𝐿𝒶 𝓁𝓁𝑜𝓇𝑜𝓃𝒶
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[ canción opcional]
Lance caminaba con tranquilidad en aquel día de muertos camino hacia el cementerio. Su familia lo había dejado ir solo por primera vez en un año, ya que aunque solo hubiera pasado 1 año desde la partida de su pareja solía tener recaídas emocionales.
Mientras caminaba se encontró con una mujer mayor, quien estaba vendiendo unas bellas flores amarillas, así que al joven le fue casi imposible no comprar un montoncito de aquellas flores, las cuales eran muy importantes para la ofrenda de Keith.
Pagó a la mujer, le sonrió y continuo caminando hasta adentrarse en el cementerio. Paró por un momento soltando un suspiro, ya que las lágrimas amenazaban con salir de nuevo, pero no quería comenzar a llorar sin siquiera haber hablado con Keith.
—Keith, yo sé que me puedes escuchar, y no sabes lo difícil que se me hace a mi estar en este lugar, sin ti—. Suspiró profundamente mirando aquel ramo de flores amarillentas entre sus manos, quitó un par de pétalos para comenzar a hacer un pequeño camino que llevaba hasta el altar de Keith y asimismo, del León rojo.
"Salías de un templo un día, llorona, cuando al pasar, yo te vi
Hermoso huipil llevabas, llorona, que la virgen te creí
Ay de mí, llorona, llorona, llorona, de un campo lirio"
McClain miraba con nostalgia todo aquel camino que había hecho con las flores de cempasúchitl* que llevaban desde la entrada del cementerio hasta donde se encontraba aquella placa memorial, habían demasiadas personas que le habían agradecido con pequeñas ofrendas, ya que al llegar miraba todo lo que habían dejado ahí para Keith. Sonrió sin demasiadas ganas, ya que realmente, ellos habían perdido a su salvador, al defensor del universo, pero Lance, él había perdido al amor de su vida, había perdido a su universo.
Simplemente se inclinó suavemente mientras prendía algunas velas que había llevado y acomodado ahí, acomodó todos los regalos que le habían dejado ahí antes de subir la vista y mirar al león rojo, quien parecía no tener vida. Desde el momento en el que Keith había dejado este mundo, el león rojo comenzaba a verse sin vida, como si él también extrañase a Keith.
--También lo extrañas, ¿eh?--. Suspiró sabiendo que por obvias razones no respondería. --Igual yo--. Continuaba acomodando
"El que no sabe de amores, llorona, no sabe lo que es martirio
No se que tienen las flores, llorona, las flores, de un campo santo
Que cuando las mueve el viento, llorona, parecen estar llorando"
Recuerdos.
Nuevamente los recuerdos de aquel día volvían hacia Lance.
--¡Keith!--. Gritaba McClain algo herido mirando como su novio, como era de costumbre comenzaba a pelear con su espada, la cual, gracias a su lado galra había aumentado notoriamente de tamaño. No quería que aquella horrible mujer alteana lastimase a una de las personas que más amaba en este mundo, pero en cierto punto, ya era demasiado tarde para detener a Kogane.
Honerva comenzaba a lastimar a Keith con demasiada más fuerza, pero lo que al cubano más le dolía era el hecho de no poder ayudarle, ya que sus piernas estaban bajo un par de escombros, y los demás paladines no podían apoyarle, ya que desafortunadamente Honerva les había atacado, dejándolos en un pesado sueño del que despertarían luego de derrotarle.
--Déjame ir, Lance--. Susurró Keith mirando a su novio con el rostro cubierto de lágrimas, ambos se amaban demasiado, y habían planeado demasiadas cosas para su vida futura, como el hecho de casarse en la playa y tener 2 bodas, una boda terrestre y una boda galra, honrando a la parte galra de Keith. --Voy a estar bien--.
Aquellas fueron las últimas palabras de Kogane al ser sorprendido por su misma espada, la cual Honerva había llenado de quintaescencia, logrando así un mayor tamaño, y como consecuencia de ello, dejarle una grave herida al pelinegro.
