débiles y pobres". Gano el cariño de mucha gente, mientras aprendía lo importante de apreciar la vida de cada persona con la que se cruzaba. Junto a su mejor amigo logro realizar increíbles cosas, y la gratitud que llenaba su corazón, por cada hazaña que realizaban en nombre de los necesitados, le daban una inconmensurable energía para seguir con su trabajo. ―narraba la pelirrosa mientras frotaba su mano libre sobre el edredón de la niña.

― Genial⁓...―susurro Sarada bajo sus cobijas, encantada con la historia.

― Los altos cargos del reino, tomaron en cuanta sus méritos y habilidades, dejándola tomar el puesto de capitán de un grupo exclusivo de médicos. De ahí para adelante, no tardo en expandir sus habilidades para dar el apoyo necesario a las regiones pobres, los cuales, en ese entonces se encontraban muy olvidadas... Se esforzó, trabajo día y noche, para lograr, o al menos dar, un sustento a los niños de las calles, creo instalaciones para niños que prometían ser grandes caballeros, y los cuido como si fueran sus hermanos menores. Dio trabajo a los que no tenían nada, para vivir con más comodidades. En un período de tiempo trascurrido, las calles de los suburbios se veían animadas, la gente se sentía viva y alegre,  su escuadrón fue conocido como el más popular. ―

― Mamá...―

― hum? ―balbuceo la rosada.

―La doncella, ella era una capitana de un escuadrón ¿verdad?. Eso quiere decir que ¿había más escuadrones, además del suyo? ―hablo con curiosidad.

― Si, había más escuadrones, cada uno de ellos tenían una función diferente, a los cuales cada capitán tenia una teniente. La doncella les mostraba respeto y consideración, por que llegar a ese puesto, no es algo simple, o de herencia. ―Sarada asintió entendiendo lo dicho. Sakura sonrió enternecida.

Esta era la historia de Sakura, modificada a un cuento para la pequeña Sarada...

― Ella seguía siendo una joven atractiva, que tenía a muchos chicos pidiendo su mano en matrimonio( "Aham... Mi conciencia duele por alguna razón")—pensó la mujer al mentir de tal manera, al querer mofarse de su apariencia. Era cierto que tenia hombres interesados en ella pero, solo eran sentimientos superficiales. 

Además, si alguna vez hubo algo romántico, todo se desvanecerá como arena, al momento que conozcan a la protagonista principal de la historia; Hinata Hyuga.

— Pero, los padres de la doncella entonces decidieron ir por el mejor postor, diciendo; "Mi hija no puede casarse sin tener mi aprobación primero". No tardó en aparecer el adecuado para tomar la mano de la doncella. El cual se trataba de una familia noble de alto prestigio y poder, los cuales consideraron a la doncella como una esposa perfecta para el hijo heredero de la familia. ―dijo la pelirrosa mientras sentía una ligera incomodidad en el pecho, eran los sentimientos originales de la Haruno.

― Entonces, cuando la joven doncella conoció al hombre que se convertiría en su prometido, quedo abrumada... Un apuesto y elegante chico estaba delante de ella, de mirada rasgada y seria, con aires de misterio. Cautivo por completo a la doncella, que término perdidamente enamorada, y se dijo así misma; "Esta es mi persona ideal"... Intento conquistar al joven varón, pero el corazón del chico, ya tenía dueño... ―

― Ay no... ¿Qué sucedió con la doncella?, ¿Por qué no conquisto al chico?, ella es de seguro más hermosa, fuerte e inteligente que la otra muchacha. ―hablo intrigada la pequeña Sarada.

― Bueno, era esa clase de persona... Tenía casi todo lo que muchos ni podían soñar. Pero, ahí está la diferencia. —bajo la mirada, teniendo que ocultar su expresión de consternación al estar tan sincronizada con los pensamientos y recuerdos de Sakura—. La mujer que conquisto el corazón del chico, tenía una belleza delicada y frágil, crecía en ti el sentimiento de protección, ella era de origen humilde, pues era de los suburbios más pobres del reino, fue rescatada por el chico cuando se encontraba muy débil por el trabajo y el hambre... Una mujer dulce y educada. Tenía un punto de vista que contrastaba con las de los ricos y poderosos, ella tenía el amor puro y desinteresado hacia ese chico, el cual se consideraba afortunado... —apretó ligeramente la sabana, tratando de controlar ese dolor en el corazón, hablar de la felicidad de esa persona que amaste sinceramente, con otro a su lado. No era precisamente algo agradable de sentir. 

