❥Declaración. (2)
↳ Imagina poder confesar tu amor por tu crush. Buena suerte ✧
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Uzui Tengen.
¿Cómo declarar tu amor a un chico que ya de por si tenía tres esposas? Parecía ser una broma.
Estabas negada a decirle. Pensabas hasta morir sin siquiera confesarlo pero de nuevo te metiste en apuestas que claramente no podías ganar.
Enhorabuena, tu orgullo se fue al fondo del planeta.
—¿Por qué mejor no me come un demonio ahora? —ya estabas a punto de llegar a su finca. Aunque Uzui se retiró de la última misión que tuvo, regresó para buscar algunas pertenencias con obviamente la ayuda de sus esposas.
Lo peor de todo el caso es que estuviste involucrada. Con heridas menores debido a que Tanjirou todo el tiempo te protegió además de Nezuko.
Aunque lo negaras te encariñaste con las tres chicas, aunque más con Suma. A pesar de que era la más hablaba te sentías cómoda con ella.
Estabas al frente de esta. Podías escuchar sus voces cerca.
Ibas a dar media vuelta y negarte a hacerlo. Podrías inventar una buena excusa...
—¡( _ )-san! —oh no. La voz de Suma te hizo sentir culpable. Cuando apenas volteaste esta te envolvió en sus brazos.
Ah. Ya te estaba comprando muy fácilmente.
—¡Pensamos que no te volveríamos ver dentro de mucho!
Makio e Hinatsuru se acercaron y te saludaron felices. Podías sentir el rostro cual tomate.
—¿A dónde se fueron? Saben que no puedo hacer esto so... —la voz de Uzui te alarmó aún más. Si antes estabas mal de tan solo tenerlo a él cerca te ponía demasiado nerviosa.
Qué maravilla de la vida verlo con el cabello suelto y ese parche. Amén por Yoriichi.
—¡Lo sentimos Tengen-sama!
La situación no estaba ayudando en nada. Realmente querías desaparecer.
—¡Uzui! —le llamaste fuerte y claro. Tus mejillas rojas te hacían ver adorable. —¡Permítame ser su cuarta esposa!
Los cuatro te observaron asimilando tus palabras.
—¡Claro que sí! —dijo Suma muy feliz. Le siguieron Hinatsuru y Makio.
—Oigan, soy yo el que debería aceptar.
Sonreíste con suma vergüenza reflejada en tu rostro. Tengen se acercó para abrazarte y dejar un beso en tus labios.
Rengoku Kyojuro.
—¡Rengoku-san, por favor espere un momento! —le detuviste mientras se dirigía a una nueva misión.
—¡( _ )! Por favor llámame Kyojuro.
—O-ok... Kyojuro. —te sentías muy rara al decirle así. Ante tu duda él volvió a hablar.
—¿Qué sucede? ¿Tienes fiebre? ¡Tú rostro se ve muy rojo!
Eso solo empeoró la situación. Estabas aún más apenada por su comentario.
—¡Es-estoy bien! ¡En serio!
Sin embargo tus palabras no lo convencieron ni un poco. Cruzó los brazos para cerrar los ojos un momento.
No te esperabas para nada que se acercara tanto a tal punto que tu frente y la de él estaban juntas.
—¡Hum! ¡Sin duda puedes tener fiebre! ¡Te llevaré con Kochō!
Ya lo arruinaste. No eras capaz de explicarle lo que estaba pasando.
Para tu suerte o quizás no tanto... Shinobu no se encontraba. Aoi solamente te indicó donde podías quedarte para esperarla.
Pensabas que Rengoku se iría apenas te dejará en el lugar. Oh, que equivocada estabas.
Se sentó a la esquina de donde estabas acostada. No podías ni verlo a la cara.
Bien, era mejor pensar de nuevo. Tal vez la situación podría favorecerte.
Pero diablos, hacerlo bajo presión no te estaba ayudando para nada. Querías escapar por la ventana si fuera posible.
Tan ajena estabas que no te diste cuenta que Rengoku te estaba observando. Pronto dejó la habitación.
Debiste decirle en ese momento. De verdad que...
—¿Kyojuro...? —volteaste a todos lados sin encontrarlo. Eso hizo que tus ánimos bajaran demasiado.
