𝑑𝑖𝑒𝑐𝑖𝑜𝑐ℎ𝑜
Al día siguiente llegaron a la escuela muy temprano. Shinobu se despidió ya que tenía actividades en el club.
Las primeras horas pasaron algo lentas.
—¡Rosslenne alguien te está buscando! —gritó uno de sus compañeros.
—¿Ah? ¿Yo? —respondió soñolienta ya que se había recostado sobre su pupitre.
—¡Sí, tú! —dijo Inosuke. —¡Despierta de una vez! —la zarandeó.
—¡No hacía falta eso!
Se levantó algo mareada. En el momento que se dirigió a la puerta se sobó los ojos.
—Ho-hola... —saludó el menor de los Rengoku.
La castaña dio un chillido al verlo.
—¡Senjuro! —alargó la última vocal mientras lo apachurraba.
El rubio estaba demasiado rojo por el trato repentino. Más porque casi que todo el salón los estaba viendo.
—¿Qué te trae por aquí?
—Bu-bueno yo solo quería darte algo. —le mostró unas galletas que estaban guardadas en una tela. —Las preparé para ti.
—¡¿Para mí?! —preguntó de nuevo sin poder creerlo. Senjuro asintió.
—Si nos las quieres me las das. —dijo Inosuke.
—Sueñas. —le contestó. —¿A quién engaño? Sabes que comparto todo contigo. —miró al rubio. —¿No hay problema con eso?
—Claro que no. Si les gustan tanto puedo luego traer más.
Rosslenne dio saltitos en su lugar.
—¡Gracias, gracias!
—Recuerda tu dieta Rosslenne. —el azabache se acercó a ella mientras las probaba.
—¡Solo come y déjame ser feliz! ¡Están buenísimas!
—Creo que ya debería volver. —dijo Senjuro.
—¿Qué dices? ¡Tú no te vas! —le tomó de la mano la castaña.
—Pe-pero...
—¡Únete a la delincuencia! —exclamó Inosuke.
—¡No lo corrompas!
Le dejaron un espacio para que se sentara al lado de Rosslenne. Inosuke a veces estiraba la mano para agarrar otra galleta pero ella le daba un golpecito en la palma.
—Gracias a tus consejos siento que me está yendo mejor en matemáticas.
—¿Cómo van con eso? —preguntó el azabache. —¡Espera, no me digas que tú también eres igual de glotón!
—Mira quién habla. No juzgues a tu propia especie.
—¡Hablas como si fuera un documental de animales!
Senjuro se asustó al verlos hablarse de esa manera. Intentaba calmarlos pero no sabía que decir.
—¡No hables así al frente de nuestro hijo! —trató de decirlo seria pero su tono de voz denotaba que le causaba gracia. —Cómete tu galleta.
Inosuke dejó de hablar al tener lo que quería.
—No te preocupes. Es normal tratarnos así, la confianza es mucha.
—Oh, ya veo. Es algo nuevo para mí. En nuestra familia no solemos ser así.
—¡Tu familia es aburrida! —dijo Inosuke.
—¡No seas grosero! ¿Qué te he dicho de hablar con la boca llena? —regañó Rosslenne.
—Ross, ¿podría preguntarte unas cosas? Tengo una evaluación pronto.
—¡Claro! Déjame ver.
Pasaron unos minutos hasta que se dieron cuenta por la hora que era mejor que se fuera a su clase.
Rosslenne le acompañó.
—Disculpa a mi amigo. Suele hablar demasiado y no medir sus palabras.
—No te preocupes. En realidad me gusta su relación, es muy divertida. ¿Podrías acompañarme un momento a llevarle la comida a mi hermano?
Tragó un poco de saliva.
—De acuerdo.
Sentía como se ponía un poco nerviosa. Estaba más tranquila al estar con Senjuro a su lado.
Al llegar al salón no sabía si quedarse afuera o entrar con él. No quería importunar si necesitaban hablar algo a solas.
Parecía que pensaba en lo mismo ya que volteó a verla.
—¿No tienes problema en pasar conmigo?
Negó con la cabeza.
Kyojuro estaba revisando unas pruebas apoyado en el escritorio.
