𝕸𝖆𝖑 𝖍𝖆́𝖇𝖎𝖙𝖔.

Cuando Gon tuvo la fantástica idea de seguir a Killua hasta un sitio que parecía sacado de una película de terror jamás imaginó lo que presenciaría.

Nunca tuvo el pensamiento desde el comienzo de su relación romántica con el albino que este fuera capaz de hacerle daño, mucho menos a sus espaldas. Simplemente era inseguro y le causaba ansiedad el no saber la razón de sus repentinas ausencias. Preguntarle no lo considero, pues Killua cada vez que el tema de conversación se dirigía a esos andares cambiaba el tema o escapaba. 

Sí, escapar era lo que usualmente hacía para evitar cualquier conflicto. Apenas podían comenzar una ligera discusión que era muy raro para ambos jóvenes cuando ya el oji azul buscaba irse de la habitación con la excusa de que necesitaba espacio.

Evitar, no escucharlo; estaba cansado y con problemas para dormir.

Pero toda su determinación y acciones precipitadas las pagaría caro. Los pasos que sonaban únicamente en el pasillo además de la sangre salpicada en el suelo lo alertaron empezando a sudar. No podía detenerse, no ahora que fue capaz de utilizar un GPS en el celular de Killua para ubicarlo y llegar al lugar donde no salía al pasar alrededor de unos treinta minutos.

El silencio tan rotundo le preocupaba, prefería escuchar algún alarido; un golpe, cualquier cosa que diera señal de vida. Le preocupaba de sobremanera si su novio estaría bien, si era todo lo contrario dudaba que pudiera protegerse de cualquier persona o grupo que tuviera intenciones de darle el mismo destino.

¿Moriría de esa manera? Realmente nunca considero su propia muerte, pero sería la clara muestra de que la curiosidad mato al gato.

Gon era un chico sumamente terco pero apasionado y persistente, tanto que eso le impulsó a continuar hasta llegar a la habitación que tenía la puerta entre abierta. Notando como una mano ensangrentada estaba marcada en ella hasta la manija.

No sabía que elegir. Parecía que era inevitable mancharse de aquel líquido, pero en un instante de cordura empujó la puerta por el costado haciendo que rechinara hasta que estuviera lo suficientemente abierta para observar el panorama de la habitación.

Lo primero que vio fue la figura de un hombre con sobrepeso tirado en el piso boca arriba, no se movía ni tenía señales de que estuviera vivo. Inmediatamente lo descartó al ver como la sangre salía de su cuerpo como un grifo abierto.

Como si no hubiera estado ahí su mirada encontró a una figura conocida de perfil, su ropa estaba manchada de aquel rojo. Los ojos sombríos azules igual al mar se fijaron en él, estaban opacos perdiendo el brillo que siempre adoró. No se pudo mover.

—Gon. —dijo Killua con un tono que delataba sorpresa. Su rostro estaba algo sucio por la sangre.

El albino tenía su celular en la mano. Ambos asimilaban la situación, sin embargo el de cabello desaliñado reaccionó con tranquilidad.

—Justo iba a llamarte. No pensé que me encontrarías, menos de esta manera. 

La voz monótona de su pareja se le hacía extraño y le daba escalofríos, era como otra persona. 

Se acercó lentamente a Gon, sus pies estaban descalzos así que simulaba ser un fantasma. Podría creerlo por un instante.

—Perdóname, nunca quise que supieras que me dedicaba a esto. Quise dejarlo pero tenía una reputación y clientes muy importantes. Creí que podría seguir hasta tener suficiente dinero para irnos de esta ciudad, así comenzaríamos desde cero y dejarlo atrás. —tocó la mejilla del moreno. —Soy un monstruo, no debería ser capaz de estar contigo. No lo merezco.

La sangre seca quedó en la piel.

