Suleiman se enferma.
Habían pasado unos cinco años más desde que Hurrem se convirtió en la primera esclava en ser liberada y ser la única esposa legal de Sultán, aquella noticia a ninguno de sus enemigos les habia sentado bien, Mükerrem se desmayo al enterarse, Mahidevran lloro toda la noche y la madre sultana y la sultana Hatice, no hacían más que evitar a Hurrem en todo momento, quitándole autoridad.
Y si la noticia del matrimonio les habia dado mal, dejen les digo que cuando se enteraron que Hurrem tenia el segundo rango más poderoso del harem, (El primero era el de la madre sultana) todas las concubinas, favoritas y sultanas de sangre debían hacerle reverencia.
Enojando más a Hatice, Mahidevran y Mükerrem, la primera se sentía humillada cada vez que tenia que reverenciar a esa mujer, ¿Qué no era al revés? ¿Por que ahora?
La respuesta era simple: Al ser la esposa del Sultán, todos les debían respeto, pero eso a las otras mujeres no les gustaba.
Y por otra parte Ibrahim no dejaba de meterle cizaña a Hatice, quien de rato en rato dudaba en volver a entablar algún vinculo con Hurrem.
Durante esos cinco años, Suleiman y Hurrem dieron a luz al pequeño Cihangir, el cual tuvo la desgracia de nacer con una joroba que lo inmovilizaba, lo sometieron a un tratamiento esperando a que rinda frutos.
Los demás hijos ya estaban grandes, todo parecía estar en la normalidad, salvo porque Selim y Bayaceto cada que podían se iban a los golpes.
──¡Sumbul!──Llamo la pelirroja de mal humor, porque la madre sultana no le permitía hacer caridad, algo que desde hace mucho habia deseado.
──Mi sultana.
Durante este transcurso, Hurrem habia entablado amistad con Sumbul Agha, siendo este su más leal amigo y su mano izquierda (Si izquierda, la derecha era Kosem)
──¿¡Que hago ahora?!──Pregunto alterada.──Ya hable con esa bruja, pero no ocurre nada.
──Espere para hablar con el Sultán, mi sultana, sabe que es posible contar con el para estos casos.
──No voy a depender siempre del Sultán, Sumbul.
Antes de que el eunuco pudiera contestar, Cihangir empezó a llorar por el dolor, estresando más a Hurrem que ya no sabia ni que hacer, necesitaba que alguien hiciera algo de manera rápida por su pequeño.
Nigar, que seguía siendo leal a Hurrem, (aunque claro que de rato en rato tenia sus escapadas con el Paşa) intento frotarle una crema en la joroba, lamentablemente el resultado era nulo y nadie podía calmarlo, cada vez lloraba más.
──Por Alah, ¡que alguien haga algo, le daré lo que quiera!──Grito estresada dándole un beso en la cabeza a Cihangir.
Nigar y Sumbul ya ni sabían que hacer ante esta situación, habían probado todo los métodos pero nada, y como si de una señal de Alah se tratara, ingreso la primera hija de la sultana Hurrem, aquella que era conocida como: "La sombra de la rusa."
──Madre.──Reverencio para luego acercarse a su hermano menor.──¿Qué ocurre querido hermano? Lloras desde ayer.──Con sumo cuidado le quito de los brazos a Cihangir.
Hurrem soltó un suspiro de alivio, al igual que Nigar y Sumbul, quienes sonrieron, para nadie era secreto que Cihangir tenia cierta predilección por Kosem, por lo que dejo de llorar fuerte, aquel llanto se habia convertido en sollozos, mientras su hermana le cantaba una canción de cuna que habia oído en Grecia, una canción de la cual se habia enamorado ni bien la oyó.
──Άιντε, καλέ μάνα, αγάπα με κι εμένα, Κούνει, καλέ μάνα, το παιδί για μένα.
Cihangir al poco tiempo dejo de sollozar, para caer en un profundo sueño, la sultana, lo coloco boca abajo en su cuna, ahora lo que menos quería era que volviera a llorar por su joroba.
──¿Me darás lo que quiera?──Pregunto la niña de once años.
Nigar soltó una risa y Sumbul negó con la cabeza de manera divertida, Hurrem le dio una mirada y la invito a sentarse junto a ella.
──Dime amor mío, ¿Qué necesitas?──Pregunto la madre con una sonrisa mientras acariciaba los cabellos de su hija.
──Permíteme hacer caridad contigo, déjame ayudarte.
Hurrem sonrió y junto a su hija salieron de los aposentos en busca de Suleiman.
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──¡Mahmud!──Grito la sultana al ver a su hijo desfallecer.
El príncipe de la corona, el Sehzade Mahmud, era un joven de diecisiete años, próximo a ir a gobernar su propia provincia, pero el desmayo repentino no se lo permitiría.
Kasim, de quince y Raziye de nueve, se acercaron junto a su madre a su hermano mayor, el cual no despertaba, la sultana griega, en gritos pedía por el doctor.
El cual no tardo en llegar, subieron a Mahmud a la cama que tenían al frente y empezó el chequeo, a medida que examinaba, la cara del medico cambio drásticamente, aquello preocupo a la sultana sedienta de poder.
──¿Qué le ocurre a mi león?
──Peste.──Sentencio el medico. ──Harán cuarentena, no podemos arriesgar a toda la dinastía.
Aquellas palabras dieron a entender, que muchos muertos habrían en Topkapi.
Mükerrem empezó a llorar, no podía permitir que ninguno de sus dos príncipes murieran, por otro lado, habían dos mujeres intentando reanimar al Sultán, Kosem y Hurrem entre gritos lo llamaban al encontrarlo en el suelo botando sangre por la boca.
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