2_ You screwed me over

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Cerro los ojos unos minutos.

Estaba demasiado cansado, la misión y el entrenamiento era lo mismo de todos los días pero ese día no sentía ganas ni de levantarse.

Sus pulmones dolian y ardían a cada bocanada de aire que llegaba hacia ellos, respirar se le hacía una especie de tortura a la que ya estaba acostumbrado.

Se encontraba tirado en el suelo de una de las habitaciones de la mafia, en completo silencio. Los descansos era algo que le parecía totalmente sin sentido, a veces porque no le parecía algo necesario en su día a día y otras porque su estúpido cerebro se ponía a pensar en estupideces que era preferible dejar en el olvido.
Para desagrado de él mismo, era una de esas veces.

La habitación no era tan amplía en comparación con las demás del edificio, tenía un cómodo sillón de color escarlata en el centro y un baño más pequeño.
Allí mayormente iban las personas de un rango inferior en la mafia, por supuesto que había otras habitaciones para los rangos más altos, pero eso era cosa aparte.

Sus pensamientos por alguna razón terminaron en su superior, Dazai. Era increíble como ese hombre hacía su estómago retorcerse y hacerlo sentir tan insignificante en un solo segundo.

Ese hombre lo había salvado de niño, lo había encontrado y le había dado un lugar en la sociedad, una cómoda cama y comida para él y su hermana. Le debía todo.

Talvez por eso le era tan fiel. Aunque eso tampoco le preocupaba demasiado, sabía que le tenía una gran deuda al hombre.

En sus interminables pensamientos terminó en Chūya, un pelirrojo que últimamente pasaba demasiado tiempo con Dazai.

Chūya.

No habían cruzado muchas palabras pero era alguien a quien respetaba totalmente. Veía al pelirrojo gritarle y golpear al hombre que él jamás pudo ni llevar la contraria.

Era algo... Increíble.

Le parecía increíble y un tanto molesto ver cómo le gritaba como si Dazai no fuera nada.

Y lo que más lo llegó a sorprender era que el castaño no hacía nada. Absolutamente nada, a veces le contestaba con otro insulto pero nada más.

Sabía que si él, en su posición llegaba si quiera a levantarle la voz, lo menos que podía hacerle era golpearlo, quebrarle algunos huesos. Claro, nada que no haya hecho antes.

Hasta podía llegar a matarlo, tenía muy claro que era alguien reemplazable en la mafia, podían buscar a otro niño que cumpliera con sus estándares y listo. Era así de fácil.

Cuando su mente comenzó a abrumarlo intentó despejar todo pensamiento relacionado a eso.

Se levantó del suelo y caminó fuera de la habitación.

A paso lento, se encontró de frente con Gin.
Se miraron un rato y la chica le hizo una seña para que la siguiera.

Dió media vuelta, dejando que ella tomara la delantera para guiarlo. Metió sus manos en los bolsillos de la gabardina y la siguió sin palabra de por medio.

Su hermana volvió a abrir la misma habitación donde él había estado anteriormente, adentrándose ambos en ella.

Al cerrar de nuevo la puerta, Gin bajó un poco su cubrebocas, lo suficiente para que pudiera oírla.

- Mañana tengo el día libre- murmuró en tono bajo.

Con solo esas palabras el Akutagawa mayor decifro a lo quería llegar.

Eran escasos los momentos en los que solo eran ellos y podían hacer cosas "normales" o lo que la gente mínimamente normal hacia, así que cuando sus horarios coincidían aprovechaban para juntarse y salir juntos.

Asintió lento con la cabeza

- Mañana a las cuatro en el lugar de siempre.

Ella asintió en respuesta, dirigiéndose ambos de nuevo a la salida para que cada uno fuera por su lado.

- Nos vemos.

Saludó Gin alzando un poco la voz.

No contestó al saludo, simplemente comenzó a caminar por el pasillo del edificio. Las suelas de sus zapatos se escuchaban amortiguada por la alfombra roja que cubrían las baldosas del suelo y hacían eco en el lugar que estaba prácticamente vacío a excepción de los guardias en algunas esquinas.

Estaba en la salida cuando se topó con Dazai y Chūya en esta misma.

Sus nervios se elevaron considerablemente aún así no dejó que lo afectara o que se viera reflejado en su rostro.

Siguió caminando, clavando sus uñas en el interior de sus palmas mientras se encogía un poco en si mismo. Respiró hondo y aguanto un poco la respiración cuando estuvo de frente con ellos.

El pelirrojo al darse cuenta de su presencia dejó de gritar e insultar al castaño. Mientras que Dazai caminaba ignorando el parloteo constante de su compañero.

- Dazai-san, Chūya-san- saludó a ambos con un leve asentimiento con la cabeza.

- Mocoso- habló a modo de saludo mientras sonreía de lado.

El castaño simplemente ignorando todo a su alrededor siguió caminando como si nada hubiera pasado.

- No te hagas el idiota, te están saludando, bastardo inútil- gritó el pelirrojo.

Akutagawa trago saliva, aún más nervioso que antes al ver cómo Dazai se detenía en su lugar unos segundos antes de seguir caminando hasta entrar al edificio.

- Ahg, es tan imbécil- se quejó impaciente el de sombrero mientras pasaba una mano por su cara.

Se detuvo un momento para observar de lejos los ojos azules de el pelirrojo, admirando cómo estos parecían brillar en sus pupilas, dándole un toque casi mágico a estos.

Era rara la forma en la que cada vez que miraba Chūya, se sentía tan inferior a él, tan débil.

Era totalmente sabido que Chūya merecía estar allí. Merecía caminar elegante y con su cabeza en alto por los pasillos de la mafia.

- Oi, te estoy hablando.

El llamado del mayor lo hizo volver a la realidad, golpeándose mentalmente al ver que no había estado prestando atención a lo que superior decía.

- Lo siento- Habló arrepentido y bajó levemente la cabeza.

Chūya frunció el ceño al escuchar la voz demasiada arrepentida del azabache.

Sabía que el bastardo lo entrenaba duro, prácticamente abusaba del chico. Se le veía flaco y sabía que tenía una enfermedad por las veces que lo vio toser sangre.

Su odio al castaño incremento al escucharlo.

- Decía que la momia me habló que no tenías ninguna misión mañana, el idiota no te avisó solo para hacerse el importante- gruñó más molesto que antes.

- Sí, gracias.

Y sin más el pelirrojo se fue.

Volvió a respirar cuando se perdió de su campo visual. Genial, ahora podía salir con Gin.

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