El cuervo de Muichirou. (3)
Parte final.
Tras ver como Ginko se alejó, te mantuviste caminando por unos cuantos minutos hasta llegar a tu objetivo: Tu hogar. No podías sentir tus pies, sin duda la última misión que tuviste te dejó completamente agotada.
Aunque los demonios ya no existían, lidiar con la multitud en la cuidad era hasta casi comparable a cuando estaban. Las personas se reubicaban y buscaban asesoría tras el cambio tan inmenso que fue no tener que correr más el peligro de esas criaturas.
Las zonas que estaban abandonadas ahora se hallaban siendo solicitadas y sin duda tu parte era la más tediosa. Tener que hablar con cada una de ellas para informarles sobre su ubicación. Sin duda habían familias que no entendían como otras que si quiera escuchaban tus palabras y regresaban al perderse. No tenían remedio.
Aun así, te hacía muy feliz ayudar y ser testigo del nuevo cambio de vida de muchas personas tras la guerra que duro por tanto tiempo.
Al pasar por una pequeña cerca, lograste distinguir las voces de unos niños corretear por el espacioso patio principal. Apenas lograste acercarte cuando una voz exclamó:
—¡Mamá llegó, mamá llegó! —sabías que eso era señal de tu perdición, empezaste a correr evitando que te alcanzaran. Pero estabas en desventaja.
Pronto sentiste como te sujetaban de las piernas y perdías el equilibrio cayendo a la grama.
—¡Oh no, me han ganado de nuevo! —reíste. Te acomodaste para quedarte boca arriba, viendo un par de ojos menta.
Eran dos gemelos con el color de tu cabello teniendo un degrade menta al igual que los ojos de Muichirou.
—¡Otra vez, otra vez! —exclamó el gemelo menor llamado Haru. Te levantaste para cargar al mayor que se llamaba Hiro.
—¡No lo creo, me lo llevaré conmigo! —rieron mientras te acercabas a una señora mayor quien sonreía.
—Lo siento, pensaba en detenerlos pero nunca pueden quedarse tranquilos al no verte por un par de días.
—Está bien, es imposible alcanzarlos. Siempre termino cansada antes que ellos.
—Eso es porque te estás poniendo vieja, mamá. —dijo Hiro. Fingiste que te dolió el comentario, dejaste a Haru en el suelo. Este se mantuvo a tu lado agarrando tu mano.
—¿Cuándo llegará papá? —preguntó.
—Pronto, ya Ginko fue con él.
—¡Yo quiero jugar con Ginko! —gritó Haru.
—De acuerdo, pero sabes que debes tener cuidado.
—Mamá, mamá, mamá... —tu hijo menor jaló de tus ropas. —¿Por qué ella tiene mejores pestañas que las tuyas?
—¡M-muchas preguntas para el tiempo que nos conocemos, vamos adentro y despídanse de Ima!
Al quedar solos en la casa te sentaste para cambiarte. Cuando no podías estar en casa le pedías a tu vecina que cuidara de ellos, sin embargo, solían derrochar demasiada energía y te daba mucha pena abusar de su tiempo. Siempre intentabas llegar a casa lo más pronto posible.
Cuando bajaste, escuchaste sus voces susurrar en la sala de estar.
—¿Qué hacen? —sonreíste al ver como se asustaban al verte llegar.
—N-no...
—Hiro es una gallina y no quiere preguntarte otra vez como fue que te casaste con papá. —lo señaló.
—¡N-nooo! ¡¿Por qué le dijiste?! —empezaron a discutir entre ellos.
—Ya, ya. Tiempo fuera. Haru, no seas chismoso. Le diré a tu tío Kamado que andas contándole los secretos que te confía tu hermano. —te cruzaste de brazos.
—¡P-pero mamá! ¡Él tiene que aprender a ser valiente y decir las cosas, no siempre puedo hacerlo yo!
—Hum, buen punto. Por ahora Haru lleva uno y Hiro cero. —sonreíste al ver como el gemelo celebraba y Hiro le sacaba la lengua. —¿Quieren que les cuente? —asintieron con entusiasmo para acercarse a ti prestando atención. —En realidad, aunque no lo crean. Ginko fue quien nos unió. No me gusta admitirlo pero su madre fue muy miedosa y nunca quise decirle.
—¿Y cuándo fue qué se lo dijiste? —preguntó Haru.
—Fue muy poco después, aunque creo que su padre ni me entendió ni una palabra. Estaba tan nerviosa que titubeaba al hablar, cuando finalmente se lo dije me respondió que Ginko ya se lo había dicho. —hiciste una mueca recordando ese momento. Notaste como tus hijos intentaban no reírse. —De igual manera, después de eso formalizamos nuestra relación aunque a los días sucedió la guerra con el demonio Muzan.
—¿Ahí papá perdió su mano, verdad? —asentiste, Hiro hizo un puchero. —Que mal.
—No fue nada a comparación a las terribles cosas que sucedieron en tan poco tiempo. Después de eso la organización se disolvió, pero los que quedaron ayudaron en apoyar en esta nueva etapa. —sonreíste. —Me casé con su padre cuando nos recuperamos, no puedo explicar lo hermoso que fue. Creo que no podía pensar en otra cosa. Me hubiera gustado que estuvieran presentes todos...
Los gemelos se dieron cuenta de su desánimo, se levantaron dándote un abrazo. Sonreíste acariciando sus cabezas.
—...Pero ahora, los tengo a ustedes. Mi mayor felicidad. —besaste sus frentes. —¡Vamos, tenemos que comer para que se acuesten temprano!
Como esperabas, cayeron rendidos al estar despiertos tan temprano. Al estar en cada uno en su cama saliste al patio. Te quedaste un par de minutos hasta que a la distancia viste como Ginko se acercaba. Colocaste tu brazo.
—¿Ya los demonios se durmieron? —reíste.
—Sí, están muuy dormidos. —Ginko suspiró. —Te salvaste esta vez.
Dejaste que se fuera adentro. Caminaste un poco para acercarte al camino que conducía a la casa, fue entonces que alguien se aproximaba a tu dirección.
Sonreíste ampliamente. —Disculpe señor, ¿lo conozco de algún lado?
—Creo que no. —respondió Muichirou.
—Pero veo que usted es muy apuesto, es una lástima que no me encuentre sola.
—¿Ah no? ¿Será que usted está casada?
—Sip, lo estoy.
—Qué hombre más afortunado. —reíste sin poder aguantar más. Ya estando a unos pocos pasos de distancia juraste poder ver al Muichirou de catorce. Ahora había crecido al igual que tú. Sentiste los ojos picar. —¿Qué pasa, cielo?
Tokito acarició tu rostro, limpiando la lágrima que pasaba por tu mejilla.
—Nada, solo estaba recordando. —cerraste los ojos por un momento. —¿Hemos pasado por muchas cosas, verdad?
La yema de los dedos de Muichirou acarició el anillo de casamiento sobre tu mano.
—Sí. Y no sé cómo antes podía estar sin ti. —besó tus labios. —Eres mi cielo, ahora y hasta el final.
No tenía alguna imagen para colocarla para representar a los gemelos de la rayis con Mui :'c Capaz me pongo un día a dibujarlos y se los muestro. Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top