Cerraste los ojos. Quizás necesitabas solamente descansar y no forzar la situación.
De repente escuchaste unos pasos hasta tu posición.
Algo suave fue dejado en tu frente.
—Gra... —te detuviste jurando que se trataba de Shinobu pero al encontrarte con los ojos de Rengoku te quedaste sin habla.
—Pensé que te ayudaría. No quiero que empeore tu salud. —sonrió.
Casi se te sale una lagrimita. Es todo un sol.
—Maldita sea. No te subas a ese tren por favor... Cuando vea a Akaza juro que lo voy a...
—¿Qué dijiste? —Kyojuro no entendió lo que decías ya que estaba escurriendo el paño para dejarlo de nuevo con cuidado sobre tu frente.
—Nada. No tenías que molestarte.
—¡Claro que sí! ¡Me preocupo por ti!
Sonreíste muy agradecida. No esperabas que él rostro del rubio se enrojeciera.
—Realmente me gusta mucho. Siento mucha admiración por usted, es tan bueno. Piensa siempre en los demás.
Aquello lo pensaste pero en tu cerebro hubo un mal funcionamiento y terminaste diciéndolo en voz alta.
No había palabras para describir la pena ajena.
—¡Tú también me gustas! Eres realmente admirable. ¡Tienes un espíritu fuerte a pesar de las circunstancias!
—Dicen que las peores batallas son para los mejores guerreros.
Te sentías un poco mejor. Rengoku se quedó contigo hasta que la azabache de puntas violeta llegó.
Miraste por la ventana siendo la única en la habitación. Al pasar un rato escuchaste de nuevo la puerta.
Reaccionaste tiempo después cuando sentiste un roce en tus labios.
—Realmente me gustas. —repitió el rubio para sonreír muy feliz.
Giyuu Tomioka.
—Viejo sabroso. —dijiste mientras seguías a Tomioka.
En realidad nada salió como esperabas. Confesarte a él fue mucho más fácil de lo que pensabas. Pero te estabas estresando al decirle miles de halagos y no recibir respuesta de su parte.
—¡Guapo, guapo, guapo! —repetiste varias veces. Después de todo hace tiempo él te respondió una vez diciéndote guapa. Podría funcionar de nuevo.
—Ya me lo has dicho varias veces. —respondió sin mirarte.
—¿Y ya te volviste más bello? Aunque eso es imposible...
Silencio.
Tal vez deberías intentar con otra cosa.
—¡Vuelves en cada sueño que tengo, caigo de nuevo en tu red! —empezaste a cantar.
No tenías la mejor voz del mundo pero valía la intención.
Fuera de todo pronóstico Tomioka te encaró. Casi te chocas con él.
—Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte.
Tomaste aire.
—¡Todos los besos que me imagine vuelven al lugar donde los vi crecer!
El azabache pareció dudar un poco de seguir la letra. Cerró los ojos y cantó. Con un tono que denotaba vergüenza.
—En Saturno viven los hijos que nunca tuvimos...
—En Plutón aún se oyen gritos de amor.
—Y en la Luna... Gritan a solas tu voz y mi voz pidiendo perdón.
Tus ojos picaban. No pensaste que fuera a cantar contigo. Su voz era realmente hermosa.
—¿Co-cómo te sabías la letra...?
—Sueles cantarla a veces.
—¿En serio me amas? —dijiste en broma. Sin embargo Tomioka no lo vio de esa manera.
—Sí.
Colocaste la mano en tu corazón haciendo una pose graciosa.
—Un... Un golpe crítico. —empezaste a reír.
Sin embargo tomaste sus manos.
—Yo también. —estabas demasiado feliz.
Ambos caminaron de nuevo. Comenzaste de nuevo a cantar a todo pulmón mientras algunas personas te miraban raro.
En un punto tu mano rozó con la de él. Te disculpaste de inmediato pero más fue tu sorpresa que él te mirara.
—No me molesta.
Tomaste su mano. Continuaste contándole algunas cosas de tus últimas misiones mientras se alejaban de la multitud.
Aunque no te percatarás. Tomioka sonrió.
Él también era muy feliz estando a tu lado. Y quizás no lo admitiría nunca pero tus elogios realmente le avergonzaban.
Que conveniente que sea bueno disimulando.
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