—¡Senjuro! —le saludó acariciando su cabeza. La castaña quedó asomada por la puerta y entró un poco después. Cuando sus ojos se encontraron se le notó un leve sonrojo en el rostro de Rengoku.
—Ross me estaba enseñando un poco hoy así que le pedí que me acompañara.
—¡Ya veo! —cruzó sus brazos sonriendo.
Senjuro le entregó su bentō. La castaña veía a su alrededor algo apenada.
—Será mejor irme. —al escuchar esas palabras volteo a ver a Senjuro quien se despedía. —¡Nos vemos después!
Quedó como tonta viendo cómo se fue. Ni siquiera pudo reaccionar.
Miró lentamente hacia donde Kyojuro. Este le observaba haciendo que su rostro enrojeciera.
—¿Todo bien? —su pregunta le hizo fruncir el ceño.
Parecía ser una broma. ¿No se daba cuenta lo que provocaba en ella o era a propósito?
—Con ese gesto te ves adorable. —rió. —Si lo sigues haciendo voy a querer besarte.
—¡Pero...! ¡Kyojuro! —tapó su rostro. —¡Alguien podría escucharte!
Su risa era adorable.
Era tanta la pena que se volteó dándole la espalda.
Escuchó unos pasos y seguido sintió como Rengoku le abrazaba apoyando el mentón de su hombro.
—¿Ross? —sentirlo tan cerca no estaba ayudando. Mucho menos que mantuviera sus brazos alrededor de su cintura.
—Mi corazón... Es... Demasiado... —balbuceaba.
Kyojuro sonrió. Se mantuvo un momento junto a ella para luego separarse.
Mientras volvía al escritorio la castaña le miró. Justo cuando iba a hablar el sonido del timbre le interrumpió.
Suspiró.
—Ya me voy... —dijo algo triste. Salió del salón.
Regresando a su clase vio como Sanemi perseguía a su mejor amigo. Les dio paso ya que por poco y se la llevaban por delante.
Al pasar cerca del patio le pareció escuchar un maullido.
Se detuvo. Regresó mirando hacia afuera.
Decidió salir, después de todo le tocaba clase con Shinazugawa y tardaría un poco en regañar a Inosuke.
Entonces el pequeño gatito la encontró a ella. Estaba todo sucio. Tenía manchas marrones con amarillo.
Estaba tan desnutrido que le rompió el corazón. Volteo a todos lados para sostenerlo entre sus manos.
—¿Cómo llegaste aquí? —le preguntó.
Empezó a ronronear. Rosslenne se lo llevó.
—¡No, no y no! ¡No quiero lidiar con responsabilidades! —Inosuke respondió al escuchar la propuesta de Rosslenne. Tenía al gato en su bolso hasta la hora de salida.
Ahora le habían comprado algo de comida y lo dejaron en el apartamento del azabache.
—¡Ya te dije que nos vamos a poner de acuerdo en cuidarlo entre los dos!
—¡Esa cosa va a crecer y a hacer destrozos! ¡Ya tengo suficiente conmigo mismo!
Rosslenne hizo cara de súplica.
—Lo siento. Además a mi mamá no le gustan mucho los animales, y te estoy siendo completamente sincero. ¡No quisiera que por mi descuido le pase algo malo a la bola de pelos!
—Está bien. No te voy a obligar. —miró al gatito que se tiraba a morder los zapatos de Inosuke.
—¡Oye!
Empezó a reír al ver como intentaba quitárselo pero no lo soltaba.
-el alma de la autora se fue lejos ya que murió de amor-
De verdad les agradezco demasiado el apoyo y comentarios tan hermosos ♡
Han pasado muchas cosas en este año. De alguna manera siento que aquí puedo encontrar una manera desahogarme. Soy muy exigente conmigo misma, trato de hacer las cosas siempre lo mejor que puedo y de alguna forma me relajé un poco con esta historia.
No solo eso. Significa un nuevo comienzo para mí.
Gracias a mi mamá, a mi abuela y mi madrina. Las amo. Cuando las recuerdo viendo el cielo donde están pienso que son las que me otorgaron la pasión por escribir y por muchas cosas más.
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