Senjuro Rengoku.
Advertencias: Es un poco más largo de lo usual, espero que no les moleste ^^ ¡Saquen sus pañuelos JSDUAJ!
pedido por: Unhappy-Banana
︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿︿
—( _ )-san por favor, abre la puerta. —la voz de Tanjirou te hablaba desde hace un rato a través de la puerta de la habitación.
No saliste, ni siquiera te moviste del pequeño tumulto de sábanas que protegían tu cuerpo. Esperaste hasta que los pasos del pelirrojo dejaron de escucharse al perderse por el pasillo, fue entonces que pudiste respirar solo para sentir como de nuevo las lágrimas caían por tus mejillas.
Empezaste a maldecir mientras tu cuerpo se tensaba para dejar salir pequeños sollozos ahogados.
—Todo es mi culpa, debí haber muerto y no él... ¿Por qué tuvo que defenderme...? No pude protegerlo. ¿Por qué soy tan débil...? —te torturabas a ti misma por lo sucedido hace semanas atrás. No querías verle la cara a nadie. No desde que Rengoku murió delante de tus ojos.
El recuerdo de aquello hizo que tu sangre se calentara por la rabia. Akaza, ese nombre jamás lo olvidarías.
Sin darte cuenta caíste dormida. Al día siguiente despertaste bastante temprano, lo sabías porque hacía más frío de lo habitual. El cielo apenas estaba en un tono apagado y se escuchaban los pájaros cantar a la lejanía.
Te levantaste al tener necesidad de ir al baño. Como odiabas cuando sucedía.
De mala gana ya estabas afuera de tu futón cumpliendo con lo que te pedía tu cuerpo. Agradeciste que tuvieras el baño en la propia habitación, así no tenías que verle la cara a nadie.
Antes de salir observaste tu reflejo en el espejo, tus ojeras eran más que obvias. Tu cabello era un desastre, por poco parecía ser más un nido de pájaros. Estabas algo más delgada ya que te negabas a alimentarte.
Suspiraste de manera larga y tendida para tomar algo de agua para limpiar tu rostro.
El sonido de alguien tocando te hizo paralizarte observando hacia la puerta.
—¿Estás despierta? —al escuchar la voz de Tanjirou te hizo sentir algo de culpa. Sin ninguna falta él era el único que siempre tocaba y dejaba comida afuera de tu puerta. Los demás al no tener una relación tan cercana contigo solían pasarse de vez en cuando, aun así eso lo agradecías.
Dudaste, después de todo no podías ocultarte para siempre. El joven Kamado era tu mejor amigo desde que llegó con sus amigos y hermana con los pilares. Además de eso él estuvo en la pelea contra Akaza y se sentía igual de culpable que tú al no poder hacer nada para evitar lo inevitable. Ni tú fuiste capaz de intervenir con más años de experiencia y siendo entrenada por Rengoku.
Dejaste el envase de lado para caminar de manera lenta hacia la puerta. Conociendo a Tanjirou su determinación era imparable, siempre se quedaba unos minutos esperando alguna respuesta de tu parte.
Apenas te detuviste al frente de donde se veía la sombra del pelirrojo este habló:
—Puedo olerte, tu olor sigue siendo triste y cargado de culpa. —expresó de manera decaída.
Observaste al frente. Casi podías imaginar el gesto de Tanjirou en ese momento, como si no se encontrara la puerta entre ustedes.
Mordiste tu labio con algo de fuerza para decidirte quitar aquel obstáculo.
Tu aspecto no te importaba, después de todo tenías la suficiente confianza. No te avergonzaba mostrarte así.
Unos ojos sorprendidos te recibieron, casi al instante sentiste como su cuerpo se acercó al tuyo para abrazarte con mucho afecto. Apenas con esa acción correspondiste dejando salir algunos sollozos.
(...)
Al pasar algunas semanas volviste a tu entrenamiento, a pesar de que el joven Kamado intentó convencerte de ir a la casa de los Kyojuro te negaste rotundamente. Sentías todavía mucha vergüenza y sobre todo culpa de verle la cara a Senjuro. No podías, simplemente te era imposible.
Seguramente te odiaría por haber dejado que su hermano mayor muriera. Ver su cara de repulsión hacía ti era toda una tortura y no querías vivirlo en carne y hueso.
Nadie volvió a tocar el tema de Rengoku en ese entonces, más sabías que Tanjirou lo haría tarde o temprano. Ya que a pesar de que eras una terca de primera, tenías que superarlo para poder continuar.
Ese día llegó más temprano que tarde.
—Creo que no sentiré mi cuerpo por un buen tiempo. —sonreíste un poco mientras descansabas. El entrenamiento era mucho más duro que antes, más porque los pilares querían hacerte recuperar el tiempo perdido que evitaste entrenar.
