Especial ✰✰✰


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—¡Llegaron los malandros! —gritó un chico de tu salón para automáticamente empezar el bullicio. Todos se levantaron de sus asientos para ver por la ventana.

Bufaste siendo despertada de tu hermosa siesta antes de que llegara el profesor. Justo a tiempo.

Conocías a los dos chicos que siempre llegaban tarde y  que hacían algo era como si se trataran de celebridades.

Pusiste los ojos en blanco para volver a retomar tu sueño.

—¡Silencio todos, orden! —en ese justo momento entró el profesor.

—¿Profe, está vez los van a meter presos? —ignorando el pedido del superior una chica levantó la mano.

—¡Ya basta, dije que todos hagan silencio! ¡Es hora de la clase! —esta vez todos hicieron caso y se sentaron.

Mientras la profesora buscaba sus materiales para escribir en la pizarra alguien tocó la puerta.

—Sí, pase. —dijo sin siquiera tomarse la molestia de ver quien era como si fuese algo de todos los días.

—Buenos días. Con permiso. —entró el director Murata con el alumno rubio de puntas rojas. El profesor los vio de reojo.

—Siéntate, estamos a punto de comenzar. —el chico hizo caso con una sonrisa en la cara.

—¡Gracias, profe! —saludó con la mano para caminar a su asiento. Mientras el profesor y el director conversaban algunos chicos lo felicitaron mientras pasaba y con más de uno chocó los puños.

Se detuvo para dejar su mochila en el espaldar de su silla. Justo a tu lado.

Miraste a otro sitio intentado hacer caso omiso a su presencia. Más su mirada encima de ti era demasiado obvia, sobre todo porque siempre te daba los buenos días.

Empezaste a sudar disimulando que estabas leyendo tu cuaderno.

Sentiste como te tocó el hombro con la borra del lápiz.

—Oye, ( _ ) ~ —dijo de manera juguetona. —Sé que me estás escuchando, oye...

—¿Qué? —trataste de no gritarle. No tenías nada personal contra él, era el chico popular de la clase y eso era exactamente el problema.

—¿Tienes una borra? —finalmente giraste a verlo. Sonreía ampliamente hacia ti.

—¿Disculpa, que dijiste? —rió.

—¿Por favor tienes una borra que me prestes? —volvió a preguntar.

Buscaste entre tus cosas dando con tu borra con un dibujo de rana que le hiciste con un bolígrafo verde.

Te diste un golpe en la frente mentalmente.

Estiraste el brazo para dársela, intentando ocultar lo que hiciste dándole vuelta.

Qué vergüenza.

Para tu suerte ya el director se había ido y el profesor empezó a dictar lo que verían.

Cuando terminó la clase guardaste todas tus cosas rápidamente, ya era costumbre tuya debido a...

—¡Oujuro, estuviste genial hoy! ¡Tienes que enseñarme esas acrobacias! —pronto un grupo de admiradores llegaron al asiento del rubio.

Huiste sin querer escuchar más los comentarios de tus compañeros. No te agradaba del todo tener tanta gente a tu alrededor.

Caminaste aliviada por los pasillos sosteniendo algunos cuadernos contra tu pecho.

—¡( _ )! —escuchaste a tus espaldas.

Te frenaste asustada, cuando giraste se trataba de Rengoku llegando al frente tuyo.

—Casi se te quedaba esto. —mostró tu borra en la palma de tu mano. Le miraste algo incómoda al ver como habían ciertos alumnos mirándolos curiosos.

—Gra-gracias. —la agarraste pensando que con eso podrías escapar pero Oujuro parecía no dejar ir la oportunidad.

—¿Vas a ir a comer algo? —sonrió alegre.

—Eh, sí. —dijiste con algo de obviedad.

Rengoku te observó, rascando un poco su nuca para calmar su nerviosismo.

—¿Puedo ir contigo? —quedaste anonadada por su propuesta. Mordiste un poco tu labio.

—¿No te importa estar conmigo? —dijiste en voz baja. Oujuro abrió los ojos sorprendido.

Eras la rarita de la clase, las cosas como son. Él era el chico que se conocía a todo el salón y era sociable. No querías arruinar su reputación por juntarse contigo.

—¡Para nada! —volvió a mostrarte su sonrisa. —¡Vamos! —tomó tu mano para alejarse.

Parecía pensar lo mismo que tú, ya que estando por las afueras del jardín tenían más privacidad.

—Me gusto tu dibujo. —casi te atragantaste con tu propia saliva. Empezaste a toser. —¿E-estás bien? —te dio palmaditas en la espalda. Sacó su termo para darte agua.

—Gracias. —te detuviste un momento.

Espera. Si él había tomado antes eso significa que es como un beso indirecto.

¿Morir o poner tus labios donde posiblemente él los colocaba?

Estabas en una disputa mental hasta que notaste que era una botella de agua nueva al girar la tapa sellada.

Tomaste agua aliviada. Se la regresaste para ver como él tomaba también.

—¡¿Qu-qué crees que haces?! —juntaste tus manos hacia tu cara haciendo una muy buena imitación de El grito.

Rengoku te miró sin entender lo que te referías. Miró la botella.

—Tomar agua, hoy corrí para llegar a tiempo. —entrecerraste los ojos. No te extrañaba, no sabías como tenía tan buenas calificaciones.

Comieron algo mientras caminaban por las afueras del colegio. La siguiente clase fue bastante práctica y esta vez te quedaste en el salón para terminar de copiar lo que estaba en el pizarrón.

Algunos le tomaban foto con el celular y se iban. Que flojos...

Pensaste que fuiste la única que quedaba hasta que Oujuro se acercó a ti.

—¿Te falta mucho? —preguntó mientras colocaba su bolso en su hombro.

—Oh, si tienes que hacer algo no tienes que esperarme.

—Para nada. —te sonrío.

No sabías como sonreía con tanta facilidad. Sin darte cuenta le observaste más de la cuenta.

Volviste a sentir la garganta seca haciéndote toser.

Rengoku sacó su botella ofreciéndola. Sonreíste para agradecerle.

—¡Ahora si tenemos otro beso indirecto! —casi escupiste el agua.

Nada como ligar con los hermanos Rengoku para luego hacerlo con el descendiente de Senjuro AJAJAJ

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