𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗦𝗘𝗜𝗦 1/3
Día Siguiente
Martes enero 21 de 2022
El fotógrafo forense, Off, despierta. Sus ojos se balancean de lado a lado con una vista opaca de la sala en la que se encuentra. Como primero ve una pared que tiene una columna en medio, luego una ventana a la izquierda que revela los soleados cielos, seguido una silla azúl bastante pequeña de patas delgadas.
Al lado de la silla hay una pequeña mesa con un jarrón de rosas. Mira a su derecha y la puerta del cuarto está ahí. Despertar solo no fue algo desconcertante. Off no tiene familia así que le fue común despertar tan solito como siempre. Es como cualquier mañana en su vida: solo que en un hospital.
Se sienta en la cama con jadeos pues está cambiado de ropa a una bata médica con todo el abdomen vendado. Se toca el área de herida ligeramente, solo reposando su mano encima, y mira a sus lados.
La puerta de la habitación se abre con un chico de estatura baja, cabello azabache estilizado en hongo, ojos asiáticos ligeramente redondos, cachetes delgados que abultan sus labios carnosos rosados y el tronco de su nariz cae largo con una base delgada.
Entra mirando una libreta de apuntes en una mano, con su bata medica blanca. -Eres Off Jumpol, ¿no?- El chico pregunta deteniéndose al final de la cama. Alza la mirada expectante.
-Eso es correcto, sí.
-Bien - El chico sonríe con sus labios amablemente antes de depositar su libro en una mesa a la izquierda y se inclina sobre su cuerpo. -¿Puedo revisar la herida, Off?
-Oh. Claro. Sí.
Off se levanta parte de la bata médica para mostrar el costado vendado. Tiene pequeñas gotas de sangre, pero nada grave afortunadamente. Incluso la venda se ve tan cremita que se ve nítida e suave.
-Luce bien. Aunque no te podemos dejar ir aún, necesitas un día más de reposo.
-Oh. De acuerdo.
Tan pronto el medico restaura su espalda, Off se baja la bata para mirarlo expectante.
-Off, te estaré enviando una enfermera para darte alimento. ¿Tienes algún familiar a quién llamar?
-Me apena decir que no tengo a nadie.- Ríe para evadir la tristeza en su interior. Su sonrisa es enorme y bonita. Cuadrada también solo que no luce incómoda ni nada de ese estilo.
-Okay. Entonces, estaré pasando a verte de vez en cuando.
-Gracias. Mm, ¿usted puede firmar mi excusa de trabajo?
-Claro.
-Es que hay doctores que se desaparecen cuando terminan los tratamientos y conseguirlos es un dolor de cabeza.
-Bueno, yo lo firmaré: cuando termine el tratamiento.
Off lo miro con una carita aborrecida reflejando en todo su rostro una sola frase: «¿Lo que acabo de decir fue un chiste o qué?», el enfermero Gun no dice nada al respecto así que solo sonríe con sus labios y hace una reverencia con su cabeza al herido. Con eso hecho se retira del cuarto.
Off lo sigue con la mirada. Aborrecido. -Qué fue eso... Aish, más vale no me deje varado como los otros. Sería un fastidio.
Se toca la cabeza en frotes de arriba a abajo con frustración antes de dejarla caer en su regazo.
🐻🦄
Mientras tanto, en un banco de la ciudad humana, el día está transcurriendo como cualquier otro. Simplemente normal.
En la entrada trasera del banco (solo para empleado personal) hay una caseta en la que un guardia hace vigilia. Tanto la caseta como el portón del lugar son blancos. Una camioneta verde reduce su velocidad frente a los portones, al lado de la caseta, el calvo guardia de buen aspecto se ajusta la correa en su cintura mientras sale.
Este camina a la ventana de la camioneta la cual esta tintada en negro. La ventana se baja con el borroso reflejo del guardia.
-¿Posición y nombre?- Cuestiona el guardia mirando adentro una vez la persona ha bajado la ventana. No puede ver nada más que la silueta del conductor pues el auto está oscuro en su totalidad.
-Posición: Ladrón, nombre: No Te Importa.- El conductor alza una pequeña arma pegada a su pecho para jalar del gatillo.
La bala inmediatamente traspasa la frente del guardia así que la espalda de tal se arquea con sangre salpicando del hueco. Cae completamente hacia atrás.
Las puertas deslizantes de la furgoneta se abren para los lados con hombres vestidos en ropajes negros similares a los de soldados de guerra, cargan rifles contra sus regazos. Uno de esos cinco hombres entra a la caseta para plasmar su mano en un botón y el portón se abre.
