›› ☆ 𝐺𝑖𝑟𝑙𝑠 𝑙𝑖𝑘𝑒 𝑔𝑖𝑟𝑙𝑠.
Advertencia: Contenido yuri/lésbico muy tiernito. No les cambié los nombres por flojera JAJA
Dibujo de la multimedia por: ekui
Killua estaba sentada en la habitación sin saber qué hacer. Llevaba un buen rato así, mirando la luz en el techo tanto como sus propias piernas que se movían inquietas.
Su primera y única amiga se había ido al baño para tomar una ducha tan larga caminata que estuvieron haciendo, explorando, haciendo sus niñerías disfrutando de su juventud. Pero en ese momento, la albina empezó a tener fijaciones que comenzaban a preocuparle.
Tal vez no de mala manera, nunca experimentó o indagó sobre su orientación sexual. En primera estancia porque su vida solo se limitaba al negocio oscuro de su familia.
Unas gotas cayendo sobre sus muslos la sacaron de sus divagaciones. Se dejó caer suspirando contra la cama, sintiendo algo de incomodidad por tener el cabello aún húmedo.
No resultaba normal que cada vez que la azabache se acercara demasiado entrara en pánico. Menos que tuviera curiosidad por la diferencia entre sus cuerpos, sobre todo con sus pechos. Gon tenía más caderas que ella, mientras que a su favor lucía unos voluptuosa parte delantera.
Negó con la cabeza. De nuevo lo estaba haciendo.
Calmarse parecía imposible. Menos sabiendo que estaba a solas, en una habitación hasta el día siguiente por la fuerte lluvia... Todo indicaba que no dormiría esa noche.
La chica de tez morena salió bastante animada mientras secaba su cabello. Al ver a su acompañante tan perdida pensó en hacerle una pequeña broma. No lo pensó mucho, su cuerpo se abalanzó hacia la pálida hasta que un grito de sorpresa inundó el lugar.
—¡Idiota! ¡¿Qué crees que haces? —su voz fue opacada por las risas de la más bajita, junto con el ruido de las gotas saladas caer contra la ventana.
—Solo quería saber que tanto piensas. —se acomodó dejando sus piernas dobladas para verle mejor, apoyándose en parte del torso de la que se encontraba debajo.
No pudo responder si quiera. Un gran sonrojo abarcó parte de sus orejas y hombros, hizo un sonido casi imperceptible con su lengua.
—Quítate de encima, pesas mucho.
El comentario no fue con mala intención, se sentía atrapada al sentir el cuerpo contrario demasiado cerca que prácticamente no pensaba. Se dejó llevar por la desesperación.
Pero Gon se acomodó. Dejando su torso recto mientras le observaba.
—No me voy a mover. —le sacó la lengua de manera infantil.
Killua se sorprendió por un instante. Aunque una sonrisa maliciosa surcó su rostro con brevedad.
—Entonces te quitaré yo.
Sin perder el tiempo la sujetó de las caderas, quizás con una fuerza que rozaba casi lo brusco.
En respuesta, la de ojos almendrados se crispó en su sitio sin poder evitar dar un gritito por la impresión al ser apretada en esa zona de repente. Las dos ante esto se mantuvieron congeladas como si el tiempo se detuviera.
Primero, el sonido resulto agradable y hasta cierto punto algo erótico para la mente de una hormonal albina. Pero no podía evitarlo, la situación en ese contexto daba todas las señales de ser algo íntimo.
Ahora un sonrojo notable aparecía en el rostro de la de vestimenta verde, cosa que obviamente no se percató pero sí de que su cuerpo presentó un repentino agitamiento por eso. Juraba que tuvo hasta un escalofrío placentero, pero volvió a hablar ignorando esas señales.
—Killua, ya suéltame. —indicó sosteniendo las manos en busca de su libertad. La mencionada optó por ignorarla apretando de nuevo la piel que estaba a su disposición. —¡Ahn! ¡En serio, suelta!
Los latidos agitados de ambas parecían no querer detenerse. La morena empezó de nuevo querer levantarse al no obtener respuesta pero se encontraba sin escapatoria, tanto así que hizo un tierno puchero.
Por otro lado Killua disfrutaba de la vista; las piernas gruesas, la cintura definida y los hombros anchos. ¡Ah! No podría dejar de lado los pechos que estaban sumamente cerca, se moría por tocarlos y saber si de verdad cabrían entre sus manos perfectamente o quizás serían más grandes.
