Cuando viví

falta arreglar, pero por lo menos hay algo skskjs


I


Cada vez que pienso en él, es imposible evitar que una sonrisa se asome en mi rostro. No importa si cierro los ojos o me distraigo en cualquier cosa, su imagen está ahí: sus labios, su cabello, e incluso algo tan insignificante como su olor, todo eso me arrastra hacia él, me hace perderme en su mundo.

Y entonces, inevitablemente, me surgen las preguntas. ¿Lo sabrá? ¿Ha notado lo que siento? ¿He sido lo suficientemente claro? Tal vez estoy exagerando, quizás me estoy dejando llevar demasiado rápido, pero lo cierto es que Jimin se ha convertido en algo más que una presencia en mi vida. Él ha cambiado todo. Lo que antes parecía una rutina monótona, ahora está lleno de algo nuevo, algo que ni siquiera sabía que necesitaba. Esa sensación de agotamiento y vacío que me perseguía, de repente, se ha desvanecido, como si nunca hubiera existido.

¿Será demasiado pronto para pensar en todo esto? No puedo evitar preguntármelo. Ha sido poco tiempo, unos pocos meses tal vez, ¿es eso suficiente para que todo cambie de esta manera? ¿Es ese el tiempo necesario para entregarse por completo a alguien?

Nunca antes había sentido algo así. O quizá simplemente nunca lo había reconocido.

Con Jimin, todo es diferente. La intensidad de lo que siento parece que no se puede medir con palabras. A veces, siento que gritarle que me gusta no es suficiente. Me pierdo en la incertidumbre de si él sentirá lo mismo, de si soy la única que está cayendo tan rápido. ¿Soy el único que lo ve de esta manera? ¿Es posible que no sea solo una ilusión?


II


— ¿Por qué? — Preguntó Yoongi, sentado en el sofá de mi departamento, mirando el montón de cartas que había sobre la mesa, para luego tirar una de su maso. Su voz sonó baja, pero llena de sorpresa —. ¡Es mañana!

Yo suspiré, pasando una carta más al lado. Mis dedos estaban un poco torpes por los nervios.

— No podré ir porque... Porque tengo una cita con un lindo chico mañana — respondí con una sonrisa.

La reacción de los demás fue instantánea. Jin levantó una ceja, claramente confundido, mientras sacaba una carta del mazo.

— ¿Qué? 

— Bueno... no me lo esperaba — dijo Hoseok, con esa expresión que siempre tenía cuando estaba sorprendido, pero sin perder esa suavidad que tanto lo caracterizaba. Lanzó una carta al montón, pero seguía observándome.

— Él es... hermoso y... tendremos una cita — murmuré, más para sí mismo que para los demás.

Me quedé en silencio, notando cómo todos me miraban, como si estuvieran esperando una explicación. 

— ¿Qué? — Pregunté, incómodo.

— Es... extraño, nada más — dijo Jin, alzando las cejas, aún sin comprender del todo.

— ¿Por qué? — Mi voz salió curiosamente más baja de lo que quería.

— Mira, no es por insultarte ni nada de eso, pero... llegamos a pensar que nunca llegaríamos a verte con alguien — agregó Hoseok, mientras lanzaba una carta más al montón. Su tono era más suave.

Me reí, no lo esperaba en absoluto.

— ¿De verdad? — Pregunté, sintiéndome un poco avergonzado.

Yoongi, viendo las cartas de su alrededor, asintió.

Me quedé en silencio, un poco sorprendido por sus palabras. No me había detenido a pensar en eso. 

Oh... ¿eso... ?

— ¿Es malo? — Pregunté, con una ligera risa nerviosa. No quería que sonara a que me molestaba lo que decían, pero al mismo tiempo, no estaba preparado para esa conversación.

Yoongi hizo un pequeño gesto con la mano, como quitando la idea de encima.

— No es que esté mal. Para nada. Sólo... supongo que a todos nos genera la misma preocupación. — Su tono fue suave, pero había algo más en su mirada. Algo de duda, tal vez.