-Bien. Sigamos con el plan.- El conductor dice ahora adentrando su camioneta. Los cuatro hombres siguen la camioneta apuntando a los lados frente sus rostros.
Aquel de la caseta se queda ahí para vigilar los autos que vengan. Además de que esconde al muerto en el interior de esta.
Como todo día normal; los ciudadanos están caminando a diferentes puestos de oficinas en el banco o están en la sala de espera sentados.
El conductor de aquella camioneta estaciona justo frente a la puerta para empleados y se baja vistiendo ropa de conserje. Obviamente es un disfraz. El conductor es un hombre joven de tez bronceada, labios carnosos abultados aunque de boca pequeña, ojos rasgados naturalmente entrecerrados y su cabello llega a la nuca con una porción de este atado en una dona.
Se baja de la camioneta guardando la pistola en uno de sus bolsillos traseros. Camina a la parte trasera de esta para abrir sus puertas laterales con normalidad aunque brusco. Cuando la segunda puerta se abre, una chica morena detiene la velocidad de la puerta desde atrás.
Esta asoma su rostro, vestida también de conserje (conste que los uniformes son verdes con gorras blancas) y es una hermosa morena de cabello negro lacio hasta los hombros, ojos redondos, nariz elegantemente delgada y labios extremadamente carnosos.
Ella lo mira aborrecida. -Oye, pudiste golpearme con la puerta. Ya te dije antes: abrelas con cuidado.
Él forma una sonrisa ladina con un pequeño bufido mientras ella posa a su lado. Es más pequeña que él, le llega un poco más abajo del hombro.
-Eres tan pequeña que te olvido, pulga.
-¿A quién le llamas pulga?- Ella se queja mirándolo mal con rifle en mano.
-¿Ves a alguien más con nosotros?
-Puedo matarte.
-Te quedarías soltera.
Ambos tontean con miradas mortales. Perth sonriendo un poco.
-Y pobre.- Ella añade con un tonado apenado.
Se besan apasionadamente. Aplastando sus labios bajo los del uno al otro. Una carnosa, húmeda, prisión sin liberación alguna. Él sostiene la parte trasera de su cabeza, arriesgándose a por otro beso. Apasionan ese beso un poco antes de que separen sus rostros. Viéndose a los ojos con ferocidad.
-Hagamos esto, pulgarcita.
-Hagamos esto, bombón.
Una vez el varón toma su rifle y se colocan máscaras negras típicas de ladrones por encima, cierran las puertas de la camioneta para caminar a la puerta trasera.
Es cuando van caminando que sus hombres se unen a ellos desde atrás. Perth abre la puerta y saca su cola gatuna negra. Es delgada aunque tiene una hermosa curva.
-Oh por Dios.- Se cruzan con un conserje en el camino que parecía iba a entrar a una habitación. La cola de Perth se estira para enfrente, rodeando al hombre del cuello fuertemente, hace sonar como elástico la carne del conserje.
Este se agarra a la frondosa cola con ambas manos. Inútilmente retorciéndose. Perth lo vuela a la pared de la derecha con una fuerza sobrenatural. El hombre se da en la cabeza con la pared y por ende; desata la cola de su cuello.
Los cuatro hombres se encargan de entrar a la habitación a la que el conserje iba entrar. Ahí, encuentran a más conserjes. Todos estos alzan sus manos en rendición, sentados en una mesa circular. Tal parece se reúnen ahí a hablar de cosas o jugar cartas pues hay cartas en la mesa.
-¡NO SE MUEVAN!- Demanda uno de los hombres.
Perth y la morena siguen caminando sin nada que les quite el son de caderas que se traen.
Van al lobby del banco con gritos: -TODOS AL SUELO. TODOS AL PUTO SUELO.- Grita Perth.
Los civiles se tiran al suelo sobre sus pechos e manos abiertas. Todos mirando con terror a sus alrededores tienen demasiado miedo. La morena se acerca a uno que sigue sentado con audífonos blancos mirando su móvil sin darse cuenta del atraco.
Ella camina hacia él. -Oye, al suelo se te dijo.- Ella recalca.
El joven sigue sentado mirando el móvil. Ella suspira quitándole un audífono de mala gana.-¡Ey!- Él grita antes de mirar a su lado y ver el rifle.
-¡MIERDA!- Grita.