Lance al verle simplemente gritó con todas su fuerzas y con lo que le quedaba de movilidad en sus piernas comenzaba a arrastrarse para poder salir, lográndolo así para que luego Honerva tuviera un ataque cardiaco y falleciera en aquel momento, debido al exceso de quintaescencia.
--No, Keith, por favor, n-no me hagas esto, yo te necesito--. Acunó el rostro herido del pelinegro en sus manos, acariciando sus mejillas y sintiendo aún sus últimas respiraciones. --Por favor, Keith, no me dejes--.
El coreano sonrió ligeramente antes de extender su mano, aún yacía recargado en las piernas de Lance, por lo que levantar su brazo y acariciar el rostro del moreno le era fácil. al levantar su mano y acariciar las mejillas repletas de lágrimas del cubano fue lo que causó que comenzase a llorar de igual manera.
--Lance..y-yo te amo con todo mi corazón, eres...mi vida, tú me enseñaste el v-verdadero significado del amor...y...era contigo..con quien quería...pasar el resto, de m-mi vida--. Suspiró sin tener ya demasiadas fuerzas. --Voy a estar bien, p-pero prométeme que tú.. t-también l-lo estarás--.
McClain lo miró realmente sin importarle su propio bienestar, en ese momento él ya había asimilado que su novio estaba dando todo para continuar respirando, por lo que solo se dedicó a mirarle y besarle, ya que quizás sería la última vez que tocaría sus labios con los suyos.
Su piel, su bella piel pálida que hacía que cuando se sonrojara, su rostro tomaba un tono extremadamente rojo, como si se tratase de un adorable tomate.
Su cabello, aquella hermosa mata de cabellos azabaches que en un principio le servían para molestarle, ahora había amado más que nunca en los últimos 3 años de noviazgo, ya que podía atarlo y trenzarlo cuando quisiera, dejando ver a su Keith totalmente más hermoso de lo que ya era.
Sus ojos, joder, sus ojos quizás fueron lo primero que a McClain le llamaron la atención. Ya que sus bellos ojos violetas deslumbraban al verle, dejando un precioso brillo en ellos.
Ahora dejaría de ver esa mirada.
Ahora más que nunca, que Keith había partido del mundo, dejando de respirar en brazos de una de las personas que más amó, Lance McClain.
"Ay de mi, llorona, llorona, llorona.
Llévame al río
Tápame con tu rebozo, llorona.
Por que me muero de frío"
El funeral del chico coreano mitad galra que había dado su vida por defender el universo fue algo que todos querían recordar pero a la vez no.
Una de las personas que simplemente no quería creerlo aún era Lance, quien fue su pareja desde hace años atrás.
Lágrimas caían por sus bellos ojos azules, los cuales estaban ya sumamente hinchados por la misma razón de siempre. Llorar en las madrugadas hasta finalmente conciliar el sueño.
--Oye, estoy segura de que él está aquí, con nosotros--. Sonrió ligeramente Pidge, quien con un vestido negro y un suéter del mismo color tomaba la mano de McClain, dándole apoyo con un ligero apretón.
Lance simplemente asintió con la cabeza sin prestarle demasiada atención a sus palabras, estaba algo centrado en mirar el piso, pensando en como hubiera sido su vida junto a Keith, la persona con quien quería pasar el resto de su vida, llegando a morir juntos en la vejez.
Pero la vida fue injusta, llévandose a un hermoso ángel defensor al cielo como lo era Keith.
Minutos pasaban, al igual que algunas personas llegaban a darle su apoyo al cubano, quien solamente estaba esperando el momento correcto para pasar a decir algunas palabras hacia el amor de su vida, Keith Kogane.
Hola, quizás como ya lo hayan escuchado, yo soy Lance McClain, yo fui novio de Keith y estuve con él hasta el final.-- Suspiró reteniendo sus lágrimas . --Quiero hablar sobre una persona memorable, noble, sencilla y a la vez maravillosa, cuya partida ha dejado un gran dolor y vacío en el corazón de todos aquellos que la tratamos de alguna forma, ya que siempre dejó en todos nosotros una huella del amor y disposición para ayudar y consolar a quien lo necesitaba, aún a pesar de sus propias penas.
