𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 3: 𝑷𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓𝒂 𝒗𝒆𝒛
Parecía un sueño, uno muy húmedo y caliente a decir verdad, pero no lo era. La polla que la tenía muy dura y levemente adolorida, y los suaves gemidos de Gerard se lo demostraban.
Habían hablado y sin querer seguir postergando más, Gerard había tomado la iniciativa de dar el siguiente paso. Estaban listos para follar por primera vez, ambos lo sabían.
Y ahí estaban, Frank en medio de las piernas de Gerard, sobre la suave y limpia cama de Frank, la cual se había encargado de limpiar y arreglar esa mañana. Era lunes y lo estaban comenzando de la mejor de las maneras, aunque el contexto seguía provocando un pequeño recelo en el pecho de Frank.
La video camara reposaba en su pedestal, enfocada con el ángulo perfecto pero aún sin comenzar a grabar. Frank le había sugerido a Gerard al verlo entrar a su habitación que era mejor que la parte de la preparación la hicieran antes de grabar, ya que al ser la primera vez iba a ser un tanto difícil.
Gerard se había sentido aliviado y un poco tímido, pero después de asentir, se había dejado caer de espaldas en la cama de Frank, respirando para relajarse y parecer tan tranquilo como siempre, porque su seguridad permanecía intacta.
Con solamente un delicado kimono cubriendo de manera precaria su cuerpo, Gerard había abierto las piernas y después de asentir en dirección a Frank, este se había acercado a él con la botella de lubricante en sus manos. Frank ya estaba completamente desnudo y duro, Gerard quería inclinarse un poco y masturbarlo por lo menos pero se conformó con quedarse quieto con las manos a los lados de su cuerpo, esperando.
Frank dejó caer muchas gotas de lubricante sobre la pequeña entrada de Gerard. Era pequeña, limpia, rosada y preciosa, y la boca de Frank no podía dejar de salivar tanto. Los dedos le temblaron al igual que la polla, cuando su índice y medio tocaron ese lugar de Gerard, suave y cálido. Trazó círculos alrededor de su entrada hasta que finalmente el dedo índice se abrió espacio dentro de él, estaba tan apretado.
El ceño de Gerard se había fruncido un poco y para ayudarlo a sentirse mejor, Frank comenzó a acariciarle las pantorrillas con su mano libre y plantó besos tiernos sobre sus rodillas. El efecto fue casi inmediato, los gemidos comenzaron a salir suaves, bajos y tímidos de la boca de Gerard.
No habían hablado más, solo se habían dedicado miradas en todo el tiempo en que Frank lo estiraba. Pero las miradas estaban siendo tan diferentes a lo que solían ser lo que compartían regularmente. Aún no eran los protagonistas de su video casero pero ambos podían ver el reflejo del deseo en los ojos ajenos.
El segundo dedo de Frank se deslizó dentro de Gerard y sus labios se abrieron más. Pero cuando fue el turno del tercero, su espalda se arqueó y la polla sobre su vientre dio un tirón. Frank curvó sus dedos hacia arriba con astucia y rozó un espacio más suave de piel dentro de Gerard, que obligó al pelinegro a bajar su mano y tomar la muñeca de Frank.
—Frankie... —gimió su nombre y con la mirada nublada de placer le sonrió divertido. Los dedos de Frank se sentían mucho más grandes y más ricos de lo que habían sido sus propios dedos la noche anterior.
Ni siquiera podía imaginar lo que iba a sentir con su enorme polla. Tembló al recordar lo cerca que estaba de recibirla al fin.
—¿Estás listo? —preguntó Frank, moviendo sus dedos sin parar.
—Si... —dejó escapar en un susurro.
—Te prometo que voy a cuidarte mucho, Gee —sentenció Frank y con suavidad retiró los dedos del interior de Gerard.
Gerard asintió, tenía en el rostro una combinación de emociones que Frank entendía y compartía perfectamente. Podía imaginar lo nervioso que se encontraba, incluso más que él mismo, pero estaba seguro que todo estaría bien y que sobretodo, valdría la pena.
Aunque con solo el hecho de tenerlo así, en su cama, esperando por él, Frank se sentía totalmente satisfecho. Daría lo que fuera por tenerlo así siempre.
Se dio cuenta que se había quedado mirándolo más tiempo del necesario cuando Gee se sacudió en la cama, llamando su atención.
—¿También estás listo? —preguntó.
—Si, precioso. —Se incorporó y depositó un beso más en la rodilla de Gerard. Con cuidado se dirigió a ayudarlo a acomodarse más en el centro de la cama y le colocó una almohada debajo de la cabeza—. ¿Recuerdas tu palabra segura?
La palabra segura había sido un tema tan importante para Frank, y con el cual se había sentido mucho más relajado, ya que después de una larga charla, Gee le había asegurado que siempre que sintiera que era demasiado para él iba a utilizarla, incluso cuando no se tratara de un posible daño o dolor.
—Si, Frankie —respondió con las mejillas sonrojadas.
—¿Puedes decirmela? —preguntó mientras se dirigía a encender la cámara.
—Vainilla...
"Como tu delicioso olor" pensó Frank pero no dijo más. Regresó a la cama y se tumbó entre las piernas abiertas de Gerard.
