6_ You're killin' me slow

.

Caminó despacio.

Su mirada estaba pegada en sus pies cubiertos por los zapatos negros de vestir.

Adelante. Atrás. Adelante. Atrás.

Era casi hipnotizante. Veía el asfalto de las calles húmedas y quebradizas, pateó algunas piedras que se encontraban de adorno en la vereda, haciéndolas rodar hasta quitarse de su camino.

El sol apenas hacia asomó de salir, el cielo se iba aclarando de a poco, a un ritmo realmente lento. Sus oídos captaron los sonidos de algunos pájaros a la distancia, los autos que pasaban, las personas que comenzaban a aparecer y hasta algunos perros a lo lejos.

Aborrecía a los perros.

Levantó la vista al ver una pequeña plaza de juegos, totalmente desolada. Las pocas hamacas que había se mecian lentamente con la ayuda del viento que soplaba.

Arrastró sus pies un poco cuando llegó a la area del "patio de juegos" con la arena y la tierra mezcladas, observando cómo sus zapatos negros comenzaban a tener una capa de polvo por encima.

Se encaminó hasta sentarse en unos de los bancos pálidos y lisos que tenía la plaza, sacando algunas hojas secas que caían de los árboles antes.

Se cruzó de piernas y brazos, esperando pacientemente, y miró el cielo, deduciendo que eran aproximadamente las cinco o seis de la mañana. Solo esperaba que a Dazai no se le ocurriera llegar tarde.

O talvez se había preocupado demasiado en llegar temprano para no hacerlo esperar.

Decidiendo enfocar su atención en otra cosa, dirigió su vista a una pequeña hormiga negra que rodeaba su pie para seguir su camino, llevando consigo una hoja de su doble tamaño.

La observó caminar deprisa con algunas otras hormigas que iban detrás, todas ellas con diferentes tareas, diferentes cosas que llevar.

De repente unos zapatos marrones aparecieron en su campo de visión, deteniéndose enfrente suyo y por consecuencia aplastando a las hormigas que tanto habían trabajado.

Levantó la vista a la silueta alta y delgada de su superior. Le pareció extraño verlo allí, en una plaza de juegos, aún cuándo él había sido quien propuso el lugar.

Pero allí estaba. Sentándose a su lado con una sonrisa cansada en su rostro, dirigiéndole su atención al sol que ya se hacía notar.

No pudo evitar sentir cierta similitud con la hormiga. Un insecto listo para ser pisado en cualquier momento por alguien mayor en todo sentido de la palabra.

- Buenos días, Dazai-san- esperó algunos segundo en que el hombre se acomodara bien en el banco antes de hablar con todo el respeto que aún le guardaba.

- Sí... - susurró el castaño distraídamente, sin dejar de mantener la mirada fija en el alba.

- Supongo que te preguntarás porque te cité aquí...- volvió a hablar Dazai ahora manteniendo una voz firme y juguetona, volteando por fin a ver a su acompañante.

Akutagawa se mantuvo en silencio, asintiendo cuidadosamente.

- Tengo una misión para tí -

Claro, era eso. A veces creía que esperaba demasiado de ese hombre. Sintiendo el gusto amargo de la decepción y sin dejar que eso le afectará en la fría máscara de su rostro asintió de nuevo, despacio.

- ¿Qué tendría que hacer? - Preguntó tratando de mantener toda la compostura, dejando que sea Dazai quien dirigiera la conversación en todo momento.

- Por lo que veo que ya estás curado, eso es increíble porque Atsushi te necesita para ésto - Dazai mantuvo su mirada en todo momento, frunciendo ligeramente el ceño y hablando despacio, cómo tanteando el terreno.

Guardó silencio unos minutos, soltando un suspiro molesto al oír el nombre del chico tigre.

- ¿Y si me niego? -

- No puedes negarte, Akutagawa - Habló sin rastro de burla o diversión.

Los ojos marrones se desviaron por unos segundos, antes de volver a mirarlo fijamente. Su voz había cambiado tan abruptamente que a Akutagawa le pareció estar hablar con otra persona.

Sintió el frío del viento chocar en su nuca como una fuerte cachetada y de repente la atmósfera cambio totalmente.

Fue como volver al pasado, el sentimiento de frío y admiración mezclados en su pecho fue incomodamente reconocible.

Y aún así quería acercarse a ese hombre. Quería demostrarle lo mucho que había cambiado desde su partida, lo fuerte que era en éste momento.

- Akutagawa...- Comenzó el castaño al notar la vacilación en el rostro de su antigüo mentor. - Dejando las cosas claras... Estás tan aferrado a mí, aún con el pasar de los años, que vas a aceptar. Después de todo, yo fuí quien te sacó de las calles, sin mí ayuda no serías nada en este momento -

Akutagawa realmente se quedó sin palabras, abrió su boca dejándola cerrarse de nuevo al no saber que decir a continuación.

Siempre lo supo, le debía su vida a éste hombre a su lado. Dazai podía hacer con él lo que quisiese, podía hacerlo desangrarse hasta el olvido o simplemente decirle qué hacer por el resto de su corta vida y aún así, él no le reprocharia nada. No siquiera encontraba un atisbo de molestia por eso.

Volteó la mirada a sus piernas, sintiendo los ojos marrones penetrar su mente.

Por un mísero segundo deseo no haber aceptado el pedido de Dazai de reunirse, talvez dejar plantado al hombre como él lo había hecho tantas veces.

Pero fue un simple pensamiento que pasó por su mente, un pensamiento fugaz y estúpido.

- ¿Qué tengo que hacer?- Preguntó luego de unos minutos en total silencio.

Había aceptado otra misión. Se sintió como volver al pasado.

.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top