Justo y objetivo nunca puso sus intereses personales por encima de la razón y con eso logró ganarse el corazón de todos nosotros. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que lo vamos a extrañar pero siempre lo recordaremos con mucho amor y una sonrisa en los labios, como el lo hubiera querido.. Realmente no soy muy bueno con las palabras, y mucho menos para momentos como este, el cual es despedirme del amor de mi vida, así que.... leeré mi discurso de bodas y los votos matrimoniales que hubieran sido dichos por mí hacia él en nuestra boda--.
En ese momento, sacó una hoja que tenía doblada y guardada en el bolsillo de su saco, la cual comenzó a desdoblar antes de comenzar a leer.
--Querida familia, queridos amigos e invitados todos a nuestra boda,
Siempre dije que no quería hacer algo como esto si algún día me casaba. Y ya ven, aquí estoy; sacando un papel de mi bolsillo, nervioso como nunca, y esperando no confundirme al leer todo lo que tengo preparado.
Hoy me he casado con Keith, la persona más maravillosa que he conocido jamás. Por él, porque se merece lo mejor, porque yo me siento el hombre más afortunado del mundo en este momento, he hecho el esfuerzo de hablarles a todos leyendo este pequeño discurso.
Quiero que sepan que Keith es la persona que le ha dado un nuevo significado a mi vida. Y el hecho de haber llegado hasta aquí, y que estén acompañándome, acompañándonos, en este día tan especial para nosotros, me llena de una emoción infinita.
El amor no siempre deber ser entre un hombre y una mujer, teniendo el típico estereotipo de la novia con un precioso vestido blanco, ya que mis padres me lo mencionaban. Si hay amor, es todo lo que importa para un matrimonio feliz y lleno de amor como lo será el nuestro.
Sólo espero y deseo estar a la altura de Keith, hacerte feliz, amor mío, como sólo tú te mereces. Y que nuestros invitados de hoy sean testigos de todo lo que te amo y cuánto necesito pasar el resto de mi vida a tu lado.--
Las lágrimas corrían por los ojos de todos los presentes, aunque mayormente, las lágrimas pertenecían a McClain, quien sollozaba fuertemente tapando su rostro con ambas manos, no le gustaba que le vieran llorar, y menos en ese momento, en el que debía de ser fuerte y por lo menos, mostrar una sonrisa, como Keith hubiese deseado que lo hiciera.
Miró por una última vez el rostro de su pareja, sus ojos estaban cerrados, había maquillaje en todo su rostro y sus labios.
Sus labios estaban igual de bellos que el día que partió del mundo.
—Ahora puedes descansar, amor, no te preocupes por mí, estaré bien—. Le susurró al ataúd antes de retirarse hacia su lugar y ser consolado por sus amigos, quienes no le veían para nada bien desde aquel día, aquel día en el que su más grande amor partió.
--Eres muy fuerte, Lance--. Susurró Katie abrazándole.
"Dos besos llevo en el alma, llorona, que no se apartan de mí
El último de mi madre, llorona , y el primero que te dí"
Y así, McClain continuaba con la ofrenda, colocando todos los elementos que necesitaba para que Keith regresara aquella noche al mundo de los vivos.
El cubano colocó un mantel blanco como la misma nieve sobre una mesa, ya que aquello simbolizaba la pureza del alma difunta. Procedió con un pequeño montoncito de sal sobre el mantel, el cual, al igual que el mantel, significaba pureza y alegría.
Sonrió y tomó una jarra de agua, la cual sirvió en dos vasos de vidrio y así, colocarlos a los extremos de la mesa. El agua era para Keith, ya que al regresar al mundo de los vivos, estaría sumamente sediento.
Seguido de aquello sacó un par de velas, las cuales prendió y susurró un ligero "te amo" en ellas antes de colocarlas en diferentes partes de la mesa. Las velas jugaban un papel importante en aquella ofrenda, ya que las flamas de la vela es la luz, la fe y la esperanza que tenían todos por el regreso a su antiguo hogar.
Procedió colocando unos dulces en forma de cráneo, calaveritas de azúcar, específicamente. Aquellas eran más que simbólicas para la ofrenda, porque representaban el cráneo del difunto.
