𝐰𝐞𝐥𝐜𝐨𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐛𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐨𝐧𝐚

𝐙𝐀𝐑𝐀 𝐌𝐀𝐋𝐈𝐊

𝐚𝐝𝐯𝐞𝐫𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: obsenidades, sexo oral



El Sekai Taikai estaba en su punto álgido, y todas las miradas estaban centradas en ti. No solo porque eras una de las representantes más jóvenes de Cobra Kai, sino porque esta competencia era crucial. Habías entrenado con furia, habías superado tus propios límites, y ahora era el momento de probar lo que valías. Pero había algo más, algo que te tensaba los nervios, algo que no habías previsto.

Zara, la campeona del dojo Iron Dragons, se encontraba justo frente a ti. Su mirada era fría, confiada, y no se desprendía ni un segundo de tu figura. El brillo de su kimono verde hacía que su presencia fuera aún más intimidante. Sabías lo que representaba: un combate en el que no podías perder. Pero lo que más te fastidiaba era su actitud. Como si estuviera esperando verte caer.

— Vamos a ver si Cobra Kai realmente tiene algo que ofrecer en este torneo — te dijo con una sonrisa desafiante cuando ambas se encontraron en el centro del tatami.

Comenzaron con un intercambio de golpes rápidos, ágiles, cada uno calculado al milímetro. El sonido de los puños y pies chocando contra el aire era todo lo que podías escuchar mientras te concentrabas en el combate. Pero Zara no solo era hábil, tenía esa confianza innata que hacía que cada movimiento pareciera perfecto. Tú, por otro lado, no podías dejar de sentirte irritada. ¿Por qué tenía que ser ella tu rival? ¿Por qué no alguien más?

Una patada giratoria de Zara te tomó por sorpresa, golpeándote en el costado y haciendo que tambalearas hacia atrás. Recuperaste el equilibrio rápidamente, pero la sonrisa en su rostro nunca desapareció. Te detuviste un momento, respiraste hondo, y te preparaste para devolver el golpe. La lucha seguía siendo un tira y afloja, pero poco a poco, la ventaja parecía inclinarse hacia ella. Cada vez que lograste encajar un golpe, ella respondía con dos. Tu rabia aumentaba. ¿Por qué estaba tan tranquila? ¿Por qué no fallaba?

El combate alcanzó su punto culminante cuando, en un giro inesperado, Zara te desarmó con una patada lateral, enviándote al suelo. El grito de la multitud llenó el aire, pero para ti solo existía la imagen de Zara levantando su brazo en señal de victoria.

— Bienvenida a Barcelona, perra — dijo ella con tono burlón mientras te miraba desde lo alto, su voz cargada de arrogancia que te molestaba. El desprecio era evidente. Zara había ganado. Y tú... no.

Te levantaste con dificultad, intentando no mostrar lo derrotada que te sentías. A pesar de todo, algo dentro de ti crecía. Una rabia pura, el deseo de revancha. Pero también había algo más, algo más insidioso, algo que no querías reconocer: una chispa, una chispa que te incitaba a hacer más que pelear. A hacer algo que nunca habías considerado.

...

¿Por qué la derrota te dolía tanto? Podías sentir la presión de tus compañeros de Cobra Kai, las expectativas que todos tenían sobre ti. Pero no era solo por ellos, era por ti misma. Te habías dejado ganar. Habías fallado ante ella.

Saliste del vestuario, respirando hondo, cuando la escuchaste. Zara estaba cerca. La reconociste por su risa, esa risa que te hacía sentir tan pequeña. El eco de su voz resonó en tu mente, provocando que tu cuerpo se tensara.

— ¿Todo bien? —, preguntó, acercándose con esa calma que tanto te desbordaba.

— No necesito tu compasión —, respondiste sin voltear a verla.

— ¿Compasión? No te preocupes, no soy tan amable —, dijo Zara, sonriendo ligeramente. — Solo estaba viendo si ya habías terminado de lamentarte —.

El silencio cayó entre las dos por un momento, una tensión palpable en el aire. Pero no fue hasta que finalmente te giraste hacia ella que algo más se desató.

— No te voy a dejar ganar otra vez —, dijiste, y aunque las palabras fueron duras, lo que en realidad querías decir era: "No quiero que me derrotes nunca más".

