𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 9: 𝑺𝒊𝒏 𝒄𝒓𝒖𝒄𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒐𝒋𝒐𝒔

Los gemidos de Gerard eran altos y aunque a Frank le excitaban de sobremanera, no iba a reprimir la molestia profunda que sentía en su corazón. Era como si una espina afilada se clavara más en el fondo cada que veía el rostro de Gerard.

Esa mañana había despertado tan contento, envuelto en el calor de la piel de Gerard. El pelinegro lo estaba abrazando por la espalda y podía sentir su suave respiración sobre su nuca, su aroma dulce invadía cada uno de sus sentidos y lo hacía sentir pleno, como si ese fuera el lugar al que pertenecía.

Lo que había seguido después también había formado parte de su maravillosa fantasía. Gerard le había dado un beso en la mejilla pensando que él estaba dormido y se había levantado de puntillas. Frank no había querido levantarse seguidamente ya que quería darle un espacio a Gerard con su hermano y ciertamente prefería evitar ver a Mikey porque estaba seguro que los había descubierto la noche anterior.

No supo en qué momento se quedó dormido hasta que un suave empujón en su hombro y un delicioso aroma a queso derretido le despertó. Gerard estaba ahí sentado a su lado, sosteniéndole una bandeja con el desayuno. Le comentó que Mikey ya se había ido y que por lo visto estaba muy contento de poder volver a estar con sus amistades.

Entre una charla y otra la mañana se había ido en un parpadeo, el desayuno que había preparado Gerard había sabido a cielo y la sonrisa radiante que no se le borraba de los labios, mantenía una igual en el rostro de Frank.

Según su calendario de planeación tenían previsto grabar un video ese día y debían revisar el correo de Frerard is Love. Frank le había dicho a Gerard que lo del correo podían dejarlo para la noche y la grabación podían hacerla en ese momento, para que tuviesen la tarde libre y pudieran salir por ahí a comer y quizás a caminar.

Gerard había aceptado entusiasmado y le había dicho a Frank que tomaría una ducha mientras él preparaba el set. Frank estuvo de acuerdo y continuaba demasiado tranquilo al momento de acomodar todo, las ideas le fluían como de costumbre. Había decidido grabar sobre la mesa de la cocina nuevamente, colocando un fondo gris oscuro y los aros de luces, la luz natural que entraba por la ventana ayudaba demasiado y el ángulo que había escogido para la cámara era simplemente genial.

El problema de Frank había nacido cuando el timbre había sonado, Gerard aún no salía de la ducha así que él se dirigió a la puerta. Se colocó su mascarilla y abrió, encontrándose con un enorme ramo de gladiolas moradas.

Se había quedado confundido por un instante hasta que el mensajero le preguntó por Gerard. Ahí había estado el primer golpe y el segundo había venido cuando leyó la nota que traía consigo aquel ramo.

"Hoy no es un día particularmente especial pero por ti, cualquier día es perfecto para hacerte sentir como el mejor.

Tuyo, Alex."

Frank quiso destruir aquella tarjeta y lanzar las flores por la ventana. Quería tirarse el cabello y gritar pero simplemente no pudo hacer nada. Se quedó de pie junto al set como un tonto, colocó las flores sobre la mesa con la tarjeta a un lado y después de verlas por un instante más, se fue hacia la ducha hecho una furia.

Cada que recordaba esas palabras la molestia le crecía más, y no era contra Gerard, sino contra ese Alex y con él mismo, por ser tan ingenuo y permitirse llenarse de ilusiones. Ese mensaje era claro, nadie mandaba flores y tarjetas a alguien con quien no era nada, y si ese chico estaba saliendo con Gerard y ya comenzaba a enviarle flores era porque algo empezaba a haber ahí. Frank lo presentía.

No había servido de nada la estupidez que había hecho queriendo marcar su territorio durante la llamada, quizás porque lo de ellos ya era serio. Y después venían sus ilusiones, creer que habían hecho el amor.

—¡Mierda! —exclamó y golpeó con el puño la pared del baño. Tomó con fuerza la esponja y comenzó a tallar su piel mientras lágrimas amargas corrían por sus mejillas mezclándose con el agua que caía de la regadera.