-Uy, sí, mierda, ¿Verdad? Al suelo.- Ella juega sonriendo con sus ojos. El chico se tira al suelo. Una vez tienen a todos en el suelo y a los cajeros con sus manos alzadas, Perth se dedica a vigilar a los ciudadanos mientras la morena a coger el dinero de las cajas. Todo el dinero lo dobla para adentrarselo a los bolsillos.
La puerta principal del banco se abre y Perth apunta con su rifle, súper decidido a amenazar.
Pero quién está entrando es nadie más que Gulf. -¡Perth!- Canta animado el de los ojos color menta con sus manos abierta a los lados de su cabeza. El moreno se le queda viendo serio hasta mirar al lisiado a su lado. El chico unicornio se le queda viendo con demasiado miedo.
-¿Qué quieres, Gulf?- Gruñe el moreno.
-Un pajarito me dijo que estabas por aquí y: necesito tu ayudita con algo.
-Dime.
-Estoy tratando de conseguir a alguien, pero mi acompañante anda desarmado. ¿Puedes crearle un arma, porfis?
-Gulf. Ya te dije: no necesito una.- Susurra Mew tras su espalda.
-Luego me cuentas los detalles,- El moreno dice ahora con una voz áspera. Este voltea en su sitio hacia los cajeros tras su espalda (a una larga distancia) y le dispara directo en la cabeza a uno que estaba llamando a la policía. -llegó a informarle a la policía. Vámonos.
Dice el moreno. La morena mete demasiados billetales en sus bolsillos hasta el punto de hacerlos pesados. Saca de su espalda baja una cola frondosa blanca con la que abre otra caja de dinero y enrolla otros billetes en su cola.
Con eso listo arranca a correr junto con Perth.
-¡¿Te seguimos?!- Gulf pregunta mientras sigue al ladrón con la mirada. Este no dice ni una palabra, solamente corre con su compañera e secuaces de negro a la puerta principal dónde los espera nuevamente la furgoneta. Tal siendo conducida por el guardia que se quedo a hacer vigilia en la caseta.
-O llegamos a tu lugar.- Gulf suspira desanimado.
Escuchan las sirenas de policías así que el chico unicornio se desespera mirando a todos lados. -Dios, Gulf, no quiero ir a prisión. ¿Cómo saldremos de aquí?
El moreno suspira poniéndose de cuclillas. -Sube.- Dice con neutralidad.
-¿Subir?
-A mi espalda. Sube.
-Pero--
-Anda, no pasa nada.- Cuenta suavemente el chico ahora mirándolo sobre su hombro con calidez.
Mew traga fuerte antes de poner sus puños encima de los hombros del otro. Cojea su pierna hacia adelante antes de mover la otra. Entonces se dobla para abrazarse al cuello del felino. Brinca sobre su espalda y el felino lo agarra de los muslos antes de restaurar su espalda con gruñidos.
-Mm. Eres pesado.
-Lo siento.- Mew susurra con los ojitos grandecitos.
-No es nada. Sujetate bien.
Gulf arranca a correr por la puerta principal con él para ambos irse de ahí. Mientras corre, siente que los brazos toscos del otro se abrazan aún más a él. A pesar del ajustado abrazo a su cuello, se mantiene firme en correr.
Entonces pasando por un callejón, debe reducir la velocidad y lentamente retroceder. Mira dentro del callejón ahora deteniéndose ahí enfrente.
Los cielos se nublan. Solo el color gris reina en el mundo. Y los ojos de aquel chico ven como Trece está ahí convirtiendo a una nueva víctima. Justo como aquella noche, está vestido completamente de negro convirtiendo a un nuevo chico.
La nueva víctima anda tirada en el suelo con montones de inyecciones púrpuras en el pecho. Trece se acuclilla a su lado para ponerle una última inyección en el antebrazo izquierdo tal como hizo con él en aquella noche lluviosa. Una noche que lo atormenta todos los días de su vida incluso si la dosis alternó su cordura. No había mente en sano juicio que pudiese olvidar tal experiencia traumática. Ser secuestrado luego asesinado; ambas cosas en una sola noche.
Ofuscado con los recuerdos de aquel hace una vez, los cielos dejan caer lluvia. La lluvia no es piadosa con ninguno de ellos así que los empapa poco a poco.
-Vámonos.- Gulf mucita para ambos y pesaroso se retira de ahí. Cargando al chico unicornio tal cuál bebé.
*N/A: Gulfito cargando a Mewcito😍🥰*
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