Gon claramente no sabía que estaba pasando, en sus fallidos intentos por moverse notó la mirada hacia esa parte en específico de su anatomía. No entendía que tanta fijación podía ocasionarle a su mejor amiga, ¿quizás le llamaba la atención?
Entonces miró como los senos ajenos, notando como al estar acostada se veían hasta más grandes de lo usual. Una de sus manos se acercó para tocarlo.
La albina en su lugar se congeló. Sentía perfectamente como los dedos bronceados acariciaban la superficie de su zona sensible hasta apretarla con cuidado.
—¿Q-que-qué estás haciendo? —tartamudeó en cada vocal, sin dejar de recibir aquel tacto que le estaba haciendo perder los estribos.
—Noté que me mirabas mucho ahí. Tienes lo mismo que yo, ¿qué es lo que tiene de interesante?
¡Muchas cosas! Respondió en su mente cerrando los ojos. De nuevo la temperatura empezó a sofocarla, no ayudaba que Gon continuara con sus improvisados masajes hasta que sintió como los pezones empezaban a sobresalir.
—Oh, está duro. —con dos de sus dedos rodeó el pequeño botón para apretarlo haciendo que Killua se tuviera que tapar la boca con su ante brazo.
—¡Ya-ya es suficiente!
—Pero no he terminado y quiero ver qué es eso.
—¡Acabas de decir que tenemos lo mismo, deberías saberlo!
No supo cómo respondió.
Empezaba a excitarse de solo esa estupidez, parecía una mala broma. Pero al menos su respuesta hizo que Gon parara.
—Uhm... —colocó sus propias manos contra su busto, como si estuviera comparando ambos. —Pero no tengo tanto como tú.
A la pálida casi se le salen los ojos de sus cuencas, con la respiración algo agitada logró sentarse con la azabache aún en sus piernas.
Si tocaba también no pasaría nada. Después de todo ante su voluntad ya fue manoseada, era para estar en igualdad de condiciones. Sí, claro que sí.
Gon simplemente le miró con curiosidad por su acercamiento, hasta que finalmente logró su cometido apretando el pecho con una de sus manos. Se mantuvo así para que tuviera tiempo de procesar que esa fantasía sucia se cumplía, sin duda era suave y adictivo al tacto.
Como imaginaba, cabía por completo en su palma. La movía apenas temiendo que fuera un sueño lo que lograba, esa imagen no la borraría nunca de su cabeza.
Apretó un poco, sosteniendo ahora ambos mientras su cara enrojecía y se ponía peor con cada segundo que pasaba. Adoraba demasiado sus pechos, no podía ahora negarlo. Ojalá pudiera estar así por siempre.
Se detuvo. Tuvo un leve sentimiento de culpa, abusaba de la confianza e inocencia de la chica y eso le empezaba a taladrar en la cabeza. No esperaba que al momento de soltarla, está estuviera con la respiración agitada y el rostro enrojecido con los ojos entrecerrados.
—¿G-Gon?
—Killua... —parecía reaccionar por su llamado. —Lo que hacías...
—Per-perdón... ¿Te molestó?
Gon está vez se quedó sin habla. Miró a los lados buscando que decir.
No pensaba que fuera eso, quizás lo contrario. Al momento que le tocó sintió algo reconfortante, adictivo.
Movió la cabeza a los lados para negar.
—¿Quieres que siga?
Las piernas canelas se removieron en su sitio, el calor provocaba que empezara a transpirar. Volvió a responder con un gesto dándole el visto bueno. Los ojos mieles se cerraron al sentir de nuevo las manos acariciarle permitiendo que soltara un suspiro.
Killua con convicción que antes utilizó uno de sus dedos para dar masajes buscando el pezón a cada extremo hasta que lo encontró sin limitarse y pellizcando con suavidad. Provocó un sonido similar a cuando la sostuvo de la cadera pero resultando mucho más erótico, volvía a repetir la acción teniendo cuidado hasta que se cansó.
La camisa sin mangas fue levantada, tuvo que morderse el labio al notar que no llevaba un sostén puesto. Aunque era lógico si ya era la hora de dormir.
Esa parte de la piel estaba un poco clara al no llevar tanto sol como el resto, volvió a sus acciones anteriores pero ahora pudiendo sentir directamente la suavidad y rugosidad de los pezones. Sin siquiera pensarlo su boca se acercaba a ese lugar hasta atraparlo con los labios.
