Capítulo 34

¿Qué tan lejos estamos de estar cerca?
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Ambos caminaban, Kusuo iba monótono, junto a ella.

—¡Mira! Allí hay un puesto de crepes —ella se acercó y Kusuo la siguió.

Saiki comenzó a admirar los tipos de relleno que ofrecían.

—Por favor, escoge el que más te guste.

Kusuo la observó por unos segundos, no sabía cómo sentirse. Pero sin renegar, eligió un crepe de fresas y crema.
Koemi escogió el suyo también.

Luego, Koemi le ofreció a Kusuo regresar al parque, él aceptó, aún le quedaban 60 minutos para regresar a casa y enfrentar a las dos mujeres que lo esperaban.

Ambos se sentaron en una banca y comieron en silencio.

Koemi estaba un poco nerviosa, no sabía muy bien cómo actuar con ese chico, por no decir que aún se le hacia difícil hablar con personas nuevas.

—Gracias de nuevo, por encontrar mi collar.

No fue nada.

—S-si lo fue, no sé qué hubiera hecho si lo perdía, fui muy torpe por no ver mi camino y chocar con ese hombre.

Saiki recordó al ladrón, le parecía patético que ella se culpe por algo que no había hecho. Pero eso le recordó a muchas otras personas de las que había escuchado pensamientos parecidos.

Últimamente escuchaba muchos pensamientos negativos.

—¿Que hacías en el parque? —Koemi quiso romper el silencio, si bien se le hacia difícil hablar con las personas, se le hacia aún más difícil soportar un incómodo silencio con alguien.

Quería un poco de tranquilidad.

Kusuo recién se daba cuenta que esa era la primera vez que hablaba con esa chica a solas.
Aunque no exactamente como Saiki Kusuo.

—Oh, ya veo, creo que arruiné tu tranquilidad.

Kusuo no respondió.

Faltaban 40 minutos para regresar a casa.

—¿Te gusta el café? —Koemi quiso hacer su último intento para tener una conversación.

Saiki, o mejor dicho, Harada, asintió.

—Ya veo por qué eres amigo de Saiki —ella sonrió —debe gustarte mucho la gelatina de café ¿No?

Gustar era poco.

Él volvió a asentir.

—También debe gustarte la tranquilidad —ella volvió a reír —lo siento, estoy hablando demasiado. Debes creer que soy extraña al decir estas cosas sin relación alguna.

Kusuo seguía comiendo su crepe.

Al menos no tienes el cabello de un color llamativo.

Koemi giró a verlo.

—¿Te refieres a ti?

Saiki no la miró.

—¡Tu cabello es muy lindo! me recuerda a los arándanos, y los arándanos son deliciosos.
¡Es como el de Saiki! Su color de cabello es muy lindo, me recuerda al algodón de azúcar.

¿Algodón de azúcar?

Al darse cuenta de lo que había dicho, el rostro de Koemi comenzaba a adquirir el color de una fresa.

—¡No pienses mal! Y-yo en verdad creo que el color de sus cabellos son geniales. De hecho, creo que el mío es muy común a comparación de ustedes.

Saiki retuvo un comentario que se cruzó en su mente. Tú cabello me recuerda al café con leche”

Koemi giró hacia otro lado.

«Lo arruiné por completo»

Faltaban 30 minutos para ir a casa.

Koemi volvió a ver hacia delante, ésta vez, su rostro tenía una expresión de asombro.

Eran las 5:30 PM, una hora perfecta para ver el cielo.

Kusuo miró en la misma dirección que la chica.

Ambos contemplaron el atardecer, uno en donde las nubes parecían ser de color rosa, naranja y morado. Era hermoso.

Aunque para Kusuo solo eran los colores que resultaban al ocultarse el sol, un proceso completamente normal, era algo agradable de ver.

—El cielo es una obra de arte.

Kusuo notó que la luz del cielo, producida por los últimos rayos de sol, hacían resaltar los rasgos de Koemi, especialmente su cabello y sus ojos.

En circunstancias normales, cualquier otro se enamoraría de ella, era lo típico.

Pero él no era para nada normal, no funcionaría en él.

A medida que el sol bajaba, los colores del cielo comenzaban a desaparecer, dando paso al cielo oscuro de la noche.

