23 Noviembre 2020

—Se nos ha acabado el arroz—mencioné apagando la lumbre de la estufa—Además necesito comprar otras cosas, ¿Me acompañarías?—pregunté con él a mis espaldas

—Muy bien—respondió unos segundos después con voz queda mientras seguía ojeando el periódico

Durante el trayecto ninguno dirigía palabra alguna, y aunque no era incómodo, un raro ambiente se sentía.
Como si nos hubiéramos quedado sin palabras.

—Puedes darme tu mano—sonreí estirando la mía

El me miro extrañado, pero no reclamó nada y simplemente la tomó.
En realidad el ir al supermercado había sido una completa excusa para pasar todo el tiempo posible a su lado, que a pesar de no creer que resultara, había sido un completo éxito, pues al salir no había sido necesario el pedirle que tomara nuevamente mi mano.

Ahí volví a comprobarlo.
Lo sabía.

Aún pudiendo estar en mil sitios a la vez, seguía teniendo claro que seguiría aferrándome a la misma mano cada vez que me sentía perdida.
La suya.