Sacó cuidadosamente aquellos pliegos de papel picado , los cuales acomodó de una manera bastante bella y creativa, dejando que el aire las moviera a su gusto, porque eso significaban, el aire.
Luego de aquello, desmoronó poco a poco las flores, haciendo un camino con ellas, ya que aquellos pétalos, más específicamente, el camino con los pétalos, era para que el chico no se perdiera de camino a su hogar. Lance sabía que Keith siempre tuvo una pequeña obsesión por aquellas flores de origen mexicano, por lo que no podía dejar de ponerlas. Aunque pareciera raro, el cempasúchil* fue su flor favorita desde que la vio.
Casi para concluir, colocó varios platillos que su madre preparó para la ofrenda, los cuales fueron los favoritos de Keith durante su estancia en Cuba, también colocó un par de panes de muerto* y por último, un retrato de él, el cual estaba enmarcado.
El chico latino solamente miró su retrato antes de besarlo y susurrarle un par de cosas antes de colocarla y sonreír ligeramente, limpiando las lagrimas en sus mejillas, cayendo en brazos de morfeo recargado sobre la lápida de su amado.
...
"--Dios mío, Lance--. Keith cubrió su rostro con ambas manos mientras de sus ojos salían bastantes lagrimas, no podía creer lo que su novio le había preparado.
--Keith, sabes que nunca fui bueno con las palabras, y sigo sin serlo, pero lo únco que tenía planeado decirte efran las cosas que mi corazón dictaban, y es precisamente eso lo que estoy haciendo, por lo que--. Tomó su mano arrodillándose y sacando una pequeña cajita de terciopelo rojo frentre a él, abriendola y dejando al descubierto una bella argolla matrimonial. --Keith Kogane, mi sol, mi luna, mis estrellas, mi universo erntero... ¿Quieres casarte conmigo?--.
Kogane le miró por segundos mientras las lágrimas continuaban en sus ojos violetas.
—Si, si y mil veces ,¡si!—. Sonrió enérgicamente saltando hacia él para luego besar sus labios un par de veces, Lance colocó la argolla matrimonial deslizando el anillo por el delgado dedo de Keith, una vez puesto completamente comenzaron a besar sus labios nuevamente.
Vaya que eran unos buenos recuerdos.
...
El cubano despertó de su pequeñísima siesta que había tomado recargado en la lápida de Keith, miró cómo ya había más personas dentro del cementerio montando sus ofrendas y hablando con los seres queridos que se habían ido, justamente como el joven Keith Kogane, quien defendió al universo poniendo incluso su vida en riesgo.
El viento comenzó a soplar ligeramente justo frente a él, moviendo un poco los pétalos de las flores anaranjadas que estaban adornando el piso.
Lance disfrutó de aquella ligera brisa entrecerrando sus ojos, esbozando una ligera sonrisa y dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.
Keith por fin había encontrado el camino de vuelto a casa.
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Cempasúchil; es una flor mexicana de color anaranjado muy bella, la flor de los muertos y mi favorita, en lo personal, dejarla en las ofrendas ayuda a los muertos a regresar con sus familias a su familia.
Pan de muerto: pan típico mexicano que solo se prepara en época de Día de muertos, tiene todos los "huesos" del muerto arriba del pan y suele estar espolvoreado con azúcar o con ajonjolí.
Hola hola gatitos!
Aaah, no saben lo mucho que he estado planeando este fic, desde septiembre o antes,creo.
Mi festividad favorita es Día de muertos y aquí en Mexico es hermoso, me encanta demasiado ver el hecho de las familias o amigos con los seres que han perdido mientras ponen ofrendas en su honor, por lo que decidí escribir este pequeño fic que espero que les guste mucho por que la verdad si me he esforzado demasiado escribiéndolo para publicarlo justo hoy, así que llorare si no lo comparten unu.
Bueno, sin más que decir me retiro; no sin antes decirles que disfruten mucho de sus seres queridos, ya que no saben cuándo dejará este mundo para irse con la catrina.
Nos leemos luego!
~Gabriela Novikòva
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