Zara arqueó una ceja, acercándose un paso más. Su mirada estaba fija en la tuya, y por un segundo, algo cambió. La rivalidad no era solo competencia, no era solo orgullo. Era algo más. Algo visceral.

— Te veré en la próxima ronda —, respondió ella, casi susurrando.

Y entonces, sucedió. Tu respiración se aceleró, tu mente no entendió por qué, pero antes de que pudieras pensar en lo que estabas haciendo, tus labios se encontraron con los de ella en un beso inesperado y desesperado.

El contacto fue eléctrico, como si las chispas de la batalla se hubieran trasladado directamente a tu piel. Sus manos, antes firmes en su postura desafiante, ahora te sujetaban con fuerza, como si ella también sintiera esa corriente que las unía. Al principio fue solo un roce, tímido, pero luego se intensificó, como si ambas hubieran estado esperando este momento sin saberlo.

Te apartó solo para abrir la puerta que se encontraba cerca de ustedes, no pudiste distinguir que lugar era pero estaba vacío,  al menos era mejor que regresar a los vestuarios donde alguien podría verlas.

No tardó en cerrar la puerta detrás de ella y te empujó contra la pared, sus labios deslizándose por tu cuello, mientras sus respiraciones entrecortadas se mezclaban en el aire. Te sentías atrapada, pero al mismo tiempo no querías escapar. La rivalidad, el deseo, todo parecía colisionar en ese único momento.

Zara te miró a los ojos, y por un instante, todo se detuvo. — No te hagas ilusiones — dijo en un susurro, pero sus manos nunca se apartaron de tu cuerpo.

Ella gime mientras profundizas el beso, moviendo sus manos para quitarte la chaqueta de los hombros.

— Te odio de verdad — le dices mientras ella toma tus pechos entre sus manos. A través de tu camisa, ella puede sentir cómo se te endurecen los pezones.

— Eso parece — dice Zara con una sonrisa.

Ella te quita la camisa y te besa el pecho. Se arrodilla y también te desabrocha los pantalones, te los baja y esconde su cara entre tus labios. Te lame y chupa el coño mientras te retuerces sobre ella.

— Zara...— te quejas mientras ella te acerca cada vez más a tu clímax.

—Mmm — gime ella contra ti.

Empujas su cabeza más hacia tu centro y ella acelera el ritmo.

— Joder, ya me corro —, dices mientras la lengua de Zara te lleva al orgasmo.

Los fuertes brazos de Zara evitan que te caigas mientras te corres. Ella se pone de pie y tú la atraes hacia ti para darle un beso hambriento.

— Sabes, podría golpearte fácilmente ahora mismo —le dices entre besos.

— Entonces no podrías follarme — dice Zara — Y sé que quieres hacerlo —.

Suspiras y la empujas para que su espalda chique con la pared. Le bajas los shorts junto con sus bragas y entierras la cara entre sus piernas. Sus gruesos te asfixian mientras lames su coño.

— Eso es, cariño — murmuró

Era extraño, pero no querías luchar. Tenías la mente confusa y te costaba formar un pensamiento que no fuera sobre el placer.

Envolviste los brazos alrededor de los muslos de Zara y la acercaste más. Alternaste entre lamer su coño chorreante y chupar su clítoris.

Deslizaste dos dedos dentro de ella y lamiste su clítoris como un gatito. Tus dedos parecían hechos para su coño. Sus paredes se apretaron a tu alrededor y gimió fuerte.

— Me voy a correr —. Zara ahogo un grito con su propia mao justo cuando se corrió, su semen goteaba desde tu barbilla hasta tu cuello. Su sabor era adictivo.

Zara te agarró del pelo y te empujó hacia su coño. Sus caderas dejaron de rozar tu cara y tú gemiste cuando chorros de líquido te golpearon la cara.

Te encontraste en los brazos de Zara cuando bajó de su estado de euforia. Ella acarició tu rostro con el dorso de su mano con una sonrisa.

— ¿Sabes?, si cambiaras de dojo podríamos hacer esto y mucho más — dice Zara entre besos.

— ¿Y dónde está la diversión en eso? —, le preguntas.

Ella se frota contra tu muslo mientras te besa. La dejas continuar hasta que está desesperada por correrse otra vez.

—¿Por qué no cambias de dojo, nena? —

— Nunca haría eso — le dices.




𝐯𝐛𝐥𝐨𝐬𝐬

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top