Antes de alinearse a su entrada tomó su miembro y colocó sobre el largo mucho lubricante y se masturbó un poco. Frank estaba apoyado sobre sus rodillas y después de colocar la cabeza de su polla en el agujero de Gee, colocó las manos a cada lado de la cabeza del pelinegro.
Se miraron a los ojos hasta que Gerard asintió y Frank comenzó a empujar sus caderas. Se tuvo que contener cuando el calor y lo apretado de Gee lo golpeó. Forzó un poco las caderas hasta que pasó el anillo de músculos y su polla comenzó a deslizarse con suavidad.
—¡Ah! —gimió Gerard, en una mezcla de dolor y placer. Frank definitivamente era muy grueso, no recordaba haber sido follado por ninguna polla de ese grosor en toda su vida. Pero era tan bueno tenerlo adentro, le hacía sentir lleno.
Frank deslizó centímetro por centímetro de su polla con suavidad, sintiéndose en el paraíso pero todo mejoró el doble cuando Gerard levantó sus piernas en el aire y le dio un mejor acceso para arremeter contra su cuerpo.
No obstante, los embistes de Frank eran suaves y profundos, sintiendo cada pulsación del cuerpo de Gerard a través de su polla. Le encantaba como apretaba el ceño y abría la boca cuando él estaba totalmente dentro. La sensación que sentía cada vez que Gerard enterraba sus pequeñas uñas en la piel de su espalda, como le arrancaba esos melodiosos gemidos.
Gerard quería pedir más, que Frank fuese más rápido y más duro, pero por alguna razón no podía. Sentía que el momento era tan íntimo, que era incapaz de romperlo. Las caricias de Frank, sus suspiros, sus embestidas y esos ojos avellanas que tenía, lo obligaban a sentirse amado, querido.
Sabía que Frank lo quería, por supuesto que si. Sino fuese así no estarían ahí, con una cámara pegada a las costillas, en primer lugar. Pero era un sentimiento diferente, como si Frank estuviese haciéndole el amor.
—Me encantas, nene... —lo escuchó decir.
Su voz grave, agitada y llena de deseo fue todo lo que Gerard necesitó para acabar entre sus vientres. No había caído en cuenta de que tan placentero era el momento hasta que su orgasmo lo golpeó.
Se aferró con más fuerza al cuerpo de Frank, dejándose mecer por las olas de placer que le inundaban cada parte del cuerpo. Dejando que Frank lo llenara de un amor que Gerard creía estar imaginando.
Frank estaba tan cerca de llegar, el interior de Gerard se había apretado a su alrededor haciéndole alucinar. Sus caderas y su polla le rogaban porque se moviera con más rapidez, que destruyera todo a su paso, sin embargo, su mente y su corazón solo le enviaban órdenes de hacerlo lento, con ternura. Y él obedeció, rogando porque Gerard pudiera sentir lo mismo.
Se dejó caer sobre sus codos y acercó su rostro al de Gerard. El cabello negro estaba pegado a su frente cubierta de sudor y los ojos verdes estaban entrecerrados, mirándole cada movimiento con atención. Las manos de Gerard le apretaron con más fuerza cuando él se quedó quieto completamente adentro, los hilos espesos de su semen comenzaron a salir disparados.
—Tú también me encantas —susurró Gerard, tan bajo pero fue suficiente para que Frank pudiera escucharlo.
Frank sonrió, complacido y contento. Llevó sus labios y los presionó en la frente de Gerard, y aspiró su aroma al mismo tiempo. El contacto duró un par de segundos y al finalizar, Frank salió con cuidado del interior de Gee.
Frank fue depositando un par de besos más, en las cejas de Gerard, en sus ojos, en su nariz y cuando estuvo sobre sus labios, Gerard apartó el rostro y los labios de Frank finalizaron su recorrido en su mejilla.
El corazón acelerado de Frank se estrujó en su pecho, pero no fue el único. Gerard se sintió mucho peor al ver cómo la mirada de Frank se apagaba, y al perder el calor de su cuerpo sobre el suyo, quiso hacerse muy pequeño y desaparecer.
El rubio se levantó y apagó la cámara, iba a tener que editar el final y hacer un poco de magia para olvidar de su mente ese momento, aunque la culpa había sido suya por creer que Gerard quería lo mismo que él.
—Lo siento —dijo Frank mientras se sentaba en una esquina de su cama.
—No pasa nada, Frank —dijo Gerard y rápidamente se puso en pie. Se cubrió el cuerpo con el kimono y se mordió los labios, tragando el nudo de su garganta que le amenazaba con hacerlo soltar en llanto—. ¿Hablamos más tarde? Voy a salir por ahí.
Frank solo consiguió asentir. No quiso alzar la mirada y decir algo más, antes de hablar con Gerard necesitaba hacerlo consigo mismo y aclarar sus pensamientos.
Cuando su puerta se cerró se dejó caer boca abajo, enterrando su rostro en la almohada que Gerard había utilizado. Su aroma dulce y enviciante estaba ahí, y de inmediato le recordó a Frank todo lo que había sucedido.
Al menos una débil sonrisa se pintó en sus labios.
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