—( _ )-san, oye... —el tono de voz del pelirrojo lo delató. Sabías lo que estaba insinuando.
—¿Qué? ¿Hablarás sobre la pelea contra Akaza? —te sentaste manteniendo tu peso en tus brazos. Tanjirou bajó la mirada.
—Sabes que debemos hablarlo. No podemos hacer como si eso nunca paso, no si tú...
—Sí, sí, ya se. Si quiero sanar. —finalizaste para suspirar.
—Bueno, fue más fácil decirlo de lo que pensé. —confesó.
—Nos conocemos desde hace tiempo, eres la persona más cercana a mí y sabemos lo que el otro quiere decir. Hasta me da miedo, en el buen sentido.
—Antes de hablar sobre esto me gustaría pedirte algo. —le miraste esperando que continuara. —Debes ver a Senjuro-san. —tragaste saliva para desviar la mirada. —Es necesario, lo sabes. Igual aunque sigas insistiendo que él te odia no es así, sabes que te tiene afecto. Te necesita, ahora más que nunca.
—Está bien. —decidiste tras pensarlo. —No tengo que decirte mucho, dijiste lo que pensaba antes de que Rengoku muriera. Si hubiera sido más fuerte en ese momento tal vez... Solo tal vez hubiera sobrevivido.
—( _ )-san, Kyojuro-san decidió que no interviniéramos. No quería que nadie muriera mientras estuviéramos bajo su protección.
—¡Pe-pero si hubiera estado a la altura de esa maldita Luna quizás...! —rompiste en llanto.
—No podemos saber sobre algo que no paso. Rengoku-san lo quiso así y decidimos respetar su decisión. —te consoló limpiando tus lágrimas. —Ahora podemos cambiar, ser más fuertes que antes y proteger a las personas para que no vivan lo mismo que nosotros.
Después de aquella conversación sentiste un peso menos sobre tus hombros. Aunque sea un poco. El paso más importante era enfrentar a la familia Kyojuro, aunque su padre capaz si quiera querría verte lo más probable sería hablar con el más difícil para ti: Senjuro.
Tras alistar tus cosas para llegar a la aldea Tanjirou te acompañó, porque aunque te negabas a ir no ibas a permitir que lidiara con Shinjuro solo. Sin quererlo o no iba a aparecer.
—Aquí es. —dijo el de cartas Hanafuda con cierto nerviosismo en su voz. Le sonreíste para tranquilizarle, entrando al lugar.
Tomaste suficiente aire para cuando ya estaban recorriendo los alrededores. Todo estaba igual que antes, la diferencia era que estaba simplemente solitario.
El sonido de algunas hojas siendo recogidas les hizo acercarse a cierta parte de la residencia. Fue entonces que vieron de espaldas a Senjuro.
Te detuviste inconscientemente, Tanjirou se dio cuenta. Tomó tu mano para que continuaras caminando dándote una sonrisa que te tranquilizó.
—¿Senjuro-san? —preguntó haciendo que reaccionara. Sentiste suma tristeza al ver su gesto apagado.
—¿Quién...? —apenas se percató de tu presencia soltó la escoba para correr hacia ti. —¡( _ )!
Aquello te hacía sentir peor, evitabas verlo en un momento tan difícil de tu vida mientras tú solo querías esconderte bajo tierra y jamás salir. La fuerza de su abrazo te sorprendió, estaba temblando contra tu cuerpo mientras apenas asimilabas lo que estaba pasando.
Tanjirou te miró para darles algo de espacio caminando por los alrededores.
Apenas correspondiste el abrazo Senjuro te miró sin soltarte.
—¡Estaba tan asustado, no quise saber si tú también habías podido...! —mordió sus labios. —No-no podría soportar que tú también te fueras. Lo siento, debí escribirte, mandarte una carta... Pero no pude. Tenía miedo, no quería perderte.
Aguantaste la respiración evitando volver a llorar. Estabas tan sensible todavía por todo lo que había pasado. Acariciaste su cabello con cariño.
—Yo también, lo siento, lo siento tanto. Me siento todavía tan culpable por no poder salvarlo, no quería que... —suspiraste. —No quería verte y que estuvieras molesto conmigo. Que estuvieras decepcionado de mí.
—¡Jamás, no podría odiarte! ¡Sé que diste tu mayor esfuerzo y que Kyojuro siempre estuvo orgulloso de tu progreso, siempre mejorabas día tras día sin detenerte! Hiciste mucho más que yo, que se supone que soy su sucesor. No pude avanzar por más que lo intentara.
Se abrazaron de nuevo en silencio, terminaron de desahogarse cuando de manera abrupta escucharon un grito de Shinjuro.
