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La noche lúgubre de un 31 de octubre.
Sera la mejor de toda su vida.

Niños felices, disfrazados de sus superhéroes o personajes favoritos. Con sus calabazas repletas de dulces y las calles llenas de padres cuidando de ellos, no había nadie que no usará disfraz; nadie salvo ella.
Caminaba a paso tranquilo, su ropa de colegiala y su cuchillo pasaba desapercibido, todo el mundo que le mirase pensaría que sólo es un cosplay más. Que equivocados están, ella no festejaba los caramelos o travesuras.
Ella iba a festejar a su amor.

Sabbat, aquelarre... Rito.

Había tantos nombres para esa festividad, tantas historias y tantas creencias.
No hay una que se proclame como real, no al menos que se practique.
Himiko había encontrado un libro antiguo en sus años de secundaria, le había fascinado la historia de un Sabbat, se había enamorado de un demonio en particular o tal vez no noto que era el mismísimo diablo.

Tal vez no lo noto.

Y durante un largo tiempo busco seguidores y prácticas por Internet sin ninguna respuesta. Por un corto lapso se alejo de ello pero por algún extraño suceso alguien le había contactado invitándola a una noche especial, en un día y hora específico y por supuesto ella no dudo en aceptar más que gustosa y extasiada.

Así que era por eso que ella caminaba por las calles solo para salir de la urbe, ir directo al bosque. Debía internarse más allá de donde nadie pudiera verla, de donde solo la oscuridad y los animes y el viento la escucharan.
Podría tener miedo, podría ser una trampa y ser ella el sacrificio en lugar de a quien sacrifique.
No había una garantía pero eso a ella no le importaba.

El éxtasis y locura la tenían demasiado absorta, sus mejillas rosadas, esos ojos desorientados y no evitaba que de su boca salieran pequeños gemidos y saliva. Ya quería llegar, quería enloquecer.

Conforme iba avanzando el sonido de música y luces de colores le hacían saber que ya estaba cerca; su cuerpo se erizo y corrió hasta salir del laberinto de árboles y encontrar un mundo diferente: mujeres desnudas bailando sin sentido, orgias homosexuales y sobre todo chicas que se bañaban y bebían la sangre de un cabrío atado en un árbol. Himiko estaba experimentando un nivel más grande de la excitación.

ㅡBienvenida hermana mía. ㅡuna mujer desnuda se le acercó, sonriente y con una copa ¿De vino? ¿Sangre? Quien sabe, Himiko no dudo y se dejó besar por la chica no sólo por que si. Si no por qué le había pasado una pastilla por el beso. Droga y después le ofreció la copa la cual la rubia bebió sin más.

Sangre.

Solo tardó un par de minutos para que Himiko Toga enloqueciera completamente por la droga: extasiada y relativamente caliente.
Se desnudo sin pudor y se dejó bañar por la sangre de ese animal sacrificado, se unió a el segundo sacrificio que se haría pero esta vez todo quedó en silencio y los presentes se acercaron al acontecimiento. El sacrificio era humano.

Una mujer demasiado joven. Llorando y suplicando su liberación pero eso no sucederá.

Oh no.

Una sonrisa más que excitante apareció en el rostro de Himiko: llevó sus manos al rostro sintiendolo caliente, estaba segura que sí no se detenía, sucumbirá ante tal acto lujurioso que estaba pasando por su mente.

ㅡ¡Acepta este sacrificio! ㅡcomenzó alguienㅡ. ¡Acepta nuestra humilde ofrenda, oh querido lucifer!

Himiko observó como es que la mayoría se acercó a la pobre mujer y sin aviso alguno le comenzaron a apuñalar. Escucho sus súplicas y gritos de dolor pero oh eso le excitaba demasiado. Le estaba suplicando a la chica equivocada por que en verdad que disfrutaba verla sufrir y ser literalmente desmembrada y violada allí mismo y a Toga le provocaba orgasmo no sólo físicos si no visuales.

«Detente, no me mires de esa forma. Que lo único que deseare será beber tu sangre como si de una droga se tratara»


Y cuando las súplicas pararon, ella se acercó al ya cadáver y como todos los demás bebió la sangre del sacrificio pero de una manera que le recordaba al pasado. Bebió la sangre con una pajilla recordando al amor que puede llegar a sentir.

El amor enfermo.

Tóxico.

Y bailo todo el tiempo que sus pies le permitieron, probó todo lo que deseo y se unió no sólo en alma a los demás y no le importo que manos ajenas la tomarán sin más con placer indecoroso y sucio.

¿Qué más daba?

Era lo que ella quería, lo que deseaba.

Lo que ella quería.

Nadie iba a negárselo.

Estaba teniendo el nirvana ahí mismo, se estaba perdiendo en la excitación y no habría nadie que le detuviera. Era su día.

Su día.

Despertó por el frío en su desnudo cuerpo.

Se levantó tallado sus ojos y mirando a su alrededor.

No había absolutamente nada ni nadie.

Se confundió un poco, es como si no hubiera pasado nada toda la noche, no había ni siquiera un rastro de la sangre o los sacrificios, de la hoguera o de sí quiera un rastro de un alma; como si todo hubiera sido un sueño. Sin embargo, un pequeño dolor en su muñeca le hizo saber que no fue así, un pentagrama impregnado en su piel de forma permanente le hizo saber que no fue parte imaginación lo que vio, sintió e hizo anoche, que no fue un sueño y que todo realmente pasó y volverá a pasar en algún momento.

Una noche inolvidable.

Y segura de que volvería a asistir.

Por qué adorar a un demonio era lo mejor que pudo pasarle.

Aunque eso signifique ser el siguiente sacrificio.


❝El que con brujas se acuesta, hechizado amanece.❞


🎃 Fin 🎃


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