𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 35: 𝑭𝒆𝒍𝒊𝒄𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆

Después de tanto tiempo viviendo lejos del lugar que lo había visto crecer, Frank nunca se imaginó volver a Maine, a la casa de sus padres, solo para casarse con el amor de su vida. Sin embargo, ahora estaba ahí, de pie frente al altar que su hermana se había esforzado mucho en preparar, a la espera de ver a su prometido caminar hasta él.

Su vista se paseaba de un lugar a otro por los arreglos combinados en perfecta armonía, el toque floral mezclado con lo vintage denotaba que Gerard era él que iba a casarse. Los colores turquesas predominaban y el ocaso que empezaba a ponerse creaba una de las mejores escenas que hubiese visto. Moría por tener su cámara en sus manos para capturar esos bellos momentos pero su amigo Travis iba a ayudarle con ese trabajo.

De pronto una suave melodía interrumpió sus pensamientos y de inmediato su vista se dirigió al carruaje tirado por caballos que venía llegando por el camino de la entrada a la casa. Debbie se había esmerado en hacer que su cuñado tuviera la boda de ensueño que merecía; Gee le había dicho que su sueño era llegar en un coche a su boda y ella se lo había cumplido.

Frank tuvo que contener el nudo que se formó en su garganta al mirar a Gerard vestido de blanco bajar del coche. Se miraba tan radiante, con el verde de sus ojos brillando más que nunca y esa sonrisa tan espléndida que lo podía enamorar por siempre.

Los invitados se pusieron de pie y le dedicaron su completa atención mientras caminaba hasta él. Sencillo pero elegante y precioso. Llevaba un pantalón de vestir blanco a juego con una camisa de tiras, un pañuelo negro atado al cuello y unos guantes de cuero negro cubriendo desde sus manos hasta sus codos; estaba usando unos zapatos de tacón algo altos y tenía el cabello sostenido hacia los lados con algunas hebillas dejando ver el suave maquillaje de su rostro; labios color carne y ojos delineados, mientras llevaba en sus manos un ramo de rosas rojas.

—¿Sabes que eres el hombre más precioso del mundo? —preguntó cuando Gerard estuvo frente a él.

—Frankie, me vas a hacer sonrojar… —dijo en voz baja, mostrando sus pequeños dientes al sonreír, solo para él—. Tú estás increíblemente guapo… ¿Quién será el afortunado que pasará el resto de sus días viendo ese rostro tan bonito?

—Oye… —le interrumpió tomándolo de la cintura y pegándolo a él. Le besó la mejilla y le ayudó a colocarse frente a la mesa donde estaba todo listo y el notario les esperaba ya—. Esto no termina acá, tengo que casarme con el chico más precioso de cada fiesta… —susurró y Gerard tuvo que morderse los labios para no responder nada más.

El silencio que había en el ambiente se rompió cuando el notario tomó la palabra. Habló un poco acerca del alcance legal del matrimonio y luego brindó algunas palabras sobre lo que era formar ese vínculo; finalmente leyó el acta que hacía constar que Frank y Gerard estaban a un paso de convertirse en esposos pero interrumpió el momento para hacer algo que nadie esperaba.

—Sé que no es una boda religiosa pero yo, personalmente, acostumbro hacer esto en los matrimonios que celebro ya que considero que es algo hermoso entre las parejas. Los votos matrimoniales es algo que nunca se debe dejar de lado porque es cuando se confiesa y se promete cuidar el uno del otro. Pero, lo más importante de hacerlo en un momento como este, es la espontaneidad, porque prevalece la sinceridad y el verdadero sentimiento de amor que hay en cada uno de sus corazones —dijo y los novios se miraron nerviosos, era obvio que ninguno se había preparado para dicha situación.

Aun así, se sentían capaces de confesar aquella promesa sincera porque era algo que hacían cada día. Mirarse a los ojos llenos de amor y simplemente decirse lo que sentían, lo que querían para sus vidas y lo que prometían al contrario. Era simplemente eso. Hablar con el corazón.

—Señor Way —dijo y le dio el micrófono. Gerard suspiró antes de hablar.

—Frankie… creo que no existe nada en este mundo que tu no sepas pero yo no tengo ningún problema con recordártelo, cada día de mi vida. Eres un hombre excepcional, eres mi amigo, mi confidente, mi apoyo y mi compañía incondicional. No puedo agradecer más a la vida por haberte puesto a ti en mi camino para iluminarlo con tu alegría y tus ojos bonitos. Por eso y muchas cosas más, prometo serte fiel, cuidarte, respetarte y sobre todo amarte hasta el fin de mis días —confesó y tomó uno de los anillos idénticos que yacían en un cofre frente a ellos en la mesa—. Este anillo simboliza mi promesa eterna hacia ti, te amo.