—Ambos se tenían un aprecio muy grande... La doncella en cambio, nació en una familia noble, creció rodeada de amor y comodidades, era inteligente pero terca, amable y de corazón blando. No necesitaba de alguien que la protegiese, ya que ella podía empuñar una espada para defenderse sin miedo, aun así, con toda la tristeza en el corazón, acepto la realidad. ―argumento la pelirrosa dedicando una ligera sonrisa a su hija.

― Aun no me agrada, la heroína se esforzó mucho para estar en lo más alto, es cierto que ella tenía más comodidades, pero, ella se ganó ese lugar, supo empatizar con las personas que estaban de por bajo, hizo más que otros. ―Sarada dio su opinión, Sakura se sorprendió por las palabras de la niña, desvió la mirada para fijarse en la ventana. Con la vista perdida en su contemplación al cielo nocturno. 

Era extraño pero familiar tener los pensamientos susurrantes de una mujer, cruzándose por su mente, mientras recuerdos se abrían en ella, imágenes vividas aparecían. Deslizo con delicadeza su mano sobre su rostro para acomodar los mechones rebeldes que la molestaban, más bien, quiso disimular el ligero dolor de cabeza que estaba teniendo. Miro de reojo a la pequeña niña y sintió de golpe el recuerdo de sasuke como su pareja sentimental, Sakura solo buscaba unos brazos fuertes para refugiarse. 

Prefirió continuar, ignorando las palabras anteriores de la pequeña pelinegra.

― La doncella prefirió dejar que el hombre sea feliz con la mujer que en verdad amaba, es triste pero era lo mejor... Ella continúo con su vida, las maravillas que hacia nunca se detuvieron. ―

― ¿Pudo hallar a un enamorado? ―pregunto Sarada muy ansiosa por la respuesta, para luego soltar un lindo bostezo, la pelirrosa rio divertida.

Sakura tenía su mismo dilema; "mala suerte en el amor".

― Eso continuara para otra día... *ríe* ―termino su pequeño cuenta, dando un suave empujoncito con sus dos dedos sobre la frente de Sarada, dejando en la intriga a su pequeña hija. Se despidió con un suave beso en la frente para luego dejar la habitación con calma, y poner a descansar a la niña que jugo hasta el cansancio.

Al salir por completo del pasillo que dirigían a las habitaciones, se dispuso a borrar por completo esa expresión amable y convertirla en una seria e fría. 

Su hija no debía porque enterarse, que en realidad sufría en aquel lugar, tratando de ser perfecta para que los suyos sean aceptados y respetados, recurriendo a métodos tan inhumanos para volverse fuerte y reprimir sus sentimientos para ser digna ante todos los ojos del gotei 13. 

Solo unos pocos fueron capaces de entrar a su corazón y descubrir su verdadera naturaleza, pero eso quedo atrás. Ahora había alguien que tenía el primer puesto, la única que podrá considerarse como su debilidad e fortaleza. Y esa es Sarada, la niña que se convirtió en su mundo entero, al solo respirar a su lado.

Miro con detenimiento cada objeto del hogar y se dispuso a arreglar las cosas que faltaban limpiar, desde la sombra, las pequeñas almas mod en el cuerpo de peluches se acercaron para ayudar a su señora. Sakura al percatarse de aquello sonrió agradecida.

― Tuvo que ser difícil obtener la atención de Sarada... ―les hablo con calma, las tres pequeñas mod, se miraron entre sí, para luego negar.

―La joven señorita, es muy amable y nos quería a las tres por igual... ―Chihiro dio su opinión con un ligero bochorno.

―Cierto, las que querían atención éramos nosotras, y terminamos peleando sin razón. ―Akira dijo con algo de diversión. Sakura les volvió a sonreír, para luego fijarse en la más callada de las tres mod.