—Ay no, ya lo encontró. —temiste lo que más querías evitar, corrieron hacia donde se escuchaba claramente una discusión. Tanjirou evitaba las cosas que le arrojaba Kyojuro intentando dialogar, cosa que obviamente no daba resultado. —¡Ya basta, le vas a hacer daño! —interviniste muy molesta. —¡¿Qué diablos le pasa?! ¡Él no tiene la culpa de nada, no es justo que lo trate así!
Shinjuro se detuvo, reconociéndote.
—¡Así que tú también estás aquí, mocosa! ¡No sabía que ibas a tener las agallas para plantar cara aquí!
—Veo que sigue igual de malhumorado y grosero. —contraatacaste.
—No voy a permitir que ustedes estén en mi propiedad, son una pérdida de tiempo. ¡Lárguense!
Ibas a responderle cuando Senjuro interrumpió tomando tu mano. No entendiste hasta que sentiste un papel en tu palma.
—Bien, nos vamos. —Tanjirou no entendió tu cambio de actitud hasta que le sonreíste. Aunque tenías ganas de sobra de responderle de las mil maneras, sabías que por dentro estaba sufriendo por la pérdida de su hijo.
Cuando ya estaban afuera revisaste lo que tenía escrito, era un dibujo de un sitio que conocías bastante bien.
Ese lugar era muy recurrente desde que empezaste a entrenar con Rengoku, solían escaparse de alguna manera para evitar a su padre. Era realmente molesto estar tan concentrados y que este interrumpiera en medio de la práctica.
Cuando arribaron Senjuro llegó al poco tiempo y empezó a hablar con Tanjirou sobre lo que estaba interesado aprender pero lamentablemente no pudo encontrar nada de información. Algo desanimado entre ambos lo animaron a que siguiera buscando.
Conversaron los tres un poco más hasta que el pelirrojo volvió a alejarse para que hablaran a solas.
Estabas algo nerviosa, no sabías la razón. Con solo estar a solas con Senjuro era algo normal ya que no todo el tiempo estabas como un chicle con Rengoku. Más bien siempre llevaste una buena relación con él desde el primer momento que se conocieron.
Aunque era tu sujeto de pruebas en el momento de entrenar. De tan solo recordar como empezaba a temblar del miedo en el momento que tenías que practicar con él para que mejorara te ocasionó reír involuntariamente.
—¿Pasa algo? —que te trague la tierra, claro que te iba a escuchar. Estaba al lado tuyo.
—Pe-perdón, solamente estaba... Recordando cuando nos tocaba entrenar juntos. —tu cara enrojeció por completo.
—Qué vergüenza... —tapó su rostro con una de sus manos. —¿Aún te acuerdas de eso?
—¡Claro que lo recuerdo! Te veías tan lindo, parecías un hámster... Peludito y adorable.
Ambos se quedaron callados. Asimilaste tus palabras.
Seguramente Rengoku en el cielo estaba orgulloso de tu iniciativa.
—¡Qui-quiero decir, te veías, así, ah...! —empezaste a balbucear sin poder verlo.
No hubo respuesta. Tenías miedo de volverle a ver la cara.
Pero la curiosidad era muy grande.
Destapaste tus ojos a través de tus dedos. El perfil de Senjuro se veía perfectamente. Tenía el rostro rojo hasta las orejas.
Poco después Tanjirou regresó sin saber porque ambos estaban así.
(...)
Tras pasar unos meses decidiste volver a visitar a Senjuro pero esta vez por tu cuenta. Lamentablemente solo iba a ser por un día ya que por lo que había sucedido por las Lunas Demoníacas era muy probable que volverían a atacar dentro de poco.
Hace pocas semanas habían aparecido dos en una misma noche, significaba que la pelea contra Muzan iba a estar muy cerca. Aquello te revolvía completamente el estómago. Más que nada porque querías encontrarte cara a cara contra Akaza para vencerlo.
Tu gran motivación era que querías proteger a tus compañeros como Rengoku lo hizo, ser digna de todo el tiempo que él te dio para que te convirtieras en un pilar como siempre quiso. No sabías si ibas a poder conseguirlo antes de la gran pelea, pero habías dado todo de ti por lograrlo.
Sentías un nudo en la garganta. Tal vez iba a ser la última vez que verías a Senjuro.
—Senjuro-san. —le llamaste, parecía distraído. Llegaste a su lado hace un rato y no se percató de tu presencia.
—¡Ah, ya estás aquí! —se sonrojó.
—Parecías pensativo. —sonreíste. —Dime que tu padre no se encuentra aquí.
—No te preocupes, tomó mucho alcohol y debe estar durmiendo. Nada lo despertará.