— ¿Preocupación? — Repetí, confundido.

Hoseok se acomodó en el sofá, y su expresión se volvió un poco más seria, aunque seguía sonriendo de esa forma que me hacía sentir más tranquilo.

— ¿Estás listo? — preguntó, y su voz estaba cargada de algo que no supe identificar. Tal vez preocupación. Tal vez algo más.

¿Listo?

¿Para estar con Jimin?

La respuesta me golpeó como una ola, pero no supe qué decir. No estaba seguro de si estaba listo o no. En serio, no lo estaba. Había algo que me decía que me estaba lanzando a algo que no comprendía del todo. Algo que no esperaba, y algo que me estaba haciendo dudar.

Pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en lo que sentía por él, ni en cómo sus sonrisas y miradas me hacían sentir más vivo de lo que me había sentido en mucho tiempo. ¿Era eso suficiente?

No.

Todavía no estaba listo. Estaba asustado, preocupado de que no funcionara.

Pero tal vez, solo tal vez, eso no importaba.



III


Jimin se veía hermoso.

Vestido de forma casual, con unos jeans negros que le quedaban perfectamente ajustados, un polerón blanco algo grande y un banano del mismo color. Juvenil, como rara vez se viste, pero de alguna forma, esa apariencia más relajada hacía que su presencia se sintiera aún más cautivadora.

Era imposible evitarlo. 

Cuando lo vi acercarse, sentí una especie de nudo en el estómago. Fue tanto el impacto que no supe qué decir por unos cinco segundos completos. Estaba allí, a tan solo un paso de mí, y por alguna razón todo lo demás dejó de importar. Solo podía concentrarme en él.

— ¿Eh, Jungkookie? ¿Te congelaste? — Su voz me sacó de mi trance, pero ni siquiera su tono juguetón pudo romper el hechizo que había caído sobre mí. Él estaba... perfecto.

Sí, me congelé. Con tu belleza.

— ¡Lo-Lo siento! ¡Es que... te veías... muy bien! — Traté de reaccionar rápido, pero las palabras se me escaparon torpemente. 

Debo parecer estúpido.

Jimin me miró fijamente. Sus ojos brillaban con algo más que la típica diversión, como si estuviera buscando algo en mi expresión. Y luego, como era de esperar, soltó una risa que me hizo sentir un poco más en calma.

— ¿Qué? ¿Te deslumbró mi lindura? — Su tono era juguetón, casi burlón, pero con esa dulzura que siempre tenía.

— Sí — respondí sin pensarlo, sonrojándome un poco más. Wow, estaba ardiendo. ¿Acaso me había descontrolado? Probablemente.

Apenas solté el "sí", la risa de Jimin se detuvo de inmediato. Parecía que no se lo esperaba, y la forma en que sus ojos se bajaron hacia el suelo me hizo pensar que tal vez había dicho algo demasiado atrevido. Sus mejillas, antes ligeramente sonrosadas por la risa, ahora tomaron un color aún más intenso.

Ah, mocoso, qué tonterías dices — dijo, intentando hacer una broma, pero su voz sonaba algo más suave de lo habitual. 

Está avergonzado. Se ve muy lindo avergonzado.

— ¡No-No me digas mocoso! ¡Solo eres tres años mayor que yo...! — protesté, ahora sintiéndome aún más avergonzado por la forma en que Jimin me miraba. Esa mirada coqueta debería ser ilegal — ¡Y...! ¡Yo...! Solo dije la verdad... Te ves hermoso.

La mirada que Jimin me lanzó en ese momento fue diferente a todas las demás. No era solo esa risa encantadora que siempre me hacía sentir cómodo. Esta vez había algo más. Tal vez un toque de sorpresa o de... ternura. No podía decirlo con certeza, pero me sentí como si, por un breve instante, se estuviera abriendo un poco más hacia mí.

Y fue raro. Nunca me había sentido tan... vulnerable y, al mismo tiempo, tan feliz de estar cerca de alguien.