―Aoi-san, ¿tienes algo que decir?―pregunto con tranquilidad la oji-jade sorprendiendo a la mod.

― ¡¿Yo?! Bueno... Sarada-chan es muy tierna, me hizo bastante difícil acercarme. ―con la voz suave y tímida, hizo un gesto de frustración con sus brazos de felpa, y ocultando su pequeño rostro tras estos.

Sakura rio encantadoramente, lograron darle una armoniosa risa, eso fue grato para la pelirrosa, para luego sin borrar ese encanto le dio una suave caricia en la cabeza de Aoi, quien levantaba la mirada anonada. Las otras mod se sintieron celosas, ya que también querían el cariño de su señora. Terminando en una nueva disputa entre las tres mod en cuerpo de peluches.

(...)

A la mañana siguiente, el desayuno fue servido por una alegre pelirrosa, quien le hablaba a su hija sobre una nueva academia de kendo, lo cual dejo un tanto ansiosa a Sarada. La menor tenía miedo de desagradarle a sus nuevos compañeros, como lo fue en la anterior academia, pero rezaba por hacer amigos ahí.

― No te preocupes Sarada, sé muy bien que llegaras hacer buenas amistades en esa academia. ―dijo la Haruno mientras lavaba los últimos platos en el fregadero, al parecer pudo notar la inquietud de la pequeña.

― ¿Por qué lo dices tan segura?―murmuro la niña cabizbaja.

La rosada se secó bien las manos para luego acercarse a la niña y ponerse a la altura de la pequeña para trasmitir sus palabras con serenidad.

―Una vez me tuve que cambiar de academia, porque el color de mi cabello era motivo de burlas... ―dijo mientras tocaba un mechones de su cabellera. 

Sarada rápidamente se indignó, ¿Acaso esos niños no veían bien?, su madre era tan hermosa que hasta no creía que fuese real ser su hija, ni que su padre sea capaz de dejarla aun sabiendo eso, pero dejo que su madre terminara de hablar.

Sakura había dicho las cosas a media verdad, no era por el color de cabello en sí. Aun cuando más tarde fue alabada y deseada por su apariencia exótica, el mundo le parecía hipócrita. La mejor manera en la que pudo responder a eso, fue con una sonrisa.

― Pero, un buen hombre me dijo, que el hecho de retroceder sin dar batalla, es un mensaje de victoria para tus enemigos... Cuando situaciones así se presentan, debes hablar con sabiduría y responderles de una manera que no puedan volver a molestarte. Muéstrales que eres una digna guerrera, y mi amada hija de la cual estoy orgullosa... Sarada Uchiha. ―Hablo mientras acunaba con delicadeza una de sus manos sobre la mejilla de la menor, y sus ojos se curvan en una sonrisa cariñosa.

Sarada ya estaba maravillada con solo ver a esa hermosa mujer sonreír como un ángel, que sus mejillas se sonrojaron al escuchar que era amada por su madre. Dio una mirada más confiada y sonrió determinada, comprometida a darlo todo, y darle más motivos de orgullo a su adorada madre.

(...)

Y así, los días pasaron con naturalidad, poco a poco el corazón dañado por la soledad fue recuperando su vigor con las constantes muestras de afecto de parte de Sakura, la confianza se volvía a ver en esos ónix de reflejos azules.

Hasta que llegó el momento, en que la niña consentida de mama debía ir a la guardería.

— Cuídate mucho mi pequeña, presta atención a las clases y compórtate bien. —Dijo sonriente la bella mujer, mientras la dejaba en la entrada de la guardería.

El día era extrañamente muy lindo, en el cielo apenas se podían divisar algunas nubes. Sarada asintió en respuesta con una mirada llena de motivación, provocando que su madre sonríe dulce y alegremente.

Pocos después de perder de vista esa melena oscura, Sakura endureció la mirada sobre los padres que llagaban también con sus correspondientes hijos, los cuales se marcharon con prisa, intimidados por la ferocidad de esa extravagante mujer. La razón de eso, es que, aquellos sujetos dejaban que sus hijos hostigaran a su preciosa niña, con palabrerías absurdas. 