No podía ser posible que Gerard estuviese actuando de esa forma con él. ¿Porqué? Era lo único en lo que podía pensar. Talvez todo era parte de un gran mal entendido de su parte y Gee solo estaba siendo el de siempre. También podía ser que lo que había sucedido era parte del trabajo que tenían.

De cualquier manera todo era una mierda y lo que Frank había definido como un hermoso día se había destruido por completo. Al terminar de bañarse decidió que no iba a dejarle saber a Gerard cuanto le estaba doliendo aquella situación que no entendía con ese tipo. Si él no se lo quería contar estaba bien, Frank no iba a mendigar por ello.

Pero tampoco iba a ser más un tonto enamorado, lleno de ilusiones y con un amor que moría por confesar. De cualquier manera iba a dejar que Gerard diese el primer paso pero por el momento se iba a dedicar a trabajar.

Por eso fue que cuando vio a Gerard con aquellas medias de encaje cubriendo sus largas y gruesas piernas, lo había subido a la mesa y lo había empujado contra ella. El Frank dominante y agresivo había vuelto, y éste le gustaba mucho más porque podía camuflar perfectamente sus sentimientos.

Gerard se sintió confundido al notar el cambio en la actitud de Frank, así como también había visto aquellas flores y la nota. Las flores eran bonitas pero siquiera le gustaban, sus favoritos eran los lirios, de cualquier especie. Y la nota lejos de gustarle le había incomodado, sentía que Alex estaba yendo demasiado lejos y por eso le había enviado un rápido mensaje en donde le decía que necesitaban aclarar las cosas entre ellos ya que no quería que la amistad que tenían se arruinaran.

Gerard creía que eso era suficiente para hacerle ver que no quería nada con él, aunque había sonado un poco cruel considerando que ni siquiera había agradecido por las flores. Pero si esa era la única solución no le importaba. Desde esa mañana se había despertado con la firme decisión de obedecer a su corazón y luchar por Frank. Por enamorarlo, por conquistarlo y por ser más que su amigo.

Sin embargo las mordidas en la parte interna de sus muslos y el dolor de estos por tenerlos alzados por tanto tiempo le impedían pensar en nada más que Frank. Se miraba tan ardiente con el cuerpo tatuado y definido totalmente desnudo. Esa polla enorme que se moría por tener dentro y los dedos que se frotaban en su agujero lo tenían vuelto loco.

—Frankie... tómame... —murmuró con dificultad al sentirse dilatado y listo para recibir a Frank, su propia polla goteaba pre semen sobre su vientre.

—¿Eso te gusta? Qué te coja duro, ¿eh? —replicó mientras se inclinaba para besarle el vientre a Gerard. Al tiempo en que se inclinó sacó sus dedos y tomó su polla, masturbándose un poco para liberar pre semen. Eso era todo el lubricante que Gerard iba a tener, claro que sí.

—Sí... me encanta como me haces tuyo, bebé.

Gerard tuvo que sostener sus piernas con sus manos cuando sintió los dientes de Frank clavarse con fuerza en su pezón derecho y a su vez la punta de Frank presionó en su agujero, penetrando con rudeza y haciéndole gritar.

—¡Aaah Frankie!

Frank soltó despacio el pezón de Gerard y después comenzó a succionar y a acariciar con su lengua toda la zona que quedó completamente roja mientras sus caderas comenzaban a tomar velocidad, casi no le había dado tiempo de acomodarse a él pero los lloriqueos de Gerard y la expresión de su rostro le hacían saber que estaba bien. Por otro lado se dedicó a atender su otro pezón, empecinado en dejar tantas marcas como fueran posibles.

"Tuyo" se repetía en su mente. No era capaz de imaginar a Gerard respondiendo un "también soy tuyo". Frank era egoísta y quería tener a Gerard para él, para siempre y las marcas que estaba dejando en su cuerpo eran una clara expresión de ello, aunque contradijera sus propias decisiones.

