ˏ ˋ𝐸𝑠𝑝𝑒𝑐𝑖𝑎𝑙 𝟺ˎˊ

—¡Inosuke, que diablos le haces a mi pequeña! —Rosslenne regresó al apartamento que empezó a compartir con Kyojuro y que su mejor amigo le esperaba para cuidar a la bebé.

—¡Estoy enseñándole como debe defenderse en la vida! ¡Además le di un peluche de cochino para que siempre se acuerde de mí!

La castaña no sabía qué hacer, quizás reírse hasta que el estómago no pudiera más pero estando su pequeña hija de por medio... No es que tuviera temor de que el azabache le hiciera algo, solo que llegaba a ser un poco...

Escuchó como algo se rompió.

Tosco.

—¡Cariño, necesito ayuda con las bolsas! —el rubio entró con las compras para ese día. Ni se percató del jarrón que era reliquia familiar destrozada en el suelo.

Tuvo que detener su regaño para encargarse de su pareja. Era bastante comida.

Kyoko, la bebé que estaba entre los brazos de su considerado mejor tío (único en realidad) por el propio Inosuke miraba la escena curiosa. Apenas tenía unos meses pero se notaba los rasgos característicos de la familia Rengoku.

Mantenía una de sus manitas cerca de su boca.

Pronto fue cargada por su madre en un intento de retomar la conversación anterior.

—Inosuke... —trató de sonar seria. —Sabes que apreciamos mucho que nos ayudes con Kyoko pero... ¿Podrías tener más cuidado? No solo hablo respecto a la casa. —miró el desastre un segundo para suspirar. —También cuidar a un bebé es muy difícil.

Pero el mencionado parecía estar en un bucle de pensamiento infinito. O más bien un sueño antiguo donde sus amigos de la infancia le servían como su rey.

—¡Claro, cuenta conmigo! —se señaló asimismo con el pulgar.

—No escucho nada. —Rosslenne caminó algo lejos para dejar a su hija en su habitación. Kyojuro empezó a reír.

No podía concentrarse con un niño más de una vez, lo dejaría así. Al menos le rezaría a Yoriichi que nada malo pasara.

Lamentablemente aquella pesadilla se convirtió en realidad pocas semanas después. Donde en una visita al zoológico de la cuidad la pareja tuvo que ir un momento a comprar algo mientras Kyoko quedaba al cuidado de Inosuke. En cuestión de segundos el azabache se distrajó y perdió de vista el carrito.

Apenas regresó la vista cuando quedó maravillado por los animales del lugar sintió el verdadero terror. Habían demasiadas personas, ¡¿en qué momento se alejó como si se tratara de una película de terror?!

Oh no. Era terrible, se encontraban muchos secuestradores sueltos que aprovechaban los sitios concurridos.

El pelinegro salió corriendo como nunca en su vida buscando señales de la bebé. Tenía bastante por donde buscar contando lo enorme que era, pero el susto no le hacía pensar con claridad. Los minutos parecían detenerse y la desesperación aumentaba aceleradamente. 

Tuvo casi un ataque cuando las esperanzas caían a cero, hasta que la voz de una señora le llamó la atención.

Estaba alimentando unas palomas y cuando se acercó lo suficiente reconoció el carrito. Parecía ser demasiado bueno para ser verdad.

Para su sorpresa se trataba de ella, la mujer apenas notaba su presencia. Estaba más concentrada en lo que tenía al frente.

Inosuke lentamente tomó el medio de transporte alejándola para verificar que Kyoko estuviera bien.

—Oh, lo siento. Me confundí, pensé que era el mío. —trató de disculparse.

—¿A quién le importa, señora? 

Aunque sonó muy grosero el comentario tuvo parte de razón. Casi se muere del susto.

Mientras regresaba aliviado a donde se encontraban antes no paraba de verla.

—No te volveré a quitar el ojo de encima. Se supone que soy El Rey de la Montaña. ¡No puedo distraerme de ese modo!

Los orbes cálidos le vieron con curiosidad para sonreírle.

—¡A-acabas de sonreír! ¡Pero si por mi culpa casi te secuestran!

Bueno, claramente Kyoko no era consciente de lo que estaba pasando.

Inosuke esperó sentado mientras mecía el cochecito de un lado a otro. 

—Ya volvimos. ¿Damos una vuelta? —Kyojuro le entregó un sándwich.

Cuando no obtuvieron respuesta sino un asentimiento se extrañó demasiado la joven pareja. Caminaron detrás.

—¿Qué paso? ¿Acaso le dijiste algo? —Rosslenne negó.

—No, qué raro. 

Solo tuvo el valor de contar lo sucedido días después ya que su conciencia lo estaba matando. Literalmente sufrió de insomnio por eso y no era lo de menos.

Pero tanto como Rosslenne y Rengoku agradecieron su honestidad. El azabache de puntas azules se volvió un mejor cuidador.

Volviiiií. Y con un pequeño especial de Inosuke siendo de niñero, es que podían pasar tantas cosas que no aguanté la idea en mi cabeza.

Agradezco mucho que desde que finalicé la historia muchas personas nuevas empezaron a leerlo, ayy <3

Tengo pensado un especial más, algo más romántico. 

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