Jimin no dijo nada más, pero esa pausa que siguió, esa mirada cargada de algo que no sabía identificar, me dejó sin palabras. Él simplemente sonrió, una sonrisa más tranquila, algo más íntima. Y aunque no dijo nada, fue como si me hubiera dicho todo lo que necesitaba escuchar.


IV


La salida fue más que increíble. La comida estuvo deliciosa, pero lo que realmente hizo que todo fuera perfecto fue la conversación. No hubo silencios incómodos ni momentos vacíos que llenar; siempre había algo que decir, algo que contar, algo que nos hacía reír. Aunque ambos estábamos disfrutando, era inevitable que Jimin fuera quien más me hiciera sonreír.

Por ejemplo, cuando probó su primer bocado de pasta.

— ¡Jungkook, está delicioso! — exclamó con entusiasmo, y su alegría hizo que una risa escapara de mis labios.

No pude evitar reír ante su expresión de felicidad.

— ¿De verdad? — le pregunté, apoyando mi rostro en la mano mientras lo observaba —. Me alegra que te guste.

— Nunca había probado algo tan bueno — añadió, y al mismo tiempo, sus ojos se clavaron en los míos —. ¿Cómo encontraste este lugar, eh?

— Es un secreto — respondí con una sonrisa traviesa, sabiendo que no podía contarle que pasé horas buscando el restaurante perfecto.

— Já.

Era demasiado hermoso.

Más tarde, decidimos ir a uno de esos lugares con juegos de arcade. No era el tipo de sitio que uno elegiría para una cita formal, pero en ese momento, nada más importaba que disfrutar el tiempo juntos. Jimin estaba lleno de energía, como un niño.

— ¡Jungkook, idiota! — exclamó tras ganarme en una ronda, soltando una risa contagiosa que aceleró mi corazón.

Era tan lindo. Demasiado lindo.

— ¡Jungkookie, te voy a ganar! — dijo con una mirada desafiante y una sonrisa pícara, concentrado en el siguiente movimiento, como si la competencia fuera lo único importante en el mundo.

No pude evitar reír. Como siempre, lograba hacer que todo se sintiera ligero.

— ¡No lo creo! — respondí, fingiendo molestia pero sin dejar de reír.

Así continuamos durante horas: riendo, compitiendo, pero sobre todo disfrutando de la compañía del otro. No me di cuenta de cómo pasó el tiempo, pero cuando finalmente miré el reloj, supe que era hora de irnos. La tarde había volado, y con ella llegó una sensación extraña en mi pecho, algo que me decía: No, no lo dejes ir.

Nos despedimos en la puerta de su casa. La brisa fresca de la noche me golpeó la cara, pero aún estaba atrapado en esa burbuja de lo que había sido nuestra cita. La luz de la luna iluminaba su rostro, y por un momento nuestras miradas se cruzaron.

— Jungkook, gracias, fue muy divertido — dijo Jimin con una sonrisa que me desarmó. Su voz sonaba suave, pero sincera —. Me... me gustó mucho salir contigo hoy.

Me sorprendió la sinceridad de sus palabras, y por un momento, me quedé sin saber qué decir.

— A mí también, Jimin — respondí, mi voz un poco más baja de lo habitual.

Jimin me miró un poco más de cerca, como si esperara que dijera algo más. El silencio entre nosotros se hizo más pesado, y sentí que el momento pedía algo más, aunque ninguno de los dos supiera qué.

— Bueno... — comenzó, rompiendo el silencio. Su voz, aunque tranquila, parecía esconder un suspiro —. Nos vemos luego, Jungkookie.

— Sí... — respondí con una ligera sonrisa, dando un paso atrás. Me di la vuelta, pero no podía evitar sentir que algo se quedaba atrás. Algo no resuelto, algo que aún no entendía.

Mientras caminaba hacia mi casa, mis pensamientos no paraban.

¿Lo sentía él también? ¿Esa sensación de no querer irse? ¿La sensación de que algo faltaba?

No tenía idea, lo único que sabía era que, al menos por ese momento, las palabras de Jimin me habían dejado una calidez que no podía ignorar.

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