La cámara captaba con naturalidad el movimiento del agujero de Gerard, contrayéndose cada vez que la polla de Frank llegaba hasta la mitad y volvía a entrar en él. Cada empuje le hacía gemir más alto y las succiones en sus sensibles pezones solo lograban enviar pulsaciones cada vez más seguidas a su polla. Frank la había tomado y la acariciaba desde las bolas hasta la punta con rapidez.

—Vamos, Gerard, correte para mi... —exclamó con voz profunda, pues su propio orgasmo estaba ahí en la base de su polla y en sus bolas contraídas.

Las venas de la polla de Frank estaban más resaltadas y eran muy notorias en la pantalla de la cámara, así como el lateral de sus nalgas contraídas y sus muslos.

Las piernas de Gerard estaban a tope, sentía que ya no podía sostenerlas en el aire por más tiempo pero Frank no le permitía bajarlas, cuando lo intentaba las embestidas tomaban mayor rapidez. Aún con el cansancio, los severos empujes en su ano y las caricias erráticas sobre su polla que lo tenían al borde, consiguió incorporarse apoyándose de sus codos para poder alcanzar el rostro de Frank.

En ese momento el rubio había dejado escapar sus primeros gemidos pues se había estado mordiendo los labios. Con la boca entreabierta y los labios húmedos y rosados la tentación para Gerard lo era todo, necesitaba besar a Frank, necesitaba probarlo, necesitaba sentir que todo lo que estaba pasando a su alrededor era real. Necesitaba sentir los labios de Frank para demostrarle lo que sentía por él.

Estaba tan cerca de presionar sus labios con los ajenos cuando una fuerte mano le sostuvo de la quijada y unos ojos avellanas le vieron profundamente, de una manera distinta. Con un destello de furia pero a su vez llenos de tristeza.

Y con ello ambos experimentaron el orgasmo más insípido de todos. No importaban los jadeos, ni las respiraciones aceleradas, ni los corazones, solo aquellas miradas fijas que decían más que mil palabras.

El semen de Frank se regó dentro de Gerard y de manera suave este salió de él. Sentía un nudo en la garganta pero debía ser fuerte, y Gerard sentía que el mundo se le estaba fragmentando en pequeños trozos.

Frank soltó a Gerard y tratando de mantenerse se dirigió a apagar la cámara después de fingir una sonrisa y morderse los labios. Recogió el par de toallas que había dejado en el suelo, le lanzó una a Gerard y la otra la usó para limpiarse.

—Frankie... —trató de hablar Gerard. No podía quedarse callado, sentía la necesidad de arreglar todo en ese momento aunque no supiera que estaba sucediendo realmente pero Frank negó, estaba de espaldas a él.

—Siento que debemos mantener un margen, Gee. Como tú dijiste una vez este es nuestro trabajo y no quiero que crucemos la raya de los besos. Es algo que no acordamos pero siento que quedó implícito desde aquella tarde, tampoco me gustaría hacer esto sabiendo que de alguna manera me estoy interponiendo en alguna relación personal que tu quieras tener. Espero no estar exagerando —dijo Frank sin vacilar y sin detenerse a analizar sus palabras, solo permitiéndose un momento de sinceridad.

Pero para Gerard todo había estado demasiado claro y con ello solo logró aferrarse más a la decisión que había tomado esa mañana. Sabía que lo que estaba pasando era su culpa y la de su corazón, por estar confundido, por no saber que quería y por no notar lo maravilloso que era el hombre que tenía frente a él, pero sobretodo por las estúpidas que habían sido sus acciones con Alex y todo lo que lo involucraba.

Vio a Frank marcharse a su habitación y suspiró, no dijo nada en ese momento pues por lo que debía empezar era por sacar a Alex de su vida para poder hablar con Frank.

Le costara lo que le costara iba a recuperar a Frank, porque sin las cruces que había estado poniendo sobre sus ojos podía ver el amor ciego que el rubio tenía por él.

Gerard se dirigió a su habitación completamente decidido, cuando al fin probara los besos de Frank iba a ser uno de los momentos más plenos de su vida.

Sus besos cargados de fuego iban a quemar sus labios y su sentido del orgullo, y no existía nada que valiera más la pena para luchar por ello.

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