—¿En serio? Es bueno saberlo. —dijiste para molestarlo. Sabías que no iba a entender a la primera.
Senjuro parecía haberse reiniciado como una computadora, apenas reaccionó a tus palabras se puso rojo como un semáforo.
—¡No-no lo dije en ese sentido! —reíste sin poder evitarlo al ver como intentaba arreglar el malentendido.
—Está bien, solo jugaba.
—Oh. —miró abajo desanimado. Frunciste los labios. —Gracias por venir, debes estar muy ocupada y aún te tomaste la molestia de visitarme.
—Para nada, sabes que me gusta estar contigo. —dijiste con sinceridad. Querías poder decirle todo lo posible sobre lo que pensabas sobre él.
—A mí también. —te tomó desprevenida su respuesta, rápida y sin titubeos. Se observaron en silencio. —Yo... Sé que pronto será la última pelea.
Bajaste la mirada. Era injusto, sumamente injusto que Senjuro tuviera que volver a sufrir otra perdida si llegará a pasar. No, no iba a suceder. Ibas a sobrevivir.
—Senjuro, volveré. Así no termine completa haré todo lo posible para llegar hasta el final.
Sus hermosos ojos te miraron con un brillo de esperanza. Asintió para luego abrazarse.
Querías pensar que lo lograrías. No ibas a permitir que quedará solo, ya lo habías hecho una vez y no volvería a ocurrir.
(...)
Odiabas cuando las palabras de alguien se volvían decreto. Más no pensabas que aquellas saldrían de tu propia boca.
Un cuervo anunció que Senjuro se encontraba con Kiriya en la base que había quedado de los cazadores de demonios. Eso te aliviaba y te causaba más ansias el saber que estaba enterándose de lo que estaba pasando en tiempo real.
Ocurrió tan rápido, como una película sin manera de pausar. Todo comenzó con Ubuyashiki explotando con su esposa e hijas para luego la aparición de Muzan ni más ni menos que en ese lugar.
Cayeron en una clase de laberinto que parecía sacado del mismísimo Infierno. Minutos sin poder siquiera descansar anunciaron la muerte de Shinobu, aquello simplemente te hizo que la rabia dentro de ti creciera aún más.
Pero el destino juega de una manera muy cruel o conveniente. Cuando caíste llegando a un sitio nuevo donde te topaste con Akaza. Giyuu y Tanjirou habían estado peleando contra él, su aspecto los delataba. Agradeciste que no hubieran sido lastimados a un nivel grave.
Más de un momento a otro lanzó un golpe fatal haciendo que quedaran noqueados. Por pura suerte lograste esquivarlo.
Quedaste sola.
Tu corazón nunca había latido tan rápido como en ese momento. Jurabas que tu vida terminaría si te equivocabas en tan solo un movimiento.
Fue una pelea muy reñida. Apenas tus cortes lograban darte algo de tiempo mientras se regeneraba. Cada vez te sentías más frustrada por no poder cortarle ese maldito cuello.
No lograste esquivar uno de sus ataques que iba a lastimarte el pecho, en ese momento una respiración de agua y fuego en sincronía salvaron tu vida.
Combinaron sus ataques hasta que les falto el aliento.
(...)
Intentabas respirar pero el dolor era insoportable. Todo estaba oscuro, lúgubre, frío.
Tal vez no estabas viva, tal vez era el final de todo.
Una voz te llamó dentro de la oscuridad. Buscabas alcanzarla.
Una mano cálida se entrelazó con la tuya.
—Aún no. —te dijo.
Volviste dentro de sí. Escupiste algo de sangre y tu visión pronto logró volverse nítida. Una persona con cabello amarillo te recibió.
—¿Re-rengoku...? —intentaste decir pero tu voz apenas salió de tu boca.
—¡( _ )! ¡( _ )! ¡No hables, has perdido mucha sangre! —era la voz de Senjuro, estaba quebradiza como si hubiera llorando hasta más no poder. Sentiste entonces como sujetaba tu mano con las suyas con suma fuerza.
Más voces y sonidos te aturdían. Buscabas una explicación.
—Ya todo acabó, estás bien... solo... —intentabas mover tu cuerpo. Sentías tus brazos, pero... —Tu... tu pierna... Lo siento.
Te quedaste callada, era menos de lo que pensabas que podías perder. Cómo pudiste le sonreíste pero sentías mucho dolor.
Eso y que tu cabello había sido cortado en tu enfrentamiento contra Muzan era sumamente poco.
Cumpliste tu promesa.
Quiero una segunda parte ;;; O al menos una parte donde haya más partes románticas. Quedó todo bien drama de guadalupe asjdasj ;_;
Si les gusta que los one shots sean así de largos me dicen. Más amor a Senjuro porfa.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top