No Sultán Suleiman.
El ambiente era evidentemente tenso, las últimas palabras que pronunció Mihrimah habían caído como un balde de agua fría.
¿Hurrem Emperatriz Consorte del Imperio Safavida? No, eso era imposible, ella lo amaba, era incapaz de cambiarlo, después de todo recordaba sus palabras: “Preferia morir a vivir sin su amor.”
El significado de esas palabras no podían ser olvidadas de esa manera tan rápido.
El Sultán se limitó a observar a Hurrem, y Allah, el tiempo para ella no había hecho más que favorecer a su belleza, era como si los años no hubiesen pasado en lo absoluto.
El Otomano abrió y cerró la boca levemente, pensando seriamente lo que iba a decir, pero, cuando se decidió por algo, una mujer paso por su lado, empujándolo.
──Hurremcita.── Sah venía corriendo desde su sitio para abrazar a su amiga.──Oh Allah, rece todas las noches para que estuvieses bien y vinieras aquí, mis plegarias han Sido escuchadas.
──Sultana.── Hurrem correspondió el abrazo de su amiga con evidente alegría.──Nunca podré agradecerle lo suficientemente por todo lo que ha hecho por mí.
──En todas nuestras cartas te he dicho que no es necesario.── Sah miro a su amiga con una sonrisa.──Yo lo hago con el mayor de los gustos y estos niños no han hecho más que alegrarme la existencia.
Hurrem sonrió y enfocó su mirada en tres jovencitos, uno de 14, otro de 12 y el último de unos 11 años.
──Mehmed.── Hurrem soltó a Sah y se abalanzo sobre su hijo, ignorando la mirada de todos los presentes.──Mi león, cuánto has crecido.
──Madre.── Mehmed beso levemente la frente de su madre.── La he extrañado mucho desde la última vez que nos vimos, y tal y como te lo prometí, no causó problemas, en cambio Selim y Bayaceto...
──Bayaceto empieza.── Informo Selim uniéndose al abrazo de Mehmed y Hurrem.── Está usted hermosa Sultana, cuando supe que llegaba al palacio, no dude en traerle algo.── Selim saco una pulsera de rubíes para colocarla en la muñeca de Hurrem.
──Es preciosa, ¿Tu la elegiste?
──La tía Sah me ayudó a escogerla, y Mehmed me ayudó con pulirla.
──Yo también te tengo un obsequio, pero te lo daré más tarde.── Informó Mehmed con una sonrisa.
Hurrem volteo su vista a Bayaceto, el cuál se mantenía estático al lado de Mustafá.
──¿Bayaceto?── Llamo Sah con confusión mirando a su sobrino.
──¿Quien es ella?──Pregunto él príncipe a su tía.
Por primera vez en todo el tiempo que había transcurrido, el grupo de víboras sonrieron, que Bayaceto no la recordase era un golpe duro para Hurrem.
──Debe ser duro que un hijo no te reconozca, ¿O me equivoco Hurrem?── Pregunto Mukerrem con una sonrisa.
──Es normal.── La reina polaca se acercó al Sehzade y se colocó a su altura.──Despues de todo, el tenía tan solo cuatro años la última vez que nos vimos.
──Lo lamento, pero no la recuerdo.
──Esta bien.── Hurrem forzó una sonrisa.
"No,no estaba bien." Esto se sumaba a la lista de cosas que hacía más grande su odio a Suleiman.
──Tendremos todo el tiempo del mundo para conocernos.──Susurro Hurrem para Bayaceto.
El Sehzade asintió y se acercó al lado de su tía, para tomar su mano y esconderse detrás de ella.
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──Eres una mala persona.── Susurró Mihrimah cuando vio a Mehmed.
──Eso debería decir yo.── Mehmed siguió con la broma de su querida hermana.──Cualquiera escribe una carta.
──Eso mismo pudiste haber hecho tú.
──No peleen.── Murmuró Kösem terminando un bordado.
Los cinco hermanos más Ahmed estaban en una misma habitación, ya que Hurrem y Mehmed se encontraban con Sah conversando.