Gon dio un jadeo agudo por la sorpresa, mirando hacia abajo donde solo podía ver el cabello abundante blanco. Tuvo que sostenerse de sus hombros cuando sintió como lo succionaban una y otra vez haciendo que gimoteara, perdía las fuerzas por aquello.
—Es-espera... —pidió aferrándose a su cuello.
Hizo caso, separándose lentamente, y sin poder evitarlo acariciando la cintura y parte de las caderas.
—¿Qué pasa?
No podía ocultar su estado de emoción, los ojos azules miraban ansiosos a la fémina que buscaba calmarse estando en una situación similar. La azabache mordió su labio, desde hace rato empezaba a sentir algo raro en su entrepiernas pero no era capaz de decirlo. Se sentía mojado e incómodo.
—Es que... Abajo...
Prácticamente se abalanzó hacia ella al escucharla, la imagen de su cabello desarreglado y el rostro rojo le hipnotizó. Apoyó su rodilla contra el colchón cerca de su zona íntima para presionarla con su pierna.
No dudó en gemir bajo en respuesta. Solo tenía un short muy corto encima de la ropa interior así que Killua podía notar lo humedecida que estaba.
Con lentitud apartó la tela de su abdomen para besar su estómago hasta aproximarse a su vientre. Gon se retorcía recompensando su trabajo con suspiros y gemidos bajos hasta que abrió los ojos notando como era despojada de sus prendas entrando en pánico por alguna razón, se habían visto desnudas antes pero presentaba nervios teniendo el rostro de Killua a tan poca distancia de su vagina.
La pálida flexionó un poco las piernas contrarias para acomodarse mejor, dio unas cuantas lamitas por los labios hasta llegar al clítoris donde presionó con su lengua ese botón oculto. El cuerpo bronceado tuvo espasmos gloriosos por aquello, los gemidos subieron de tono haciendo que Killua perdiera el control y continuara atendiendo con ímpetu.
Dejó caer su cabeza hacia atrás con la vista borrosa por las lágrimas que empezaban a aparecer en los orbes ámbar, le resultaba nuevo y mantenía sus dudas en su cabeza pero se sentía en el cielo nublando su juicio. Mordía de vez en cuando su propia mano, perdiendo el uso de la razón cuando la lengua de Killua se adentró con cuidado a aquella cavidad, dándose paso lo suficiente para poder introducir un dedo bastante lubricado.
A su vez estimulaba el clítoris sin descuidarlo en ningún momento. Tuvo un dolor soportable al tener aquel dedo en su interior, nunca se tocó y mucho menos exploró hacer ese tipo de cosas. La albina levantó la mirada.
—¿Te duele?
—Mhm... Un poco... —dejó caer su rostro de lado mientras Killua continuaba.
Las paredes vaginales apretaban el intruso hasta que se hacía paso con facilidad. En un momento lo retiró para acercarse a la morena que extrañada vio a su supuesta mejor amiga a centímetros de su rostro hasta que le dio un pequeño beso en los labios. Apenas se tocaron, logrando un tierno piquito.
Aquello les emocionó; ese cosquilleo les llamaba a juntarse de nuevo y lo hicieron sin dudar. La sensación era agradable, junto a la suavidad y emoción de experimentar un beso por primera vez.
Gon se sostuvo enredando sus brazos en su cuello para darse varios piquitos, hasta que Killua dio el siguiente paso abriendo un poco la boca para buscar su lengua donde se tocaron haciendo que se estremecieran. Continuaron hasta que se separaron jadeando.
Iba a tomarse su tiempo para hacerle sentir bien, cuando se aventuró a tocarse supo entonces que lograr introducir los dedos ocasionaba un proceso lento pero donde se acostumbraría. No quería lastimarla, así tuvieran que seguir en varias ocasiones lo haría.
La albina retiró varios cabellos que estaban pegados en su frente por el sudor. Dejando besos en la piel que brillaba por el sudor y el reflejo de la iluminación cálida.
Entrelazaron una de sus manos mientras la azabache cerraba sus ojos disfrutando de las acaricias.
Killua se moría por expresarle su cariño en palabras, pero ahora uno romántico que incluía un deseo genuino. No apresuraría las cosas, el silencio tranquilo que compartían lo disfrutaba de tal manera que sería pecado interrumpirlo.
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