Eran las cinco de la mañana. Ni si quiera podía ser capaz de escuchar algún ruido de la calle o la voz de su cabeza, el lado de su persona que le gritaba que se fuera.

—¿Por-por qué...? —salió de su garganta, olvidando por completo todo lo demás. Los hermosos orbes almendrados temblaron.

—No, no llores... —acunó su rostro entre las palmas pálidas. Los labios fríos y resecos de Killua le dejaron un beso en la frente, los pómulos, hasta su nariz.

Salió un sollozo y las primeras lágrimas no tardaron en desbordarse. El albino dijo algo pero no fue capaz de escucharlo, tampoco el cuerpo lo sentía. Menos cuando esté fue cargado para salir de la tétrica habitación.

Sin poder evitarlo cerró los ojos con fuerza al pasar por el pasillo, el cuerpo inerte de ese joven le causaría pesadillas irremediables.

¿No eran buenas personas? Quería pensar eso para calmar un poco su conciencia, tener un final tan terrible debía ser justificado.

¿Pero qué pasaba si no era así?

Aunque el olor de la sangre no le incomodaba el mancharse de aquello era la representación de que en lo bueno puede existir lo sádico, cruel y triste de las situaciones. Tanto puede llegar a ser que una persona sin malas intenciones realice actos imperdonables.

Tampoco era un santo, nadie lo es.

A pesar de eso cuando regresaron a su hogar, por más que intentaba entender a su pareja un sabor amargo se mantenía en su boca. No estaba bien, pero tampoco podría detenerlo.

Las palabras se perdían en la nada, no estaba presente. Viajaba en la nube de sus pensamientos una y otra vez. Creando excusas creíbles para distorsionar su realidad.

—Todo esto lo hice por ti... —fue capaz de escuchar al pasar los minutos. ¿Es su culpa entonces?

¿Podía volver a los días dónde Killua le prometió que no volvería a asesinar?

Mordió su labio hasta hacerse daño.

La frustración fue creciendo de forma lenta y tortuosa, si solo hubiera sido más cuidadoso... Nada de esto estuviera pasando, no debió confiarse.

Killua intentó regresarlo a la realidad pero estaba ausente, sin reaccionar a pesar de que lo abrazaba o las lágrimas caían en su hombro.

—Lo siento, ¡lo siento! ¡Gon por favor, perdóname! —gritó hasta sentir la garganta doler.

Nunca se sintió de esa manera. El positivismo que lo caracterizaba parecía esfumarse en la nada, al escuchar unos pasos apresurados y el sonido de unas bolsas fue cuando cayó en sí.

En el armario había una abertura arriba, era donde todo este tiempo Killua guardaba el dinero que ahorraba. Guardó todo en un bolso negro al igual que un par de pertenencias, lo seguía con la mirada hasta que la habitación parecía un desastre.

—Nos iremos de aquí. No voy a perderte... —el moreno manifestó una sonrisa torcida, tampoco quería alejarse. Estaba tan aferrado a él que no dudaría en hacer cualquier cosa.

Guardaron sus pertenencias más valiosas, dejando muchos objetos y vienes preciados pero no necesarios para su objetivo, Gon observó el lugar por última vez antes de ser tomado de la mano.

Podía no tener la solución para muchas cosas, pero estaba seguro de que podrían cambiar aquellos malos hábitos si se mantenían juntos. Ahora abandonada a su madre para abrirse camino a un nuevo comienzo que lo esperaba con ansias.

Tal vez sea posible reparar aquella confianza que fue perjudicada por ambos.

No le den mucha mente a este escrito, lo terminé en la mañana y tiene reflejadas situaciones que viví incluyendo insomnio en el proceso AJAJJA

No me agrada escribir relaciones tóxicas pero quería sacarme esta idea de la cabeza, además de darle un final de que al menos fuera algo alentador. Si les gusta puedo continuarlo dando más contexto o como quieran xD

Un dibujito que terminó casi en tres horas de proceso :'

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