Faltaban 20 minutos para regresar.

—¡Mira eso! —Koemi se levantó y corrió hacia un arbusto, ahí pareció atrapar algo.

Luego se acercó a Kusuo, acercando un poco sus manos.

—Es una luciérnaga.

Un insecto.

—Son muy lindas, solía atrapar muchas cuando era pequeña —ella dejó libre la que tenía en sus manos —Son fascinantes, pero es una lástima que vivan tan poco.

Kusuo trataba de alejar su cuerpo lo más que podía.

¿Esas cosas le parecían lindas?

Koemi atrapó otra entre sus manos, hizo una especie de cueva con ellas y acercó su rostro para ver cómo brillaba.

—¿Quieres ver?

No.

Eso fue lo que pensó, pero no supo si fue su orgullo u otra cosa la que lo obligó a pararse y acercarse a las manos de la chica.

Lentamente, acercó su rostro para poder ver cómo brillaba ese bombillo con patas.

Ciertamente, las manos de la chica eran lo único que lo protegían de ese malévolo escarabajo.

—Ahora la dejaré libre —advirtió. Ella soltó a la pequeña luciérnaga, la cual iluminó una porción de su rostro.

Koemi reía, estaba feliz.

Sin saberlo, esa risa estaba siendo grabada en una parte del cerebro de Kusuo, en un lugar recóndito, donde ni siquiera él sabía que estaba ahí.

Faltan 10 minutos.

La luz de algunas luciérnagas iluminaban ya el ambiente, que advertía que la noche estaba por comenzar.

—Ya puedo ver la primera estrella en el cielo —Kusuo miró al cielo también, era cierto, ya se comenzaban a ver las estrellas —creo que ya es hora de irme.

También yo.

Koemi se acercó a él, quedando casi a un metro de distancia.

—De nuevo, muchas gracias por lo de hoy —una sonrisa tímida permanecía en su rostro —Perdona por interrumpir tu tranquilidad.

Kusuo recordó esas dos horas, no habían sido lo que esperaba, pero de algún modo, también fue pacífico.

No fue nada.

Ella le dedicó una última sonrisa, sincera y con un ligero tono fresa en sus mejillas.

Kusuo volvió a sentir como su estómago se revolvía.

¿El crepe le hizo mal?

¿Tomó demasiado café en la mañana?

Ninguna de esas preguntas era lógica, él era inmune a los efectos de la cafeína.

—Espero verte pronto, Harada.

Ese comentario hizo que Kusuo despertara.

Yasuo Harada había pasado dos horas con Koemi, no Kusuo Saiki.

Debería sentirse aliviado, porque no volvería a pasar algo así otra vez.

Adiós.

Sin más, Koemi regreso a casa, tarareando todo el camino.

Cuándo llegó a su habitación, notó que había más dinero en su bolsa.
Era exactamente la misma cantidad que ella había pagado por el crepe.

¿El chico le había regresado el dinero?

Al pensar eso, sus mejillas y nariz tomaron color.

«Que lindo»

Mientras tanto, Saiki probaba la comida que Teruhashi y su madre habían preparado para él; un platillo salado.

No estaba mal.

Pero seguía prefiriendo los platillos dulces, como el crepe.

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Aproveché el tiempo libre, espero les guste, y ojalá no sea aburrido.

¿Saben? Es gracioso, yo quería que está historia fuera como un café amargo, pero resulté haciendo un café con mucha azúcar. Quería hacer una historia con un aura triste, pero creo que se ve como muy feliz, help.

Quiero editar la historia, pero que miedo que se borren sus comentarios. 😩
Porque en serio los aprecio.

En fin, quizá pueda ir cambiando un poco el aura en los siguientes capítulos.

Dinámica: ¿Cuál es su flor favorita?

Yo no puedo elegir, pero me gustan los lirios (mi nombre significa lirio jdjaj), las flores no me olvides, rosas, flores de cerezo, girasoles, dientes de león. ¡No puedo!, todas son muy bonitas, especialmente las que nacen sin necesidad de que alguien las cuide.

Es todo, gracias por leer, cuídense y sonrían ♡

Pd: La canciooón.

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