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Una pequeña ( _ ) corría feliz de tener tiempo de sobra para jugar en el patio que quedaba cerca de su casa. 

Cuando llegó dejó su mochila en uno de los bancos para (obviamente) buscar a alguno de sus amigos.

—¡Kyo-kyo...! —trató de llamar al mayor de los hermanos Rengoku que disfrutaba de usar el tobogán pero la timidez le jugo en contra haciéndole tartamudear como una idiota.

—¡( _ )! —Senjuro se percató de su llegada, como no, si sentía su mirada acosadora hace como diez minutos. En ese momento Kyojuro (más perdido que niño en centro comercial) chocó contra él ya que no se había movido tras haberse lanzado.

La pequeña se rió para subir las escaleras.

Tras un rato disfrutando las diversas opciones del parque un niño de cabello particularmente rosado con camisa blanca se acercó a ellos.

—¿Puedo jugar con ustedes, tontos? —( _ ) se detuvo mientras sostenía las cuerdas del columpio donde estaba Senjuro. De alguna manera ese chico le daba un mal sentimiento, seguro porque tenía ese color de cabello. No podía ser natural.

—¡Claro que sí! —aceptó sin duda alguna el mayor.

De alguna manera la única niña del grupo le incomodaba que ese niño estuviese tan cerca de su amigo. Además no se veía muy hetero que digamos.

Fue entonces que empezó a acercarse de más a Kyojuro, sosteniendo su mano y buscando estar cerca de él.

Lo sabía, su homosexualidad se olía desde lejos.

—¿Cuál es tu nombre? 

—Soy Akaza ¿y ustedes?

Mientras conversaban el teñido sugirió jugar a piratas, haciendo dos equipos. Súper original.

—¡Forma equipo conmigo Kyojuro! ¡Cámbiate a Movistar y notarás la diferencia! —lo señaló. ( _ ) entró en una gran disputa, no quería dejar a Senjuro a un lado pero eran justamente (desgraciadamente) un número par.

Kyojuro miraba a su amiga de infancia con duda, sabía que era mejor que ella se quedara con su hermano que no tenía línea Movistar.

—¡Está bien! —iba a acercarse cuando ( _ ) tomó su mano.

—¡No, no te vayas con él! ¡Ellos te robaran el dinero Kyojuro! —empezó un berrinche que todos los que estaban cerca no pudieron voltear su atención hacia ella dándole la razón.

El mayor de los Rengoku la abrazó para calmarla. Maldita sea, no sabía qué hacer.

—¡Tengo una idea!

Así, Akaza termino haciendo equipo con ( _ ) contra los hermanos.

Estaba todo preparado para que ella firmara el contrato pero Dios, ¿por qué tenían que cobrarle de nuevo cuando ya pagó? Seguro los empleados estaban en Miami de vacaciones con tanto dinero que recolectan a base de engaño.

La sonrisa siniestra del peli rosa le perturbaba. Parecía que estaba listo para enviarle otro mensaje para que pagara su saldo.

—¡Que ya te pagué, deja de mandarme el mismo mensaje! —se quejó para guardar su teléfono. Finalmente podría concentrarse en el juego.

Estaban empatados, aunque Akaza fuese de Movistar era bueno jugando. Ya notaba la diferencia de ser ahora formar parte de su misma línea telefónica.

Cuando estaban a punto de ganar la contienda en la parte más alta del tobogán, un niño empujó a nuestra protagonista. Akaza la sostuvo en una escena dramática.

—¡No te sueltes!

—¡¿Para qué me soltaría?! ¡Siempre dicen eso cuando una persona está en esta situación y no lo entiendo!

Ambos peleaban mientras los hermanos Rengoku se acercaban amenazantes.

—¡Déjame ir Akaza, no puedes salvarme!

—¡No, no podré hacerlo sin ti!

—¡Claro que sí, ya suéltame que tú mano está sudada y de todas maneras me caes mal!

Eso lo cambió, pero aprendió una lección. No puedes contar con nadie.

En especial a una niña que acabas de conocer.

Finalmente la soltó y mientras daba un grito dramático apenas ella tocó el suelo con sus pies.

—Oh mira. No estábamos tan alto como pensé.

Obviamente Akaza perdió aunque Kyojuro hizo todo el trabajo porque Senjuro le daba miedo golpear con esos bates de plástico que simulaban ser espadas.

( _ ) se quedó comiendo dulces con sus amigos y hablaron hasta que tuvieron que irse.

Y lo último pero no menos importante.

Kyojuro no subió al tren de juguete.