𝑡𝑟𝑒𝑠
—¿Se imaginan a Rengoku sensei como mujer? —dijo el rubio de puntas anaranjadas mientras mostraba una revista de mujeres modelo.
—¿Te haces o eres? —dijo Inosuke con la boca llena pero se le entendió lo que dijo.
Rosslenne aguantó la risa poniendo el manga que leía tapando sus labios.
—¡Cállate Peppa Pig, no vez que estoy haciendo una pregunta muy importante! —empezó a agitar la pobre revista que hablaba sobre cómo serían ciertas grandes celebridades con el sexo opuesto.
—Yo creo que sería muy parecida, solamente cambiaría su cuerpo. —dijo Kanao tranquilamente.
—Si Rengoku sensei fuese mujer tentaría muy fuertemente contra mi heterosexualidad. —confesó Rosslenne en voz alta. No se esperó que la escucharan.
—¡¿QUÉ?! —gritó Zenitsu.
—¡¿Pero ustedes si se quedan callados cuando yo hablo?! —su rostro enrojeció. Casi nunca dejaban hablar a la otra persona y jamás estaban en silencio.
—Fuertes declaraciones. —Inosuke habló.
—Vaya vaya, yo sabía que tu algo tenías de—Rosslenne le jaló la mejilla antes de que terminara de hablar. —¡Ouch, ouch! ¡Nezuko-chan sálvame de esta loca!
Rosslenne se salvó por la campana. Tomó todas sus cosas sin siquiera despedirse.
—¡Oye! ¡Al menos despídete de tu mejor amigo Pumba! —señaló a Inosuke.
La castaña continuó con su camino sin fijarse por donde iba. Grave error, se chocó contra alguien.
—¡Oh, ten cuidado por donde vas! —no se esperó para nada que se tratara de Rengoku. Vaya que cliché.
—Lo siento, sensei. —hizo una reverencia con la intención de escapar, más fue detenida.
—Espera Rosslenne, tengo que hablar contigo.
Tragó saliva con nervios.
Rengoku caminó a donde era su salón principal el cual se encontraba vacío. Se hizo a un lado para que pasara y cerró la puerta detrás de sí.
La oji miel estaba que se le salía el corazón por la boca.
—Estoy preocupado por tus notas. Hice una revisión hace poco y quería decirte que debes esforzarte en sacar más puntaje para pasar la materia sin problemas.
Rosslenne dejó caer los hombros con claro desánimo. Se lo esperaba.
—Pero... Creo que tengo otra solución. —finalizó.
Kyojuro buscó la mirada de la joven quien finalmente se decidió en hacer contacto visual con suma vergüenza.
—Puedes ayudarme después de clases. Pronto será una jornada muy ocupada por los trabajos en los clubs y no tendré tiempo como antes.
Rosslenne solamente le observó sin saber que decir.
A veces planeas y te sale algo completamente diferente.
—Pe-pero... Rengoku sensei yo... Apesto en la materia. —dijo lentamente apretando sus manos.
—No será nada sobre revisiones, simplemente es organizar ciertos trabajos ¡Así ganarás puntos extra!
—Gra-gracias. —se limitó a decir.
Después de aquello escapó de alguna manera.
Si antes con mucho esfuerzo podía disimular lo que sentía con su profesor ahora...
—Estás jodida. —dijo su mejor amigo tras caminar hacia sus hogares. Siempre habían sido vecinos desde que eran niños.
—Dime algo que no sepa. —contestó con clara mala gana.
—Toda la escuela sabe que te gusta menos él.
—¡Ya basta, no me ayudas!
Aunque estaba muy frustrada, no quitaba el hecho de que las palabras de su amigo eran ciertas.
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