—Yo también te amo, Gerard, más que a nadie en la vida —dijo Frank tomando la palabra, su voz se escuchó fuerte y clara sin necesidad de usar el micrófono. Con delicadeza quitó el guante de la mano izquierda de Gee y besó el dorso—. Prometo cuidarte, respetarte y serte fiel hasta el fin de nuestros días, pero sobre todo, prometo amarte en esta vida y en todas las que me toque vivir, porque tú eres lo mejor que me ha pasado. Eres quien me hace sonreír con su sola presencia, eres quien ilumina mis días con tan solo verte, eres el único con quien puedo ser yo y no tener miedo de absolutamente nada en el mundo.

Suaves lágrimas se deslizaron por las mejillas de Gerad al mismo tiempo en que Frank hablaba y le colocaba el anillo.

—No llores, bonito… —susurró Iero—. Te amo.

El notario volvió a tomar la palabra y lo primero que les hizo saber fue que deseaba de mucho corazón que fuesen felices por siempre, que el amor que ambos se tenían era recíproco y  se notaba a kilómetros de distancia.

—Por la autoridad que me fue otorgada, los declaró esposos —dijo al fin aquellas palabras el hombre trajeado—. Frank, puedes besar al novio.

Los aplausos que el público había retenido y el beso que Gerard había anhelado recibir, se dieron en sincronía. Frank tomó, a su ahora esposo, por la cintura y lo apegó totalmente a él. Gerard se dejó hacer dócil y se entregó a besar los suaves labios contra los suyos.

—Ahora si, eres totalmente mío —susurró Iero sobre sus labios mientras sus frentes permanecían unidas y acariciaban sus narices.

—Siempre lo he sido —respondió Gerard.

—Te amo, te amo, te amo…

La burbuja en la que se habían sumergido se rompió cuando muchas manos los separaron para comenzar a abrazarlos, felicitarlos y darles los mejores deseos para la vida que les esperaba juntos, como esposos. Travis no perdió tiempo en fotografiar todos aquellos momentos, incluso aquel tan banal como Frank quitándole a Gee el guante negro que aún conservaba en mano derecha.

Poco a poco en medio de toda la algarabía, los participantes de la boda se trasladaron al otro lado de la casa donde sería la fiesta. Mesas al aire libre, un bufete, licor, luces y una pista de baile les esperaba.

—¿Era esto lo que habías soñado? —preguntó Frank con voz sutil mientras su mano izquierda se ajustó sobre la cintura de Gee y con su mano libre sostuvo la izquierda de Gerard para así juntos comenzar su primer baile como recién casados.

"Darling I'll be loving you 'til we're 70…"

—Es mucho mejor que eso. Gracias, Frank.

"I fall in love with you every single day…"

—Gracias por haber llegado a mi vida cuando publiqué ese anuncio. Gracias por haberte mostrado tal y como eras, y gracias por aceptarme a mí tal y como soy. Gracias por apoyarme y nunca dejarme solo. Gracias por amarme, por cuidarme. Gracias por haber creado junto a mi ese lugar tan especial en el cual compartimos momentos tan únicos. Gracias por los buenos y malos recuerdos, porque por ellos aprendí a enamorarme de cada parte de ti.

"Kiss me under the light of a thousand stars…"

—Gerard, no puedes ser más perfecto para mi —respondió Frank mientras eran sus lágrimas las que ahora recorrían sus mejillas—. Voy a estar para ti siempre, cariño.

Gerard sonrió y con cuidado soltó su mano derecha para limpiar las lágrimas en el rostro de Frank. En ningún momento dejaron de bailar pero los sentimientos que calaban dentro de sus pecho eran únicos. Una explosión de magias y fuegos artificiales que sólo se podían provocar el uno al otro cuando se hacían el amor; con palabras, con besos, con caricias. Con sus demostraciones de amor.

"Maybe we found love right where we are…"

—Vamos a ser, felices para siempre —dijo Gerard abrazando con sus dos brazos el cuello de Frank, Iero lo rodeó por la cintura y se acercó a su rostro.

—Para siempre —reafirmó.

"Baby your smile is forever in my mind and memory…"

Compartieron un beso delicado y juntos alzaron la vista al cielo, más felices que nunca.

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