Por lo tanto, los "niños" se quedaron en una sala a parte, y en grupos divididos Selim, Bayaceto y André jugaban a ser mosqueteros.
Mihrimah y Mehmed se andaban sacando la mugre delante de Kösem y Ahmed.
──Shhh.── Silenciaron ambos a su hermana.
Kösem en lugar de ofenderse, sonrió, había deseado volver a vivir estos momentos, dónde estaban todos sus hermanos en una habitación, jugando o molestándote entre sí.
Por lo que no intervino más, habían pasado años que no se veían y si ellos querían sacarse la mugre cuando se volvieron a encontrar, ¿Quién era ella para negarselo? Que se matarán entre sí y le dejaran todo.
──Que envidia.── Murmuró Ahmed.
──¿De qué?
──De tener hermanos.── Ahmed entrelazó su mano con la de Kösem.──Lo más cercano que yo tuve a un hermano es André.
──O no, creeme que no quieres tener hermanos.── río levemente la otomana.── Ellos ahora están tranquilos, pero en unos dos o tres minutos, vas a ver a Mihrimah rodando por el suelo con Mehmed encima, después de todo, hay cosas que no cambian.
──Te apuesto una bolsa de oro que en los próximos dos segundos se tiran al suelo.──Hablo Ahmed desafiando a Kösem.
──De acuerdo.
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──Hurrem.──Llamo Suleiman viendo cómo la pelirroja estaba en el balcón.
──Ya le dije que "Haseki Hurrem Sultan." O "Reina Elizabeth I de Polonia."── Corrigió mirando al hombre que tenía en frente.──Cualquiera de las dos está bien, ya que, no somos cercanos como para dirigirnos por nuestros nombres, es más, a mi esposo muy raramente le digo por su nombre.
"Su esposo." Esas palabras quemaban en el corazón del Sultán Suleiman y hacían hervir su sangre, ¿Tan rápido lo había olvidado? ¿Tan rápido dejo de amarlo?
──Veo que me olvidó muy rápido, Sultana Hurrem.
──No Sultán Suleiman.── Hurrem dejo escapar un suspiro.── Usted me olvidó a mí, olvidó lo que algún día sintió por mi, aunque claro, si es que en algún momento llego siquiera a quererme.
──Por supuesto que lo hice.
──No lo hizo, su acciones me lo demostraron.──La polaca empezó a recordar poco a poco todo el dolor que había sufrido por este hombre.──Despues de todo, quiso asesinarme junto con sus hijas.
──Tu ibas a matar a mi hijo, y rompiste una regla, la cual era que los príncipes visitaran a su madre.
──¿Y quién puso semejante regla?── Pregunto Hurrem intentando controlar su enfado.──¿Quien no me creyó e hizo lo más mínimo para demostrar mi inocencia?
──No hay ninguna manera de demostrar tu inocencia, todos te vieron con la cuerda en la mano.
──¡ESO FUE PORQUE INTENTE SALVAR AL HIJO DE LA OTRA ESTÚPIDA!
──¿Y por qué lo harías? Si no eres su madre.
──Por que soy madre.── La pelirroja avanzo hasta el Sultán y lo miro con odio.──Soy madre de cinco hermosos niños o bueno, si contamos a mi pequeño Ahmed son seis, ¿Pero sabe? Odiaria que algo les ocurriese, me partiría el alma enterarme de que alguno de mis hijos dejo este mundo y nadie hizo nada para ayudarlo.
──No era tu obligación.
──Asi es, no lo era, pero sin embargo quise ayudar, me puse en el lugar de Gülnilhal y pensé en cuanto sufriría al perder a su único hijo.
Suleiman simplemente guardo silencio y observó a Hurrem, buscando rastro de mentira, pero no lo encontró.
Hurrem por su parte, dejo de mirar a Suleiman y se alejo del balcón, con los sentimientos a flor de piel, cada paso que daba por este palacio era una tortura, lágrimas caían y con cada una se daba cuenta de cuánto quería la cabeza de Suleiman como centro de mesa.
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