Les dio una advertencia, la próxima que se repita, no habrá perdón. En camino al hospital, recibió una llamada de Tsunade, lo cual la hizo acelerar en todo el trayecto. Una vez llego, estaciono y bajo con prisa de su vehículo, cuando llego a su despacho, se encontró a la rubia Senju junto a la madre de Ichigo, Masaki Kurosaki.

― S.Señora Kurosaki, que la trae por aquí. ―No sabiendo como ocultar su sorpresa, trato de actuar con naturalidad.

― Esta mujer, es la paciente que tú personalmente trataste. Es un hecho que todos en el hospital han oído; de tu valiente asistencia hacia esta joven madre en peligro crítico. Por lo que, es obvio que viene a dar sus agradecimientos. ― dijo Tsunade con obviedad. Miro algo seria a la oji-jade, pues le había parecido una total locura de su parte. Apenas se había recuperado de la recaída.

Cansada de esa mirada de cuestionamiento de parte de la rubia, la Haruno prosigue con escuchar la respuesta en boca de la Quincy.

― Haruno-sama, aun me parece imposible pagar por su ayuda. Gracias a ti, mis hijas están sana y salvas en mis brazos todas las mañanas, además mi hijo está siempre hablando de lo genial que eres, mi familia está en deuda con usted... ―dio una inclinación de respeto y agradecimiento, eso dejo atónita a la pelirrosa que rápidamente hizo que la castaña vuelva estar recta.

―Señora Kurosaki, no es necesario hacer esto, solo hice mi deber. Cualquiera en mi lugar hubiese hecho lo mismo...―Trato de justificarse, porque aún no quería que su hija se involucrase con el protagonista de la historia. Pero en cambio, solo recibió una suave sonrisa de la mujer, mientras esta negaba con la cabeza.

―Estuve bajo la lluvia por tres horas, tratando de evitar a esos delincuentes... grite por auxilio en todo ese momento hasta que mis fuerzas abandonaron mi cuerpo, Ichigo estaba aterrado y solo lloraba como si estuviese a punto de perder a su mamá. Pero en todo ese lapso de tiempo, nadie apareció para socorrerme, solo usted tuvo las agallas de enfrentarse a esa pandilla de maleantes. ―comento mirando a la pelirrosa con una profunda admiración y sincera amabilidad.

Observando con una sonrisa compasiva hacia la castaña, termino por aceptar el agradecimiento de la Mujer. Sakura no pudo evitar sentirse culpable de lo que estaba a punto de formalizar, porque sabía que al final, se arrepentiría hasta las entrañas.

―Si es así, me gustaría ser recompensada con su amistad, Masaki-san... ―Al decir aquello, vio como el rostro de la nombrada se ilumino de alegría, no tardando de aceptar gustosa esa posibilidad de ser amiga de su heroína.

Tsunade algo distante de la conversación entre las dos madres, solo se dispuso a sonreír para sí misma, al concluir con sus propios pensamientos. 

Sakura Haruno, había cambiado para bien...


Continuará...



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Nota: Masaki, manda fotos de las mellizas Kurosaki junto aun alegre Ichigo a Sakura, con el objetivo de querer agradecerle por haberla ayudado. Pero ese simple acción, terminó convirtiéndose en una forma de comunicarse entre ambas mujeres, ya que, intercambiaban fotos de sus hijos, en cada evento que se presentaba. Solo fue cuestión de tiempo, para hacerse buenas amigas...

Sin embargo, Sakura se estaba preparando para la inevitable perdida. 

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Me esforcé un chingo para hacer estoᕦ(ò_óˇ)ᕤ, por que termine como una bola depresiva〒▽〒

Bien, estos son los bocetos del diseño de las tres almas mod que relate con anterioridad.

*zoom*

Miren a Sarada-chan con sus pequeñas amigas mod.  ☆*: .。. o(≧▽≦)o .。.:*☆

Acepto criticas constructivas de mis dibujos, ya que fueron hechos con sumo cariño y me gusta la idea de mejorar... (⌐■_■)

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